¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

viernes, 26 de septiembre de 2025

La era del Slogan

Un verdadero signo de los tiempos, es que estamos en la era del slogan (o lema, en español), y sobre todo la del lema político, aunque también se da en otros medios, incluso en los eclesiásticos. En el sector público, forman parte de la mercadotecnia política, un concepto que ya nadie discute, pero que se aplica parcialmente. La mercadotecnia política, tal como se entiende en nuestro país, tiene más que ver con promoción, que es solo un aspecto de la mercadotecnia. Desgraciadamente, si se le dijera solamente promoción, el verdadero nombre de lo que se está ofreciendo no sonaría novedoso, sería muy parecido a lo que siempre se ha hecho en política. La auténtica mercadotecnia tiene otros conceptos. Se trata del producto, del precio, de la promoción, y también del mercado en donde se va a operar. Eso no se está considerando en este asunto de la mercadotecnia política. Actualmente, estamos ante el nacimiento de un nuevo lema. Un proyecto propuesto por el Consejo Coordinador Empresarial y aceptado por el Gobierno Nacional que incluye el lema: “Lo hecho en México, está mejor hecho”. Nada nuevo: en realidad ya existía de modo muy parecido, que daba un sello de garantía mediante el cumplimiento de algunos criterios de calidad. El riesgo es ese. Si se queda solamente en un sello de origen, no va a traer cambios importantes. Se espera que logrará objetivos relevantes, como crear empleo, aumentar el contenido nacional y favorecer a las empresas. Pero todavía habrá que verlo funcionar. Ya hay empresas que han adquirido este sello. Más de treinta compañías, de un total de más de cinco millones de empresas que hay en el país, no suenan a mucho. Pero, por otra parte, también esas son algunas de las empresas mexicanas más importantes. Es necesario que esto no se quede solamente en manos de los políticos, porque ellos tienen un conflicto de intereses. Cuando crean un lema, lo hacen pensando en la proyección de sus partidos, porque ese es su propósito fundamental. Necesitamos que el ciudadano sin partido, interesado y preocupado por la cosa pública, pero que no pertenece a ningún partido político, sea quien tome la batuta en estos casos. Hay varias cosas que deben hacerse: un análisis de la situación y del propio lema, proponer el debate entre distintos especialistas para ver la viabilidad de proyecto y luego tener un debate público de los resultados a lograr y su factibilidad, para tener una propuesta más amplia. Por supuesto, también hará falta evaluar el costo que millones de empresas micro y pequeñas tendrán que pagar para poder ser certificadas como “mejores empresas”. No podemos permitir que seamos conducidos a apoyar asuntos como este; debemos mantener de manera irrestricta nuestra imparcialidad y nuestra independencia de pensamiento. Exigir que nos traten como adultos. Para esto, los debates públicos pueden tener un resultado muy positivo, y de ellos se pueden obtener propuestas de soluciones alternas, opciones para mejorar los lemas que están en boga, así como ideas de propuestas diferentes a las que sugiere la clase política.

viernes, 19 de septiembre de 2025

Gobierno mundial: un escenario

Pensando en las pasadas fiestas patrias, es interesante considerar un escenario, que podría darse próximamente. Hay indicios de que puede estar ocurriendo: el escenario de continuar creando un gobierno mundial. Una idea muy propia del siglo XX, con el propósito de evitar guerras y aumentar la solidaridad entre los países. Un deseo que no se ha podido concretar de una manera completa. El diseño de Naciones Unidas no ha podido cumplir con estos conceptos tan fundamentales. En parte, porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue creada al fin de la Segunda Guerra Mundial, dándoles a cinco países un poder de veto en las determinaciones más importantes de la propia organización. Lo cual la está haciendo ineficaz para procurar la paz. Algunos proponen darle mayor fortaleza a la ONU. Otros, piden cancelar por completo el proyecto, y regresar a nuestra situación del siglo XIX, donde no había un gobierno o asociaciones mundiales. Las consecuencias para el patriotismo son muy interesantes. Si se creara realmente un gobierno mundial, ¿habría necesidad de patriotismo como tal? Esto nos lleva también a cuestionarnos un concepto tan relevante, que es muy querido por nosotros y muy enseñado en escuelas y asociaciones. Habría que preguntarnos: ¿para qué nos sirve el patriotismo? ¿Qué es lo que se desea con esta idea? Y la respuesta sencilla, pero difícil de entender, es que se necesita para lograr el bien común. Incluyendo la defensa de las minorías, para evitar que otros poderes puedan oprimir a minorías débiles. Para ello, tendríamos que entender a fondo las distintas culturas, para poder protegerlas y desarrollarlas. Se dice que en los últimos tiempos han desaparecido centenares de lenguas minoritarias, Y eso no es más que un ejemplo de cómo se va acabando con ciertas culturas. Hay que entender que la diferencia entre las culturas no son tanto los valores. En principio, todas las culturas aceptan la mayoría de estos, pero no necesariamente dándole la misma importancia. Por ejemplo: todas las culturas tienen como un valor la hospitalidad. Sin embargo, la importancia de la hospitalidad de los mexicanos es mucho mayor que la que se da en las culturas sajonas. Pero, no llegamos al valor de la hospitalidad que hay en las culturas de Medio Oriente. Esas diferencias residen en la historia, el medio ambiente, la situación geográfica o climática y otros muchos aspectos. Es muy difícil decir que hay culturas inherentemente superiores o inferiores. En la base de estas diferencias está lo que entendemos en cada cultura por el bien común. Y, al no comprenderlo, se hace difícil la solidaridad, que es la materia prima del patriotismo. Y desde luego, una consecuencia que ocurriría, si desapareciera el concepto de patriotismo en general: las acciones de apoyo mutuo y de solidaridad ocurrirían en niveles mucho más cercanos a la población, en lo que llamamos la patria chica. ¿Estamos dispuestos a pagar el costo de esos cambios? ¿Estamos preparados para hacer el esfuerzo? De eso dependerá el éxito del gobierno mundial, una idea que tiene muchas posibilidades de beneficiar a las poblaciones. Y, por otro lado, también, una idea que puede traer dificultades, molestias y angustias por la destrucción de culturas sumamente valiosas.

domingo, 14 de septiembre de 2025

Desesperanza

Algo que no es nuevo, pero que ha aumentado recientemente, es el uso de la desesperanza como una arma política. Hay quienes buscan manipular las emociones de la población, dividir a la Sociedad para evitar que pueda unirse de una manera efectiva contra acciones que rechaza. Quieren crear desconfianza y división entre los oponentes o entre los adeptos al gobernante. Como táctica se usa la victimización para manipular el modo de sentir del ciudadano, buscando el control para capturar o consolidar el poder. Eso ocurre de una manera oculta. Por ejemplo, haciendo énfasis en hechos negativos que ocurren en la Sociedad, como desastres naturales, accidentes o situaciones de dificultad económica, para generar desconfianza hacia quienes podrían haber hecho algo al respecto. Para una Sociedad, tanto como para el individuo, la desesperanza nos puede llevar al suicidio. La esperanza es algo esencial. La falta de esperanza nos hace no poder construir el bien común. Esa táctica se usa, por desgracia, tanto por la oposición como por el propio gobierno. Y esto ocurre en todos los países, con distinta intensidad y en diferentes tiempos. El gran riesgo es que se pierda la credibilidad de la ciudadanía, respecto a quién la gobierna o a quienes se oponen y podrían gobernarla. También ocasiona pérdida de estabilidad en el Estado. Como se dijo desde la antigüedad, un reino dividido tiene riesgo de ser destruido. También da como resultado un aislamiento del individuo, que se siente ajeno a los demás, en quien no confía, que no puede creer nada bueno de sus conciudadanos. Y este sentido de aislamiento, lo hace juzgarse impotente, incapaz de participar. Le hace decir, de una manera abierta o en su interior: “No hay nada que hacer. Hay que esconderse, mejor no hay que opinar. No sirve para nada, nadie me hará caso”. Esto es lo que buscan quienes están creando desesperanza. Precisamente. La oposición, cuando quiere quitar un gobierno basándose en crear desconfianza, tiene el riesgo de perder la credibilidad cuando no propone soluciones. Qué es lo que pasa frente a un gobierno fuerte o autoritario. El ciudadano se entera de fallas y problemas, pero no escucha soluciones, solamente escucha insultos. Con lo cual el opositor pierde credibilidad, pierde su identidad. Y esto lo estamos viendo: los partidos de oposición se están pareciendo cada vez más los unos a los otros. Han perdido sus diferencias, solo saben criticar y lo hacen de la misma manera. Hay fragmentación de su base social, que es preludio de la destrucción de cualquier fuerza política. Ustedes y yo, como ciudadanos sin partido, ¿qué podemos hacer? Por un lado, hay que hacer visible la desesperanza y hacernos conscientes de que hay a quien le interesa que vivamos así. Por otro lado, recomendar opciones y discutirlas. Siempre será más fácil criticar, siempre será más fácil insultar o hacer burla de las acciones de quien no nos parece. Crear soluciones y arriesgarnos a discutirlas es un riesgo que muchos, como ciudadanos sin partido, no queremos asumir. Hay necesidad de crear colaboración entre ciudadanos y, sobre todo, entre grupos apolíticos a los que les preocupa la Sociedad y que no están dispuestos a continuar viviendo en la desesperanza. Nada fácil, hay que reconocerlo. ¿Está usted dispuesto, ciudadana o ciudadano sin poder, a construir Esperanza?

sábado, 6 de septiembre de 2025

¿Cómo estamos?

Después del Informe Presidencial de la semana pasada, se hace evidente que la polarización en la ciudadanía no solo continúa, sino que se profundiza. Algunos, en la 4T, están muy alegres con este informe. “Felices, Felices, Felices”, como dijo en su momento una famosa escritora de izquierda. Otros, generalmente alineados con la oposición, muestran una gran desconfianza con los resultados. Y la misma situación ocurre con muchos ciudadanos sin partido. Esa polarización se profundiza, en parte, porque los datos que se nos han dado en el informe, proceden del propio gobierno. Y este ha desaparecido varios elementos de transparencia y asociaciones para asegurar el acceso libre a la información. No es de extrañarse que haya desconfianza. Donde tenemos un problema central: ¿cómo lograr en nuestra Sociedad algún acuerdo? El asunto es: ¿Cómo está el Estado? Entendiendo por ello la organización política y jurídica de la Sociedad. Para unos, estamos en un Estado fallido. Es difícil que nos digan que el nuestro es un Estado funcional. Aún muchos adeptos a la 4T, reconocen fragilidad en nuestro Estado. Lo cual concuerda con la opinión de un organismo internacional, (Fund for Peace), que genera anualmente el índice de Estados frágiles. México quedó calificado en este índice del 2024 en el lugar 83, aproximadamente a la mitad de las calificaciones de los países evaluados, y quedó calificado como un Estado frágil. Y para esto se dan distintas razones. Cuando hay un Estado fallido, se ha perdido el control del territorio, un asunto que no se ha dado totalmente en México, pero que sí hay regiones así. Además, allá se ha perdido el monopolio de la violencia. El gran problema de la seguridad, las desapariciones, la delincuencia, organizada o no, que es difícil contener, y la gran impunidad. Problemas con la infraestructura, no solo la hospitalaria, sino también la urbana, donde en semanas recientes hemos tenido casos de fallas graves de la misma. Así como deficiencias sistemáticas en el sistema de salud. En contra de esa calificación, hay hechos positivos, al menos en los reportes del propio gobierno: mejora del ingreso, aumentos en la infraestructura, del cual el Informe hizo una larga relación. Y varias mejoras parciales. Es un hecho que México sigue manteniendo relaciones internacionales, no solo con nuestros socios comerciales, sino también con los organismos internacionales, como Naciones Unidas y otros. Eso avala que no estamos en un Estado fallido, pero tampoco estamos en la mejor situación. Podemos considerar que nuestro Estado es frágil. La gran pregunta, en todo caso, sería: ¿qué hacer? ¿De qué manera lograr confianza en estos datos? Mientras existan razones para no tenerla, será difícil lograr un pleno acuerdo y, por lo tanto, soluciones que sean compartidas por la Sociedad. Si estamos partiendo de datos que no son confiables, es difícil creer en que las soluciones que se propongan sean las idóneas. Esto, otra vez más, es un tema para la sociedad civil, en particular para la no partidizada, que requiere una acción más contundente para exigir de nuestro gobierno información confiable y creíble para que no invalide las objeciones a su informe, alegando motivos ideológicos o partidistas.

