Una vez más, la clase política ha demostrado
que le importa más su muy deteriorado “capital político” que el respeto que le
debe a la ciudadanía. Lo demuestra el tema del incremento del costo de la
energía, el famoso “gasolinazo”, pero no se nos olvide el aumento del costo de
la electricidad, el cual no ha quedado claro en cuanto nos afectará directa o
indirectamente.
Recientemente declaró en el radio el Secretario
de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza en una entrevista
radiofónica (Radio Red, viernes 6 de Enero), que el aumento de la gasolina ya había
sido aprobado por el Congreso. Lo cual es de esperarse: el presupuesto de
ingresos y los medios para obtenerlos deben ser aprobados por el Congreso. Si
no fuera así, el Ejecutivo hubiera cometido una transgresión mayúscula. Lo que
no queda claro es porqué los partidos de oposición no se manifestaron entonces,
en octubre de 2016, en contra del
aumento de los precios de la Gasolina. Lo supieron y no lo comunicaron a la ciudadanía. Queda claro que
este tipo de temas que afectan al bien común no son puestos a debate de la Sociedad.
Como, por mínimo respeto, deberían hacer nuestros mandatarios. Deberían avergonzarse.
El anuncio se hizo entre Navidad y Año
Nuevo, donde una buena parte de la población y el Primer Mandatario estaban de
vacaciones. Lo cual sirvió para que el único que diera la cara fuera el Secretario de Hacienda. Solo
hasta varios días después se dio una explicación que tuvo más un sabor a queja
por la falta de credibilidad hacia el Gobierno y un intento de buscar
culpables. Y la frase que quedará en el recuerdo como característica de esta
administración: “Ustedes, ¿qué hubieran hecho?”. Claramente, lo importante fue
proteger lo más posible el capital político del partido en el poder. Rendir
cuentas a la ciudadanía no fue una prioridad.
El acusar a gobiernos anteriores puede
funcionar en los primeros meses de una administración. Pero ¿cuatro años
después? ¿No se dieron cuenta de que se cometía un error subsidiando la
gasolina? Según sus cuentas, nos podrían haber ahorrado una buena cantidad.
¿Por qué siguieron con un sistema que daña a la economía?
Tampoco resulta claro el argumento del
aumento del precio del petróleo. Eso no ocurrió de golpe el 20 de diciembre de
2016. Vino ocurriendo a partir de enero de 2016. ¿Por qué esperar un año?
Ciertamente hay otros factores. La “depreciación” (para no decirle devaluación)
del peso, cuenta si más de la mitad de la gasolina es importada. Pero no se
discutió el costo alto de la gasolina producida en PEMEX, con refinerías muy anticuadas (la más nueva con casi 35 años de antigüedad) y con muy
deficiente mantenimiento, con lo cual su productividad es muy baja. No lo
sabemos, porque la información no es clara, pero dado el alto costo de
extracción y refinación del petróleo mexicano (una vez que no contamos con los campos de Cantarell) y por la escasa
productividad de nuestras refinerías podría ocurrir que nos saliera más barato
importar todas nuestras gasolinas que tratar de usar gasolina nacional. Pero
esto no se ha debatido, ni creo que salga a la luz pública.
Se justifica el aumento comparando la
cantidad que se reducirá de subsidios, comparado con el monto de gastos en
seguridad social, por ejemplo. Podrían haberse hecho otras comparaciones. Hay
analistas que consideran que las cantidades desviadas por gobiernos estatales y
municipales más el costo del servicio de
las deudas públicas fácilmente duplican lo que se ahorrará en subsidios. No sé
si estos analistas tienen razón, pero vale la pena revisar las cuentas. En este
tema energético, como en otros, el problema de fondo tiene que ver con el
efecto de la corrupción. Otra comparación: ¿De qué tamaño es la evasión de
impuestos o las condonaciones que ocurren a los mismos? Si todos pagaran, ¿podría
evitarse el gasolinazo? Hay quien estima que solo la evasión del ISR es el 2%
del PIB, casi el doble del subsidio a la gasolina.
Pero, en mi opinión, el problema de fondo
es el concepto del subsidio. Como ciudadanos todavía no nos queda claro que los
gobiernos solo pueden subsidiar si aumentan los impuestos o reducen los gastos.
El petróleo en México, históricamente, se usó para lograr subsidios sin
aumentar los impuestos. Ya no es posible. No hay ganancias petroleras para
ello. Solo se puede subsidiar aumentando impuestos por otro lado. Pedir que
baje la gasolina implica subir impuestos o reducir gasto público. Ya se
anunciaron recortes de gastos, a funcionarios públicos de alto nivel. Una buena
señal, pero insuficiente para compensar el subsidio que se está eliminando.
También se habla de una reducción de 30,000 plazas. Que es otra señal, pero que
no resuelve de fondo. Y, nadie lo comenta, significa desempleo.
No se ve una solución de corto plazo. A mediano
plazo, un combate enérgico a la corrupción, en serio, sí generaría fondos
importantes. Sí, como dicen algunos, el costo de la corrupción es el 10% del
ingreso federal, esa cantidad es más que el doble del subsidio que se está
eliminando. De modo que ahí sí hay un ingreso adecuado.
La solución de fondo, la de largo plazo, la
más difícil, es que la ciudadanía nos hagamos cargo de la política. Que tengamos
una participación mayor. No se trata de que todos seamos políticos. Se trata de
que participemos más. No basta con votar. Hay que estar enterados, seguirle la
pista a los tres Poderes en todos los órdenes de gobierno. Discutir, debatir,
ofrecer soluciones. Algo que, a propósito, no ha ocurrido con el gasolinazo. Sí,
hay enojo y hay manifestaciones. Y que bueno. Lo que no tenemos son propuestas
más allá de que se dé marcha atrás en los aumentos. Lo cual reduciría un poco
el enojo, pero no resuelve el problema. No basta con señalar soluciones. Hay
que debatirlas, diseñar su implementación y darles seguimiento. En pocas
palabras, la adversidad nos está obligando a ser una sociedad, una ciudadanía
maduras. Ojalá lo asumamos. Yo tengo fe en que la ciudadanía lo puede lograr.
De lo que no tengo tanta confianza es en que, por su propia iniciativa, la
clase política nos proponga soluciones de fondo.
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