Un espacio para reflexionar sobre las consecuencias de largo plazo de las decisiones de las administraciones públicas, privadas y sociales. Su enfoque es mayormente estratégico, y su método es el de las proyecciones de tipo cualitativo, con los criterios de la creación de escenarios. Su ambición es la de ir más allá de la exposición y ser un espacio libre de discusión de los interesados en este tema.
¿Porqué Cuenta Larga?
¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.
Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones
sábado, 30 de agosto de 2025
Rendición de cuentas
Hablando de democracia, existen tres pilares para que, el gobierno verdaderamente lo sea y que este sistema funcione adecuadamente. En primer lugar, el Estado. En segundo lugar, el imperio de la ley. Y el tercero es la rendición de cuentas. Lo cual significa obligar al Estado y al Gobierno a rendir cuentas de su gestión ante aquellos quienes lo eligieron. La rendición de cuentas es una tarea pendiente en nuestro país y en muchos otros. Nunca es completa. Requiere independencia de los encargados de evaluarla. Cuando los gobiernos y los partidos políticos son los mismos que rinden cuentas y evalúan el resultado de ese desempeño, obviamente hay un conflicto de intereses. Y hace muy difícil que la rendición de cuentas sea creíble.
¿Hemos mejorado? Creo que sí. En otros tiempos hubo despidos, exilios obligatorios y ataques a personas que diferían de la visión que presentaba el Ejecutivo. Se ha intentado, por diferentes medios, mejorar la rendición de cuentas. No siempre al gusto de la ciudadanía. Por ejemplo, esa es la idea detrás de las famosas presentaciones mañaneras, donde todos los días el Ejecutivo da cuentas de diferentes aspectos de su gobierno ante un grupo de periodistas. Se puede cuestionar, y por supuesto hay que hacerlo: ¿qué tan imparciales son esos periodistas? ¿Qué tanta independencia tienen? ¿Qué tanto les presentan solamente los logros y no las dificultades? Lo cierto es que ahora se dedica más tiempo a informar sobre el gobierno.
El mecanismo más completo que prevé la Ley, es el Informe presidencial. Ha tenido varios enfoques en nuestro país. Se veía, en otros tiempos, como el día del presidente, a quien se rendía homenaje. Otras veces ha sido una justificación de sus fallas y la demostración de sus logros. El problema es que, a menudo, en la presentación del informe presidencial, se presentan resultados, sin cuestionarlos, sin compararlos con una planeación. Por ejemplo: se habla de la construcción de 1500 kilómetros de carreteras. Muy bien. Es un logro. Pero la pregunta sería. ¿Eso fue lo planeado? ¿Habíamos planeado 1500 kilómetros y se lograron? ¿O habíamos planeado 3000 y hemos logrado 1500? Esa información no se presenta en los informes presidenciales. No es porque no existan planes: efectivamente, existe un plan nacional de desarrollo. El cual debería ser el marco para poder medir si este gobierno cumple sus tareas.
Es importante construir una cultura de la rendición de cuentas. Para ello se necesitan algunos elementos: Un marco legal claro. Mecanismos de control independientes del ejecutivo. Transparencia en la información. La obligación de difundir esa información. Construir la participación ciudadana. Confianza, una de nuestras asignaturas pendientes. La construcción de responsabilidad de los funcionarios públicos. Agregar tecnología, conocimiento y análisis a la información que se está proveyendo. Tener evaluación y revisiones, independientes y confiables.
Se necesita, como un requerimiento fundamental, que sea la propia ciudadanía quien exija esta rendición de cuentas y la valide. Mientras no pasemos del chisme, de los chistes y de los memes, el progreso de la rendición de cuentas, será lento y sujeto a retrocesos.
sábado, 23 de agosto de 2025
Reforma electoral
Después del maratón de reformas durante el periodo extraordinario de sesiones del Congreso, ahora queda como pendiente, prácticamente único, la reforma electoral. Una reforma que tiene complicaciones. Por un lado, se dice que no existe una propuesta ya establecida, y se va a trabajar desde cero. Se dice también que se consultará a todas las fuerzas ciudadanas, aunque no se menciona para nada si se consultará a los ciudadanos sin partido, que somos la mayoría.
