Cuenta Larga... una visión de largo plazo
Un espacio para reflexionar sobre las consecuencias de largo plazo de las decisiones de las administraciones públicas, privadas y sociales. Su enfoque es mayormente estratégico, y su método es el de las proyecciones de tipo cualitativo, con los criterios de la creación de escenarios. Su ambición es la de ir más allá de la exposición y ser un espacio libre de discusión de los interesados en este tema.
¿Porqué Cuenta Larga?
¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.
Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones
martes, 1 de abril de 2025
Elecciones del Poder Judicial
Estamos a poco menos de tres meses de las muy debatidas elecciones del Poder Judicial. La gran mayoría de la población tiene una confusión considerable. No tenemos claros muchos de los aspectos que habrá de tomar en cuenta el ciudadano para dar su voto. Simplemente, tratar de conocer por quién hay que votar, es toda una tarea difícil de llevar a cabo. Lo que podemos anticipar es un gran abstencionismo en esta elección.
La inmensa mayoría del electorado, ni está entusiasmado ni tiene claridad respecto a por qué votar y por quién votar. Mucho menos cómo saber de una manera precisa quiénes son los candidatos ni cuáles nos presentan la mejor oferta para la ciudadanía. Simplemente, por el hecho de que muchos no conocemos suficientemente las cualidades que un buen juez debe tener, las características para hacer justicia, como dice la Constitución, de manera pronta y expedita. Por no hablar de sus funciones, sus obligaciones y sus atribuciones.
Lo cual explica el poco entusiasmo que hay por la participación. Tanto, que probablemente nos enfrentaremos a la elección con mayor ausentismo en nuestra historia. Habría que ver también a qué situación se está enfrentando el ciudadano. Hay muy poca información, respecto a quiénes son las personas por las que vamos a poder votar. En buena parte, por lo oscuro del método de selección de los posibles candidatos, que no fue transparente de ninguna manera. Y también por la enorme cantidad de personas por las que habrá que votar.
A nivel federal, se habla de que tendremos que votar por nueve funcionarios del más alto nivel. Pero cuando bajamos al nivel local, encontramos situaciones diferentes. Por poner un ejemplo, y no porque sea el caso más importante, en la Ciudad de México, habrá que votar por 133 puestos, y si hablamos de que al menos hubiera tres candidatos por puesto, ya estamos hablando de conocer la información de alrededor de 500 candidatos. Toda una tarea. Vamos a suponer que solamente estuviéramos dedicando 10 minutos por candidato para conocerlo. Eso nos daría algo así como 5 000 minutos, para tener una idea mediana de las capacidades de los que están proponiéndose para la elección. En ese caso pensaríamos que el ciudadano estaría dedicando alrededor de unas 83 horas solamente para tener una idea de quiénes son esos candidatos. Algo así como dos semanas laborales de tiempo completo dentro de los próximos tres meses.
En el Estado de Jalisco, son 55 candidatos en el nivel local; menos, pero todavía una carga pesada. Además, otras fuentes hablan de otros 800 cargos de nivel nacional. Una gran confusión y una tarea titánica. Esto, suponiendo que toda la información estuviera ya preparada y lista para ser consultada, lo cual claramente no es el caso. Nos encontramos con una gran dificultad para encontrar la información de esos candidatos.
El Banco de Datos de Candidatos de la Ciudad de México, contiene 60 páginas, que además no tienen claridad en cuanto a que no haya repeticiones. También nos encontramos con que se da una información muy escueta sobre cada uno de ellos: si es hombre o mujer, su nombre, y cuál es el cargo y la especialidad a la que aspira el candidato. Una información realmente muy escasa y que, claramente, no permite tener una idea de quién es la persona que tiene mejor preparación.
Y esto es considerando solamente las elecciones locales, que no se dan en todas las entidades federativas, pero sí en una cantidad importante de ellas. Además de los nueve puestos de primera importancia, también hay puestos que son federales y que no están incluidos en estos números. De manera que sí, también se trata de una carga de trabajo relevante, no solo en la preparación para estar en la capacidad de votar, sino también por el tiempo dedicado a sufragar y estar en las casillas emitiendo nuestro voto.
Declaró el organismo electoral del Distrito Federal que se necesitarán solamente dos minutos para emitir el voto, lo cual suena verdaderamente difícil. Si son 133 puestos y nos dicen que tardarán dos minutos, estaríamos hablando que cada voto tendría que llevar menos de un segundo. Un verdadero prodigio de memoria para recordar los nombres de 500 personas, a qué votación corresponden y cuál ha sido su oferta, para lograr tan rápidamente como en un segundo, escoger entre todas las personas por las que hay que votar.
Hay otros puntos que son también importantes. Hay puestos donde se declaró desierta la elección, porque no hubo candidatos. Y no queda claro qué es lo que va a ocurrir con esos puestos. ¿Se repondrá la elección de los puestos vacantes? ¿Se dejarán en el puesto a los que ya lo estaban desempeñando, o se pedirá una nueva elección? ¿Los designará el partido gobernante o se hará una nueva tómbola para asignar esos puestos?
Estos son los temas que nos tienen preocupados a muchos de los ciudadanos y que hace que más de uno piense que no será nada fácil. Hay otro aspecto que probablemente es mucho más importante. Como dicen los abogados, suponiendo, sin conceder, que todos estos candidatos sean honestos, que todos ellos sean capaces y que sean elegidos realmente los mejores juzgadores del país, todavía quedaría un tema que es sumamente significativo: ¿Cómo se va a manejar la transición? En eso tampoco tenemos total claridad.
