Cuenta Larga... una visión de largo plazo
Un espacio para reflexionar sobre las consecuencias de largo plazo de las decisiones de las administraciones públicas, privadas y sociales. Su enfoque es mayormente estratégico, y su método es el de las proyecciones de tipo cualitativo, con los criterios de la creación de escenarios. Su ambición es la de ir más allá de la exposición y ser un espacio libre de discusión de los interesados en este tema.
¿Porqué Cuenta Larga?
¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.
Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones
viernes, 26 de septiembre de 2025
La era del Slogan
Un verdadero signo de los tiempos, es que estamos en la era del slogan (o lema, en español), y sobre todo la del lema político, aunque también se da en otros medios, incluso en los eclesiásticos. En el sector público, forman parte de la mercadotecnia política, un concepto que ya nadie discute, pero que se aplica parcialmente.
La mercadotecnia política, tal como se entiende en nuestro país, tiene más que ver con promoción, que es solo un aspecto de la mercadotecnia. Desgraciadamente, si se le dijera solamente promoción, el verdadero nombre de lo que se está ofreciendo no sonaría novedoso, sería muy parecido a lo que siempre se ha hecho en política. La auténtica mercadotecnia tiene otros conceptos. Se trata del producto, del precio, de la promoción, y también del mercado en donde se va a operar. Eso no se está considerando en este asunto de la mercadotecnia política.
Actualmente, estamos ante el nacimiento de un nuevo lema. Un proyecto propuesto por el Consejo Coordinador Empresarial y aceptado por el Gobierno Nacional que incluye el lema: “Lo hecho en México, está mejor hecho”. Nada nuevo: en realidad ya existía de modo muy parecido, que daba un sello de garantía mediante el cumplimiento de algunos criterios de calidad.
El riesgo es ese. Si se queda solamente en un sello de origen, no va a traer cambios importantes. Se espera que logrará objetivos relevantes, como crear empleo, aumentar el contenido nacional y favorecer a las empresas. Pero todavía habrá que verlo funcionar. Ya hay empresas que han adquirido este sello. Más de treinta compañías, de un total de más de cinco millones de empresas que hay en el país, no suenan a mucho. Pero, por otra parte, también esas son algunas de las empresas mexicanas más importantes.
Es necesario que esto no se quede solamente en manos de los políticos, porque ellos tienen un conflicto de intereses. Cuando crean un lema, lo hacen pensando en la proyección de sus partidos, porque ese es su propósito fundamental. Necesitamos que el ciudadano sin partido, interesado y preocupado por la cosa pública, pero que no pertenece a ningún partido político, sea quien tome la batuta en estos casos. Hay varias cosas que deben hacerse: un análisis de la situación y del propio lema, proponer el debate entre distintos especialistas para ver la viabilidad de proyecto y luego tener un debate público de los resultados a lograr y su factibilidad, para tener una propuesta más amplia. Por supuesto, también hará falta evaluar el costo que millones de empresas micro y pequeñas tendrán que pagar para poder ser certificadas como “mejores empresas”.
No podemos permitir que seamos conducidos a apoyar asuntos como este; debemos mantener de manera irrestricta nuestra imparcialidad y nuestra independencia de pensamiento. Exigir que nos traten como adultos. Para esto, los debates públicos pueden tener un resultado muy positivo, y de ellos se pueden obtener propuestas de soluciones alternas, opciones para mejorar los lemas que están en boga, así como ideas de propuestas diferentes a las que sugiere la clase política.
viernes, 19 de septiembre de 2025
Gobierno mundial: un escenario
Pensando en las pasadas fiestas patrias, es interesante considerar un escenario, que podría darse próximamente. Hay indicios de que puede estar ocurriendo: el escenario de continuar creando un gobierno mundial. Una idea muy propia del siglo XX, con el propósito de evitar guerras y aumentar la solidaridad entre los países. Un deseo que no se ha podido concretar de una manera completa.
El diseño de Naciones Unidas no ha podido cumplir con estos conceptos tan fundamentales. En parte, porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue creada al fin de la Segunda Guerra Mundial, dándoles a cinco países un poder de veto en las determinaciones más importantes de la propia organización. Lo cual la está haciendo ineficaz para procurar la paz. Algunos proponen darle mayor fortaleza a la ONU. Otros, piden cancelar por completo el proyecto, y regresar a nuestra situación del siglo XIX, donde no había un gobierno o asociaciones mundiales.