sábado, 30 de agosto de 2025

Rendición de cuentas

Hablando de democracia, existen tres pilares para que, el gobierno verdaderamente lo sea y que este sistema funcione adecuadamente. En primer lugar, el Estado. En segundo lugar, el imperio de la ley. Y el tercero es la rendición de cuentas. Lo cual significa obligar al Estado y al Gobierno a rendir cuentas de su gestión ante aquellos quienes lo eligieron. La rendición de cuentas es una tarea pendiente en nuestro país y en muchos otros. Nunca es completa. Requiere independencia de los encargados de evaluarla. Cuando los gobiernos y los partidos políticos son los mismos que rinden cuentas y evalúan el resultado de ese desempeño, obviamente hay un conflicto de intereses. Y hace muy difícil que la rendición de cuentas sea creíble. ¿Hemos mejorado? Creo que sí. En otros tiempos hubo despidos, exilios obligatorios y ataques a personas que diferían de la visión que presentaba el Ejecutivo. Se ha intentado, por diferentes medios, mejorar la rendición de cuentas. No siempre al gusto de la ciudadanía. Por ejemplo, esa es la idea detrás de las famosas presentaciones mañaneras, donde todos los días el Ejecutivo da cuentas de diferentes aspectos de su gobierno ante un grupo de periodistas. Se puede cuestionar, y por supuesto hay que hacerlo: ¿qué tan imparciales son esos periodistas? ¿Qué tanta independencia tienen? ¿Qué tanto les presentan solamente los logros y no las dificultades? Lo cierto es que ahora se dedica más tiempo a informar sobre el gobierno. El mecanismo más completo que prevé la Ley, es el Informe presidencial. Ha tenido varios enfoques en nuestro país. Se veía, en otros tiempos, como el día del presidente, a quien se rendía homenaje. Otras veces ha sido una justificación de sus fallas y la demostración de sus logros. El problema es que, a menudo, en la presentación del informe presidencial, se presentan resultados, sin cuestionarlos, sin compararlos con una planeación. Por ejemplo: se habla de la construcción de 1500 kilómetros de carreteras. Muy bien. Es un logro. Pero la pregunta sería. ¿Eso fue lo planeado? ¿Habíamos planeado 1500 kilómetros y se lograron? ¿O habíamos planeado 3000 y hemos logrado 1500? Esa información no se presenta en los informes presidenciales. No es porque no existan planes: efectivamente, existe un plan nacional de desarrollo. El cual debería ser el marco para poder medir si este gobierno cumple sus tareas. Es importante construir una cultura de la rendición de cuentas. Para ello se necesitan algunos elementos: Un marco legal claro. Mecanismos de control independientes del ejecutivo. Transparencia en la información. La obligación de difundir esa información. Construir la participación ciudadana. Confianza, una de nuestras asignaturas pendientes. La construcción de responsabilidad de los funcionarios públicos. Agregar tecnología, conocimiento y análisis a la información que se está proveyendo. Tener evaluación y revisiones, independientes y confiables. Se necesita, como un requerimiento fundamental, que sea la propia ciudadanía quien exija esta rendición de cuentas y la valide. Mientras no pasemos del chisme, de los chistes y de los memes, el progreso de la rendición de cuentas, será lento y sujeto a retrocesos.

sábado, 23 de agosto de 2025

Reforma electoral

Después del maratón de reformas durante el periodo extraordinario de sesiones del Congreso, ahora queda como pendiente, prácticamente único, la reforma electoral. Una reforma que tiene complicaciones. Por un lado, se dice que no existe una propuesta ya establecida, y se va a trabajar desde cero. Se dice también que se consultará a todas las fuerzas ciudadanas, aunque no se menciona para nada si se consultará a los ciudadanos sin partido, que somos la mayoría. Se habla de eliminar los legisladores plurinominales. El objetivo es ahorrar dinero. Y también reducir las aportaciones a los partidos. ¿Cómo se construyó esta situación? En el caso de los plurinominales, se crearon para darle voz y voto a las minorías, que en un sistema como el de la dictadura perfecta, tenían un papel puramente testimonial, sin ningún poder real. Al quitar a los representantes plurinominales, quedamos a merced de la dictadura de las mayorías, tema ya tratado en estas páginas. Por otra parte, los recursos tan abundantes que se les asignaron a los partidos políticos, se justificaron diciendo que de esa manera no habría la tentación de aceptar donativos poco legales, como los de algunos grupos plutocráticos o del crimen organizado. Es claro que eso fue un intento vano, porque el hecho de que tuvieran recursos importantes no quiere decir que dejaran de vender su voto al mejor postor, como se ha podido comprobar. En la cuestión del dinero, hasta ahora lo que se ha hablado es de que las aportaciones serían en proporción al tamaño de los partidos. Desgraciadamente, esto llevaría a un círculo vicioso: los que tengan más votos, van a recibir más fondos. Y, por lo tanto, en las siguientes elecciones, tendrán mayor probabilidad de tener resultados aún mejores. Mientras que los que recibieron pocos recursos, difícilmente van a alcanzarles para competir con los que fueron ganadores. Se necesitaría que fuera un “piso parejo”. Podría intentarse, por ejemplo, darles a todos los partidos los mismos fondos, para que todos tuvieran la misma cantidad. Una suma escasa, para que no les diera ventaja. De otra manera, la propia ley estaría instalando, ya por definición, una ventaja a los partidos mayores. Esto requeriría también una vigilancia independiente de cómo se utilizan estos fondos: si verdaderamente se justifican tanto los ingresos como los egresos. Esto requeriría modificar la construcción del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral, que no están facultados ni tienen las capacidades suficientes para ejercer esta vigilancia. Por lo pronto, la oposición ha concentrado sus comentarios en tratar de hacer enojar a los partidos aliados a la 4T, mostrándoles que si se dan las modificaciones como se han comentado, ellos serán los primeros afectados. De aprobarse, ya no tendrán tanta representación en el Congreso, al no existir diputados o senadores plurinominales, y recibirán menores ingresos, lo cual iría contra su propia existencia. Es un tema espinoso y habrá que seguirlo puntualmente. Como no hay propuestas precisas, se ha llegado a discutir entre los comunicadores que, en este periodo de sesiones, no habrá acuerdos suficientes como para aprobar esta reforma.

sábado, 16 de agosto de 2025

Tiranía de las mayorías

Por una breve temporada en la humanidad hubo un crecimiento importante de los sistemas democráticos, como un modo preferente de gobernar. Tres décadas, de 1990 en adelante. Se generalizó un aprecio por la democracia y muchos países buscaron construir este sistema, que actualmente se está reduciendo por dos motivos: por el hecho de que no todas las nuevas democracias han resultado eficientes y, por otro lado, porque ha habido grupos que han ido corrompiendo el sistema democrático, falsificando el que fue diseñado originalmente. También es cierto que la democracia no existe sin dificultades. Hay la posibilidad de que se le malinterprete y existan trampas que le mermen su eficacia. Y una de esas trampas es el caso de la tiranía de las mayorías que recibe diferentes nombres. Por ejemplo, cuando se promovía la dictadura del proletariado, y se decía, sin pudor alguno, que era una tiranía muy benéfica. Es el enfoque que supone que la mayoría tiene el derecho de ignorar a todas las minorías. ¿Cómo evitar que la democracia se vuelva una situación dañina para la ciudadanía? Esa tiranía de las mayorías hace que las minorías se queden sin una representación y la mayoría funcione sin contrapesos efectivos. La mayoría tuvo un acceso legítimo y democrático al poder, pero una vez instalados en el mismo, ocurre que empieza a destruir los contrapesos a su gobierno o simplemente no se construyen los mismos, aquellos que hacen que la mayoría tenga que, obligatoriamente, tomar en cuenta los derechos y las necesidades de las minorías. El daño para las minorías es que tienen poca o nula representación en las decisiones del gobierno. No se escuchan sus voces y, si se llegan a escuchar, no se toman en cuenta. A la hora de tomar decisiones, de construir leyes o decretos que rijan la acción del gobierno, se les escucha, pero no se toman en cuenta sus opiniones. También se da una gran desinformación porque el gobierno tiene el monopolio de su comunicación y solamente ellos saben lo que verdaderamente ocurre. Y por eso también muchos de los métodos que construyen una tiranía de las mayorías, tienen que ver con formas de censura abierta o disfrazada. Obviamente, eso crea y promueve la intolerancia. La mayoría ataca, difama y maneja de una manera facciosa la información que llega a las minorías. Y esto obviamente lleva a una polarización, donde solo hablan los representantes de la mayoría y los demás no tienen más que escuchar y tal vez criticar, pero sin posibilidad para de ser tomados en cuenta. ¿Habrá solución? La salida más institucional es que las leyes den protección a las minorías, imponiendo contrapesos que limiten la acción del gobierno. También se requiere de los ciudadanos, educación cívica; entender de fondo: ¿qué es lo que significan los distintos términos de la política? Se requerirá un continuo debate público, abierto, con una gran diversidad, sin que se limite a nadie. Necesitaremos observatorios independientes sobre las acciones de la mayoría. Eso, obviamente, tiene un costo para la ciudadanía, sobre todo para los que están en minoría. Un costo en tiempo, en descuido de actividades prioritarias. Pagar el precio del desprecio de los conciudadanos que están afiliados a la mayoría tiránica. El costo de padecer un miedo, muy explicable. Pero, sin afrontar esos temores, esta situación no se remediará por sí sola.

sábado, 9 de agosto de 2025

¿Qué entendemos por Paz?

Si hiciéramos una consulta ciudadana amplísima, muy probablemente nos encontraríamos con que la carencia más mencionada, por la mayoría de los ciudadanos, es la paz. La extrañamos, no estamos sintiendo que, realmente, la vivimos. Ante este tema se dan distintas reacciones. Algunos niegan el problema, diciendo que estamos mejor que nunca. Otros dicen que ya mejoró y que sigue mejorando. Otros hablan de la necesidad de actuar de una manera más resuelta porque es algo pendiente. Y esto ocurre porque hay muchos modos de entender este concepto. Algunos podrían decir que tenemos paz en la medida que no hay ataques a la policía o a las Fuerzas Armadas. Lo cual es paz, de algún modo, pero para la mayoría no basta. Habría que ver si la población realmente se siente segura en sus actividades diarias y que no les sean impedidas de manera alguna. Hay paz cuando existe la justicia, cuando no hay impunidad. Cuando se vive el imperio de la Ley. Para construirla podemos encontrar orientaciones diferentes. Una es buscar acciones que den resultados rápidos: un enfoque generalmente preferido por la casta política. Otro rumbo es pensar que la paz solamente se podrá lograr a largo plazo. Probablemente, la mejor solución incluya acciones con efectos en el corto plazo, que den resultados parciales, que sostengan el entusiasmo y el interés de la ciudadanía por continuar esa labor por la paz, además de incluir tareas de largo plazo, que den resultados más permanentes. Es un trabajo que no se le puede asignar exclusivamente al gobierno. En realidad, para que logremos tener paz, tiene que haber la combinación de acciones del gobernante con las de la ciudadanía. Vale la pena tener una visión precisa de qué entendemos por la paz. De otra manera, estaremos desarrollando solamente tareas, que pudieran ser poco congruentes. Hay que incluir algunos conceptos fundamentales. Entender que la paz es el fruto de la justicia, no es un mero equilibrio de fuerzas. Es obra de la ciudadanía, con una dimensión que incluye lo cultural, lo ético y lo espiritual. Para su construcción, hay cuatro fundamentos: que incluya la verdad, que no sea un engaño a la ciudadanía. Que tenga, como un concepto crucial, la justicia. Una paz que no es justa, es una manera de opresión disfrazada. Que se apoye en la amistad social, el aprecio, el apoyo entre los ciudadanos. Y, desde luego, que la libertad sea para todas las personas, para todos los miembros de la Sociedad. Esto, por supuesto, nos llevaría a buscar un respeto integral a la persona. Basarnos en el concepto de solidaridad y bien común. No se puede construir la paz en una sociedad dividida, donde unos se benefician, mientras otros no reciben los frutos de esa colaboración. La solidaridad y el bien común son sumamente importantes. Seguramente, se debe incluir el perdón y la reconciliación entre los ciudadanos. Y, por supuesto, requiere una serie de acciones en el corto plazo de apoyo a las fuerzas públicas, de dar cumplimiento a las resoluciones de los tribunales, además de un proceso de largo plazo de educación para la paz. ¿Cree usted que estamos en ese camino? Porque no basta con que el gobierno haga su tarea. Nosotros, los ciudadanos, debemos ser constructores de la paz. Que no todo lo debemos dejar al gobierno, por importante que sea su papel.

