¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 8 de mayo de 2023

¿Vencer o Convencer?

 

Nos esperan al menos 14 o 15 meses de fuerte efervescencia política.  Una competencia cada vez más intensa por puestos importantes de índole local y sobre todo de nivel federal.  Seguramente veremos de todo:  los tradicionales pasacalles, bardas pintadas, abundancia de lemas y eslóganes, debates, discursos, artículos y editoriales.  Todos con un objetivo común:  convencer a la ciudadanía de la bondad de los contrincantes. Buscando retener a quienes actualmente son sus partidarios y, preferiblemente, convencer a los seguidores de sus contrarios de cambiar el sentido de su voto.

 De acuerdo con las encuestas, en la medida en que de veras sean creíbles, ha habido poco cambio en las intenciones de voto.  Se ha deteriorado el voto de la izquierda, mientras que no ha aumentado apreciablemente el voto de sus contrincantes. Al parecer lo que aumenta es el número de los indecisos o de los que no piensan votar.  Si revisamos la popularidad del Señor Presidente, aunque ha disminuido, es claro que sigue siendo mayoritaria, al menos si le creemos a los encuestadores.

Después de 4 años y medio de ataques de todo tipo: descalificaciones, insultos, incluso ataques violentos, la situación del electorado al parecer ha cambiado poco. Probablemente no hemos visto en los últimos 70 años una cantidad de ataques tan frecuentes y tan numerosos como los que hemos visto en estos últimos 4 años. Agresiones que vienen de ambos bandos: tanto del gobiernista como de los opositores. Sin mucho resultado, al parecer.

Aparentemente muchos piensan que insultar a sus contrincantes los van a convencer de votar en su favor.  Algo que parece poco probable. Su lógica no ha sido la de convencer, sino la de vencer.  Aparentemente muchos creen qué con tal de no ser llamados chairos, fifís o conservadores, una cantidad importante de la población votará de una manera diferente.  El señalamiento, algunos creen, dará tal vergüenza a los opositores qué cambiarán de bando o al menos se abstendrán de participar en las próximas elecciones, dejándole el campo libre a la facción política con la que antes no comulgaban.

 A mí, por lo menos, no se me ocurre cuál es la lógica de este tipo de ataque. Sí, puede ser que a algunos les avergüence  el que en el pasado hayan apoyado a los malos. Aunque en muchos casos, y me incluyo entre ese grupo, votamos por la opción que nos pareció menos mala, conscientes de que no podíamos esperar demasiado de  la clase política. Pero dudo que esos avergonzados sean muy numerosos. O que voten de otra manera.

Dentro de su aparente lógica (es un decir), muchos piensan que demostrar que otros mandatarios lo hicieron mal, significa en automático que los gobernantes actuales lo están haciendo bien. O lo contrario: que, si el gobierno actual lo ha hecho mal, quiere decir que sus opositores lo harán bien. Aparentemente no se les ocurre la posibilidad de que tanto los gobiernos anteriores como el gobierno actual hayan hecho o estén haciendo mal las cosas.  Y no se le ocurra a usted señalar esta falacia de lógica:  de inmediato será usted atacado como ignorante, chayotero,  corrupto o algo peor.

Mucho menos se le ocurra reconocer logros de cualquiera de los bandos.   De inmediato se encontrará usted acusado de haber cambiado de ideología, de haberse vuelto fifí o chairo, solamente por reconocer que en ninguno de los bandos existe la maldad químicamente pura, sin la menor mezcla de una pequeña migaja de bien.

 Las facciones políticas siguen creyéndose sus propias mentiras y tienen la mente completamente cerrada a que pueda haber un modo diferente de hacer política.  Y, por lo que estamos viendo, lo que nos espera es más de lo mismo:  violencia verbal y posiblemente violencia física, mayor polarización, rigidizacíon de las posiciones políticas.

 Ante esta situación poco podemos esperar de estos facciosos. Solamente los moverá un mensaje fuerte e inequívoco del electorado, diciéndole a los políticos: “no me convencen, no me están dando argumentos para creerles, ni nuevas razones para  votar por ustedes”.  La carga del convencimiento le toca a la ciudadanía.  Tenemos que convencer a esta clase política, que tanto nos ha quedado a deber, de que tienen que ofrecernos visiones nuevas, porque las actuales y las antiguas no han sido suficientes,  en su mayoría.  Necesitamos que conserven lo que ha funcionado, por poco que sea, y que desarrollen nuevos conceptos que puedan entusiasmar al electorado. Porque esto es lo que necesitamos: una ciudadanía consciente y propositiva que ponga en su lugar a los que sólo les interesa vencer sin convencer.

Antonio Maza Pereda

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