Se habla de eliminar los legisladores plurinominales. El objetivo es ahorrar dinero. Y también reducir las aportaciones a los partidos. ¿Cómo se construyó esta situación? En el caso de los plurinominales, se crearon para darle voz y voto a las minorías, que en un sistema como el de la dictadura perfecta, tenían un papel puramente testimonial, sin ningún poder real. Al quitar a los representantes plurinominales, quedamos a merced de la dictadura de las mayorías, tema ya tratado en estas páginas.
Por otra parte, los recursos tan abundantes que se les asignaron a los partidos políticos, se justificaron diciendo que de esa manera no habría la tentación de aceptar donativos poco legales, como los de algunos grupos plutocráticos o del crimen organizado. Es claro que eso fue un intento vano, porque el hecho de que tuvieran recursos importantes no quiere decir que dejaran de vender su voto al mejor postor, como se ha podido comprobar.
En la cuestión del dinero, hasta ahora lo que se ha hablado es de que las aportaciones serían en proporción al tamaño de los partidos. Desgraciadamente, esto llevaría a un círculo vicioso: los que tengan más votos, van a recibir más fondos. Y, por lo tanto, en las siguientes elecciones, tendrán mayor probabilidad de tener resultados aún mejores. Mientras que los que recibieron pocos recursos, difícilmente van a alcanzarles para competir con los que fueron ganadores.
Se necesitaría que fuera un “piso parejo”. Podría intentarse, por ejemplo, darles a todos los partidos los mismos fondos, para que todos tuvieran la misma cantidad. Una suma escasa, para que no les diera ventaja. De otra manera, la propia ley estaría instalando, ya por definición, una ventaja a los partidos mayores.
Esto requeriría también una vigilancia independiente de cómo se utilizan estos fondos: si verdaderamente se justifican tanto los ingresos como los egresos. Esto requeriría modificar la construcción del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral, que no están facultados ni tienen las capacidades suficientes para ejercer esta vigilancia.
Por lo pronto, la oposición ha concentrado sus comentarios en tratar de hacer enojar a los partidos aliados a la 4T, mostrándoles que si se dan las modificaciones como se han comentado, ellos serán los primeros afectados. De aprobarse, ya no tendrán tanta representación en el Congreso, al no existir diputados o senadores plurinominales, y recibirán menores ingresos, lo cual iría contra su propia existencia. Es un tema espinoso y habrá que seguirlo puntualmente. Como no hay propuestas precisas, se ha llegado a discutir entre los comunicadores que, en este periodo de sesiones, no habrá acuerdos suficientes como para aprobar esta reforma.
sábado, 16 de agosto de 2025
Tiranía de las mayorías
Por una breve temporada en la humanidad hubo un crecimiento importante de los sistemas democráticos, como un modo preferente de gobernar. Tres décadas, de 1990 en adelante. Se generalizó un aprecio por la democracia y muchos países buscaron construir este sistema, que actualmente se está reduciendo por dos motivos: por el hecho de que no todas las nuevas democracias han resultado eficientes y, por otro lado, porque ha habido grupos que han ido corrompiendo el sistema democrático, falsificando el que fue diseñado originalmente.
También es cierto que la democracia no existe sin dificultades. Hay la posibilidad de que se le malinterprete y existan trampas que le mermen su eficacia. Y una de esas trampas es el caso de la tiranía de las mayorías que recibe diferentes nombres. Por ejemplo, cuando se promovía la dictadura del proletariado, y se decía, sin pudor alguno, que era una tiranía muy benéfica. Es el enfoque que supone que la mayoría tiene el derecho de ignorar a todas las minorías.
¿Cómo evitar que la democracia se vuelva una situación dañina para la ciudadanía? Esa tiranía de las mayorías hace que las minorías se queden sin una representación y la mayoría funcione sin contrapesos efectivos. La mayoría tuvo un acceso legítimo y democrático al poder, pero una vez instalados en el mismo, ocurre que empieza a destruir los contrapesos a su gobierno o simplemente no se construyen los mismos, aquellos que hacen que la mayoría tenga que, obligatoriamente, tomar en cuenta los derechos y las necesidades de las minorías.
