Sigue acortándose el tiempo para las próximas elecciones. Increíblemente, solo nos quedan siete semanas para las votaciones. El tiempo se nos va como agua entre los dedos. Le pregunto y me pregunto: ¿estamos listos para votar? Yo, confieso, no estoy listo. Y entre mi circulo de parientes, amigos y conocidos la situación no es mejor.
Puede ser que la pandemia, que nos ha mantenido aislados, haga que no se haya discutido suficientemente sobre los candidatos y partidos. En esta era de la comunicación, es notable lo poco que sabemos sobre las opciones que tiene la ciudadanía. Empezando por los partidos. Alguna idea, buena o mala, tenemos de los partidos que ya han participado en otras elecciones. Cuáles son sus plataformas, como son sus dirigentes, eso no lo sabemos con precisión. Y no digamos de los nuevos partidos; con frecuencia ni siquiera conocemos sus nombres. El tema no es noticioso: la prensa tradicional no se ha enfocado en esos asuntos. Como de costumbre, lo que aumenta el rating, la circulación, depende de lo sensacionalista del tema y no se ve un gran entusiasmo por saber de la oferta política, sobre todo, al nivel de las elecciones federales. Por lo tanto, los medios tradicionales no están tratando el tema a profundidad.
Para muchos el asunto es votar en contra de... Votar en contra de Andrés Manuel, amarrarle las manos para que no nos imponga su agenda real o la que les atribuyen muchos. Votar para que sea muy claro que muchos, la mayoría según sus opositores, no están de acuerdo con la administración de la 4T. Votar por miedo porque esta, dicen en la oposición, es la última oportunidad de salvar a la democracia.
Y del otro lado, la cosa no es diferente. Votarán en contra de los demás partidos, porque nos hicieron muchas malas pasadas. Para que no regresen los que abusaron de la confianza que se les depositó. Los que no fueron de capaces de resolver los grandes problemas de fondo: la violencia, el machismo, la corrupción, la pobreza y una larga lista de temas. Si se le ponen límites a la 4T, se teme, ya no habrá pensiones para los adultos mayores, se perderán las subvenciones a los jóvenes, y otras conquistas. Nada nuevo: la izquierda en todo el mundo ha manejado el voto de los jubilados con la amenaza de que la oposición cancelará los apoyos sociales y esto les ha funcionado para evitar cambios de Gobierno, en muchos países.
Y poco importa, para muchos, que se demuestren estos dichos. Lo importante es comunicarlos fuertemente, con un gran impacto emocional. La veracidad, la razón, es para muchos lo de menos. Otra variante del voto en contra es el llamado voto útil. Agrupar el voto en contra de la 4T. Emitir los votos a favor de las alianzas de partidos, de manera que sí puedan ganar el mínimo de curules y puedan hacer un contrapeso efectivo contra MORENA. Esto, por supuesto, es debido a que ninguna fuerza política tiene la capacidad suficiente para ganar por separado un mínimo suficiente de congresistas
En este ambiente, la abstención puede proliferar. El voto a la ofensiva en contra de la 4T, y el voto defensivo, a favor de la 4T, no están despertando grandes entusiasmos. Se votará, me temo mucho, a desgana en el mejor de los casos, o tapándose la nariz para no percibir la podredumbre de la clase política, en el peor de los casos. Pero finalmente lo mejor es votar. Aunque creamos que nuestro voto no tiene muchas posibilidades de ser efectivo.
A los ancianos esta situación nos recuerda las votaciones de 1976. La oposición real, la que no era parte de los partidos satélites del Partidazo, decidió no presentarse a las elecciones, por las situaciones que se preveían de que no se respetaría el voto. Muchos no votaron. El entonces candidato López Portillo utilizó como lema de campaña: “Hay que derrotar al abstencionismo”. Algunos decidimos votar, a conciencia de que nuestro voto sería inútil. En esos momentos de la dictadura perfecta, no podía esperarse otra cosa y sabíamos que los resultados que se publicarían estarían fuertemente maquillados. Pero, como decíamos algunos, lo importante era que mandaríamos un mensaje al sistema, el mensaje de que no todos estábamos de acuerdo con el ogro filantrópico, como le decía Octavio Paz al sistema. Hoy, esto sigue siendo válido y se requiere nuestro voto. Pero sería muy triste que votemos por miedo, que votemos en contra. Estoy seguro de que no será fácil. Pero debemos encontrar motivos positivos para votar. Motivos que nos entusiasmen, que nos llenen, que nos hagan esperar un país mejor.
Antonio Maza Pereda
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