Una noticia inusitada en torno al llamado “gasolinazo”,
fue el hecho de que la Confederación Patronal de la República Mexicana
(COPARMEX) se negó a firmar el Acuerdo
para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar
que presentó el Ejecutivo Federal. Sus argumentos fueron que dicho Acuerdo se presentó sin amplio estudio, en solo
tres días, sin tener suficiente consenso así como sin metas, objetivos y
medidores claros, entre otras razones. Días después la COPARMEX hizo públicas algunas
propuestas para mejorar el Acuerdo firmado por otros sectores.
Se puede estar en acuerdo o en desacuerdo con las propuestas de COPARMEX. Y qué bueno
que puedan discutirse sus ideas. Este tipo de debate es, no solo sano, sino
indispensable en este ambiente que, por decir
lo menos, es de “mal humor social”. La unanimidad forzada o fingida en un tema
tan espinoso como los aumentos de precios de la gasolina, es lo último que necesitamos.
Los acuerdos no deben ser considerados inatacables, por amplio que sea el apoyo
que se pueda lograr por ellos. El hecho que se hayan cocinado en tres días,
aunque hayan sido por catorce horas diarias como dijo uno de los participantes,
no los hace infalibles. Seguimos con el método de negociar “en lo obscurito”,
de espaldas a la ciudadanía. No logramos convencernos de que eso ya no funciona.
Pero lo inusitado no es que COPARMEX se haya
opuesto cuando el resto del sector privado estuvo de acuerdo. No es primera
vez. No en balde algunos consideran a esta Confederación como el “niño malo”
del sector privado. Y esa actitud le ha granjeado apoyo de muchos empresarios y
fama de independencia. Así como muchos odios.
No, lo novedoso es que algún organismo se
oponga al Gobierno con propuestas. Otros sectores, sobre todos los políticos, no
pasaron de los insultos o la negación. El “no al gasolinazo” que solo propone
cancelar la decisión de quitar los subsidios a la gasolina, sin proponer nada a
cambio. La clase política solo ve el “gasolinazo” como la bandera para ganar
apoyo que pueden usar ante la ausencia de logros significativos en sus propias
administraciones. Otros organismos empresariales callaron o hicieron veladas
alusiones a la “incertidumbre” y a “la dura situación que enfrentaremos”, pero
no presentaron sus propias propuestas.
Claramente, nuestro sistema político tiene que
abrirse a la discusión de las propuestas, vengan de donde vengan. Ninguna
propuesta es intocable. Debemos aprender a aceptar la oposición leal a las
acciones o ideas del Gobierno y de otros organismos, cuando sean acompañadas con
propuestas abiertas también al examen y discusión.
Desgraciadamente en nuestra cultura, no solo
en los temas políticos, sino en muchos otros temas, el que alguien nos diga que
nuestras ideas no son correctas, que son insuficientes o que podrían ser
mejoradas, lo tomamos como un insulto personal. Necesitamos despersonalizar el
debate. Acostumbrarnos a atacar las ideas sin atacar a quien las propone. Y
aceptar que quien señala las fallas en nuestras ideas no está necesariamente tratando
de desacreditarnos. Tal vez sea demasiado pedir en este momento, pero deberíamos
tratar de llegar al punto donde consideremos que quien difiere propositivamente
de nuestras ideas, nos está haciendo un favor. ¿Difícil? Seguro. No ocurrirá rápidamente.
No en este sexenio. No en el próximo.
Puede ser que muchos ya no vivamos lo suficiente para verlo.
Por mientras, hay que felicitar a COPARMEX y
tratar de copiar su ejemplo en nuestros propios campos. Acostumbrarnos a diferir
proponiendo, sin personalizar la crítica y aceptando que nuestras ideas también
sean atacadas, sin darnos por atacados en lo personal. En el ambiente social de
este inicio de milenio, donde es cada vez más difícil silenciar las ideas o
imponer la unanimidad, más vale que nos acostumbremos a oponernos propositivamente
y lealmente así como a que se nos opongan del mismo modo.
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