Una tendencia que se hace cada
vez más acusada es el efecto que está teniendo en la economía de muchas
naciones el gran número de personas que llegan a la edad de retiro. Es el caso
de las economías europeas, la japonesa, y en menor medida la de los Estados
Unidos. Esas economías en el siglo pasado trataron desarrollar lo que se llamó
"el Estado beneficencia", con la oferta del cuidado "de la cuna
a la tumba" a cargo del Estado. Varias décadas después empiezan a verse
resultados no previstos de estas políticas.
Por un lado, en muchos de estos
países los recursos para pagar un la jubilación de los ciudadanos que llegan a la
edad de retiro están resultando insuficientes. No hay dinero con que pagar; los
sistemas de seguridad social prácticamente en todos esos países están en
quiebra. Sólo hay algunas opciones: aumentar los impuestos a una población
económicamente activa cada vez menor en proporción, o alargar la edad de retiro
de los 65 a los 68 o 70 años.
No sólo eso: en muchos países
desarrollados y, por supuesto, en los no
desarrollados las personas que llegan a la edad de retiro se encuentran con que
sus ingresos son insuficientes para sostenerse y, por lo tanto, buscan otros
empleos, tratan de poner algún tipo de negocio, cualquier cosa menos retirarse.
Esto genera presiones sociales
muy fuertes. Al no retirarse los ancianos, aumentan los desempleados jóvenes.
Simplemente, no hay huecos que ocupar y se limita fuertemente la movilidad
social. Por otro lado, los jubilados que buscan un nuevo trabajo se ven
forzados a aceptar salarios más bajos de los que corresponderían a sus
capacidades, con lo cual se abarata en conjunto el mercado de trabajo.
De esto hay muchos ejemplos. Por
ejemplo, muchas empresas están empleando a representantes de ventas retirados,
dispuestos a trabajar sin prestaciones y con horarios recortados con tal de
tener un ingreso adicional para complementar sus pensiones de retiro. Obviamente,
esto significa menos empleo de jóvenes en ese tipo de trabajo y, si es que
encuentran trabajo, lo encontrarán en condiciones menos lucrativas de las que
se ofrecían hace unos cuantos años.
Como seguramente usted ya se está
dando cuenta, este no es un problema únicamente de los países desarrollados;
por supuesto se está dando ya en países de desarrollo medio e incluso en los no
desarrollados. Quienes diseñaron los sistemas de seguridad social no tomaron en
cuenta el efecto de las campañas para reducir el crecimiento de la población.
Vieron las cosas a corto plazo. Cuando se crearon estos sistemas, la pirámide
poblacional era de tal manera que por cada retirado había 40 o 50 personas en
edad laboral. Con recaudar un 2% del salario las personas, era suficiente para
poder sostener a los jubilados. Pero ahora, cuando en Europa y Japón hay un
jubilado por cada cuatro o cinco personas en edad laboral, las cuentas
simplemente no dan. Típico resultado del análisis de Cuenta Corta. Ahora,
muchas décadas después, la solución no es clara.
Claramente hay un límite a lo que se puede seguir cargando a los
contribuyentes quienes, por otro lado, son cada vez menos y cargan con el peso
de sostener a desempleados, a los jubilados y a los "ninis”. La solución es de largo plazo: los países
desarrollados deben contribuir a que las economías de los países de grado medio
y bajo desarrollo se mejoren sustancialmente. Estrictamente, no hay otra
solución viable. A corto plazo, las medidas que se proponen no pueden
sostenerse por mucho tiempo; son soluciones que sólo pueden usarse una sola vez,
como la ampliación de la edad de retiro. No puede seguir ampliándose
indefinidamente. O los aumentos en los impuestos: tampoco puede seguir incrementándolos
indefinidamente. La capacitación de los jóvenes claramente ayuda, pero no
genera por sí sola nuevos puestos de empleo.
¿Será que nos encaminamos a una
era de austeridad? Probablemente no sea la solución: al reducir el consumo de
los países desarrollados, todas las economías mundiales sufrirían. ¿Será
posible mejorar la distribución de la riqueza rápidamente, de manera de que se
generen capacidad de ahorro y gasto entre quienes hoy en día sólo tienen la
posibilidad de una economía de subsistencia? No son soluciones fáciles. Por
muchos años pospusimos una decisión con efectos de largo plazo; hoy esas
decisiones pospuestas se han convertido en una crisis en ciernes, difícil de
solucionar en parte porque no se ha logrado comprender de fondo y porque no se
está dispuesto a tomar medidas de Cuenta Larga.
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