domingo, 3 de agosto de 2025

Inteligencia artificial

Un tema que no es totalmente nuevo. En realidad, viene de hace un par de décadas o más. Pero el asunto de la inteligencia artificial está teniendo un crecimiento exponencial. Algo de lo que se hablaba muy poco hace tres años y solamente en ambientes muy sofisticados, ahora está incorporado en muchos dispositivos y paquetería de cómputo. A veces, sin preguntar al usuario si lo desea o no. Promete una gran mejora en las actividades humanas, pero al mismo tiempo, amenaza de quedar obsoleto a quien no lo adopta rápidamente. “Tenemos que estar ahí”, dicen empresarios, sociólogos, investigadores y hasta políticos. Lo cual tiene ventajas y desventajas. El problema es que no se cuestionan los resultados emanados de estos sistemas, sino que se aceptan como si fueran verdad incontestable. Sustituyen el sentido común. Genera una uniformidad de pensamiento, que daña la riqueza de diversidad que nos caracteriza como seres humanos. Es un tema muy complejo, así que me centraré, someramente, en sus impactos en lo sociopolítico. Sus ventajas, claramente, son muchas. Por ejemplo, apoya a muchas actividades, mejorando su eficiencia. Es una solución al invierno demográfico, con menos personas en edad productiva, y una gran cantidad de individuos en etapa de jubilación. Es un remedio al demérito constante de la educación, que se ve en muchos países y que se refleja muchas veces en la fuga de talentos. Desventajas, por supuesto, son la pérdida de empleo para personal poco capacitado, con labores repetitivas. Cómo ocurrió en la industria cinematográfica, donde se sustituyeron a los extras, personas poco capacitadas, por figuras generadas por inteligencia artificial o por imágenes de los extras, las cuales después se incorporan en otras películas sin su consentimiento. Su uso generalizado minimiza la diversidad porque sus resultados buscan las coincidencias de opiniones en distintas áreas, imponen prioridades y valores, que son los de los diseñadores de los algoritmos para tomar decisiones. Mismas que van, muchas veces, a contrapelo de los valores y las prioridades de los pueblos y naciones. Existe un problema más profundo: la pérdida de capacidad de decisión, sobre todo en problemas mediana o altamente complejos, donde llegaríamos a tener una elite de tomadores de decisiones mucho más capacitados que la mayoría y que sustituirían a una gran cantidad de personas, pero que, además, limitarían la capacitación y acceso de personas de buen nivel, a esos procesos de decisión. Nos estamos acostumbrando a no cuestionar los resultados de la inteligencia artificial. Se ha vuelto un argumento para decidir si algo es verdad o no. “Esta decisión procede de la inteligencia artificial”, se dice, y esa es para algunos la última palabra. Es importante cuestionar esos resultados. Conocer los algoritmos y las jerarquías de valores de quienes diseñan estos sistemas de inteligencia artificial. Deberíamos tratar sus resultados como si fueran opiniones humanas, de un modo más exigente, incluso, de lo que haríamos si estuviéramos cuestionando decisiones de las personas.

viernes, 18 de julio de 2025

Democracia y Demagogia

Cuando hablamos de sistemas de gobierno, en términos generales los ubicamos en sistemas de derecha o izquierda. Podemos también hablar de sistemas donde hay planeación centralizada y sistemas que dan una gran libertad de planeación, con poca intervención del gobierno. Hay otra categoría de la que poco se habla. Existen sistemas de tipo demagógico y otros que son de estilo democrático. Que ocurren tanto en gobiernos de izquierda o de derecha. En esto hay gran confusión. Los medios, en general, consideran a los sistemas demagógicos como totalmente malos, mientras que a la democracia se le considera, prácticamente de entrada, como un sistema bueno. Aclarando: un gobierno demagógico puede tener las mejores intenciones y buscar lo mejor para su pueblo. Eso no le quita lo demagógico. No es una cuestión de intenciones. Es muy raro encontrar quien, permanentemente, tenga intenciones malévolas respecto a su pueblo. Y algo parecido ocurre con las democracias, donde supuestamente todo debe ser bueno, aceptado por todos y de buena voluntad. También es cierto que hay demócratas que ejercen la llamada tiranía de las mayorías, que evitan tener controles. La diferencia está en algo más fundamental. El aspecto más importante no es si el pueblo acepta o si está feliz con un sistema. Eso no los convierte en demagógicos o democráticos. Hay ejemplos muy cercanos. Por poner uno, hubo un tiempo durante el cual, una porción relevante de la población mexicana estaba muy contenta con el sistema del PRI. Tampoco se puede medir por encuestas de popularidad. Muchos demagogos han sido y son enormemente populares. Lo fundamental es: ¿Cuál es el lugar que tiene el ciudadano en estos sistemas? En principio, si nos vamos a la etimología, la demagogia es un sistema donde un grupo conduce a los pueblos, de acuerdo con las ideas de quien los conduce. Los dirige un grupo minoritario que les dice qué debe hacerse. Y les maneja, por manipulación, por convencimiento, por presión o temor, a seguirlo de determinada manera. O por amor o conveniencia. Se le dice al pueblo por dónde se debe ir. Y eso no entra en discusión. Mientras que en la democracia es el ciudadano quien le dice al gobierno qué es lo que debe de hacer. Me dirá usted, y tendrá mucha razón: “si esto es cierto, verdaderamente hay pocas democracias auténticas”. De acuerdo con usted. Ese es el asunto. Esto se nota, sobre todo, en los grupos de tipo fascista, donde el título del dirigente tiene una connotación de conductor. Hablamos del Führer, del Duce o del Caudillo. O del “Padrecito de los pueblos”, como le decían a Stalin. Habitualmente, hay alguien que es quien dirige, quien conduce al pueblo por donde debe de ir. ¿Quién manda, el ciudadano común o el dirigente? Lo más importante es que, en los sistemas demagógicos, se está tratando al ciudadano como un menor de edad. Y no se está respetando el hecho de que todos los ciudadanos somos adultos. No se acepta que el ciudadano no requiere ser conducido, sino totalmente al revés: es la ciudadanía la que tiene que conducir al gobierno de acuerdo con sus necesidades. Amiga, amigo: verdaderamente, ¿usted siente que la clase política le trata como adulto?

miércoles, 16 de julio de 2025

¿Necesitamos Comisiones de la Verdad?

La situación actual, en muchos países, es que a los ciudadanos nos han mentido, sistemáticamente, personas de la clase política o interesados en negocios particulares. Hay dos tipos de reacciones ante este asunto. Uno, es que no nos importe; que nos dé igual si nos están diciendo verdades o mentiras. Y otro, que vive parte importante de la población, quien sí quiere la verdad. Pero no cree que sea posible obtenerla o conocerla. Ante esto se ha propuesto, para casos relevantes, la creación de Comisiones de la Verdad, que ya hemos comentado en estas páginas. Hay problemas que deberían de solucionarse mediante dichas Comisiones. Uno, lograr la reconciliación nacional. Cosa particularmente difícil, cuando la clase política se ha dedicado a sembrar el odio entre la población. Además, desarrollar en la Ciudadanía un aprecio genuino por la verdad. Existen dificultades para constituirlas. Desde luego, el escepticismo: “No se va a poder”, dicen algunos. Las grandes preguntas serían: ¿Verdaderamente necesitamos la verdad? ¿Podemos vivir sin ella? ¿Hay otra opción diferente? Hay obstáculos de diferentes tipos para lograr constituir y hacer funcionar Comisiones de la Verdad. Desde luego, que haya un tema claro. No se puede hablar de esto en abstracto, hay que encontrar suficiente materia para que se pueda crear una comisión que dé resultados significativos. Los inconvenientes más importantes vienen de la clase política y sobre todo aquella parte que está gobernando en ese momento, que puede obstaculizar de una manera considerable el desarrollo de estas comisiones. La falta de información, el temor a denunciar, son aspectos que el gobierno debería de resolver. Por otro lado, está el desinterés de la ciudadanía. ¿Cómo reconocer la verdad? ¿Cómo asegurar que la Comisión maneje los hechos de una manera precisa? ¿Cómo evitar los juicios apresurados o basados en información incompleta? Este es un problema filosófico, difícil de resolver. Un político famoso, Abraham Lincoln, dio una solución interesante diciendo: “Es posible engañar a todos, por algún tiempo, y también engañar a algunos, todo el tiempo: pero no es posible engañar a todos, todo el tiempo”. Una buena idea, pero que difícilmente se puede traducir en acciones concretas. Es un acto de fe: creer que la verdad finalmente brillará y será reconocida. En cuanto a las propias comisiones, habría ciertos requerimientos para que lleguen a sus objetivos. En primer lugar, precisarlos. Si el objetivo es desprestigiar al contrincante o demostrar que un grupo de personas tiene la razón, estamos empezando mal. Lo básico, debería ser la reconciliación de la sociedad en temas cruciales. Otros requerimientos son: tener expertos que den certeza al proceso, darle seguridad a los denunciantes y evitar la participación de la clase política. Cosas que son difíciles de lograr sin apoyo del gobierno. Necesitamos un cambio fundamental. El aprecio de la verdad no se puede obtener a corto plazo. Habrá que aceptar que es un cambio difícil y lento, que no podemos esperar resultados mediante recetas rápidas y fáciles. Hay que pensar en estos y otros instrumentos, que pueden y deben estar contribuyendo a la reconciliación en una sociedad que parecería irremediablemente polarizada y construir la amistad social que tanta falta nos hace.

sábado, 12 de julio de 2025

¿Qué es la verdad?

"¿Qué es la verdad?” Dicho de Poncio Pilatos, poco antes de lavarse las manos para condenar a Jesucristo. Como si tuviéramos pocos temas para debatir, en los últimos días se ventilaron en los medios, acusaciones a un expresidente mexicano: una denuncia de empresarios israelíes en una investigación sobre asuntos de corrupción de sus empresas en el extranjero. Ahí se dijo, y hasta donde se sabe no se ha podido demostrar aún, que estos hombres de negocios habrían dado dinero al mandatario, con el objeto de que adquiriera un software para vigilar a los ciudadanos. Hay que reflexionar sobre ello y sobre el asunto, más a fondo: ¿qué es la verdad en temas de interés público? Es claro que los medios se han adelantado a dar por hecho, dichos que aún no han sido comprobados. Hay acusaciones como esas, que se dirigen periódicamente a la clase política. Vale la pena analizar esos casos. Muchos asuntos denunciados y no comprobados, sirven para impulsar la agenda de los partidos políticos. No es fácil tener una verdadera certeza en esos casos. Lo que se ha propuesto como una posible solución para asuntos complejos, como estos, es la creación de comisiones de la verdad. Eso significa establecer grupos que revisen las acusaciones, que a veces pueden tener una antigüedad importante y definir, con base en sus investigaciones, qué hay de cierto en ellas. Son agrupaciones que se dedican a analizar y llegar a una conclusión creíble para la mayoría de la ciudadanía, en los temas que se están investigando, buscando llegar hasta donde sea posible, a establecer cuál es la verdad de esos hechos. No hay escasez de temas: desde algunos tan antiguos como las matanzas de Huitzilac, pasando por el 68, por Acteal, hasta la corrupción y los desaparecidos de estos últimos tiempos. Esto ocurre, generalmente, cuando ha habido un cambio importante de gobierno. Hay casos, algunos de ellos exitosos, otros no tanto. Por ejemplo, en Sudáfrica, el resultado de las comisiones de la verdad fue exitoso. En otros: Perú, Chile, República de El Salvador, Guatemala y otros más, no lo han sido tanto. Valdría la pena pensar si esa es la solución para nuestro medio y si así podríamos llegar a tener cierta medida de concordia y darle un cierre a esta clase de problemas, por lo menos desde el punto de vista de establecer cuál fue la situación real. La dificultad que hay para enfrentar en estos casos, es el uso faccioso que podrían estar haciendo los vencedores de una contienda política, para desprestigiar a sus contrincantes. Que es lo que muchas veces se percibe. Se trata de tener certeza de que los hechos que se denuncian han sido precisos. Lo que sigue, a partir de ello, es un tema diferente. Si esto generará acusaciones o condenas, queda fuera del alcance de estas comisiones. El punto da para bastante de modo que, en otra colaboración para este medio, se profundizará un poco sobre cuáles son los obstáculos que tienen que enfrentar estas comisiones de la verdad, y cuáles son los requerimientos para su conformación, de manera que tengan credibilidad que es, probablemente, lo más importante.