Es muy claro que, aun suponiendo una capacidad muy superior de los candidatos, que los futuros miembros del Poder Judicial tengan un gran conocimiento y sentido de su deber y de su servicio a la Nación, van a recibir asuntos que no han conocido. No saben cuál es la conformación de las distintas carpetas de investigación ni su contenido, como para poder tener una decisión suficientemente clara.
Es de esperarse que tendremos un gran retraso en las sentencias del Poder Judicial, simplemente por el hecho de que tienen que ponerse al tanto de una cantidad de asuntos que ya estaban siendo atendidos en diferentes grados de avance y que tienen que atender con precisión para poder dar un resultado justo. Y por supuesto, esto va a causar dificultades y hará que lo que exige el artículo 17 de la Constitución, en cuanto a que la justicia debe ser pronta y expedita, se vea muy mermado. Difícilmente podremos esperar que en un plazo mediano vamos a tener mayor agilidad, mayor facilidad en el desempeño del Poder Judicial.
Esto causa una gran inquietud del electorado. Si, como estamos, hay casos que se tardan hasta 5, 10 años o más en ser resueltos, podemos esperar, con tristeza, que la mayoría de los casos ahora se alargarán todavía bastante más hasta que los nuevos juzgadores tengan la capacidad y hayan completado su curva de aprendizaje para que puedan dar resultados que sean superiores.
Necesitamos mayor explicación, mayor conocimiento de lo que va a ocurrir, más información para poder votar en conciencia y, por otro lado, tenemos que estar preparados para esperar resultados que, en el corto plazo, no van a ser más rápidos. Esperemos que sí logren lo que se dice: que sean resultados de personal más honesto. Pero desgraciadamente la oscuridad del método de elección de los juzgadores nos causa dudas. Sin considerar la capacidad que tiene el gobierno de manipular a aquellos que prácticamente colocó en el puesto, lo que nos hace temer, con alguna certeza, que estaremos entrando en una etapa de serias dificultades.
martes, 25 de marzo de 2025
Por un país misericordioso
No cabe duda de que somos un país con múltiples carencias, pero probablemente una de las más urgentes es recuperar la situación de volver a ser un país misericordioso. No es algo simple de entender. Etimológicamente, misericordia viene de la palabra corazón, en latín, y tiene que ver con el hecho de tener un corazón abierto hacia las desdichas de los demás, un corazón que le preocupen, que le duelan las dificultades de otros.
Es un asunto de práctica, no un tema de un mero sentimiento que puede desaparecer de un momento a otro, muy rápidamente. Podemos decir que nuestro país era reconocido por su cortesía, la bondad de su gente, por la misericordia de las personas hacia las desgracias del prójimo. Y hemos ido cayendo de esa situación, que era ya habitual. Nos encontramos de esa triste manera a un nivel personal, pero también a nivel de la Sociedad, en el ámbito de todo el país.
Vivimos la pérdida generalizada de la costumbre de cuidar al otro, de ayudar a los demás. Hay múltiples ejemplos de cómo se daba este tipo de actitud, en hechos concretos. Son muy de recordar las reacciones de la población en las desgracias naturales, muy concretamente los grandes sismos del 1982 y del 2017, donde la población sobrepasó a las autoridades. Salía la gente a las calles a ver cómo podía hacer algo por los demás. Algunos ofreciéndose a cargar piedras y a llevar cubetas con cascajo, a ayudar a los que estaban rescatando a los que estaban sepultados. Otros, señoras y señores que se dedicaron a preparar tortas para los que estaban rescatando a las víctimas.
Y era una cuestión de la población, de muchachos que salían a la calle a dirigir el tránsito en las grandes zonas donde había falta de energía eléctrica y que necesitaban movilidad. O también las pequeñas tienditas, que ayudaban a los rescatistas ofreciéndoles el uso de los sanitarios en sus establecimientos. Y esto era algo que nacía del corazón, no se debía a una petición del gobierno o de las ONG’s. Es un hecho que la misma autoridad quedaba rebasada por la población, porque los gobernantes no alcanzaban a encontrar las muchas maneras de hacer un trabajo efectivo, de ejercer la misericordia hacia los demás.
Por otro lado, podemos decir que esta cualidad era fruto de la amistad social. Eso es lo que se ha ido demeritando y actualmente podemos hablar de todo lo contrario: de una enemistad social, donde ya no nos preocupan los demás, donde no podemos actuar con misericordia. Somos incapaces de actuar sin esperar una recompensa.
Hay muchos ejemplos recientes y algunos bastante antiguos ya. Es el caso de los centenares de miles de desaparecidos, donde las autoridades se han dedicado a defenderse, incluso a negar los hechos, pero, por otro lado, también es cierto que una parte al menos de la oposición se ha dedicado a magnificar el asunto y usarlo como un arma arrojadiza contra el gobierno actual.
Lo que es un hecho es que se sigue negando el acceso a los padres y madres buscadores de sus hijos. Se sigue extrañando una actividad consistente y eficaz para atender el tema de las desapariciones. Y se habla de cuestiones que podían haberse hecho hace muchísimo tiempo y que se vuelven a anunciar una vez más, pero claramente no se ve que pueda haber una solución a corto plazo. Es verdaderamente doloroso ver que no existe el más pequeño indicio de misericordia para atender el dolor de esos padres y esas madres que han perdido sus hijos y que no saben dónde están. Y estamos hablando de cientos, de miles de personas. Se trata a esos padres y madres buscadores como si fueran opositores, como si fueran auténticos enemigos del Estado. Y se les trata en consecuencia. ¿Por qué negarse a entrevistarse con ellos? Es un verdadero misterio.