Las consecuencias para el patriotismo son muy interesantes. Si se creara realmente un gobierno mundial, ¿habría necesidad de patriotismo como tal? Esto nos lleva también a cuestionarnos un concepto tan relevante, que es muy querido por nosotros y muy enseñado en escuelas y asociaciones. Habría que preguntarnos: ¿para qué nos sirve el patriotismo? ¿Qué es lo que se desea con esta idea? Y la respuesta sencilla, pero difícil de entender, es que se necesita para lograr el bien común. Incluyendo la defensa de las minorías, para evitar que otros poderes puedan oprimir a minorías débiles. Para ello, tendríamos que entender a fondo las distintas culturas, para poder protegerlas y desarrollarlas. Se dice que en los últimos tiempos han desaparecido centenares de lenguas minoritarias, Y eso no es más que un ejemplo de cómo se va acabando con ciertas culturas.
Hay que entender que la diferencia entre las culturas no son tanto los valores. En principio, todas las culturas aceptan la mayoría de estos, pero no necesariamente dándole la misma importancia. Por ejemplo: todas las culturas tienen como un valor la hospitalidad. Sin embargo, la importancia de la hospitalidad de los mexicanos es mucho mayor que la que se da en las culturas sajonas. Pero, no llegamos al valor de la hospitalidad que hay en las culturas de Medio Oriente. Esas diferencias residen en la historia, el medio ambiente, la situación geográfica o climática y otros muchos aspectos. Es muy difícil decir que hay culturas inherentemente superiores o inferiores.
En la base de estas diferencias está lo que entendemos en cada cultura por el bien común. Y, al no comprenderlo, se hace difícil la solidaridad, que es la materia prima del patriotismo. Y desde luego, una consecuencia que ocurriría, si desapareciera el concepto de patriotismo en general: las acciones de apoyo mutuo y de solidaridad ocurrirían en niveles mucho más cercanos a la población, en lo que llamamos la patria chica.
¿Estamos dispuestos a pagar el costo de esos cambios? ¿Estamos preparados para hacer el esfuerzo? De eso dependerá el éxito del gobierno mundial, una idea que tiene muchas posibilidades de beneficiar a las poblaciones. Y, por otro lado, también, una idea que puede traer dificultades, molestias y angustias por la destrucción de culturas sumamente valiosas.
domingo, 14 de septiembre de 2025
Desesperanza
Algo que no es nuevo, pero que ha aumentado recientemente, es el uso de la desesperanza como una arma política. Hay quienes buscan manipular las emociones de la población, dividir a la Sociedad para evitar que pueda unirse de una manera efectiva contra acciones que rechaza. Quieren crear desconfianza y división entre los oponentes o entre los adeptos al gobernante.
Como táctica se usa la victimización para manipular el modo de sentir del ciudadano, buscando el control para capturar o consolidar el poder. Eso ocurre de una manera oculta. Por ejemplo, haciendo énfasis en hechos negativos que ocurren en la Sociedad, como desastres naturales, accidentes o situaciones de dificultad económica, para generar desconfianza hacia quienes podrían haber hecho algo al respecto. Para una Sociedad, tanto como para el individuo, la desesperanza nos puede llevar al suicidio. La esperanza es algo esencial. La falta de esperanza nos hace no poder construir el bien común. Esa táctica se usa, por desgracia, tanto por la oposición como por el propio gobierno. Y esto ocurre en todos los países, con distinta intensidad y en diferentes tiempos.
El gran riesgo es que se pierda la credibilidad de la ciudadanía, respecto a quién la gobierna o a quienes se oponen y podrían gobernarla. También ocasiona pérdida de estabilidad en el Estado. Como se dijo desde la antigüedad, un reino dividido tiene riesgo de ser destruido. También da como resultado un aislamiento del individuo, que se siente ajeno a los demás, en quien no confía, que no puede creer nada bueno de sus conciudadanos. Y este sentido de aislamiento, lo hace juzgarse impotente, incapaz de participar. Le hace decir, de una manera abierta o en su interior: “No hay nada que hacer. Hay que esconderse, mejor no hay que opinar. No sirve para nada, nadie me hará caso”. Esto es lo que buscan quienes están creando desesperanza. Precisamente.
La oposición, cuando quiere quitar un gobierno basándose en crear desconfianza, tiene el riesgo de perder la credibilidad cuando no propone soluciones. Qué es lo que pasa frente a un gobierno fuerte o autoritario. El ciudadano se entera de fallas y problemas, pero no escucha soluciones, solamente escucha insultos. Con lo cual el opositor pierde credibilidad, pierde su identidad. Y esto lo estamos viendo: los partidos de oposición se están pareciendo cada vez más los unos a los otros. Han perdido sus diferencias, solo saben criticar y lo hacen de la misma manera. Hay fragmentación de su base social, que es preludio de la destrucción de cualquier fuerza política.