viernes, 4 de julio de 2025

No hay nada tan malo…

No hay nada tan malo que no tenga algo de bueno. Y tampoco hay nada bueno que no tenga algo de malo, al menos en asuntos políticos y sociales. Es un asunto que muchas veces se olvida. Hay situaciones que pueden ser malas para unos y buenas para otros. Que pueden ser malas a corto plazo y buenas a largo plazo, o al revés: buenas a corto plazo, pero muy malas a largo plazo. Y de esto hay muchos ejemplos. Pensando en la política, tenemos algunos casos. Un asunto que resulta ser malo para la 4T es su división interna. Hay poca colaboración y ha habido, incluso, algunos intentos de demandarse los unos a los otros. No hablemos de la oposición. Después de un ayuno larguísimo sin ideas poderosas, nos encontramos con que está estancada. Pero ninguno de estos ejemplos es, al 100 %, malo. Algo se rescata. Vamos a hablar de este asunto en el caso del ciudadano sin partido. Entendiendo por ciudadano sin partido, al que no pertenece a ninguno porque no le convencen, pues considera que deberían funcionar de otra manera. No se trata del ciudadano que se abstiene. Estamos hablando del que sí le interesa lo político, pero que no ve opciones. Por desconfianza, por la división que existe entre sus miembros, por la polarización que se ha creado en nuestro país, entre la sociedad, entre diferentes sectores y que afecta al ciudadano. Una polarización real y, probablemente, provocada. Existe ausencia de recursos para poder actuar, que es lo que hace que, muchas veces, el ciudadano sin partido se abstiene de participar, aunque quisiera hacerlo. Y no solo hablamos de dinero, sino de apoyo, conocimiento, organización o estructura. En esta situación del ciudadano sin partido, se puede rescatar algo de bueno. Ha crecido la conciencia política entre la ciudadanía. Un despertar del ciudadano común, que no ha sido causado por la acción de los partidos. Un gran bien para nuestra sociedad. Hay, entre los ciudadanos sin partido, una organización incipiente, en niveles muy sencillos. Encontramos que, los ciudadanos sin partido, se están organizando de diferentes maneras. Han ido aprendiendo a actuar en cuestiones importantes para la sociedad. Estos son bienes que no existirían si no nos hubiéramos visto, los ciudadanos sin partido, inmersos en una situación que nos preocupa. Es una fuerza que ha contado poco, hasta ahora. El ciudadano sin partido es difícil de organizar, y muchas veces lo que uno encuentra son pequeños grupos de amigos, de ciudadanos, que los une un barrio, una ciudad, una situación y que empiezan a compartir información a partir de eso. Aquí hay una gran fortaleza en potencia y es, verdaderamente, el único asunto que puede lograr un cambio importante en el país. Habrá que lograr permanencia, organización y capacitación de esos ciudadanos. Pero, realmente, la mejora de la situación del país, independientemente de cuáles sean los partidos que estén en el poder, ocurrirá cuando haya una respuesta fuerte de ciudadanos sin partido: personas que discutan, analicen, debatan, y que exijan a nuestros mandatarios ir más allá de sus intereses de partido o ideológicos. Y eso logrará, verdaderamente, que nuestra clase política gobierne para todos. Algo que rara vez se ha visto en nuestra historia.

sábado, 28 de junio de 2025

La libertad de opinión

Como una consecuencia de los cambios en el Poder Judicial, en las últimas semanas se ha estado discutiendo con vigor el tema de la libertad de opinión. Una cuestión que en México siempre nos ha costado mucho trabajo manejar. Se ha dicho que México es uno de los países donde es más peligroso ser comunicador. Y el peligro aumenta. Recientemente, se penalizaron, no solo a periodistas, sino también a ciudadanos que publicaron algo en las redes sociales, sin ser parte de los medios tradicionales. Se dieron castigos importantes, incluso de tipo económico, de millones de pesos, que pueden darse a quien quiera opinar con libertad en las redes sociales. De hecho, se está vulnerando el derecho a opinar. Se acusa al gobierno de imponer una censura. Algo complejo, porque para cada derecho, habitualmente hay deberes correlativos. Y esto no queda del todo claro. Sabemos que existe el derecho a la libertad de opinión, pero no necesariamente sabemos cuáles son los deberes que genera. No tenemos claro el concepto mismo. ¿Qué se entiende por opinión? Pensamos que una opinión debería de tener siempre el derecho a ser considerada como verdadera. Pero no es así. Una opinión es una expresión subjetiva, que no necesita ser probada de manera científica, y todos tenemos derecho a emitirla, sin necesidad de sujetarnos a la autorización de alguien más. Pero, como dije, también genera deberes. Por ejemplo, el de no incitar al odio o la violencia, no difamar, evitar el insulto y la denigración. Desgraciadamente, hemos visto en nuestro medio que no se respetan mucho estos deberes. Al ver lo que se publica en redes sociales a propósito de diferentes políticos, se ve que no se respetan mucho sus derechos. Sobre todo, el de ser bien tratados. La verdad es el punto. Se debe respetarla, tener al menos la intención de decirla, y nuestras opiniones deben tratar de venerar ese aspecto. Es un asunto de pensamiento crítico. Tenemos derecho a examinar lo que nos dicen y dar nuestras propias opiniones. En este tiempo, al que le dicen la era de la posverdad, esto resulta particularmente complicado. Si no creemos que puede haber una verdad objetiva, es muy difícil decir quién está fallando en la comunicación. El asunto central aquí es: ¿quién define la verdad? ¿Quién dice qué algo es correcto o no? En las monarquías, antiguas o modernas, el monarca decide qué es verdadero y qué no lo es. Cuando en una democracia, el sistema judicial deja de tener independencia, el gobierno es quien va a definir qué es verdadero y qué no. Y es ahí donde se pueden dar abusos. Sobre todo, cuando la democracia es sustituida por una autocracia. Este asunto se discute desde el tiempo de los griegos y, sobre todo, a partir de la Revolución Francesa y de la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América. Nosotros, como ciudadanos sin partido, estamos siendo sujetos a derechos y obligaciones que, normalmente, no nos tocaban. Tenemos que ser cuidadosos, estar instruidos y saber cómo manejar la libertad de opinión, así como entender a qué nos estamos exponiendo cuando damos nuestras opiniones públicamente.

domingo, 22 de junio de 2025

Ocaso de los organismos internacionales

Los bombardeos de los Estados Unidos en Irán, este domingo pasado, hacen visible la debilidad de los organismos internacionales que, supuestamente, se han creado para evitar las guerras mundiales y los conflictos locales. No es nada nuevo: su debilidad ha sido un proceso de deterioro lento y gradual, porque se han tenido resultados mínimos o nulos, en muchos casos importantes donde los organismos internacionales, mayormente los dependientes de Naciones Unidas, han tenido un efecto poco relevante. Las condenas de la ONU a la invasión rusa a Ucrania, por poner un ejemplo; las censuras a los señores Netanyahu, Maduro y Putin, por diferentes acciones que vulneran gravemente el derecho internacional, el rechazo de la OEA al proceso de elecciones del Poder Judicial en México, han sido declaraciones sonoras, pero totalmente inefectivas. Los condenados siguen actuando exactamente igual, les han importado muy poco las condenas y las reclamaciones de los organismos internacionales. Es poco probable que en esta ocasión los resultados sean diferentes. Es de dudarse que la ONU logre sentar a negociar a Irán, Israel y los Estados Unidos para lograr un acuerdo mínimamente satisfactorio para todas las partes. Menos aún si el tono de las declaraciones ha sido que “primero será la fuerza y después la paz”. Un criterio que promueve el poder antes de las negociaciones. De fondo, no se trata de una paz verdadera; más bien significa el acto de rendirse ante el más fuerte. Estos organismos internacionales se crearon, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, precisamente con la intención de evitar conflictos armados de la magnitud que está ocurriendo en estos últimos años. Su antecedente fue la Sociedad de las Naciones, que funcionó entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, con los mismos propósitos que las Naciones Unidas y que tuvieron también un efecto prácticamente nulo. De hecho, su fracaso se considera por especialistas como una de las causas remotas de la Segunda Guerra Mundial. Eso se intentó repetir con la ONU, que trataba de mejorar las fallas de ese primer intento. No es que estos organismos sean totalmente ineficaces. Entidades como la FAO o la UNESCO tienen claramente logros, aunque queda mucho por hacer. Por el contrario, es un hecho que también ha habido un rechazo importante de sectores, tanto de izquierda como de derecha, a estos organismos. En muchos casos, por una desconfianza sobre la creación de un gobierno mundial que borre la soberanía de las naciones. Esto ha sido propiciado por las acciones de Naciones Unidas para tratar de cambiar la cultura. Y no solamente la cultura, sino incluso las creencias religiosas y éticas de partes importantes de la humanidad. Vemos, ciertamente, el ocaso de estos organismos. Si cada vez son más ineficaces, los países signatarios dirán: ¿Por qué seguirlos sosteniendo? Este es un tema que habría que vigilar con cuidado. Algo se puede lograr, hay mucho por mejorar, y mientras todo se quede en declaraciones, que no tengan consecuencias, todo lo que se haga en este sentido será poco efectivo. ¿Será necesaria una refundación completa de esos organismos?

