Por algunos años el "milagro chino" ha sido motivo
de análisis y una situación que se nos ha puesto como ejemplo de modelo de
desarrollo. Y, efectivamente, mediante el cambio de su sistema económico, la
creación de zonas económicas especiales y, en particular, un gran apoyo de las
empresas occidentales que han buscado maquila y abastecimiento en China, este
país ha logrado un desarrollo económico muy importante y ha sacado de la
pobreza a de millones de personas.
Ahora, sin embargo, se ha visto un freno importante en este
crecimiento de China. En este año su crecimiento ha sido menos de la mitad de
lo que tuvo los mejores años de la primera década de este siglo y no se ve con
claridad cuál podría ser una solución.
La prensa de negocios anuncia hoy un cambio fundamental en las
políticas sociales de China. Se levanta la política de "sólo un
hijo"; una política que frenó en seco el crecimiento demográfico de ese
país y que fue acorde con los conceptos recomendados por la Organización de las
Naciones Unidas y poderosos grupos como el Club de Roma, urgiendo a las
acciones para limitar la población, en algunos
casos, condicionando a los países los apoyos para el desarrollo a la aplicación
de estas medidas restrictivas. China hoy da marcha atrás. La gran pregunta es:
¿llega a tiempo esta medida?
China tiene un poco más de 1,400 millones de habitantes. De seguir
de la misma manera, para el año 2050 tendría 1,384, millones de personas. En
otras palabras, ya no crecerá y, si no
se toman medidas, para finales de siglo llegarían a tener menos de 1000
millones de habitantes. Lo cual, a primera vista, no suena mal. Pero, por otro
lado, la mayoría de esa población estaría ya en la ancianidad.
Hoy en día, según las estadísticas, sólo uno de cada cinco
chinos tiene 15 años o menos. Dentro de
25 años, esos chinos tendrán que sostener a un hijo por persona y probablemente
dos ancianos por persona. Esto, suponiendo que todas las mujeres estén en el
mercado de trabajo; en las familias con un solo ingreso la pareja tendrá que
sostener a seis personas. Una carga fuerte que hará que el consumo se centre
fundamentalmente en la subsistencia y no permitirá una mejora importante en el
nivel de vida.
Otro asunto del que se habla poco. Debido a la política de
"un solo hijo", muchas familias por razones culturales abortaron a
las niñas y la diferencia ya se nota en las estadísticas: en la población de 15
años y menores casi 13% más de niños que de niñas, mientras que la población de
15 a 65 años los hombres sobrepasan a las mujeres por más del 5%. Con lo cual,
la natalidad se verá retrasada al haber menor cantidad de mujeres en edad
reproductiva que las que ocurre normalmente en la población.
¿Será suficiente este cambio de política? ¿Será necesario,
en el largo plazo, que China haga algo impensable: buscar emigración de jóvenes
para poder impulsar su economía? Algo que iría contra las tendencias milenarias
de los chinos. La verdad, no se ven muchas opciones diferentes.
Detrás de esto está el fracaso de los intentos de
"ingeniería social". El impulso que se dio a la reducción de la
natalidad desde los años 70 y todavía hasta la fecha, empiezan a mostrar sus
efectos adversos en una Europa envejecida, urgida de nuevos ciudadanos y que
tienen como una posible salida permitir la emigración de jóvenes y, como ya ha
ocurrido en Suecia y en Alemania, establecer estímulos de todo tipo, incluyendo
fiscales, para qué las parejas busquen tener mayor número de hijos. Los
resultados todavía no son visibles y la pregunta es la misma que uno se puede
hacer en el caso de China: ¿llegarán a tiempo que estas medidas para lograr
vencer lo que se ha llamado "invierno demográfico".? ¿Y en México?
Claro, no faltarán los que todavía creen en los conceptos de
control natal de los setentas; un ejemplo muy visible lo tenemos en una ex
secretaria que justificaba las fallas en la lucha contra la pobreza echándole la culpa a que la gente tiene demasiados
hijos. Como de costumbre, en México estamos reaccionando muy lentamente a los
problemas que se están dando en los países desarrollados. Estamos a tiempo de
establecer un enfoque de familia en nuestra política social, sin condicionar
los apoyos a la esterilización de las parejas o al uso de medios
anticonceptivos de diverso tipo. Visto de otra manera, el camino es respetar la
libertad de las parejas y permitir que ellos, responsablemente, decidan el
número de hijos que deben tener. Y, en todo caso, plantear apoyos para las
familias numerosas.
Yo sé que esto es casi una blasfemia para una parte muy
importante de la población que creen religiosamente en que tener un solo hijo
es lo mejor para el país. Ahí están los resultados en países que mucho antes
que nosotros implantaron estas medidas llegando, en algunos casos, a
esterilizaciones forzadas y hasta el infanticidio. Esos mismos países son los
que ahora están buscando dar marcha atrás, porque ven hacia adelante un futuro
desastroso.
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