Pero hay otros asuntos también; esa reacción no es la única. Por ejemplo, la cuestión de los niños que no tienen los medicamentos suficientes para atender enfermedades graves como el cáncer o las vacunas para atender enfermedades prevenibles. Y también el tema de las mujeres. Cómo se les niega apoyo y no se atienden sus necesidades urgentes. En concreto, el caso de las madres abandonadas, que se encuentran de repente con la dificultad para mantener y darle una atención adecuada a sus hijos. Y no hablemos de los ancianos, a los que la Sociedad ve con un desprecio que se disfraza a veces de eufemismo, pero lo único que se les ocurre es darles dinero, para ganar una clientela que les rinda en lo político. Y podríamos hablar de otros casos más.
Aquí puede haber muchas justificaciones. Se habla, por ejemplo, de que hay temor de ayudar a alguien que se ve en desgracia. Quien quiere apoyar, puede ser objeto de un fraude e incluso se pone en riesgo. Y entonces la gente ya no quiere apoyar a otros, por puro temor. Existe el miedo de apoyar a las víctimas, y ser a su vez revictimizado, por autoridades que no tienen ese criterio de trabajar con misericordia hacia los demás.
Aquí el gran problema es: ¿quién va a poner el ejemplo, ¿quién se hace cargo de desarrollar de nuevo esa actitud valiosa, característica del mexicano, de tener misericordia de las desgracias de los demás? ¿Quién está dispuesto a poner el ejemplo? ¿Los gobiernos? Les interesan los desdichados como un arma política, como una clientela que les pueda rendir como votos a su favor. Nada más.
Por otro lado, está la población en general, que muchas veces pide que sea el gobierno el que se haga cargo. “Para eso es que les estamos pagando”, dicen. Hay muchas justificaciones. Y no cabe duda de que muchas de ellas tienen alguna validez. Pero no podemos seguir conviviendo en un lugar donde el hombre es el lobo del hombre. ¿Quién está dispuesto a tomar el riesgo? Y la verdad es que es muy difícil encontrar quien quiera aceptar el riesgo de cambiar nuestra situación y regresar a lo que en otro tiempo fue una de las características de la cultura del mexicano.
Antonio Maza Pereda
lunes, 17 de marzo de 2025
Prioridad de la imagen
En el ámbito de los políticos y de lo político, una de las grandes prioridades en este momento es la imagen. Construirla, desarrollarla, proteger la que se tiene, son las prioridades más allá del buen resultado de su desempeño y, a veces, más allá del cumplimiento de las obligaciones a las que se han comprometido por el bien del país.
Y esto lo encontramos de muchas maneras. El gran propósito de la imagen es verse bien ante el público, ante los medios, ante la opinocracia. Se busca la buena imagen como la prioridad número uno. Esto viene, por supuesto, del concepto que, en mi opinión, ha sido bastante pernicioso: el marketing político, dedicado sobre todo a construir una imagen pública.
Es interesante como se le dio más importancia hace unos días al famoso desaire, cuando estando la señora presidenta entrando al zócalo de la Ciudad de México, un grupo de los principales funcionarios y miembros de su partido, aparentemente sin intención, le dieron la espalda y no se dieron cuenta de que estaba entrando a la plaza. Hasta que ella misma, tocó al último, quien estaba en la cola de los que volteaban en otra dirección. Y ese hecho, el famoso desaire, se comentó, se discutió, se examinó de una manera exhaustiva. Quitándole importancia al Día Internacional de la Mujer, que objetivamente es más relevante y que pasó a un segundo lugar, porque no tenía que ver con la imagen de la presidenta.
Vemos el caso, tristísimo, de la semana pasada, del descubrimiento de los así llamados campos de exterminio. En este caso, la Comisión de Derechos Humanos del Pueblo, negó el hecho de que pudieran considerarse campos de exterminio, diciendo que un verdadero campo de exterminio serían los casos como el de los nazis. Sin mencionar, por supuesto, a los campos de exterminio de los grupos de izquierda como los que ocurrieron en los tiempos de Stalin, los de Mao-Tse-Tung o, más recientemente, en Camboya con Pot-Pot, que tuvo una cantidad importante de millones de muertos.
Lo fundamental era negar que efectivamente se pudieran clasificar los hechos de esa manera. No les preocupó mayormente si eran muchos o pocos los muertos, si hubo o no omisión de las autoridades encargadas de la seguridad pública, porque lo relevante era negar una manera de presentar lo que le restaba imagen a este gobierno.
Es interesante cómo se da el manejo de las prioridades. Algunos ejemplos: manejar como algo muy importante (que, por cierto, sí lo es), el apoyo a los ancianos, para ponerlo por encima en prioridad frente al tema de la violencia que abarca el país, que nos ataca a todos. Otros casos: el realce y la importancia que se le ha dado al aumento de los salarios mínimos, (también muy importante), considerándolo como una prioridad por encima del crecimiento de la economía del país. Pero finalmente, la mejora en los salarios mínimos es un tema de imagen mucho más fácil de vender a la clientela normal de Morena, mientras que el crecimiento de la economía del país, aunque a todos nos afecta, pobres y ricos, es algo más difícil de medir, más difícil de entender, y siempre estará sujeto a opiniones.