martes, 17 de junio de 2025

Dependencia México-Estados Unidos

Entre México y Estados Unidos existe una situación ancestral de integración entre ambas economías, una situación que se le podría calificar de dependencia. Aunque hay quien dice que es, más bien, una codependencia y, en todo caso, debería tratarse de una interdependencia. Son matices del mismo concepto. Esta es una situación que se ha venido acelerando y ampliando desde el siglo XX y el siglo XXI mediante acuerdos comerciales. Esto ha estado cambiando con una serie de declaraciones de parte de los presidentes de ambos países, donde se está planteando la dependencia de distintas maneras y usándolas como arma de tipo político. Repito, de ambas partes. El punto es que, para muchos, se tiene la idea de que unos dependen de los otros. Por ejemplo, la presidenta de México habla de que los migrantes mexicanos sostienen la economía de Estados Unidos, lo cual es parcialmente cierto, pero no del todo. Y fue citada, como quien pidió una movilización de los emigrados para defender sus derechos. Culpabilizándola por los disturbios recientes en algunas ciudades de los Estados Unidos. Estos últimos días, se han visto en redes sociales respuestas a esta aseveración de la señora presidenta, diciéndole que, si los mexicanos que están trabajando en Estados Unidos son tan eficaces, tan buenos trabajadores, ¿por qué no se regresan a México, trabajan acá y construyen una economía mexicana mucho más fuerte, aprovechando esas fortalezas? Lo que pasa es que no basta con tener un buen trabajador: personas asiduas, bien entrenadas o dispuestas a serlo, como ocurre con mucha frecuencia con el migrante mexicano. Y no basta por muchas razones. Si regresaran a México todos los buenos trabajadores emigrados a los Estados Unidos, que ya han sido valorados, que ya reciben salarios muy superiores a los que se pagan en México, se encontrarían con otra situación: las diferencias importantes entre las dos economías. Mientras en Estados Unidos existe una fuerte inversión, un emigrado, al llegar a México, se va a encontrar con una economía con un poder adquisitivo incomparablemente menor que el de Estados Unidos, con una inversión tecnológica escasa y cara. Con esto, las condiciones de ese trabajador, aun cuando sean en realidad muy buenas, no van a tener resultados. Dentro de estas diferencias habría que destacar, como algo muy importante, el concepto del imperio de la ley, muy apreciado en los valores de una buena parte de la población de Estados Unidos. Mientras que en México la situación no es así: pocas personas tienen mucho aprecio por el imperio de la ley y tienen otro tipo de ideas, que heredamos desde los tiempos de la Colonia o antes. Esta situación, que hemos tenido ancestralmente, en las últimas semanas, se ha agudizado, en parte, por marchas y algunos actos de violencia, en la ciudad de Los Ángeles y en otras ciudades de los Estados Unidos. Mismos que se achacan a declaraciones de la presidenta Sheinbaum, quien habló de la necesidad de movilizarse ante las situaciones en que viven nuestros emigrados. Se ha disparado una guerra de declaraciones de ambas partes. Tanto de los personeros de la 4T, como por cierto tipo de partidarios del Partido Republicano de los Estados Unidos. Se ha llegado hasta acusar al gobierno de México de estar planeando una invasión y una guerra de guerrillas en Estados Unidos. Se habla de la colaboración de Venezuela, Cuba y Nicaragua para este asunto. Planteándolo como una cuestión que ya no es de tipo interno ni de migración, sino de un ataque bélico. Con todas las consecuencias que esto tiene. Sin saber, en realidad, hasta dónde puede llegar. Debemos tener un concepto más claro de cómo debe ser nuestra relación. Lo único bueno que puede salir, de toda esta guerra de declaraciones es, precisamente, la clarificación de cómo debe ser el papel de ambos países. Hay que reconocer que hay dependencia, pero hay que pensar que debe volverse una interdependencia, donde cada cual aporte sus fortalezas y ayude a remediar, de algún modo, las debilidades de nuestros países. Hay que reconocer la aportación que tiene la mano de obra mexicana, sea en Estados Unidos o sea en las maquiladoras, en el concepto, hoy muy demeritado, del Near Shore, y ver cuáles son los lados positivos. México está aportando mano de obra calificada, entrenada con las especificaciones que piden en Estados Unidos, y con una organización de la cadena productiva que se integra de una manera muy adecuada para las necesidades de ese país. Por otro lado, hay que reconocer que a México le conviene un acceso más amplio a una economía mucho más grande y creciente, donde puede haber un mercado muy bueno para nuestros productos. Aceptar que tenemos diferencias en esta relación. Esta interdependencia se da donde México aporta muchas materias primas o productos ensamblados por mano de obra especializada, mientras que nosotros importamos bienes de capital, equipo electrónico y equipo de alta tecnología, obviamente en todos los casos, con mayor valor agregado. Por ejemplo, la utilidad que se puede obtener exportando cien mil dólares de aguacate es escasa, comparada con lo que le trae, a los Estados Unidos, como valor agregado, la venta de cien mil dólares de teléfonos electrónicos de alguna de las marcas de alta gama. Lo mismo ocurre con equipamiento electrónico de alto nivel que importamos de EE. UU., mientras nosotros estamos exportando petróleo, carne de res y vegetales de invierno, que no se comparan con el valor agregado de lo que les compramos. Tenemos que reconocer, mutuamente, la aportación que cada uno hace para la economía del otro país. Cultivar lo positivo, abandonar el concepto de que hay ganadores y perdedores. Evitar pensar que estamos en un juego de suma cero. O sea, que todo lo que gane Estados Unidos es porque lo perdió México y, viceversa, todo lo que ganan México y los mexicanos es porque lo perdió Estados Unidos. En realidad, la idea es que entre los dos podemos hacer que nuestros mercados crezcan y que seamos cada vez más importantes a nivel mundial, ganando exportaciones fuera de nuestra área. No solo esto: considerar cómo crecerían nuestras economías si tuviéramos ambos países mayor poder adquisitivo. Ese debería ser, realmente, el objetivo más relevante. Pero no ha sido fácil. No se trata de ver qué le arrebato al otro para crecer yo, sino de ver cómo colaboramos juntos. El concepto que le ha dado vida a la Unión Europea y probablemente a otras economías, que busca precisamente esto. Finalmente, lo que necesitamos es bajar la intensidad de un enfrentamiento estéril, que no nos está beneficiando, que nos está haciendo daño a ambos lados. Y que al final de esta historia terminaremos con enconos, con divisiones y con víctimas, muchas veces, irrecuperables. En ambas economías.

martes, 10 de junio de 2025

¿Qué hacer?

En la discusión sobre los resultados de la elección del Poder Judicial, hay algunos puntos en los que vale la pena entrar más a fondo. En México difícilmente puede hablarse de que existió una época larga de Estado de Derecho. Fue hasta los años 1995-96, cuando se empezaron a establecer con mayor claridad los contrapesos del Poder Judicial al Poder Ejecutivo o Legislativo. Antes de ello, en México, aparentemente, en las leyes había salvaguardas para la ciudadanía, pero la realidad es que había un sometimiento completo de los Poderes, tanto el Legislativo como el Judicial, al Poder Ejecutivo. Y por ello se hablaba de la “monarquía sexenal”. Hay una diferencia con la situación actual. Efectivamente, los cambios en las leyes han restablecido ese sometimiento del Poder Judicial a los demás Poderes, que hacen esos cambios legales, más no legítimos. La gran diferencia es que antes, al menos en las leyes, en la Constitución, se mantenían algunos contrapesos. Ahora, la falta de independencia del Poder Judicial, se ha vuelto ley. Antes se violaban las leyes. Hoy en día, no se está violando la ley cuando se somete al Poder Judicial a los dictados del Poder Ejecutivo. De hecho, quienes han salido perdiendo, somos los ciudadanos sin partido. La gran pregunta ahora es: ¿qué nos toca hacer? ¿Hay algo que se pueda hacer? Estamos viviendo una época de desesperanza, el sentimiento de que no se pudo parar este golpe, el cual no ocurrió, propiamente, el día de las elecciones. El golpe estaba dado desde antes: desde la construcción del sistema de elección de jueces y el modo como se diseñó la votación, con prisas y sin un cuidado suficiente. Un ciudadano sin partido no tiene los recursos que pueden tener los partidos políticos, que son considerables y adecuados. Además, esos recursos proceden de los propios impuestos que paga el ciudadano sin partido. De ahí el sentido del desánimo. Hay quienes dicen: “no hay nada que hacer”. Pero esto es importante. No podemos simplemente decir que hay que aguantar. En algún momento me dijo una buena amiga: “solo nos queda irnos a Miami”. Bueno, eso era antes de que llegara el señor Trump. Pero esa es la salida que algunos ciudadanos, con recursos suficientes, están planeando. Hay cosas que son importantes y que sí se pueden hacer. Lo primero es entender con claridad qué pasó. Por un lado, la 4T y sus aliados están celebrando como un triunfo el logro del 12 % de los votantes registrados. Lo cual es relativamente falso, porque hubo votos en contra de los candidatos que ellos propusieron, ilegalmente, por supuesto, a través de los famosos acordeones. De eso no tenemos una medición correcta. ¿Cuántos son los que verdaderamente ganaron, en proporción de aquellos que se sugirieron en los acordeones? Se dice que el nuevo presidente de la Suprema Corte, ganó con solo un 6 % del electorado. También es falso lo que han dicho algunos personeros de la oposición, que el 88 % de la población votó en contra del cambio. Eso tampoco es cierto. De ese 88 % no podemos calcular, con precisión, cuantos estuvieron en contra o a favor de la propuesta. O, simplemente, no les importó. Y eso es lo que está pasando con la mayoría. No desean hacer algo por cambiar la situación. Habría que tomar en cuenta también que hay diferentes tipos de ciudadanos sin partido, que podrían dividirse en dos grandes grupos: los que no tienen partido, porque no creen en los partidos actuales, pero que podrían participar intensamente en partidos nuevos que les dieran garantías que hoy no reciben de la oposición actual. Ese es un tipo de ciudadano que temporalmente es un ciudadano sin partido, pero que está a la búsqueda de algo que le satisfaga. Probablemente, la mayoría de la ciudadanía, no pertenece a ningún partido ni desean pertenecer a alguno. Simplemente, consideran que no es su manera de actuar en política, pero que no quieren quedarse sin participar. Y por supuesto, siempre habrá ciudadanos sin partido, que ni les importan ni quieren participar de ninguna de las maneras. Simplemente, están muy cómodos con la situación actual y no están convencidos de que les afecte en lo personal. Pensando en aquellos, que no quieren ser miembros de ningún partido y que sí quieren participar de alguna manera, habría algunos puntos que considerar. La gran pregunta es: ¿qué hacer? Frente a esta situación, que se ha creado y que todavía no conocemos a fondo sus consecuencias, ¿cómo modificarla? Es un juego de largo plazo. No es creíble que, con unos cuantos arreglos rápidos o un cambio de gobierno, cambie radicalmente el concepto de fondo, la idea de tener un verdadero Estado de Derecho. Que, como decía anteriormente, casi nunca hemos tenido, y que tampoco nos ha importado demasiado, porque no le hemos visto los frutos a esa situación. Habrá que ir creando nuevas condiciones. El primer paso que puede dar el ciudadano común es asociarse, comunicarse para entender: ¿Qué ocurrió? Estudiar para comprender cuál ha sido la situación, desde sus antecedentes y por qué entre los mexicanos el Estado de Derecho nunca ha sido un valor que tenga un alto nivel de importancia. Y qué se podría hacer para convencernos. Hay que entender a quiénes votaron a favor de un cambio tan radical como el que estamos viviendo. Seguramente, tuvieron alguna idea de qué esto les beneficiaba. Víctimas, posiblemente, de la corrupción, de la impunidad, brutalmente atroz en este país. Es un hecho que no le ven caso a seguir como estábamos. Hay que entender por qué piensan así y qué es lo que están buscando, cuál es el cambio que desean. Ha habido intentos de mejorar la situación jurídica y uno muy claro fue el intento de cambiar al sistema de juicios orales, que se buscó implantar con gran vigor, pero que, al cambiar el régimen, como tristemente ocurre en nuestro país, cuando entró un nuevo presidente cambiaron las prioridades, cambiaron los criterios y no se siguió con la misma intensidad. Y se tuvo una aplicación parcial que no llegó a los resultados que se deseaban. No se puede decir que haya fracasado el sistema, porque de fondo nunca se implementó, ni siquiera de manera limitada. Pero eso tenía como propósito acelerar los procesos y poder darle a la ciudadanía el resultado de una justicia rápida, expedita y completa. Por otro lado, una vez entendiendo cuál es la situación y, probablemente, esto requiera estudios parciales por cada tipo de asunto, tendríamos que organizarnos para discutir en amplitud cuál es el objetivo, qué es lo que la mayoría quiere y de qué manera se le puede apoyar para que esto ocurra. Afortunadamente, la tecnología y también las costumbres que se han ido implementando en la ciudadanía, hacen fácil organizar pequeños grupos de discusión con condiciones muy específicas. Grupos que tengan algún interés en particular en esos aspectos jurídicos. La ventaja es que esto no requiere de grandes inversiones, ni tampoco de liderazgos muy poderosos que, desde el principio, aglutinen a todos los que desean participar. La discusión en grupos pequeños puede ocurrir con más facilidad cuando se trata sobre todo de intereses comunes. Así, por ejemplo, podríamos hablar de grupos que discutieran la parte jurídica de lo familiar, o que hablaran del problema de las desapariciones forzosas, o de los temas económicos e incluso los mercantiles. Discutir por asuntos y ubicar qué áreas faltan por discutir. Todo lo que se requiere es una coordinación sencilla para poder saber quién está discutiendo sobre qué. Una vez teniendo eso, conviene también, revisar, detallar, confirmar cuáles son las distintas propuestas en el asunto. Empezando, por supuesto, por el principio: ¿por qué no creemos en la justicia y dónde vemos necesidad de un cambio, en el aspecto que estamos tratando en lo particular? Una vez logrado esto, lo que sigue es buscar el modo de comunicarlo. Que es, probablemente, la parte más fácil de hacer, porque todo el mundo está muy preparado para hacer comunicaciones sencillas. Desde unas cuantas frases, una infografía, o un pódcast o algo un poco más sofisticado. Lo cual abunda por todos lados y es fácil de hacer. Pero aquí el concepto es no quedarse con la discusión, sino comunicar. Tratar de centralizar esa comunicación para poder tener idea de qué se está transmitiendo, qué se está desarrollando y poder tener ideas claras. Y luego, posteriormente, vendría el aspecto de influir. Reunir grupos que tengan intereses comunes. Alguna idea de declaración conjunta. Y darlo a conocer a otros ciudadanos sin partido que tengan interés para influir. Para no solo darlo a conocer, sino también exigir propuestas muy concretas. Que es a lo que tendríamos que llegar. Claramente, no bastaría con esto. Necesitaríamos acciones que el propio caminar nos irá señalando. Por ejemplo, crear observatorios ciudadanos sobre distintos temas, auditorías sociales del funcionamiento de los gobiernos, legislativo en la sombra, y más. Lo que está claro es que no nos podemos quedar como estamos. La desesperanza en este momento es probablemente lo que más les interesa a quienes han ganado. Claramente, hay que tener en cuenta que esto no va a tener resultados rápidos y que no podremos esperar cambios totales del blanco al negro, sino que será una actividad de muy largo plazo.