Ustedes y yo, como ciudadanos sin partido, ¿qué podemos hacer? Por un lado, hay que hacer visible la desesperanza y hacernos conscientes de que hay a quien le interesa que vivamos así. Por otro lado, recomendar opciones y discutirlas. Siempre será más fácil criticar, siempre será más fácil insultar o hacer burla de las acciones de quien no nos parece. Crear soluciones y arriesgarnos a discutirlas es un riesgo que muchos, como ciudadanos sin partido, no queremos asumir.
Hay necesidad de crear colaboración entre ciudadanos y, sobre todo, entre grupos apolíticos a los que les preocupa la Sociedad y que no están dispuestos a continuar viviendo en la desesperanza. Nada fácil, hay que reconocerlo. ¿Está usted dispuesto, ciudadana o ciudadano sin poder, a construir Esperanza?
sábado, 6 de septiembre de 2025
¿Cómo estamos?
Después del Informe Presidencial de la semana pasada, se hace evidente que la polarización en la ciudadanía no solo continúa, sino que se profundiza. Algunos, en la 4T, están muy alegres con este informe. “Felices, Felices, Felices”, como dijo en su momento una famosa escritora de izquierda. Otros, generalmente alineados con la oposición, muestran una gran desconfianza con los resultados. Y la misma situación ocurre con muchos ciudadanos sin partido.
Esa polarización se profundiza, en parte, porque los datos que se nos han dado en el informe, proceden del propio gobierno. Y este ha desaparecido varios elementos de transparencia y asociaciones para asegurar el acceso libre a la información. No es de extrañarse que haya desconfianza. Donde tenemos un problema central: ¿cómo lograr en nuestra Sociedad algún acuerdo?
El asunto es: ¿Cómo está el Estado? Entendiendo por ello la organización política y jurídica de la Sociedad. Para unos, estamos en un Estado fallido. Es difícil que nos digan que el nuestro es un Estado funcional. Aún muchos adeptos a la 4T, reconocen fragilidad en nuestro Estado. Lo cual concuerda con la opinión de un organismo internacional, (Fund for Peace), que genera anualmente el índice de Estados frágiles. México quedó calificado en este índice del 2024 en el lugar 83, aproximadamente a la mitad de las calificaciones de los países evaluados, y quedó calificado como un Estado frágil. Y para esto se dan distintas razones.
Cuando hay un Estado fallido, se ha perdido el control del territorio, un asunto que no se ha dado totalmente en México, pero que sí hay regiones así. Además, allá se ha perdido el monopolio de la violencia. El gran problema de la seguridad, las desapariciones, la delincuencia, organizada o no, que es difícil contener, y la gran impunidad. Problemas con la infraestructura, no solo la hospitalaria, sino también la urbana, donde en semanas recientes hemos tenido casos de fallas graves de la misma. Así como deficiencias sistemáticas en el sistema de salud.
En contra de esa calificación, hay hechos positivos, al menos en los reportes del propio gobierno: mejora del ingreso, aumentos en la infraestructura, del cual el Informe hizo una larga relación. Y varias mejoras parciales. Es un hecho que México sigue manteniendo relaciones internacionales, no solo con nuestros socios comerciales, sino también con los organismos internacionales, como Naciones Unidas y otros. Eso avala que no estamos en un Estado fallido, pero tampoco estamos en la mejor situación. Podemos considerar que nuestro Estado es frágil.
La gran pregunta, en todo caso, sería: ¿qué hacer? ¿De qué manera lograr confianza en estos datos? Mientras existan razones para no tenerla, será difícil lograr un pleno acuerdo y, por lo tanto, soluciones que sean compartidas por la Sociedad. Si estamos partiendo de datos que no son confiables, es difícil creer en que las soluciones que se propongan sean las idóneas. Esto, otra vez más, es un tema para la sociedad civil, en particular para la no partidizada, que requiere una acción más contundente para exigir de nuestro gobierno información confiable y creíble para que no invalide las objeciones a su informe, alegando motivos ideológicos o partidistas.
sábado, 30 de agosto de 2025
Rendición de cuentas
Hablando de democracia, existen tres pilares para que, el gobierno verdaderamente lo sea y que este sistema funcione adecuadamente. En primer lugar, el Estado. En segundo lugar, el imperio de la ley. Y el tercero es la rendición de cuentas. Lo cual significa obligar al Estado y al Gobierno a rendir cuentas de su gestión ante aquellos quienes lo eligieron. La rendición de cuentas es una tarea pendiente en nuestro país y en muchos otros. Nunca es completa. Requiere independencia de los encargados de evaluarla. Cuando los gobiernos y los partidos políticos son los mismos que rinden cuentas y evalúan el resultado de ese desempeño, obviamente hay un conflicto de intereses. Y hace muy difícil que la rendición de cuentas sea creíble.