Vale la pena profundizar un poco en el tema de las madres buscadoras, y en el caso muy concreto, el asunto del rancho en Teuchitlán, Jalisco, donde aparecieron, al parecer, al menos 200 fallecidos e incinerados. Nos encontramos con gran cantidad de reacciones, comenzando por la señora presidenta, que quiso defender el gobierno de su antecesor, diciendo que ya basta de criticarlo. No se comentó el hecho de que la Guardia Nacional, que investigó ese rancho a finales del año pasado, no reportó nada de lo que estaba ocurriendo ahí. No encontró lo que encontraron civiles sin entrenamiento para la búsqueda de este tipo de situaciones. Tampoco se habló de la posibilidad de cuestionar al gobierno de Jalisco, cuando estos hechos ocurrieron durante el gobierno del Movimiento Ciudadano.
Por el contrario, ven a las madres buscadoras como una especie de apéndice de la oposición. Ellas se quejan de no ser atendidas y de que no reciben ni garantías ni apoyo para sus búsquedas. Tan es así, que existen asesinatos de las madres buscadoras. Hay reacciones que llegan a lo ridículo. El actual presidente del Senado, (quien ya anunció que quiere ser presidente del país), pone en duda si efectivamente hubo muertes. “Son zapatos los que se encontró”, dice el señor. “Pero eso no quiere decir que hayan sido desaparecidos”, agrega. Aparentemente, como decía algún comentarista político, este buen señor piensa que esos zapatos eran de los niños que se portaron mal y que los santos reyes se los quitaron para no entregarles sus regalitos.
Verdaderamente, es increíble que haya políticos del más alto nivel que quieran negar lo evidente. El famoso concepto de “abrazos y no balazos”, apenas está empezando a mostrar los resultados perniciosos que ha tenido para nuestro país.
Pero el fondo es mucho mayor. El gran problema de que en nuestra clase política se le da tanta importancia a la imagen. Ese es un asunto fundamental. Y mientras no tengamos eso resuelto, las prioridades no serán las que deberían de ser. Mientras consideremos que lo prioritario es la buena imagen, son los votos, es poder seguir en el gobierno, las soluciones que necesita este país no nos llegarán.
Una marca de un gran estadista es que no se guía por su imagen: se guía por las necesidades reales de su país, por un conocimiento y un deseo de decir la verdad. Un buen ejemplo de ello es Winston Churchill, que al inicio de la Segunda Guerra Mundial tuvo que enfrentarse a la situación de dirigir a un país con miedo, con grandes divisiones, y que se encontraba ante una guerra que aparentemente no tenía solución. Y en lugar de buscar tener la imagen y popularidad, hubo aquel famoso discurso donde dijo que solo podía “prometer sangre, sudor y lágrimas”. Nada menos mercadológico, nada peor para ganar popularidad. Aparentemente, estaba comunicando de una manera contraproducente. Sin embargo, ese estadista se dio cuenta de que lo importante era decirle la verdad a su pueblo, porque de ahí era donde iba a obtener el apoyo necesario.
Eso es exactamente lo que nos está haciendo falta en nuestro país. Que nuestros dirigentes, a todos los niveles y sus opositores, se rijan por la verdad y no por la imagen. Para muchos, la imagen reina en nuestra clase política. Hay que desterrar ese reinado.
Antonio Maza Pereda
miércoles, 12 de marzo de 2025
Día internacional de la Mujer
Una vez más, como todos los años, volvemos al M8, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. No sobra decir que no es una celebración, no es un motivo de felicitación. Todavía no: no hay suficientes cambios que puedan celebrarse. Es más bien una conmemoración. Como se ha dicho muchas veces en situaciones parecidas, es para que no se nos olvide, para que no tengamos fuera de nuestra conciencia el hecho de que la mitad de la humanidad no está siendo tratada de una manera correcta.
Y hay el riesgo de que sea algo que deje de ser noticioso, y como se repite año con año, deje de ser importante para algunos. Los comentarios de este evento, el pasado sábado, donde hubo manifestaciones en muchísimas ciudades, ocurrieron el domingo por la mañana, y para el lunes ya se había olvidado el tema y se estaba hablando de otros asuntos mucho menos relevantes, mucho menos trascendentales. El riesgo es que esta conmemoración se vuelva parte del paisaje, como la entrada de la primavera. “Toca el M8, habrá manifestaciones, habrá algunos inconvenientes, algunas declaraciones, y hasta la próxima. Ya ocurrió, ya cumplimos, no hay más que hacer”, es la tónica para algunos.
De fondo, lo importante es preguntarnos. ¿Verdaderamente ha habido avances? “No mucho”, dicen las mujeres, “la situación no mejora”, añaden. Puede ser que haya algo engañoso en esto. Efectivamente, tal vez lo que está ocurriendo es que hay más mujeres que se sienten en la libertad de denunciar el modo como son tratadas. Cuando antes, tal vez consideraban que ese era su papel en esta vida. Como varón, es difícil decir si, efectivamente, hay mejoras. Son ellas quienes tienen que decirnos si hay avances.
Sí, hay algunas cosas que el gobierno presume y celebra. El hecho, por ejemplo, de la paridad de género en los puestos políticos, en las posiciones de la administración pública. Que es en realidad lo que el gobierno puede hacer. Difícilmente, el gobierno puede cambiar la cultura de la población, y la Sociedad. Y no es que sea inútil. Claramente, es importante que el gobierno tome una posición clara.
La pregunta que podrían hacer algunas mujeres, es decir: “¿y en qué nos beneficia el hecho de que hay el mismo número de senadores que de senadoras?”. “Cuando finalmente los coordinadores de las distintas bancadas generalmente son hombres. Y en todo caso, se les pide a las mujeres que aprueben, como se ha dicho, sin cambiar ni una coma, lo que les presenta su partido”. Hay un poco, tal vez, de cinismo en esto, pero no es del todo equivocado.
