Un tema de preocupación, probablemente en todos los países, es la educación. En los países de desarrollo medio, como es México, es visto como uno de los temas en los que no se hecho lo suficiente. Un tema difícil precisamente porque es un tema de largo plazo; cualquier cosa que se haga por mejorar la educación no tendrá resultados rápidos.
Recientemente apareció en la prensa una entrevista a Bill Gates, quien junto con su esposa Melinda hicieron un donativo de 5000 millones de dólares a lo largo de varios años para mejorar escuelas en comunidades pobres dentro de Estados Unidos. A pesar de lo sustancial de la cantidad invertida, el propio Bill Gates reconoció que no se puede demostrar que haya habido una mejora en la calidad de la educación en las escuelas beneficiadas. De hecho, como lo comenta Macario Schettino, es muy poco lo que se sabe sobre los factores que aumentan la calidad de la educación. Y, si no se sabe con certeza qué hacer para mejorar, claramente no hay un camino claro para optimizarla.
Obviamente, un primer paso para mejorar cualquier cosa es medir los resultados. Otro, es mejorar la situación económica de los profesores de manera que pueden dedicar más tiempo a su propia formación y actualización. Un paso más, es una selección y promoción adecuada de los mejores profesores. Todo ello, sin embargo, ha estado notoriamente ausente por muchos años en nuestro país. Más aún; hay sectores del propio magisterio que se oponen a este tipo de medidas (con excepción, claro, de mejorar su situación económica).
Este es un caso claro de un problema que no se atiende porque pertenece a un tema de Cuenta Larga. Si este año no se hace nada por mejorar la educación, el año próximo la situación no estará peor. Es un tema que no es urgente, pero que es importante. O que no era urgente; después de muchas décadas de descuidar este tema, ya se nos volvió crisis. Y el tema se complica porque estamos ya en la tercera o cuarta generación de profesores mal preparados, generando alumnos aún peor preparados, y formando profesores con una menor preparación que sus antecesores.
Sí, es un tema importantísimo, que hay que atacar de inmediato, pero en el que no podremos esperar resultados pronto. No podremos anunciar en los periódicos de dentro de un año mejoras sustanciales, probablemente no podamos comparar este sexenio con los resultados del sexenio próximo sino de un modo muy marginal. Es muy posible que se necesiten 12 o 18 años para empezar a ver resultados. Y, me temo, ni la ciudadanía ni muchísimo menos los medios tenemos una visión de largo plazo y la paciencia necesaria para esperar los resultados. Lo cual, muy probablemente, conduciría a cambios y modificaciones frecuentes en las medidas para mejorar la educación, simplemente porque no se dio tiempo para que las medidas anteriores demostraran ser eficaces.
Un gran tema, y muy probablemente un tema mundial. En los Estados Unidos ya hay una cantidad importante de familias que prefieren llevar la educación primaria y media en sus hogares, en parte por razones ideológicas y en parte para asegurar la calidad de la educación que sus hijos reciben. Para atender ese sector de la población, hay medios y métodos que permiten certificar la calidad de la educación que el niño recibe en casa. ¿Tendremos que llegar a algo así? ¿Tendremos que resignarnos a que nuestros hijos reciban una educación de calidad inferior y que deban de volverse autodidactas para poder completar las deficiencias de la educación que nos proporcionan las escuelas de este país?
No tengo las respuestas. Y, por lo que veo, las autoridades educativas tampoco las tienen.
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