¿Hemos mejorado? Creo que sí. En otros tiempos hubo despidos, exilios obligatorios y ataques a personas que diferían de la visión que presentaba el Ejecutivo. Se ha intentado, por diferentes medios, mejorar la rendición de cuentas. No siempre al gusto de la ciudadanía. Por ejemplo, esa es la idea detrás de las famosas presentaciones mañaneras, donde todos los días el Ejecutivo da cuentas de diferentes aspectos de su gobierno ante un grupo de periodistas. Se puede cuestionar, y por supuesto hay que hacerlo: ¿qué tan imparciales son esos periodistas? ¿Qué tanta independencia tienen? ¿Qué tanto les presentan solamente los logros y no las dificultades? Lo cierto es que ahora se dedica más tiempo a informar sobre el gobierno.
El mecanismo más completo que prevé la Ley, es el Informe presidencial. Ha tenido varios enfoques en nuestro país. Se veía, en otros tiempos, como el día del presidente, a quien se rendía homenaje. Otras veces ha sido una justificación de sus fallas y la demostración de sus logros. El problema es que, a menudo, en la presentación del informe presidencial, se presentan resultados, sin cuestionarlos, sin compararlos con una planeación. Por ejemplo: se habla de la construcción de 1500 kilómetros de carreteras. Muy bien. Es un logro. Pero la pregunta sería. ¿Eso fue lo planeado? ¿Habíamos planeado 1500 kilómetros y se lograron? ¿O habíamos planeado 3000 y hemos logrado 1500? Esa información no se presenta en los informes presidenciales. No es porque no existan planes: efectivamente, existe un plan nacional de desarrollo. El cual debería ser el marco para poder medir si este gobierno cumple sus tareas.
Es importante construir una cultura de la rendición de cuentas. Para ello se necesitan algunos elementos: Un marco legal claro. Mecanismos de control independientes del ejecutivo. Transparencia en la información. La obligación de difundir esa información. Construir la participación ciudadana. Confianza, una de nuestras asignaturas pendientes. La construcción de responsabilidad de los funcionarios públicos. Agregar tecnología, conocimiento y análisis a la información que se está proveyendo. Tener evaluación y revisiones, independientes y confiables.
Se necesita, como un requerimiento fundamental, que sea la propia ciudadanía quien exija esta rendición de cuentas y la valide. Mientras no pasemos del chisme, de los chistes y de los memes, el progreso de la rendición de cuentas, será lento y sujeto a retrocesos.
sábado, 23 de agosto de 2025
Reforma electoral
Después del maratón de reformas durante el periodo extraordinario de sesiones del Congreso, ahora queda como pendiente, prácticamente único, la reforma electoral. Una reforma que tiene complicaciones. Por un lado, se dice que no existe una propuesta ya establecida, y se va a trabajar desde cero. Se dice también que se consultará a todas las fuerzas ciudadanas, aunque no se menciona para nada si se consultará a los ciudadanos sin partido, que somos la mayoría.
Se habla de eliminar los legisladores plurinominales. El objetivo es ahorrar dinero. Y también reducir las aportaciones a los partidos. ¿Cómo se construyó esta situación? En el caso de los plurinominales, se crearon para darle voz y voto a las minorías, que en un sistema como el de la dictadura perfecta, tenían un papel puramente testimonial, sin ningún poder real. Al quitar a los representantes plurinominales, quedamos a merced de la dictadura de las mayorías, tema ya tratado en estas páginas.
Por otra parte, los recursos tan abundantes que se les asignaron a los partidos políticos, se justificaron diciendo que de esa manera no habría la tentación de aceptar donativos poco legales, como los de algunos grupos plutocráticos o del crimen organizado. Es claro que eso fue un intento vano, porque el hecho de que tuvieran recursos importantes no quiere decir que dejaran de vender su voto al mejor postor, como se ha podido comprobar.
En la cuestión del dinero, hasta ahora lo que se ha hablado es de que las aportaciones serían en proporción al tamaño de los partidos. Desgraciadamente, esto llevaría a un círculo vicioso: los que tengan más votos, van a recibir más fondos. Y, por lo tanto, en las siguientes elecciones, tendrán mayor probabilidad de tener resultados aún mejores. Mientras que los que recibieron pocos recursos, difícilmente van a alcanzarles para competir con los que fueron ganadores.