Lo importante no es solo que haya paridad, sino también cuál es el acceso efectivo a la toma de decisiones. Porque no se trata de un asunto meramente de cantidad, que haya el mismo número de gobernadores que de gobernadoras. ¿Cuántas, verdaderamente, tienen acceso a las decisiones?
Estamos en el primer año en que gobierna al país una mujer. Y es de esperarse que el mero hecho de su presencia, que sea quien tome decisiones muy importantes, será algo que beneficie a todas. No es algo inútil, pues. El gobierno da un mensaje claro. Ahora, hay que dar la posibilidad a las mujeres para que estén listas para asumir esos puestos. No solamente porque hay un reglamento de paridad, sino por el hecho de que han sido preparadas de una manera importante, para que puedan tomar decisiones mejor o igual, por lo menos, que los hombres. Y eso es lo que realmente importa.
El gran asunto es si las mujeres verdaderamente sienten que se les discrimina menos. Aún más, si verdaderamente sienten que hay menos violencia hacia ellas. Desde la más común, como es la violencia económica, donde sus familias les asignan menor presupuesto familiar por el mero hecho de ser mujeres, pasando por el hecho de los maridos que no se hacen cargo de sus obligaciones y le cargan toda la responsabilidad económica a la mujer, hasta el otro extremo, el del feminicidio. Y estamos viviendo en esos extremos.
No es claro que verdaderamente estemos mejorando. Es difícil medir si efectivamente está ocurriendo tal avance. Y no es una cuestión meramente de encuestas de opinión, sino ver qué ocurre en la realidad. Tenemos en esto, sobre todo en el punto de vista laboral, una especie de círculo vicioso. El ideal es que a igual trabajo se dé igual remuneración. Y es bastante claro que esto no ocurre en la mayoría de las empresas.
Seguimos teniendo la idea, de que los hombres tienen necesidades mayores, porque son el sostén de las familias. Y como ya se ha dicho en alguna otra ocasión, estamos ignorando el hecho estadístico de que al menos un tercio de los hogares están siendo sostenidos por las mujeres. Eso suponiendo que los datos que tiene el censo sean correctos, porque muchas veces la esposa no quiere decir que su marido no se hace responsable de sus obligaciones, y por lo tanto no lo declara al censo.
En este círculo vicioso, no es solo la idea de que es el hombre el que sostiene la familia, sino también un hecho de que los hombres, por regla general, tienen más antigüedad en los puestos de trabajo y también mayor capacidad para la toma de decisiones. Pero hay aquí también una falacia. Si nunca se les ha dejado a las mujeres participar en la toma de decisiones, es muy difícil que tengan esa capacidad. Simplemente, no se les permitió jugar ese juego. No se les da el puesto porque no tienen las capacidades, no se les prepara, no hace un esfuerzo consciente, para que cada vez tengan mejor capacitación en ese sentido.
Y es uno de los problemas de la famosa paridad de género, que no asegura que, efectivamente, se esté dando su exposición a experiencias formativas. Simplemente, por el hecho de ser mujer se les da el acceso a un puesto. Tiempo después, empiezan a fallar por el mero hecho de que no han sido capacitadas, y se refuerza la idea de que las mujeres no son capaces para esos tipos de responsabilidades.
Por otro lado, habría que preguntarse cómo Sociedad y, sobre todo, preguntar a las mujeres: ¿verdaderamente sienten menos miedo cuando se trasladan solas, en sus momentos en los que están sin apoyo? ¿Se sienten verdaderamente más seguras en este país, cuando en general toda la población estamos sintiendo que no tenemos seguridad? ¿Y las mujeres, cómo lo sienten? Queda un largo camino por recorrer. El tema de la paz es un punto que abarca mucho, pero sobre todo las mujeres son las más afectadas por este asunto. El gobierno debe de hacer su tarea. Pero solo actuará si la Sociedad lo exige. El problema es el cambio cultural. Cambios que son difíciles, que todavía pueden tomar décadas y hasta posiblemente generaciones. Son cambios lentos, difíciles, y también muy poderosos. Y eso es lo que estamos viviendo. Un cambio lento y muy extenso. La mitad de la humanidad está buscando cómo debemos de cambiar y nos lo está exigiendo. Sabemos que no podemos seguir así. Y debemos pedirles, benditas damas, señoronas, que no quiten el dedo del renglón, porque lo necesitamos tanto o más que ustedes.
Antonio Maza Pereda
miércoles, 5 de marzo de 2025
¿Podemos confiar en los medios?
En este momento, la gran escasez, es de esperanza. Y no necesariamente porque nosotros, en lo personal, estemos desesperanzados. Básicamente, pensemos en los medios, tanto los profesionales, los oficiales, como los privados, los de las redes sociales, que nos tienen constantemente en un estado de duda, de agobio y desesperanza. Y esto es algo que nos mantiene inquietos.
Pensemos en dos noticias importantes de los últimos días. Uno es el caso de las guerras tradicionales. El otro, el de las guerras comerciales. Ambos, entre naciones. Ambos, con el potencial de dañar a agresores y agredidos. Porque, en una guerra, todos los bandos pierden.