martes, 3 de junio de 2025

Cochinero o Abstención

Al reflexionar sobre la jornada de votaciones por el Poder Judicial, hay dos términos que resaltan: cochinero o abstención. Vale la pena analizarlos a fondo. Efectivamente, se dio una votación menor de la esperada por la 4T, quien se supone que tiene un voto duro de, al menos, el 16 % del electorado, sin contar parientes, amigos o hermanos de los beneficiados por los donativos de Bienestar. Situación que le ha permitido tener mayorías muy amplias y votaciones muy abundantes. La votación actual no llega ni de lejos a la cantidad de votantes que sufragaron a favor de Claudia Sheinbaum, y esto suponiendo que todos los que votaron forman parte del núcleo duro de la 4T. Lo cual seguramente no es así: una parte menor, votó contra los candidatos de MORENA, pero no hay manera de confirmarlo o de cuantificarlos. Seguramente, hubo muchos que obraron de buena fe, por diferentes razones. Votaron porque creyeron y se convencieron de la argumentación de que ese es el modo de evitar la corrupción y la ineficiencia del sistema judicial, que es una plaga en nuestro país. Otros votaron por quedar bien, por cumplir a quienes les están apoyando, y también lo hicieron buscando algún tipo de beneficio. Sería importante tener mayor claridad sobre las razones de aquellos que están votando de buena fe por este tipo de reformas y cuestionarse como ciudadanía, y también como oposición, qué es lo que la población desea del Poder Judicial. También hay curiosidad por saber quién, entre los aliados y las tendencias de la 4T, resultaron ganadores en el reparto de puestos. Y dado que, con gran disciplina, los resultados fueron los que indicaron los “acordeones” de MORENA, ellos nos indicarían cómo es el balance de fuerzas en la 4T. Por otro lado, hubo quienes dejaron de votar argumentando que: “Esto es un cochinero y yo no me quiero hacer responsable por un bodrio de este estilo”. Lo cual tiene también su lado complicado. Este fue el argumento que se empleó por muchísimos años en la época de los gobiernos emanados de la Revolución. Porque muchos ciudadanos no querían validar el cochinero monumental que duró siete décadas de gobiernos autoritarios, que no permitían actividad política independiente. Y esa era su razón para no votar, en aquellas épocas. Pero, al mismo tiempo, ese rechazo era un apoyo indirecto al régimen. Porque el disgusto y el enojo, no se canalizaban a través de los medios democráticos, sino a través del chisme, la molestia, o el coraje, pero finalmente no se expresaban en las urnas. Y esto es importante. En la democracia, el enojo, el descontento, no se expresa evitando las votaciones, sino al contrario, haciendo fuerte la democracia, participando para que cada vez sea más tomada en cuenta. También hay algo ahí, como una especie de orgullo, pensando: “Yo no me rebajo a participar en un cochinero como este.” “Yo soy una persona decente y no voy a participar en este tipo de fraude”. Desgraciadamente, los jueces que actualmente se han elegido para los distintos niveles, le van a deber su voto a la actividad de MORENA, a sus promotores del voto, sus redes, su núcleo duro. No le van a deber los puestos que van a tener, a la ciudadanía, como debería de ser. Y mucho menos a quienes se expresaron a través de la no participación. Por otro lado, sí se puede señalar que fue escasa la votación, en una proporción del 12 % a un 13 % de votantes, en la primera declaración del Instituto Nacional Electoral, aunque ya para el martes había quienes decían que no habría votado más del 5 % del electorado. No sabemos lo que está ocurriendo, por cuáles razones se votó. No tuvimos la información necesaria para tomar decisiones realmente sólidas. Hay un desconocimiento general de lo que es la Ley. Y también, en un sentido más amplio, de lo que significa la democracia, y las instituciones que tradicionalmente se dan en los países democráticos. Nos falta el concepto de los balances y contrapesos, que son verdaderamente difíciles de entender para la mayoría de la población. Tenemos también un desconocimiento, inducido por quienes diseñaron esta votación, sobre los candidatos, de manera que hubo poco tiempo, y poca difusión del conocimiento de los que estaban proponiéndose como candidatos. Y se les dejó la tarea al TikTok y otras redes sociales. Que la mayoría de la población no tiene la costumbre de consultar. Una gran parte de la ciudadanía no tiene el conocimiento como para poder acceder a información específica a través de las redes. Básicamente, tienen un modo muy simplificado de acceder a las mismas. No hablemos de personas como los obreros, los campesinos y sobre todo ciudadanos que residen en las poblaciones pequeñas, donde muchas veces la infraestructura no permite hacer un uso intensivo de estos medios. Se hizo la difusión para una parte del país que sí tiene esos accesos y esos conocimientos. No para todos. Además, también en un nivel mucho más generalizado, hay un gran desinterés por la política. Se piensa que hablar de política en reuniones sociales es de mal gusto. Porque lo más probable es que ocurran pleitos. Y es cierto. Efectivamente, puede ocurrir, porque al no tener conocimientos suficientes, nuestra única reacción cuando alguien propone ideas diferentes de las nuestras es el enojo y rebatir a través del insulto. Es lo que ha crecido enormemente en los últimos años. No es ese el modo como se puede llegar a ser democrático. Pero no tenemos otro, porque no sabemos cómo defendernos y no entendemos cómo aprovechar, verdaderamente, lo que sabemos. Nos encontramos, una vez más, con que nuestra ciudadanía está profundamente dividida, con una gran desconfianza los unos a los otros y haciendo muy difícil una colaboración ciudadana. Podría uno pensar que ha sido el propósito maquiavélico de quienes diseñaron el lío en el que estamos ahora, metidos en el cambio del poder judicial. Si el propósito ha sido dividir a los ciudadanos para que no se puedan poner de acuerdo, claramente lo están logrando. Y no hay que permitirlo. Solo unos cuantos ganan con la división de la ciudadanía. La división de quienes no siguieron las indicaciones de MORENA, el encono que se está creando entre los ciudadanos, debe evitarse. Pensando a futuro, tenemos que sanar nuestras diferencias, por el bien de la Patria. Finalmente, tuvimos que llegar a una decisión: ¿Votamos o no votamos? ¿Aceptamos el cochinero o nos abstenemos? ¿Fuimos indiferentes o teníamos razones para manifestarnos? Detrás de todo eso pudo haber muchas cosas, porque no supimos qué hacer, de lo cual no tenemos toda la culpa. Hubo quien limitó la información y diseñó todo el evento de manera que no pudiéramos fácilmente acceder a la información. O también puede haber sido porque no nos importó. Pero finalmente, la solución de fondo, es encontrar el modo de salir de este conflicto que nos está dividiendo como Sociedad. Y la solución está en los propios ciudadanos. Una intervención ciudadana decidida, que no confíe en que las soluciones vengan de los políticos, de una clase política que, tal vez, en algunos casos, ya está irremediablemente desprestigiada. Podría ayudar una refundación de los partidos y de los grupos políticos. Pero lo que necesitamos son actividades ciudadanas, que no estén basadas en la clase política y que nos permitan resolver estos problemas de fondo. .

martes, 27 de mayo de 2025

Se los dije

Hay ocasiones en que, en la discusión entre los políticos y posiblemente entre algunos ciudadanos, es el momento de la frase: “se los dije”. Una frase poderosa, una que no compromete a nada, que lo único que logra decir es: “yo tuve la razón”. Posiblemente, ataqué alguna propuesta, pero no propuse nada nuevo. Simplemente, algo falló: mi oponente se equivocó. Y yo podía darme el lujo de decir: “se los dije”. Ahora, con el motivo de las elecciones del poder judicial, escucharemos esta frase repetida, una y otra vez. Es una frase poderosa, pero un tanto inútil. No hay ejemplos de que haya alguien que gane elecciones, o posiciones políticas, porque haya podido demostrar que el otro había fallado, o que tenía algún error. Pero eso ocurre frecuentemente. Se apela a la vergüenza de aquel que se equivocó. Y supone que, de pura vergüenza, se retirará del campo y dejará de molestar o dejará de oponerse. Lo cual es bastante dudoso. Lo más probable es que genere todavía más encono, más enojo, y haga más difícil aún, tener algún tipo de colaboración. Estamos en este momento en una situación que ocurre periódicamente, como un ciclo, en algún momento de la política: el tiempo de una implosión. ¿Qué significa esta palabra dominguera? Básicamente, es lo contrario de la explosión. En lugar de que se expanda una gran cantidad de gases, polvo y materiales, que es lo que ocurre con una explosión, en una implosión, todo se contrae, se reduce a su mínima expresión. Estamos en un momento así. Un gobierno que nació con una fuerte posición de votos a favor, y que se está encontrando con problemas de muy diferentes tipos. Tal vez el más reciente, es el enfrentamiento con uno de sus grupos fundacionales, la CENTE, un grupo de maestros disidentes, que no se pliegan a los sindicatos tradicionales, y que en este momento han hecho una serie de demandas difíciles de cumplir. Tal vez la más notable es la de pedir el 100 % de incremento en los sueldos. En lo cual, probablemente tienen alguna razón: los profesores, en general, son un grupo mal pagado. Pero, por otro lado, también es cierto que no hay posibilidad de hacer un aumento así, de súbito. Ese es el problema. Eso podría discutirse, llegar a algún arreglo, un programa para llegar a esa solución. Pero, por lo pronto, lo que ha ocurrido es que se han dedicado a bloquear a la ciudad capital, se han enemistado con la señora presidenta y últimamente han llamado a un boicot a las elecciones del Poder Judicial. Por lo cual, la Doctora Sheinbaum les respondió diciendo que han tomado una de las banderas de la derecha. Una vez más, tratando de que cambien de opinión, porque se avergüencen de que sean llamados derechistas. Pero tenemos otras cuestiones importantes aquí. Tal vez la otra más notable fue el haber bloqueado el ingreso a la mañanera de la señora presidenta, lo cual también ocurrió justamente en medio de estos diferendos. Y ocurre en el momento en que la Doctora Sheinbaum había acordado ya con ellos una cita donde iban a discutir, iba a escuchar sus ideas, iba a proponer alguna solución. Con lo cual, evidentemente, se canceló, por lo pronto, la posibilidad de esa cita. Otro tema muy complicado es el hecho de un asesinato de alto impacto en la Ciudad de México, donde se asesina a dos colaboradores de muy alto nivel, muy cercanos a la señora Jefa de Gobierno de la Capital Federal. Además, con una sincronización verdaderamente espectacular. El asesinato ocurre precisamente de manera que, mientras la señora secretaria de Gobernación estaba mostrando los resultados del plan para atender las causas de la violencia, en ese momento le llega al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana la información del asesinato. El señor secretario interrumpe a la señora presidenta y le muestra en su teléfono el anuncio de lo que está pasando. Una coincidencia verdaderamente impresionante. Justo cuando se estaban dando resultados, ocurre un asesinato de muy alto impacto, que echa por tierra todo lo que se está diciendo respecto a los resultados. Se dice que, en política, como en muchos otros lados, no existen coincidencias. Es difícil pensar que esto haya sido planeado tan a detalle. Es una coincidencia verdaderamente impresionante. Esta es la duda que queda presente. Otro hecho importante: la humillación pública de un abogado en el Congreso. Donde al señor presidente del Senado, se presentó un ciudadano, para pedirle disculpas y someterse a una humillación pública. El senador da como justificación que el humillado pidió esa oportunidad de pedir una disculpa pública. Dando, como razones, que él tenía muchos trabajos con el gobierno. Para ese abogado, era importante pedir esta disculpa. Realmente no cabe duda de que tenía un gran temor. Una pregunta relevante: ¿por qué una de las ramas del poder legislativo, donde la 4T tiene una mayoría suficiente para cambiar la Constitución, requería esta humillación? ¿Cuál era la necesidad? Probablemente, muy pocos se enteraron de que, según la historia que se cuenta, el que ahora fue humillado, le hizo algunos denuestos al señor presidente de la Cámara. Pero, ¿realmente hacía falta esa humillación pública? ¿A qué le temen? ¿Por qué necesitaban de esa humillación? ¿Realmente se sienten en una situación de riesgo que necesitan tomar medidas tan extraordinarias como esa? ¿Por qué? No faltará quien diga que esto es el principio del fin de la 4T. Lo dudo mucho. Todo está preparado de manera que tienen poderes absolutos y cada vez tienen menos contrapesos. Recuerda uno la fábula del ídolo de pies de barro. Una donde se cuenta de un ídolo, gigante, de metal muy fuerte, pero que los pies están hechos de barro y una piedrecita que rueda desde una loma, termina rompiendo esos pies de barro y derribando al ídolo. Se muestra que, a veces, donde está aparentemente la mayor fortaleza, el mayor poderío, hay alguna debilidad fundamental. Cuando se tiene tanto temor a este tipo de situaciones, es porque en algo no se están sintiendo totalmente seguros. Sin embargo, frente a estas muestras de debilidad, incluso de temor, nos encontramos con un problema relevante: la gran debilidad de la oposición, centrada en criticar, buscando el argumento demoledor que pueda quitar a los actualmente gobernantes, con el concepto del “se los dije”. Tratando de encontrar en dónde están las fallas, los argumentos que cambien a la ciudadanía prácticamente de la noche a la mañana. Hay muchos que dicen que necesitamos una nueva oposición. Y es posible que haya algo de esto. Lo que habría que preguntarnos sería si lo que requerimos, en realidad, es una mejor ciudadanía. Necesitamos con urgencia formación en política, de un nivel sencillo, para el ciudadano de a pie. No, no se trata de que todos seamos politólogos. Pero sí que cada uno tenga conocimientos que nos puedan permitir entender, discutir, debatir diferentes propuestas, poder entender cómo funciona el sistema y cómo debe de actuar. Lo que necesita para poder influir y ejercer su derecho de ser mandante, y ponerle sus límites a los mandatarios. Ser capaz de analizar, debatir y, sobre todo, proponer. Y de ahí, con una ciudadanía con esas características, ya vendría la creación de organismos de oposición que puedan ser efectivos. Mientras sigamos en las mismas condiciones que tenemos, solo nos quedará escuchar críticas sin propuesta y una posición cada vez menos relevante de la oposición frente a las situaciones de este país.