Se necesitaría que fuera un “piso parejo”. Podría intentarse, por ejemplo, darles a todos los partidos los mismos fondos, para que todos tuvieran la misma cantidad. Una suma escasa, para que no les diera ventaja. De otra manera, la propia ley estaría instalando, ya por definición, una ventaja a los partidos mayores.
Esto requeriría también una vigilancia independiente de cómo se utilizan estos fondos: si verdaderamente se justifican tanto los ingresos como los egresos. Esto requeriría modificar la construcción del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral, que no están facultados ni tienen las capacidades suficientes para ejercer esta vigilancia.
Por lo pronto, la oposición ha concentrado sus comentarios en tratar de hacer enojar a los partidos aliados a la 4T, mostrándoles que si se dan las modificaciones como se han comentado, ellos serán los primeros afectados. De aprobarse, ya no tendrán tanta representación en el Congreso, al no existir diputados o senadores plurinominales, y recibirán menores ingresos, lo cual iría contra su propia existencia. Es un tema espinoso y habrá que seguirlo puntualmente. Como no hay propuestas precisas, se ha llegado a discutir entre los comunicadores que, en este periodo de sesiones, no habrá acuerdos suficientes como para aprobar esta reforma.
sábado, 16 de agosto de 2025
Tiranía de las mayorías
Por una breve temporada en la humanidad hubo un crecimiento importante de los sistemas democráticos, como un modo preferente de gobernar. Tres décadas, de 1990 en adelante. Se generalizó un aprecio por la democracia y muchos países buscaron construir este sistema, que actualmente se está reduciendo por dos motivos: por el hecho de que no todas las nuevas democracias han resultado eficientes y, por otro lado, porque ha habido grupos que han ido corrompiendo el sistema democrático, falsificando el que fue diseñado originalmente.
También es cierto que la democracia no existe sin dificultades. Hay la posibilidad de que se le malinterprete y existan trampas que le mermen su eficacia. Y una de esas trampas es el caso de la tiranía de las mayorías que recibe diferentes nombres. Por ejemplo, cuando se promovía la dictadura del proletariado, y se decía, sin pudor alguno, que era una tiranía muy benéfica. Es el enfoque que supone que la mayoría tiene el derecho de ignorar a todas las minorías.
¿Cómo evitar que la democracia se vuelva una situación dañina para la ciudadanía? Esa tiranía de las mayorías hace que las minorías se queden sin una representación y la mayoría funcione sin contrapesos efectivos. La mayoría tuvo un acceso legítimo y democrático al poder, pero una vez instalados en el mismo, ocurre que empieza a destruir los contrapesos a su gobierno o simplemente no se construyen los mismos, aquellos que hacen que la mayoría tenga que, obligatoriamente, tomar en cuenta los derechos y las necesidades de las minorías.
El daño para las minorías es que tienen poca o nula representación en las decisiones del gobierno. No se escuchan sus voces y, si se llegan a escuchar, no se toman en cuenta. A la hora de tomar decisiones, de construir leyes o decretos que rijan la acción del gobierno, se les escucha, pero no se toman en cuenta sus opiniones. También se da una gran desinformación porque el gobierno tiene el monopolio de su comunicación y solamente ellos saben lo que verdaderamente ocurre. Y por eso también muchos de los métodos que construyen una tiranía de las mayorías, tienen que ver con formas de censura abierta o disfrazada.
Obviamente, eso crea y promueve la intolerancia. La mayoría ataca, difama y maneja de una manera facciosa la información que llega a las minorías. Y esto obviamente lleva a una polarización, donde solo hablan los representantes de la mayoría y los demás no tienen más que escuchar y tal vez criticar, pero sin posibilidad para de ser tomados en cuenta.
¿Habrá solución? La salida más institucional es que las leyes den protección a las minorías, imponiendo contrapesos que limiten la acción del gobierno. También se requiere de los ciudadanos, educación cívica; entender de fondo: ¿qué es lo que significan los distintos términos de la política? Se requerirá un continuo debate público, abierto, con una gran diversidad, sin que se limite a nadie. Necesitaremos observatorios independientes sobre las acciones de la mayoría.
Eso, obviamente, tiene un costo para la ciudadanía, sobre todo para los que están en minoría. Un costo en tiempo, en descuido de actividades prioritarias. Pagar el precio del desprecio de los conciudadanos que están afiliados a la mayoría tiránica. El costo de padecer un miedo, muy explicable. Pero, sin afrontar esos temores, esta situación no se remediará por sí sola.
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