Ya ha pasado algún tiempo desde que se ha escogido un grupo
de autonombrados "notables" para proponer un proyecto de Constitución
para la Ciudad de México. Poco o nada se sabe de sus labores; están trabajando
en el más impenetrable de los secretos y están tratando de imponer una visión
facciosa a una ciudadanía a la que, con todo propósito, no se está consultando.
Es una pregunta que no es ociosa. Y una pregunta que tiene
que ver con todo el país, no porque la Ciudad de México sea tan importante,
sino porque es una muestra de cómo algunas de las fuerzas políticas que
pretenden gobernar el país se comportan cuando pueden gobernar una entidad
federativa.
A estas alturas es muy poco lo que se sabe. El autonombrado
"grupo de notables", faccioso y excluyente, que no ha permitido la
participación de verdaderos intelectuales y juristas por el mero hecho de
opinar diferente que ellos, han mostrado también que están trabajando "en
lo oscurito" y no han permitido que se conozca ni sus procesos ni sus
deliberaciones.
Antes de seguir adelante, permítame aclarar que no soy
jurista, que no soy experto en cuestiones legales sino que soy únicamente un
sufrido ciudadano más de la que posiblemente es la ciudad peor gobernada del
mundo. Mayormente víctima. Pero también consciente de que debo de opinar y
tratar de influir en la medida que haya quienes quieran escuchar una opinión
diferente.
Algunos medios han hecho una labor de consultar a la
ciudadanía sobre lo que se espera de esta Constitución. Y como es de esperarse,
hay una gran confusión. Hay quienes esperan que en la Constitución aparezca la
necesidad de que se recoja la basura, por poner un ejemplo. O que se
reglamenten los bares y antros para que no terminen tan tarde sus labores. Lo
cual son ejemplos de que tenemos un conocimiento bastante somero de lo que debe
contener una Constitución.
Como ciudadano, no como jurista que no lo soy, creo que hay
algunos puntos que deben de considerarse. Para mí, la labor fundamental de una Constitución
es establecer con claridad los límites para la autoridad, evitando que pueda
atropellar los derechos de los ciudadanos. Debe de buscar cómo se impide que
las fuerzas políticas impongan a la ciudadanía medidas que vayan contra sus
derechos.
Por otro lado, debe de ayudar a balancear los derechos de
las mayorías con los derechos de las minorías. Entendiendo que deben
encontrarse equilibrios que permitan una convivencia. Por ejemplo, en la Ciudad
de México se ha atropellado los derechos de las mayorías a tener el libre
tránsito e incluso para proteger su salud limitando la contaminación, al
permitir a minorías expresar sus opiniones y hacer demostraciones, derechos que
no están a discusión, pero en la práctica permiten que una docena de personas
puedan hacer colapsar el tránsito en porciones importantes de la Ciudad de
México mientras las autoridades los protegen de la justa ira de aquellos cuyos
derechos están siendo atropellados. No voy a ser yo el que dé una solución a
este tema, pero es claro que las leyes no establecen los límites que permitan
la convivencia de estos dos derechos. Y que no hay un criterio claro de cuando la mayoría debe
inclinarse ante los derechos de la minoría.
También queda claro que los derechos de expresión y
manifestación en esta ciudad han sido apoyados por las autoridades, siempre y
cuando sean del mismo sentido ideológico de los partidos en el poder. Mientras
que, al mismo tiempo, los que no opinan de la misma manera encuentran
gravemente restringidos esos derechos.
Un tema que no es nuevo: por ejemplo, los derechos
religiosos de la inmensa mayoría de los mexicanos fueron sistemáticamente
agredidos por minorías que se han hecho del gobierno. Un tema histórico, que no
vamos a resolver aquí. Pero que estamos volviendo a ver entre el grupo faccioso
que está tratando de imponernos sus proyectos ideológicos.
Otro equilibrio delicado y muy importante a tratar son los
ámbitos de competencia en la ciudad capital, asiento de los poderes federales
que tienen derecho a su autonomía y a no
ser atropellados por el gobierno de una porción menor de la nación. Pero, por
otro lado, también debe evitarse el gravísimo problema del centralismo que ha
azotado al país desde la independencia, conculcando los derechos de las
entidades federativas y en particular los de los ciudadanos de la Ciudad de
México, que obtuvieron sus derechos plenos al voto casi 200 años después de la
abolición de la esclavitud y más de 60 años después del reconocimiento del voto
de las mujeres.
También queda muy claro que una Constitución debería
establecer criterios para las prioridades. Los derechos de la ciudadanía a
poder tener mínimos de seguridad y de libertad en esta ciudad, siempre han
estado en el último lugar de las prioridades de los partidos en turno, siempre
más atentos a permitir los excesos de sus partidarios que a proveer auténtica y
completa cobertura de seguridad a la población.
Claramente, dentro de la necesidad de proteger a la
población de los excesos de los gobernantes, los aspectos de transparencia en
el uso de los recursos deberían ser parte importante de esta Constitución. Tema
que no ha sido ni siquiera mencionado por los "notables" que se han
adjudicado el derecho de representarnos. Ni el derecho de la población a romper
los sellos de secrecía que nos han establecido los malos gobiernos de esta
ciudad para que tardemos 20 años en poder saber si hicieron uso correcto de los
recursos en la obra pública.
Me parece que el tema no está siendo bien trabajado.
Seguramente podría haber algunos puntos importantes de técnica jurídica que
deban ser atendidos, pero de los cuales la población no tenemos un conocimiento
pleno. Creo, sin embargo, que hay bastantes ciudadanos que comparten mis dudas
y temores. Y que es importante que, en esta etapa de desarrollo del proyecto de
Constitución, se haga una labor muy importante de debate público de ciudadanos
y otros expertos que han sido marginados en el proceso, de manera que se puedan
escuchar otras voces y no tengamos una propuesta monocolor, que es lo que se
está cocinando. No parece exagerado pensar, como ya he dicho por estos medios,
que lo que se está cocinando es un golpe de Estado disfrazado que permita a las
fuerzas que detentan el poder en la Ciudad de México perpetuar su abusiva
presencia en la ciudad de México.
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