Siempre es riesgoso hacer análisis político al día siguiente de unas elecciones. Simplemente, todavía no hay una certeza y, desgraciadamente, la clase política tiene la costumbre de declararse vencedores sin tener ninguna certeza de ello. Por más que trato de entenderlo, no comprendo cuál es su lógica. Ya no pueden influir en la elección, y en todo caso su equivocación los hace ver mal. Pero, allá ellos
Uno de los anuncios que se hicieron previamente es que, dado el gran interés que han despertado estas elecciones intermedias, habría una votación muy copiosa. La realidad, no fue así. Las elecciones intermedias han tenido un promedio de votación de alrededor del 49% y en estas elecciones se alcanzará poco más del 51%. Sí, es una mejora, pero nada como para presumir. Muchos sobreestimaron el efecto de las redes sociales, que tuvieron una actuación muy destacada en esta contienda. Sin embargo, los resultados no están ahí.
De ser ciertos los resultados preliminares, hay algunas situaciones interesantes. En cuanto a los partidos, el cambio más notable es la situación del PRD, quien en algún momento llegó a ser la segunda fuerza política del país y pudiera quedar en el sexto o séptimo lugar en esta contienda. De hecho, si no se corrige la tendencia, en las próximas elecciones este partido podría estar luchando por su supervivencia. Por otra parte, es notable el crecimiento del Partido del Trabajo, el Movimiento Ciudadano, y el Partido Verde Ecologista. Tanto es así, que muy probablemente MORENA los necesite para poder alcanzar la mayoría calificada qué necesita para algunas de las propuestas qué tiene pendientes. También es cierto que en algunas contiendas el partido en el poder pudo refrendar sus triunfos gracias a sus alianzas con el Partido Verde Ecologista y con el Partido del Trabajo. Muy concretamente, en las votaciones por alcaldías la Ciudad de México, si no se hubieran dado estas alianzas, la situación de MORENA estaría aún peor.
Estrictamente hablando, no se puede decir que MORENA haya bajado sustantivamente su posición, excepto en la Ciudad de México. Ellos estaban esperando tener un resultado mucho mejor. Ya confiaban que tendrían una mayoría calificada, que les permitiera cómodamente modificar la Constitución y no se dio. Pero así era exactamente su situación en las elecciones del 2018. Donde sí tiene un descalabro importante es en la Ciudad de México. Ahí esperaban tener 14 de las 16 alcaldías y, si todo sigue igual, es posible que la alianza opositora se lleve al menos 6 y posiblemente 8 o 9 alcaldías, cosa que no había ocurrido en décadas. Por otro lado, aumenta el número de Estados que MORENA gobernará.
En cuanto a los partidos, es interesante ver el crecimiento del Movimiento Ciudadano, quien hasta hace poco se le consideraba parte de la “chiquillería” y que está a punto de ganar una de las plazas más importantes del país, Nuevo León, después de haber postulado al actual gobernador del estado de Jalisco. Y también es notable el crecimiento del Partido del Trabajo, de ideología claramente marxista, y al que pocos tomaban en serio.
A reserva de hacer un comentario más amplio, me parece importante tener claro que no se puede decir que la oposición haya ganado; lo que es cierto es que MORENA ha perdido el impulso que tenía. Sí, por ejemplo, no se hubieran metido en el problema del aeropuerto de la Ciudad de México, si hubieran sido un poco menos estridentes en su ataque a los gobiernos anteriores, y otros temas similares, hoy estaríamos hablando de una situación totalmente diferente.
La oposición haría muy mal de suponer que el electorado ha cambiado. Están votando diferente porque Andrés Manuel ha cometido errores, no porque los partidos de oposición estén haciendo propuestas atractivas para la ciudadanía. De hecho, prácticamente toda su campaña se ha centrado en atacar los errores de la 4 T. Pero no están presentando opciones atractivas para el electorado. Y en política, siempre es muy riesgoso basar tus triunfos en el ataque a los errores de los contrincantes. De fondo, les estás enseñando a tus enemigos políticos en dónde están sus fallas y les estás dando la oportunidad de entenderlas y aprender de ellas.
Ya se ha comentado en esta columna, probablemente hasta el cansancio, sobre el largo ayuno de ideas al que nos tiene sometido la clase política y, en particular, la oposición. Realmente, no se ve que tengan ideas frescas, novedosas, con las cuales capturen las mentes y los corazones de la ciudadanía. Está bien que, provisionalmente, hagan un buen uso de la situación actual. Hay que reconocer que han construido un contrapeso que se veía necesario. Pero es una acción básicamente defensiva. Habrá que ver cuánto tiempo se tardan en entenderlo y tomar las medidas necesarias para poder pasar a la ofensiva. De no hacerlo así, solamente estarán retrasando lo inevitable, es decir, la posibilidad de la vuelta al autoritarismo que padecimos por décadas.
Antonio Maza Pereda
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