El enfrentamiento entre Trump y su vicepresidente Vance con el señor Zelensky, presidente de Ucrania, quienes nos dieron un verdadero show que deja a la humanidad en la desesperanza. Poco importa saber quién ganó, quién perdió, quién tenía la razón, si alguien fue grosero o si ambos lo fueron, si ambos deberían de pedir disculpas o no. Simplemente, el resultado, después de haber visto un enfrentamiento de este estilo, no nos deja nada. No nos deja una posibilidad clara de que esta guerra, tan compleja, se vaya a resolver pronto.
Y por el estilo: en estos mismos días, se hace realidad la ya tan anunciada amenaza de poner aranceles a distintos países, entre otros México. Tras de un tiempo de espera, el señor Trump cumplió con sus amenazas y de poco sirvieron reuniones, ofrecimientos de acciones por Canadá y México para cumplir las peticiones del presidente de los EE. UU.
Hay varios asuntos alrededor. Por un lado, los temas mismos. Situaciones complejas, difíciles, que no se pueden manejar con simplicidad. Pero, más importante, hay una deformación constante, buscada y desarrollada de la opinión pública. Donde se escuchan informaciones, se presentan datos y se tuercen, se muestran parcialmente, solamente para darle peso a sus ideas.
El resultado de esta comunicación, es desesperanza, miedo, rencores, fanatismo, odio. Tenemos no solamente ese tipo de resultados sino, algo tal vez más importante: nos estamos acostumbrando a tener una apariencia de razonamiento. Se ha hablado mucho de la posverdad, un tema tal vez más para filósofos y especialistas en el lenguaje. Vivimos las llamadas fake news; se nos está diciendo que ya la realidad no es lo que importa, que la razón no cuenta. Es una transformación, una deformación de la percepción de la realidad. A esas visiones deformadas se les hace pasar por razones. Y lo peor, es que lo estamos creyendo. Ante esta situación, ¿podemos confiar en los medios?
¿Cuál es el objeto de esta transformación, de esta deformación? ¿Será acaso buscar la paz? ¿O será tal vez el dinero o el prestigio? Parece que una parte del objetivo es crear y obtener ventajas de tipo económico. Pero también una parte importante es que tal vez, de ambos lados, hay una búsqueda de ganar a costa de la derrota del otro. No hay en esta discusión una búsqueda del concepto de ganar-ganar. Parecen decir: “Te aplico mi poder y no puedes hacer más que aceptar mi voluntad”. Y lo hacemos frente a la prensa o en la plaza pública, donde no voy a aceptar que el otro pudiera tener, ni siquiera, un poquito de razón. Donde quiero quedar bien, porque estoy frente a quienes van a decir: ¿Quién ganó?
En ambos eventos nos encontramos con supuestos argumentos, con frases como: “no nos agradecen, no duran ustedes ni dos días sin nuestro apoyo, nos están faltando al respeto” o en el otro caso, como: “tomaron decisiones unilateralmente, no nos han tomado en cuenta, nosotros somos un pueblo soberano y ustedes no lo están considerando”. Finalmente, argumentos que son más de emotividad y no necesariamente de razón. Y que después de haberlos dicho, es muy difícil echarse atrás.
El punto es cómo avasallar al enemigo, cómo poner fin a sus anhelos. Están poniendo sus ilusiones en mentiras. Y no debemos ser así. Necesitamos poder arriesgarnos a tener esperanza y tenemos que defender nuestra esperanza con respeto, con delicadeza; sostener nuestros puntos de vista, y vivir de acuerdo con esa esperanza. Y esto es verdaderamente importante.
Si no logramos tener en la comunicación tan fundamental, en la vida diaria, de esa vivencia de la esperanza, nuestro futuro será bastante dudoso. Tenemos que acostumbrarnos a tratar de convencer porque lo vivimos, ya que nosotros lo estamos demostrando con nuestro modo de ser, que creemos en aquello que estamos tratando de usar como argumento.
Tenemos problemas, casi siempre, por convertir el análisis en un asunto de política. La comunicación tiene un fondo político por el mero hecho de que trata de lo público, y también al revés: todas las cosas públicas terminan teniendo una faceta de comunicación. El propósito de una buena comunicación es poder construir una comunidad. Pero una comunidad no se construye de la manera como lo estamos presenciando. No se construye sin armonía, no se construye venciendo y derrotando a los demás.
Se trata de aceptar que puede haber diferentes puntos de vista y que, muchas veces, esos aspectos son valiosos. No se trata solamente de tener un buen método para vencer, que es lo que estamos manejando en este momento: hay que tratar de construir la paz tanto en los extremos tan dolorosos como puedan ser la situación en el Medio Oriente o en Ucrania, como la paz en nuestros hogares, en nuestras familias, en el trabajo diario, en la Sociedad. Y, por difícil que parezca, también en la política.
Es importante construir garantías, de manera que pueda haber confianza. Mientras no tengamos confianza los unos en los otros, la paz es imposible. No se trata de lograr la paz para el vencedor y, desgraciadamente, lo que estamos viviendo en este momento es que algunos quieren tener paz, a costa de que otros pierdan.
Antonio Maza Pereda
martes, 25 de febrero de 2025
Un mundo tripolar
Recientemente, se está hablando de un cambio de época. Con la toma de posesión y las primeras decisiones del señor Trump, se piensa en un nuevo modo de mundo tripolar. Uno encabezado por el propio señor Trump, que incluye a Estados Unidos, otro polo encabezado por Putin de Rusia, y un tercero, por el señor Xi Jinping, presidente del Partido Comunista de China.
Un concepto interesante porque, claramente, se están excluyendo áreas muy importantes como, por ejemplo, la Comunidad Económica Europea con todos sus nuevos adherentes, Japón y la India, con una participación relevante en el mercado mundial.