martes, 20 de mayo de 2025

¿Votar o no votar?

Es interesante cómo, en las últimas semanas, una buena parte de las conversaciones, en el trabajo, entre amigos, familias y hasta en organizaciones religiosas, se han centrado en una pregunta: ¿Hay que votar en las elecciones por renovar el Poder Judicial o no deberíamos de votar? No es nada sencillo. No hay una respuesta fácil. Muchos dicen: “¿Para qué votar? No sirve para nada. No importa lo que hagamos, ya están arregladas las elecciones y no cambiarán las cosas. De manera que no tiene sentido votar”. Esto nos recuerda, a los que ya somos un tanto mayores, los tiempos de la dictadura perfecta. Hace ya un buen número de años, cuando eran muy pocos quienes votaban. Precisamente con este mismo argumento: “No tiene sentido votar. No importa lo que hagamos, van a salir los que quiera el gobierno”. Y, efectivamente, ocurría toda clase de cosas: asalto de casillas, quema de votos, robo de urnas. En algunos casos, incluso se acusaba al propio ejército de llevar a cabo estos hechos. De manera que todos pensaban que ya se sabían los resultados y no tenía mayor caso votar. ¿Quiénes votaban? Realmente, lo hacían los acarreados, los que, de alguna manera, tenían algo que ganar en esa elección. Una pregunta importante, ahora que se está cuestionando y se está proponiendo no votar para hacer quedar mal al gobierno: ¿De veras sirve o no una actividad como esa, la de no votar? ¿Qué va a ocurrir en caso de que no votemos? Supongamos que una parte significativa de la población decidiera no votar. ¿Cambiarían las cosas? ¿Se repondría la votación de otra manera? No existe nada en la ley que diga que, si no se alcanza un determinado número de votos, se invalidará la votación. Aun si votaran unos cuantos centenares de personas, los resultados serían vinculantes. De manera que votar o no votar daría el mismo resultado. En todo caso, lo más que pudiera ocurrir es que al gobierno, al poder ejecutivo, le causaría una seria vergüenza. Una consecuencia que no sabemos si realmente le importará, mucho o poco. No sería fácil que eso les obligara a ver las cosas de otra manera. Pero, además, hay muchos modos de interpretar ese resultado. Puede uno decir que no se vota porque no existe conciencia cívica. Y en todo caso, la culpa no es del gobierno, sino de una ciudadanía poco instruida, poco comprometida. No sabemos cuántos dejarán de votar por flojera, por desconocimiento, por lejanía de los lugares de voto. Porque se decidió dar un presupuesto muy raquítico a esta elección. Por la complejidad de las boletas y del modo de votar. También, posiblemente, por el hecho de que hay poco tiempo para instruirse realmente a fondo de quiénes son los candidatos. La realidad es que, cuando hay una situación como de abstenerse del voto, puede tener algún efecto siempre y cuando haya una oposición efectiva, que le pueda sacar provecho a un acto como este. Pero tristemente, y se lo pregunto a usted, estimado lector: ¿Realmente, creemos que tenemos una oposición capaz, con el prestigio y las ideas suficientes, como para sacarle provecho a un boicot de este estilo? En todo caso, lo que estaría ocurriendo es que esa acción, se quedaría en un aspecto testimonial: damos testimonio de que diferimos con este gobierno, aunque de una manera difícil de contabilizar. Habiendo dicho todo lo anterior, ¿hay alguna opción? Sí, las hay: no son sencillas, pero son posibles. Se pueden tener maneras de hacerle conocer al gobierno, nuestro desacuerdo con el modo como se están manejando estas votaciones. En los tiempos de la dictadura perfecta, había quienes votaban a conciencia de que el resultado de su voto no iba a modificar la situación, porque los votos ya estaban previamente arreglados. Pero sí había una posibilidad de enviar un mensaje al gobierno, haciendo saber que una cantidad de personas, con cierta conciencia política, estaba mandando un mensaje a través de su voto. El mensaje de que no estaban de acuerdo con la situación. Y esto, a la larga, tuvo resultados. Hay otras opciones y hay que examinarlas. Abstenerse de votar no es la única. Otra es presentarse a las casillas, solicitar las papeletas y anular el voto. No es simple, pero es algo que se puede llevar a cabo. Se pueden tachar todos los espacios donde se tiene que poner el número del candidato, para que quede claro que no se puede usar ninguno de esos espacios. Y eso sí se puede contabilizar: se puede saber el número de votos anulados y hacer ver que una cantidad importante de los que participaron, yendo a votar, prefirieron anular su voto antes que dar su voto a personas que no consideraban adecuadas. Una tercera opción es hacer un voto diferenciado. Podemos votar según quién propuso a los posibles candidatos. En las boletas que está promoviendo el INE, se presentan los nombres de los candidatos y además hay un espacio en donde se establece quién está proponiendo ese voto. ¿Cuáles son propuestas del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, o del Poder Judicial? Y hay una cuarta opción, donde se pone que el candidato está en funciones, es una persona que ya actualmente está llevando a cabo esa función. Es claro que los recomendados por el Poder Ejecutivo y por el Poder Legislativo, serán fundamentalmente aquellos que son parte de la 4T. Sí, puede haber diferencias porque no hay una total unidad entre ellos, pero finalmente cualquiera de los que procedan de esos dos campos va a tener esa característica. Y hay otros que son parte del Poder Judicial. Ahí se encontrará uno, una mayor variedad. Y uno podría decidir, si no tiene un conocimiento claro de quiénes son, hacer la suposición de que, al votar por los recomendados por el Poder Judicial, estamos validando de alguna manera que, quienes sean propuestos por ese poder, no tienen tanta influencia del partido gobernante. Y finalmente, también puede uno votar por aquellos que están en funciones. Que, por cierto, son los mismos que hicieron paros y que se opusieron de una manera importante a estos cambios. Con una ventaja más: el hecho de que son personas que ya entienden y ya llevan a cabo estas tareas. Mientras que todos los demás que se están proponiendo, tienen que llegar a aprender el modo de resolver esas cuestiones. Y tienen que enterarse de los asuntos, porque no los han estado tratando. De manera que, todos aquellos que lleguen sin un conocimiento previo, causarán necesariamente atrasos que van a ser importantes. . No es un sistema perfecto, pero es una manera de hacer una diferencia. Y, por supuesto, siempre habrá la opción de hacer una investigación concienzuda de cada uno de los candidatos. Su gran número y la ausencia de información clara y detallada, lo hace difícil ¿Qué probabilidad tenemos de que tengamos unos resultados muy buenos? Muy escasa, pero sí podemos tener alguna influencia. Tendremos la capacidad de intervenir, al menos en alguna medida. Es lo que muchos de los ciudadanos están deseando. Necesitamos que a los ciudadanos nos tomen en cuenta. Esto es un gran asunto. Se está jugando la impunidad que nos corroe. Se está jugando la corrupción que hay en muchos campos del Poder Judicial. Y que no se resuelven, solamente, mediante el voto, como se nos está tratando de convencer. Se está jugando el que podamos seguir teniendo influencia. En los tiempos de la dictadura perfecta, no teníamos ninguna capacidad de participar. Y ahora tenemos alguna capacidad de influir. Ciertamente, habrá resultados muy dañinos si se da más poder a la 4T, al cancelar la posibilidad de que tenga contrapesos. Y usted, ¿qué hará? Yo, voy a votar.

