A una semana de los hechos de Nochixtlán, a muchos días de
bloqueos en varios estados y de las detenciones de dirigentes de la CENTE,
aunque hay un diálogo, el tema de la oposición a la Reforma Educativa aparenta
estar en un punto muerto. El diálogo ocurre "en lo oscurito”, que se sepa
no hay avance y de lo único que se escucha es de medidas emergentes, como el puente aéreo para
subsanar la escasez que se empieza a presentar en varias poblaciones. Y qué
bueno que sea así: hay una urgencia y hay que atenderla.
Pero el tema de fondo sigue ahí. Porque el asunto no es la
evaluación de los maestros, ni siquiera la Reforma Educativa. El tema de fondo
es la muy deficiente capacitación que tenemos muchos de los mexicanos. Los
niños, sobre todo. Pero también una parte muy importante de la población tiene
conocimientos muy deficientes. Porque por muchas décadas nuestra educación no
ha estado a la altura de nuestras necesidades.
Si mañana se resolvieran las diferencias con los maestros,
si dentro de un año (cosa extraordinariamente difícil) se lograra capacitar y
poner en un alto nivel todos los profesores, todavía estaríamos a más de nueve
años de tener egresados con los niveles que debe tener la secundaria y a doce años
de tener egresados con el nivel adecuado para la preparatoria.
Pero, ¿qué pasa con toda la gente que ya fue mal capacitada
y que no está a la altura de los requerimientos de una sociedad moderna? ¿Qué
hacer con los millones de personas que hoy tienen por todo bagaje educativo una
preparación deficiente? Para este enorme déficit de capacidades, no hay
soluciones en la Reforma Educativa ni en la discusión pública que se tiene en
este momento en medios sociales, medios tradicionales y entre la población en
general. No estamos viendo el impacto a mediano y largo plazo de este déficit
que podemos arrastrar todavía por décadas. Al no estar viendo el problema,
malamente se podrán estar proponiendo soluciones.
Hay propuestas para esto. Por ejemplo, la escuela hogareña (home
schooling en inglés). Escuelas parroquiales. Instituciones dedicadas a la
regularización de los estudios las cuales, a propósito, están creciendo
exponencialmente en muchos Estados, precisamente para subsanar la deficiente
capacitación que reciben los alumnos de las escuelas, públicas y privadas. Pero
el tema va más allá de sustituir a la escuela pública. El tema fundamental es como
hacer que a toda la población, de edad escolar y de otras edades se les apoye
de una manera efectiva para mejorar los resultados que obtienen u obtuvieron en
su tiempo en la escuela.
Hay que estar conscientes de que éste no es un problema
exclusivamente mexicano. En un estudio reciente (2015) desarrollado por la Organización
para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE) se encontró que mientras el 74%
de las instituciones educativas consideran que sus egresados salen preparados
adecuadamente, el 42% de los empleadores consideran que esos egresados no
cuentan con las capacidades necesarias. Y eso es el promedio que incluye a los
países más desarrollados y a otros de desarrollo intermedio, como México.
Pero esto no debería ser de ningún modo un consuelo. El que
otros países tengan este mismo problema no nos absuelve de la necesidad de
encontrar una solución. Y la solución debe ser masiva, porque masivo es el daño
que está resintiendo toda nuestra población, empezando por los niños. Y si no
hay un esfuerzo de toda la sociedad para que cada quien haga su parte para
ayudar a otros a tener las capacidades necesarias y también para mantenerse
cada uno de nosotros actualizándose a sí mismo, la solución tardará tanto
tiempo, que no podremos evitar sufrir daños muy importantes. La solución está
en las manos de la sociedad.
El primer paso es reconocer que tenemos un problema. Y actuar
en consecuencia. No es fácil, no será barato. Pero la alternativa, la de seguir
como estamos, tendrá un costo mucho mayor.
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