Ante un tiempo de incertidumbre importante y extrema
desconfianza hacia la clase política, urge una reforma profunda, la más
importante de todas: la reforma de la ciudadanía. Una reforma a fondo en por lo
menos tres aspectos: Conocimiento, Actuación y Respeto en la procuración
del bien común, que es el otro nombre de la Política.
Probablemente la dificultad consiste en que estamos buscando
al hombre o mujer providencial que resuelva las cosas solamente con su
presencia y con la mayor comodidad para los ciudadanos. Una visión
probablemente ilusa; aunque una sola persona puede hacer muchas diferencias, reformar
una estructura tan podrida como la del Estado Mexicano y su clase política, no
es posible sin un cambio más de fondo. Y el cambio tiene que venir en la
ciudadanía.
Usted perdone mi atrevimiento. O mi crítica. Para nosotros,
la ciudadanía, la situación ha sido bastante cómoda. En el mejor de los casos,
votamos y después abandonamos el control de la nación en manos de la clase
política. Eso en el mejor de los casos, porque todavía tenemos un alto índice
de abstencionismo. Pero el abstencionismo no se queda en el voto. Los que sí
votamos no nos ocupamos suficientemente de controlar y de exigir a los
políticos el cumplimiento de sus obligaciones, de las promesas mediante las
cuales obtuvieron nuestro voto o el cumplimiento de los mandatos de la Constitución.
Si es que acaso la conocemos; en la mayoría de los casos no sabemos cuáles son
nuestros derechos ni cuáles son los límites y las obligaciones de nuestros
mandatarios. Eso sí: somos buenísimos para criticar, para poner motes y para
transmitir chismes en aspectos de política. Para efectos prácticos, le hemos
dejado el campo a la clase política. Y ahí están los resultados.
Una vez más, perdóneme por esta autocrítica. Yo mismo no me
escapo de esto que estoy criticando. Para mí hay tres aspectos de esta reforma,
para que pasemos de ser un mero votante, más o menos consciente, más o menos
manipulado, a ser un ciudadano que influye en la procuración del bien común.
En mi opinión, el primer aspecto es el de tener un Conocimiento fundamental de los asuntos
políticos. Saber lo que pasa, opinar en todos los ámbitos en los que nos
movamos, dar seguimiento a los temas de interés nacional, en pocas palabras
estar enterados y crear opinión. Algo, me parece a mí, al alcance de todos.
Pero que, obviamente, requiere un esfuerzo. Saber escoger la información que
recibimos, por ejemplo, y aprender a diferenciar la manipulación que muchas
veces nos hacen pasar por información.
Estoy seguro de que esta corta lista es incompleta.
Ciertamente, si tuviera la solución completa probablemente no estaría yo aquí escribiendo:
estaría haciéndome millonario vendiendo la solución. Mi punto es que entre
todos los ciudadanos tenemos que desarrollar, implementar y dar seguimiento a
esta reforma de la ciudadanía. Una reforma particularmente urgente, ante la
bancarrota moral de la clase política y las amenazas económicas y políticas que
nos vienen del extranjero. Por no hablar de otros tipos de amenazas, más
sutiles, como las que permanentemente están ocurriendo en nuestros valores, en
nuestra cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario