Usted perdone, pero mi pregunta viene de mi confusión. Ya no
sé a quién creerle o qué creer sobre lo
que políticamente se considera izquierda. Sí sé quiénes se dicen de izquierda,
pero son tan diferentes entre sí, que es difícil decir que tienen en común. Sé
quiénes son reconocidos (casi, casi certificados internacionalmente) como
partidos de izquierda. Pero ellos se acusan entre sí de ser de derecha o de ser
falsos socialistas. Ninguno de los
partidos ha difundido y, a veces, ni
definido su plataforma ideológica. A pesar de los miles de millones gastados en
propaganda política, los ciudadanos de a pie no tenemos una respuesta clara
sobre los postulados ideológicos de los partidos.
Mi confusión empezó en los años 50 cuando el entonces
presidente, Adolfo López Mateos, declaró que su gobierno era de extrema
izquierda. Obviamente, se armó un gran alboroto, hubo toda clase de editoriales
y una serie de aclaraciones por parte de la oficina de la presidencia.
Finalmente, el presidente se vio obligado a declarar que su gobierno era de
"atinada izquierda dentro de la de Constitución". A esto, por
supuesto, siguió un nuevo diluvio de comentarios y caricaturas, muchos de ellos haciendo burlas
y cuchufletas de la declaración presidencial. Lo cual no era poca cosa en
aquellos tiempos de la presidencia imperial.
Muchos años después, Andrés Manuel López Obrador nos regala
una nueva definición de lo que es la izquierda: "son las personas honestas
y de buenos sentimientos". En esta definición caben, probablemente, el 80%
de los mexicanos. Bajo estos criterios, mis queridas monjitas del Convento de
la Visitación de María seguramente son de extrema izquierda: yo no conozco a personas
más honestas y de buenos sentimientos que estas Hermanas. En cambio, me permito
dudar de la mayoría de los izquierdistas que han alcanzado puestos de renombre
y que cubran esos criterios, ni siquiera
medianamente.
Si nos vamos al reconocimiento internacional, el organismo
que agrupa a una gran cantidad de partidos de izquierda en el mundo entero es
la Internacional Socialista. ¿Saben qué? Los dos partidos mexicanos que reciben
este reconocimiento internacional como partidos de izquierda son el PRI y el
PRD. ¡Para mi enorme sorpresa! No sólo esto; entre los actuales vicepresidentes
están Beatriz Paredes y Marcelo Ebrad Casaubón. Y uno de los presidentes
honorarios es Cuauhtémoc Cárdenas. Bueno, si le creemos a la internacional
socialista, nuestro país está gobernado mayoritariamente por los partidos de
izquierda. Pero, como es de esperarse, los partidos de izquierda califican al
PRI como un partido de derecha. ¡Vaya usted a saber! Lo único que me queda
claro, es que no hay peor insulto que se le puede hacer a un partido de
izquierda que acusarlo de derechista. ¿Ya se hizo bolas? Bienvenido a mi
confusión.
Si buscamos una definición más técnica, en términos
generales los partidos de izquierda buscan un control del Estado sobre la
economía y, en un extremo, sobre todo los medios de producción. La gama es
enorme: desde los que no reconocen de ninguna manera una propiedad privada
hasta los que promueven una economía con un fuerte control del Estado. Un tema
sobre el que los partidos de izquierda no han hecho una aclaración suficiente.
Saben que la mayoría de los mexicanos desconfiamos del control del Estado sobre
la economía y entendemos que cuando la economía se ha administrado "desde
los Pinos" al país le ha ido mal. Como ocurrido en la mayoría de los países
socialistas: en mayor o menor grado su economía se ha estancado. Pero, nos
dicen los izquierdistas, ha habido menos desigualdad. Sí, contestan los
capitalistas, ahora todos son igual de pobres.
Otros consideran a la izquierda como los partidos emanados de
la clase obrera, campesina, del proletariado en general. En México, sin
embargo, con la excepción del PRI, los partidos de izquierda no tienen una
posición fuerte en las organizaciones obreras. En general, sus dirigentes son
políticos e intelectuales de clase media. Con excepciones; varios tienen
bastante más ingresos que la clase media. Y no recuerdo a ninguno de sus
dirigentes que haya sido obrero. Con este criterio, el PRI es más de izquierda
que la mayoría de las izquierdas.
Algunos dicen que las izquierdas son los que buscan el
cambio, cualquier cosa que esto signifique. Sin embargo, una vez que la
izquierda domina el gobierno de un país, los izquierdistas se vuelven
ferozmente conservadores, en el sentido de que no aceptan cambios en sus
sistemas. Y ahí están los ejemplos de Cuba, Corea del Norte, Venezuela y
algunos otros más. No hay nadie más conservador sobre sus propias ideas que un
izquierdista.
La verdad, hasta el Partido Acción Nacional tiene sus
aspectos de izquierdismo. No puede hablarse de que rechacen la intervención del
Estado en la economía y, si nos vamos a la definición de López Obrador, hasta
tienen algunas personas honestas y de buenos sentimientos.
¡Qué le vamos a hacer! Los políticos nos acusarán, a los ciudadanos de a pie, de indiferentes,
de no interesarnos en la vida política. Nos dirán que no tenemos el suficiente
conocimiento como para entender sus postulados. Nos alegarán que ahí están sus
páginas en el Web, donde exponen sus plataformas políticas. Pero, honestamente,
dudo que sus propios adherentes tengan claro los principios de sus partidos.
Nos dicen las cosas que, según los expertos en mercadotecnia política, busca la
ciudadanía. Pero son argumentos emotivos, no racionales.
Algunas preguntas nos quedan sin resolver a los ciudadanos.
Y los partidos deberían responderlas. Por ejemplo: ¿qué grado de intervención
del gobierno en la economía están proponiendo? ¿Hasta dónde llega su compromiso
con la democracia? ¿A qué modelo de país que parece el que nos proponen? ¿Hay
algún país en el que se puedan ver ejemplos del modelo de nación que nos están
impulsando? ¿Cuál es el grado de respeto que tienen para la propiedad privada y
cuantas excepciones consideran que podría haber a este derecho? ¿Qué grado de
libertad de expresión permitirán, en caso de que lleguen al poder? ¿Consideran
a los derechos humanos por encima de los derechos de la Sociedad? ¿Aceptan la
dictadura del proletariado o los derechos individuales?
En pocas palabras: los partidos y en particular las
izquierdas, nos han quedado a deber en claridad, en una expresión honesta y
específica de sus intenciones de gobierno, de su ideología, de sus posiciones
políticas. Yo sé que es mucho pedir. Ellos creen que tienen mucho que hacer
como para dedicar tiempo a los que, como este ciudadano de a pie que les
escribe, estamos en una gran confusión.
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