martes, 13 de mayo de 2025

Un nuevo Papa

Hemos estado, en estas últimas semanas, en un tiempo de sorpresas. La muerte del querido Papa Francisco, precisamente cuando nos habían anunciado que iba mejor y ya no se esperaba que empeorara su situación. Luego, la elección de su sucesor, que también estuvo sembrada con sorpresas. No del todo: el nuevo Papa estuvo encargado por un buen tiempo de la Congregación de los Obispos, en la Curia del Vaticano, de manera que tiene una visión bastante profunda de la estructura de la Iglesia, ya que se encargaba de proponer al Papa a los nuevos obispos de distintas diócesis. De manera que no es un recién llegado que desconozca los organismos del Vaticano. Pero, claramente, lo más importante de su trabajo eclesiástico ocurrió como misionero. Siendo un sacerdote de los Estados Unidos, pasó la mayor parte de su vida sacerdotal en América Latina. Además, se nacionalizó como peruano. Interesantemente, también es miembro de una orden religiosa. Como muchos de ustedes saben, el clero se divide en dos grandes grupos: el llamado clero secular, que son sacerdotes que les reportan a los obispos de cada diócesis y, por otra parte, el llamado clero regular, que están sujetos a una regla y que reportan a una asociación de clérigos que en muchas ocasiones es mundial. Es interesante que, desde el 1769, no había habido ningún Papa que viniera del clero regular. Ahora, en estos últimos tiempos hemos tenido dos Papas que lo son: el Papa Francisco, jesuita, y ahora el Papa León XIV, que procede de la orden de los sacerdotes agustinos. Ha sido muy interesante el interés que generaron tanto la muerte del Papa Francisco como la elección del Papa León XIV. En el sepelio de Francisco, hubo la presencia de una buena cantidad de jefes de Estado y de Gobierno, y para reportar el conclave, se presentaron alrededor de seis mil comunicadores, procedentes de todo el mundo. Algo verdaderamente fuera de lo común. En nuestro país, por primera vez que yo recuerde, se preguntó al jefe del Ejecutivo si iba a asistir al sepelio del Papa Francisco, o si va a asistir a la toma de posesión formal de León XIV. Algo que nunca se le cuestionaba al presidente, porque no se consideraba que fuera algo de interés. Se hizo el cuestionamiento y la Presidenta designó a quien la va a representar. Además, anunció una invitación formal para que venga el Papa a México, cuando en otras ocasiones la invitación la hacían los obispos mexicanos. Cambios que están ocurriendo y que muestran el interés de los gobiernos por la figura del Papa. Es interesante el nombre que escogió este Papa. Hay quien dice que en su nombre se está anunciando su programa. El propio Papa dice que lo ha escogido como un homenaje a León XIII, el Papa que estuvo rigiendo la iglesia entre el fin del siglo XIX y el inicio del siglo XX. Quién es conocido mayormente por su aportación a la creación de la Doctrina Social de la Iglesia, que tiene un interés muy particular por la situación del Trabajo. El Papa León XIII rechazó, tanto el extremo del socialismo como el del capitalismo salvaje. Fue un Papa que estuvo a favor de los proletarios que sufrían en esa época los resultados de la Revolución Industrial, que los habían dejado como la parte más pobre de la Sociedad. Ese Papa estuvo hablando a su favor, pidiendo cosas como un salario digno, que no era un punto que se considerara importante, promoviendo la creación de sindicatos, incluso de sindicatos católicos, propiciando la creación de las cajas de ahorro, para construir ese hábito fundamental y proveer préstamos a intereses justos. Y más. Cuando el nuevo Papa fue presentado en la plaza de San Pedro, empieza con un mensaje que está cargado de simbolismo: “La paz sea con ustedes, paz para ustedes”. Esta petición repetida en el rezo de la Regina Coeli y de nuevo en la reunión con los comunicadores del siguiente lunes. No cabe duda de que se trata, solamente, de reconocer que hay grandes situaciones peligrosas para la paz, mismas que comenta el Papa. Pero habló también de las naciones donde se ataca y se persigue el periodismo, por el mero hecho de buscar la verdad. Es algo importante, juntar el concepto de la paz en términos geopolíticos, el de la paz entre las naciones, con la paz al interior de las naciones. Otro aspecto poco comentado de estos mensajes que está mandando el Papa, tiene que ver con el nombre del primer Papa que se llamó León. Hablamos de San León Magno, un Papa del siglo V, poco conocido, el primer Papa que se le llama Magno. Un Papa sumamente interesante: Doctor de la Iglesia, autor de estudios teológicos muy importantes, dando base a las declaraciones dogmáticas del Concilio de Calcedonia. Muy significativo, un hecho de cómo intervino ese Papa para lograr la paz. Alrededor del año 452, un guerrero muy poderoso, Atila, el rey de los Hunos, invade gran parte del imperio romano, derrota a varios grupos de su ejército, llega a presentarse ante Roma y está dispuesto a destruirla. Y este Papa sale a convencerlo de que respete la ciudad y que se retire sin hacerle daño. Se habla de que uno de los dichos de Atila era que donde su caballo pisaba ya no volvía a crecer la hierba. Efectivamente, el temor era no solamente el que ganara una batalla o una guerra importante, sino la destrucción que iba a causar en lo que fue el imperio romano. No nos podemos imaginar los efectos que hubiera tenido su victoria. Si este Papa no hubiera logrado que Atila se retirara sin dañar el centro del imperio, hubiera sido un daño muy importante a la cultura y de alguna manera también hacia la propia iglesia católica. Ese es otro aspecto relevante del nombre que ha escogido este Papa. Una visión como un pacificador, como alguien que puede y debe intervenir para evitar los grandes problemas de la humanidad. Habría que hablar un poco de qué es lo fundamental del papel de un Papa. ¿Cuál es el rol que debe de seguir? Nos encontramos con el encargo que Jesús le da a Pedro: el de confirmar a sus hermanos, a todos nosotros, en la Fe. Ese es uno de los papeles cruciales del Papa. Confirmarnos, para que tengamos un solo corazón y una sola alma. Que podamos entender la Fe de la misma manera. Es un encargo significativo. Por supuesto, qué bueno que tenga otros roles. Es necesario que una institución, como es la Iglesia, tenga esa capacidad de convocar, de reunir y lograr la pacificación entre naciones, entre países, para que puedan lograr una paz duradera. ¿Qué es lo que este Papa está pidiendo? Fundamentalmente, que cumpla su rol fundamental, el que el mismo Jesús, les encomendó a Pedro y a sus sucesores. Esperemos que logremos ser colaboradores fieles de este Papa, que es una promesa para nuestros tiempos.

martes, 6 de mayo de 2025

Autocensura

Una de las señales que permiten distinguir a un país democrático de una dictadura es, precisamente, la existencia abierta o solapada de censura de la opinión pública. Es un tema muy importante y que los organismos internacionales toman en cuenta al calificar el grado de democracia que puede tener un país. ¿Por qué importa? Porque las publicaciones en los medios, sean de un tipo o de otro, pueden causar problemas internamente y demeritar la imagen de un país. ¿Por qué ahora, después de varias décadas de haber tenido una censura disfrazada que le permitió a nuestro país, por más de 70 años, la posibilidad de ser una “dictadura perfecta”, (como decía el difunto Mario Vargas Llosa), parecería que hay grupos en el gobierno que quieren regresar a la censura? Este tema viene a colación por la molestia que tuvo el gobierno mexicano por la publicación, en la televisión de paga, de anuncios del gobierno de Estados Unidos, donde se trata de desanimar a los mexicanos para que dejen de emigrar a Estados Unidos. Después de la queja de la señora presidenta, varios de los medios de paga dejaron de aceptar este tipo de publicidad, aunque es cierto que sigue apareciendo en algunos medios electrónicos y hasta en los comerciales de los juegos de Internet. Esto no ha sido dirigido específicamente a México: se está dirigiendo a todos los países que son el origen de esa migración y se emite en varios idiomas. La reacción de la señora presidenta de México fue fuerte. Claramente, se veía su molestia, y muy rápidamente el Congreso presentó una propuesta de ley, que en realidad son enmiendas a una ley ya existente, donde se trata de darle facultades al Ejecutivo para poder retirar el permiso a los medios electrónicos o a los medios modernos, si es que no cumplen con algunos ordenamientos. Mismos que no están claramente especificados en dicha ley. La propuesta, que se centró en un artículo, el 109 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, habla del bloqueo de las plataformas digitales en el caso de que no cumplan con las obligaciones que les imponen las normativas aplicables… mismas que no especifica dicho artículo. La primera queja ocurrió en varios de los medios tradicionales, y fue sobre la vaguedad del reglamento. La señora presidenta reaccionó muy rápidamente también, diciendo que no hay una intención de hacer censura, que hay que revisar la redacción para evitar que se preste a malas interpretaciones. Y también dijo que, si es necesario, incluso no se publicará esta normativa. El tema, insisto, es el hecho de que no se habla con claridad de cuáles son las normativas, o qué tipo de transgresiones ameritarían este tipo de castigo, y tampoco cuál es la autoridad competente para tomar estas decisiones. Es un hecho que todos los países, aun los más democráticos, han incurrido en censura en momentos especiales. Muy particularmente en tiempos de guerra, todos los países contendientes han impuesto una censura con el motivo de evitar darle al contrincante información valiosa de tipo estratégico. Esto nos lleva a algunas situaciones peculiares. En nuestro país, en los últimos tiempos, se ha utilizado este argumento para censurar información, por ejemplo, de los costos de obras públicas importantes. Un caso muy significativo es el famoso segundo piso que se creó en las vías rápidas de la Ciudad de México, donde se dijo que, por razones de seguridad nacional, no se publicarían los costos en varias decenas de años. Lo cual, obviamente, no tiene credibilidad. Y el mismo argumento se aplicó a la información de los costos del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. ¿Cuál es el caso, similar al de una guerra, donde un enemigo pudiera aprovechar los costos de una vía de comunicación o de una refinería? Pero, finalmente, así ocurrió y se ha dado con otros casos similares. En el tiempo de la dictadura perfecta se crearon varios esquemas precisamente para poder censurar a los medios. Por ejemplo, por una buena cantidad de décadas, el gobierno federal creó una compañía paraestatal, llamada Productora e Importadora de Papel, S.A., (PIPSA), que era la única que tenía derecho de importar papel periódico en México. Nadie más podía hacerlo. Y todos los periódicos, tenían que comprarle obligatoriamente el papel periódico a esa empresa. La cual, curiosamente, se encontraba con que había desabasto de papel periódico justamente cuando los periódicos, que habían caído de la gracia del gobierno, solicitaban el papel. Y se les decía que no había llegado suficiente cantidad y que tenían que repartirlo entre todos los periódicos, e iban a tener menos papel. Una manera de poder decir que no había censura, sino una situación económica: no hay suficiente importación. Y esto se mantuvo por varias décadas. Eso llevó también a un mecanismo que, probablemente, sigue existiendo en algunos periódicos y en otros lugares, que es crear esquemas de autocensura. De manera que no existe un departamento de gobierno que se dedique a censurar. La Secretaría de Gobernación, que normalmente hace este tipo de eventos, no se dedica a eso, no tiene departamentos específicos para ello; solamente lleva relación con los dueños de los periódicos para dejarles claro que hay cosas que no le han gustado al gobierno. Y espera que las empresas tomen sus propias decisiones, se censuren a sí mismas. Se autocensuren. Los mecanismos pueden ser muy variados. En tiempos del presidente José López Portillo, se hizo famosa su frase que se hizo pública. El señor presidente les dijo a los periódicos: “No pago para que me peguen”. Y la razón es que una proporción importante del sostenimiento de los medios, es la publicidad del gobierno, y pueden vivir en parte de eso, en algunos casos, hasta por el 60 % de su ingreso, mientras que el resto se obtiene con la publicidad. Eso permitía al gobierno decir que no tenemos una censura, como la que existe en Cuba, Corea del Norte y China. Estamos en un momento muy peculiar. Una crisis de los medios, que no se ha hecho pública, no se ha analizado a fondo, pero nos encontramos, por un lado, que los periódicos y revistas impresos en papel, cada vez tienen menos clientela. Hay mucha variedad, mucha competencia, tanto de las redes sociales, el internet, como de la televisión y la radio. Cada vez es menor el grupo de gente que lee las noticias en el periódico impreso. No faltan algunos a los que, efectivamente, les gusta sentir el papel y oler el aroma de la tinta. Pero cada vez son más escasos. Y esto es un fenómeno global. Eso está causando también un cambio en la publicidad. Al final de cuentas, los medios viven de la publicidad. Y si no hay anuncios, si no tienen suficientes lectores o televidentes, no van a tener publicidad. El ingreso se va a ir a otros medios. Por otro lado, la creación de nuevos mecanismos de redes sociales y el fenómeno de los influencers, han hecho que los presupuestos de publicidad se hayan dirigido a otros medios. Porque, después de todo, la publicidad tiene un tamaño fijo y no puede crecer indefinidamente. De manera que se están eliminando algunos medios en todos los países. Están despidiendo periodistas, sustituyéndolos por mecanismos de inteligencia artificial. También está el hecho de que, en las cadenas de televisión de paga, muchas veces una proporción importante de su publicidad son anuncios de sus propios programas. Se ha reducido de manera significativa la publicidad que sí les genera ingresos. Al final de cuentas, esta situación genera el grave problema de que los gobiernos, sobre todo los que tienden a ser autoritarios o totalitarios, buscan eliminar los contrapesos. Crean modos para cancelar las opiniones que les son adversas. Las empresas de medios y los propios comunicadores empiezan a escribir pensando si el gobierno se molestará con sus contenidos. Nadie los censura, pero ellos se vuelven más “prudentes”. O sea, se autocensuran. Al final de cuentas, perdemos todos. Porque la Sociedad, los ciudadanos de a pie, necesitamos información diversa, variada, para tomar nuestras propias decisiones. Cuando la información se vuelve única, monocolor, no podemos decidir, porque no se nos muestran opciones. Ojalá, prevalezca el sentido común, y se elimine este intento de censurar, no solo a los medios tradicionales, sino también a los comunicadores no tradicionales, los que publican por su cuenta en el Internet, a los que también nos amenazan con bloquearnos.