El daño para las minorías es que tienen poca o nula representación en las decisiones del gobierno. No se escuchan sus voces y, si se llegan a escuchar, no se toman en cuenta. A la hora de tomar decisiones, de construir leyes o decretos que rijan la acción del gobierno, se les escucha, pero no se toman en cuenta sus opiniones. También se da una gran desinformación porque el gobierno tiene el monopolio de su comunicación y solamente ellos saben lo que verdaderamente ocurre. Y por eso también muchos de los métodos que construyen una tiranía de las mayorías, tienen que ver con formas de censura abierta o disfrazada.
Obviamente, eso crea y promueve la intolerancia. La mayoría ataca, difama y maneja de una manera facciosa la información que llega a las minorías. Y esto obviamente lleva a una polarización, donde solo hablan los representantes de la mayoría y los demás no tienen más que escuchar y tal vez criticar, pero sin posibilidad para de ser tomados en cuenta.
¿Habrá solución? La salida más institucional es que las leyes den protección a las minorías, imponiendo contrapesos que limiten la acción del gobierno. También se requiere de los ciudadanos, educación cívica; entender de fondo: ¿qué es lo que significan los distintos términos de la política? Se requerirá un continuo debate público, abierto, con una gran diversidad, sin que se limite a nadie. Necesitaremos observatorios independientes sobre las acciones de la mayoría.
Eso, obviamente, tiene un costo para la ciudadanía, sobre todo para los que están en minoría. Un costo en tiempo, en descuido de actividades prioritarias. Pagar el precio del desprecio de los conciudadanos que están afiliados a la mayoría tiránica. El costo de padecer un miedo, muy explicable. Pero, sin afrontar esos temores, esta situación no se remediará por sí sola.
sábado, 9 de agosto de 2025
¿Qué entendemos por Paz?
Si hiciéramos una consulta ciudadana amplísima, muy probablemente nos encontraríamos con que la carencia más mencionada, por la mayoría de los ciudadanos, es la paz. La extrañamos, no estamos sintiendo que, realmente, la vivimos. Ante este tema se dan distintas reacciones. Algunos niegan el problema, diciendo que estamos mejor que nunca. Otros dicen que ya mejoró y que sigue mejorando. Otros hablan de la necesidad de actuar de una manera más resuelta porque es algo pendiente. Y esto ocurre porque hay muchos modos de entender este concepto.
Algunos podrían decir que tenemos paz en la medida que no hay ataques a la policía o a las Fuerzas Armadas. Lo cual es paz, de algún modo, pero para la mayoría no basta. Habría que ver si la población realmente se siente segura en sus actividades diarias y que no les sean impedidas de manera alguna. Hay paz cuando existe la justicia, cuando no hay impunidad. Cuando se vive el imperio de la Ley.
Para construirla podemos encontrar orientaciones diferentes. Una es buscar acciones que den resultados rápidos: un enfoque generalmente preferido por la casta política. Otro rumbo es pensar que la paz solamente se podrá lograr a largo plazo. Probablemente, la mejor solución incluya acciones con efectos en el corto plazo, que den resultados parciales, que sostengan el entusiasmo y el interés de la ciudadanía por continuar esa labor por la paz, además de incluir tareas de largo plazo, que den resultados más permanentes.
Es un trabajo que no se le puede asignar exclusivamente al gobierno. En realidad, para que logremos tener paz, tiene que haber la combinación de acciones del gobernante con las de la ciudadanía. Vale la pena tener una visión precisa de qué entendemos por la paz. De otra manera, estaremos desarrollando solamente tareas, que pudieran ser poco congruentes.
Hay que incluir algunos conceptos fundamentales. Entender que la paz es el fruto de la justicia, no es un mero equilibrio de fuerzas. Es obra de la ciudadanía, con una dimensión que incluye lo cultural, lo ético y lo espiritual. Para su construcción, hay cuatro fundamentos: que incluya la verdad, que no sea un engaño a la ciudadanía. Que tenga, como un concepto crucial, la justicia. Una paz que no es justa, es una manera de opresión disfrazada. Que se apoye en la amistad social, el aprecio, el apoyo entre los ciudadanos. Y, desde luego, que la libertad sea para todas las personas, para todos los miembros de la Sociedad.
