¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 6 de junio de 2016

Mi confusión: ¿por quién votar en la CDMX?


A una semana de elegir a los constituyentes de la Ciudad de México, sigue reinando un gran desinterés ciudadano. Y la pequeña minoría que sí está interesada dispone de muy escasos elementos de juicio para tomar una decisión. Agregue usted un  claro desconocimiento del alcance que debe tener una Constitución y el resultado es una gran confusión. Mal augurio para la Ciudad.

Hasta el momento, el debate público sobre lo que pretenden las diferentes fuerzas políticas para la ciudad es prácticamente inexistente. Un lector mediano de periódicos no tiene suficiente información como para decir cuáles son las diferencias en las posturas de los diferentes partidos y candidatos independientes. Y, recuerde usted, los lectores de periódicos son una minoría en esta ciudad.
Sí, si usted consulta la página del Instituto  Nacional Electoral encontrará la plataforma electoral de los nueve partidos contendientes más la de los 21 candidatos independientes: 30 plataformas electorales. La cantidad de material de lectura es enorme. Entre todos los partidos políticos las plataformas cubren 223 páginas, habiendo algún partido que describe su plataforma en 39 páginas y el que menos presenta su plataforma en 17 páginas. Los candidatos independientes tuvieron más misericordia del electorado: la plataforma más extensa cubre 17 páginas pero hay varios de ellos que lograron expresar sus ideas en dos páginas. De todas maneras, el ciudadano concienzudo que quiera enterarse de las propuestas de partidos e independientes tiene que leer poco más de 360 páginas, la extensión de dos libros medianos. En un país donde la mayoría de la gente lee menos de un libro al año, esto es una garantía de que la inmensa mayoría del electorado no leerá estas plataformas.

Por otro lado, los partidos y los candidatos independientes han hecho una mínima difusión de sus ideas. Hay algunos espectaculares donde por toda propaganda se pone la cara del candidato. Eso sí, a todo color y con mucho Photoshop. ¿Qué nos dicen? Su nombre y el número de su planilla. Como si esto fuera motivo suficiente para preferirlos. Otros partidos han contribuido a reducir el desempleo, poniendo muchachos y muchachas en los semáforos a exponer mantas con el nombre de su partido y algún lema. Por ejemplo: “por una constitución chilanga". Bueno, yo creo que hasta el menos ilustrado en cuestiones políticas se habrá imaginado que nadie está proponiendo una constitución tapatía o regiomontana. Pero, por lo visto, algunos partidos consideran que eso es un argumento de peso.

Finalmente, a lo que parece que están apostando los partidos establecidos es a ganar por el prestigio de sus siglas, ya que solamente el voto duro, es más, el voto durísimo será el que les dará escaños en esta asamblea constituyente. No queda claro a qué le están apostando los candidatos independientes. No disponen de un voto duro, no han hecho campañas convincentes y seguramente estarán confiando en el hartazgo de la ciudadanía contra los "políticos de siempre".

A menos que usted sea una persona entrenada en lectura veloz, no habrá podido leer estas plataformas que fueron entregadas en su mayoría a finales de abril. Su mera extensión las hacen difíciles de entender y de establecer un mínimo cuadro comparativo de propuestas, muchas veces ahogadas en un mar de palabrería. De una lectura superficial aparecen ideas de lo más peregrino. Claramente, muchos de los candidatos no entienden la diferencia entre crear una Constitución y crear un plan de gobierno, el  cual contiene múltiples propuestas de campaña que, generalmente, son en realidad proyectos con un principio y un fin claramente determinados, no criterios jurídicos que permitan establecer con toda claridad los derechos de los ciudadanos y las obligaciones de los gobernantes.

En una rápida lectura de dichas plataformas hay propuestas como, por ejemplo, poner como un precepto constitucional el que ya no se construyan en la ciudad  casas de un solo piso y que sea una obligación el crecimiento vertical de las construcciones habitacionales. Otros, proponen incluir los derechos de los animales, que sea obligación del Estado incorporar el deporte en la vida diaria de los chilangos,  ofrecer Wi-Fi gratis a todos en la Ciudad de México (y, por supuesto, cuando en 10 años ya no haya Wi-Fi…). Todas cosas muy buenas, pero que no son de rango Constitucional y algunas ni siquiera del dominio del Estado. Y, para ser justos, hay otras propuestas muy sensatas, como la posibilidad  de revocación de mandato y el derecho al referéndum.

Si algo resulta de esta lectura rápida y superficial,  lo que queda claro es que los candidatos tienen muy escasas bases de cultura jurídica y que, de ser electos, requerirán de un gasto importante en asesores que les permitan hacer una tarea decente.

Mientras tanto, mi confusión persiste. ¿Por quién voto? ¿Por los mismos que me han pedido mi sufragio desde que llegué a la edad ciudadana y que me han decepcionado una y otra vez? ¿Por aquellos que se ostentan como independientes y hacen propuestas que son lugares comunes y en muchos casos, temas que no deben  formar parte de una Carta Magna?

Queda muy poco tiempo para aclarar todas estas confusiones. Claramente, lo que ocurrirá es una votación escuálida, muy poco representativa del sentir de la ciudadanía, y que tendrá en su base el pecado original de su ilegitimidad, al haber sido impuesta a la mayoría de la ciudadanía por una minoría que siguen a sus partidos por razones políticas. Ojalá esté equivocado. Porque bien puede ser que esta Constitución nazca como letra muerta. Sujeta a que muchas personas sensatas busquen la manera de ampararse contra sus preceptos o encontrar la manera de evadirlos.

¿Habrá algo por hacer? No mucho. Golpe dado ni Dios lo quita. Pero sí, nos queda algo. Seguir insistiendo sobre el tema. Dar seguimiento cercano al documento preparatorio,  discutirlo, proponer opciones y buscar que la Constitución de la Ciudad de México se apruebe en referéndum. Aunque no sirva para celebrar los 100 años de la constitución de 1917.



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