Todo esto a raíz de las negociaciones para terminar con la guerra en Ucrania, donde se está excluyendo a Europa en las conversaciones y sobre todo al más afectado, el propio Ucrania. Y por el estilo se plantean las ideas de que, entre esos tres polos de la actividad mundial de la economía, se resuelvan la mayoría de los conflictos geopolíticos y lograr a través de ello una especie de paz.
No es que falten las diferencias entre esas naciones. Mientras que en Estados Unidos se está buscando aislacionismo, China y Rusia están en plan de expansión. Uno es capitalista, los otros buscan una fuerte intervención del Estado en la economía. Tal vez lo único que los une es su populismo.
Por otro lado, esta no es una nueva idea. En los 80 del siglo XX se hablaba de un concepto muy parecido. Un mundo tripolar donde los polos eran, en primer lugar, los Estados Unidos, después la Comunidad Económica Europea, que en aquella época era bastante menor, y por último Japón, claramente excluyendo áreas importantes. En los 80, todavía contaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, más los países satélites de Europa Oriental, incluyendo una parte de las colonias soviéticas en Asia. Australia era también significativa, y no se le estaba considerando desde un punto de vista geográfico, sino como parte, de alguna manera, de la Comunidad Económica Europea.
En los 80, para cada uno de esos tres polos se mencionaban áreas de influencia. Por ejemplo, en Japón se hablaba de que su área de influencia era sobre todo Asia Oriental y una buena parte del Pacífico, sin incluir necesariamente a Australia. Europa, con su área de influencia en el Medio Oriente y África, así como EE. UU., con su área de influencia en Latinoamérica. Con lo cual ya se armaba ese mundo tripolar.
Al final de los 80, principios de los 90, se empieza a hablar de otro concepto. Se habla de la Cuenca del Pacífico, viene la caída de la Unión Soviética, una importante disminución de la influencia de los rusos, y se rompe con ese esquema tripolar. Al final del día, el concepto de la Cuenca del Pacífico se volvió un área que era influida muy fuertemente por los Estados Unidos, de quien el famoso ensayista Luis Rubio decía que era el factótum del Pacífico, entendiendo por factótum el personaje con una influencia decisiva en ese lugar. Efectivamente, fue lo que ocurrió. Se fortalece China, no por sus propios méritos, sino básicamente gracias a la inversión de los Estados Unidos, el crecimiento de la maquila y sus inversiones en ese país.
En el actual concepto del mundo tripolar se está excluyendo a Japón, quien ni siquiera se menciona, y no se menciona tampoco a la India, que tiene un crecimiento importante. ¿Verdaderamente es creíble que pueda sostenerse un nuevo mundo tripolar? A corto plazo, sin duda alguna. Pero el gran tema es, sobre todo, su sostenimiento a largo plazo.
Y la razón es el invierno demográfico que está ocurriendo en varios de los países que son los que encabezan ese mundo tripolar. Por ejemplo, el caso de China, donde, debido al fenómeno de la obligatoriedad de familias de un solo hijo, se tiene un muy fuerte invierno demográfico, decrecimiento de la población y un envejecimiento importante en una parte considerable de la misma. El crecimiento se ha centrado solamente en algunas zonas llamadas las zonas económicas especiales. Otro ejemplo relevante es el caso de Japón, donde la población está disminuyendo y la proporción de ancianos crece cada vez más.
En Rusia, un tema del que se habla muy poco, también se tiene un importante invierno demográfico, donde cada vez hay menos niños y aumenta el número de ancianos. La que se supone que era la segunda potencia militar del mundo, ha sido incapaz de derrotar a un país relativamente pequeño como Ucrania, quien ha recibido apoyos de Europa y EE. UU. Rusia ha tenido que estar pidiendo apoyo, incluso a Corea del Norte, para poder tratar de ganar una larga guerra en la que no han podido tener mejores resultados.
Europa cuenta también con un invierno demográfico importante, donde su crecimiento viene básicamente de los inmigrantes, muchos de ellos de origen islámico, que es donde crece, realmente, su población. Estados Unidos, si se quita el crecimiento que aportan los latinos, tiene también un fuerte invierno demográfico, tanto en la población de anglos, como entre los afroamericanos, quienes están reduciendo su población, con una natalidad que es cada vez más pequeña.
Eso significa que a largo plazo esas economías necesitarán, forzosamente, que aceptar la inmigración. En el mundo de Trump se buscan cerrar las puertas a la inmigración y se da también en Europa como la petición frecuente de los conservadores. Algo que muy calladamente se ha manejado en Japón desde hace muchísimo tiempo, donde es muy difícil que se permita la inmigración de gente que no sean, étnicamente, japonesa.
Por otro lado, hay países donde existe un auténtico verano demográfico. Es el caso de la India, sobre todo, también en África y, en alguna medida, en Latinoamérica. Esto nos trae un problema muy fundamental. Este concepto de un mundo tripolar es factible a corto plazo, tal vez con una duración como la que pueda tener el señor Trump en el gobierno de los Estados Unidos. Hablamos tal vez de 5 años o máximo una década, pero es algo que es insostenible mientras se mantenga la idea contra la inmigración.