Esto, por supuesto, nos llevaría a buscar un respeto integral a la persona. Basarnos en el concepto de solidaridad y bien común. No se puede construir la paz en una sociedad dividida, donde unos se benefician, mientras otros no reciben los frutos de esa colaboración. La solidaridad y el bien común son sumamente importantes. Seguramente, se debe incluir el perdón y la reconciliación entre los ciudadanos. Y, por supuesto, requiere una serie de acciones en el corto plazo de apoyo a las fuerzas públicas, de dar cumplimiento a las resoluciones de los tribunales, además de un proceso de largo plazo de educación para la paz. ¿Cree usted que estamos en ese camino? Porque no basta con que el gobierno haga su tarea. Nosotros, los ciudadanos, debemos ser constructores de la paz. Que no todo lo debemos dejar al gobierno, por importante que sea su papel.
domingo, 3 de agosto de 2025
Inteligencia artificial
Un tema que no es totalmente nuevo. En realidad, viene de hace un par de décadas o más. Pero el asunto de la inteligencia artificial está teniendo un crecimiento exponencial. Algo de lo que se hablaba muy poco hace tres años y solamente en ambientes muy sofisticados, ahora está incorporado en muchos dispositivos y paquetería de cómputo. A veces, sin preguntar al usuario si lo desea o no.
Promete una gran mejora en las actividades humanas, pero al mismo tiempo, amenaza de quedar obsoleto a quien no lo adopta rápidamente. “Tenemos que estar ahí”, dicen empresarios, sociólogos, investigadores y hasta políticos. Lo cual tiene ventajas y desventajas. El problema es que no se cuestionan los resultados emanados de estos sistemas, sino que se aceptan como si fueran verdad incontestable. Sustituyen el sentido común. Genera una uniformidad de pensamiento, que daña la riqueza de diversidad que nos caracteriza como seres humanos. Es un tema muy complejo, así que me centraré, someramente, en sus impactos en lo sociopolítico.
Sus ventajas, claramente, son muchas. Por ejemplo, apoya a muchas actividades, mejorando su eficiencia. Es una solución al invierno demográfico, con menos personas en edad productiva, y una gran cantidad de individuos en etapa de jubilación. Es un remedio al demérito constante de la educación, que se ve en muchos países y que se refleja muchas veces en la fuga de talentos.
Desventajas, por supuesto, son la pérdida de empleo para personal poco capacitado, con labores repetitivas. Cómo ocurrió en la industria cinematográfica, donde se sustituyeron a los extras, personas poco capacitadas, por figuras generadas por inteligencia artificial o por imágenes de los extras, las cuales después se incorporan en otras películas sin su consentimiento.
Su uso generalizado minimiza la diversidad porque sus resultados buscan las coincidencias de opiniones en distintas áreas, imponen prioridades y valores, que son los de los diseñadores de los algoritmos para tomar decisiones. Mismas que van, muchas veces, a contrapelo de los valores y las prioridades de los pueblos y naciones.
Existe un problema más profundo: la pérdida de capacidad de decisión, sobre todo en problemas mediana o altamente complejos, donde llegaríamos a tener una elite de tomadores de decisiones mucho más capacitados que la mayoría y que sustituirían a una gran cantidad de personas, pero que, además, limitarían la capacitación y acceso de personas de buen nivel, a esos procesos de decisión.
Nos estamos acostumbrando a no cuestionar los resultados de la inteligencia artificial. Se ha vuelto un argumento para decidir si algo es verdad o no. “Esta decisión procede de la inteligencia artificial”, se dice, y esa es para algunos la última palabra. Es importante cuestionar esos resultados. Conocer los algoritmos y las jerarquías de valores de quienes diseñan estos sistemas de inteligencia artificial. Deberíamos tratar sus resultados como si fueran opiniones humanas, de un modo más exigente, incluso, de lo que haríamos si estuviéramos cuestionando decisiones de las personas.
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