Estamos necesitando de soluciones de largo plazo, para que en las zonas donde todavía hay crecimiento demográfico mejore la economía y dejen de ser dependientes de los grandes países, de los nodos del supuesto mundo tripolar. Se necesita una manera de hacer crecer las áreas de gran crecimiento como la India, África y Latinoamérica. Hay que pensar en un mundo multipolar, o tal vez, en un mundo no polar, donde todos los países puedan tener un reparto adecuado de los beneficios de la modernidad, y de la globalización. Los grandes países deben dejar de pensar en repartirse el mundo, que es el concepto que estamos viendo con su idea actual de tripolaridad.
Antonio Maza Pereda
lunes, 17 de febrero de 2025
El mal mayor
Estamos en México en una situación donde prevemos una serie de males que nos están preocupando como sociedad. El balance de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, el problema del Infonavit, las deportaciones de migrantes y otras ocurrencias del señor Trump así como otros asuntos adicionales de lo cual no es el menor, el de la paz en el país. Una serie de males que no encontramos una manera fácil de resolver.
Por otro lado, hay un problema que está en la raíz de varios de estos males y que es de más largo plazo, probablemente peor que lo que estamos percibiendo en los otros y que, si se resolviera, habría una solución más completa para todos los demás males. Ese asunto es la falta de participación ciudadana en lo político y lo social.
Tenemos la mala costumbre de dejar muchas cosas en manos del gobierno, como si quien manda tuviera la posibilidad o la obligación de resolver por nosotros muchas de nuestras dificultades. Esa costumbre nos ha hecho ser muy buenos para criticar. Lo cual está muy bien. Sí, debemos de criticar, por supuesto, pero no deberíamos de quedarnos en esto. No basta solamente con la crítica. Hay que pensar que también tenemos que ser proactivos, tenemos que participar. Y todo esto nos trae un gran desánimo al ciudadano común, precisamente porque vemos que, por más que haya críticas y señalamientos, el gobierno no toma soluciones.
¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Es inútil la participación ciudadana? ¿Se está haciendo cierto ese dicho de que somos ciudadanos sin poder? Porque, efectivamente, estamos haciendo una parte de nuestra tarea, pero aparentemente no es suficiente. Y eso está en la base de muchos de nuestros males. Si estamos pensando que nuestra actividad ciudadana consiste, únicamente, en votar a su tiempo y después dedicarnos a exigirles a los elegidos, claramente le está haciendo falta algo, algo que estamos viendo que no ocurre.
Muy probablemente, el problema viene de que pensamos que toda la acción política debe venir de un solo grupo de actores, lo que normalmente llamamos el gobierno. Estamos viviendo la parálisis y posiblemente la muerte de muchas sociedades intermedias, que son importantísimas para el funcionamiento de la democracia.
¿Qué entendemos por sociedades intermedias? En un extremo, está el Estado, con sus tres poderes. Lo que se podría llamar el nivel más elevado de la sociedad política. Y luego, por otro lado, en la base está la familia, que es la célula de la sociedad. Entre estas dos, existen una gran cantidad de sociedades que no son necesariamente obligación o potestad del gobierno, sino que son asumidas por la ciudadanía. A esas les llamamos sociedades intermedias. En nuestro país, tradicionalmente hemos tenido muy poca participación y creación de este tipo de sociedades. Y, en los últimos tiempos, algunas de esas sociedades han desaparecido o han sido absorbidas por el gobierno.
Hay muchos ejemplos de este tipo de sociedades. Por ejemplo, sociedades de tipo filantrópico. No le podemos dejar al gobierno en exclusiva el papel de la filantropía, que muchas veces han asumido, a veces con razones y otras, básicamente, por tener una influencia sobre una clientela que después le puede rendir en otros aspectos. La cultura, que también muchas veces la encargamos al gobierno y nos quejamos de que no está haciendo lo suficiente por impulsarla. Cuando no podemos esperar que sea el único en desarrollarla.
En otros campos, está la investigación, por ejemplo, de tipo académico y sobre todo de tipo tecnológico, donde las sociedades civiles e incluso las sociedades mercantiles tienen un papel importante. No podemos pensar que solo el gobierno tiene esa obligación. Y desde luego, la economía, donde la empresa privada, sobre todo, debe de tener su ámbito y su libertad.
El punto fundamental aquí, es que no debemos esperar del gobierno todas las soluciones, ni que sea el único actor en temas políticos y sociales. Esto no ocurre en una democracia bien constituida. A esto se le llama una democracia participativa, y es precisamente la idea. Un sistema de gobierno donde hay participación de los ciudadanos, para asegurar que la democracia se dé plenamente.
Claramente, puede darse el caso, que ocurre con cierta frecuencia, que no existan las sociedades intermedias, o estas sociedades no están haciendo su tarea. En esos casos, es posible que el gobierno, de una manera subsidiaria, provea un apoyo temporal. Pero claramente se trata de algo transitorio. No se puede estar subsidiando de manera permanente a las actividades que les tocan a las sociedades intermedias.
Nos está fallando ese tramo muy importante de la democracia. No podemos seguir atenidos a que el gobierno se haga cargo de todo y suponer que con quejarnos y hacer públicos nuestros señalamientos, ya todo se va a resolver. No se dice que la ciudadanía no se queje. Por supuesto que es relevante. Es necesario que le hagamos saber al gobierno las cosas que la ciudadanía considera importantes. Pero no es suficiente.
Si no tenemos participación, es difícil que convenzamos al gobierno de esta necesidad. Se requiere educar a la ciudadanía para que cambie sus convicciones y se vea realmente en un papel protagónico, un rol significativo. Donde, a distintos niveles, todos los ciudadanos estemos participando, de tiempo parcial o, en algunos casos de tiempo completo, para lograr que se dé en los hechos la democracia.
Antonio Maza Pereda
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