¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

jueves, 29 de septiembre de 2016

Clinton y Trump: ni a cuál irle.

                                                                                                                     

Después del muy esperado debate entre los dos candidatos más importantes para la presidencia de los Estados Unidos, si yo fuera un ciudadano de ese país me encontraría todavía en la categoría de los indecisos. Con la información que me dio este debate me costaría mucho seleccionar a uno de los dos. Posiblemente me inclinaría por la abstención o trataría de ubicar cual es el menos malo. Y como ciudadano del mundo, dada la fuerte influencia de Estados Unidos, estoy bastante preocupado.

Es cierto que los debates, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, tienen muy poco contenido y sobre todo muy poco de razonamiento. En la sociedad del "Homo Videns” que describía Giovanni Sartori, hay poco espacio y paciencia para el razonamiento. Por esta razón los debates apelan más a las emociones. Se justifican diciendo que lo que se está buscando es el "carácter" de los contendientes. ¿Se ve "presidencial"? ¿Muestra valentía, fortaleza, capacidad bajo presión, decisión? ¿Parece digno de confianza? Cualidades difíciles de medir y de observar en el breve espacio de 90 minutos. Pero eso es lo que se espera de los votantes.

Desde otro ángulo, el propósito de los debates es convencer a los indecisos, que bien pueden modificar totalmente el resultado de la elección. Y más en esta donde ambos contendientes se ven bastante deficientes. Por esta razón, el señor Trump se dedicó a atacar a los políticos sin distinciones, aún a riesgo de que sus patrocinadores, los Republicanos, se puedan molestar. Porque él quiere dar la imagen de ser un hombre de negocios exitoso y que no está manchado por la política. Lo cual tiene mucho sentido, dado el hartazgo tienen los votantes con los partidos tradicionales, sus múltiples promesas vanas y la corrupción que ha mostrado. Ese es el grupo de votantes que quiere convencer el candidato republicano. Por su lado, la señora Clinton evitó cuidadosamente atacar al partido Republicano. Está consciente que muchos republicanos se oponen al señor Trump y quiere atraerlos a su bando, al menos por esta elección.

Los ataques mutuos siguieron la lógica pervertida según la cual, si yo demuestro que el otro está mal ya no tengo que demostrar que mis propuestas son las correctas. Sofisma del que abusó más el señor Trump, pero que también usó la señora Clinton. Con lo cual muchos indecisos les queda claro los dos tienen hechos reprobables. Pero no demuestra de ninguna manera cuál es el que gobernará mejor al país.

Probablemente lo más preocupante de la posición de la señora Clinton es la postura de la izquierda norteamericana según la cual el gobierno debe tener una fuerte intervención en la economía y en la sociedad, debe limitar las libertades ciudadanas para apoyar sus ideologías y aumentar el gasto público por la vía de impuestos a la clase media y alta de esa nación. Receta que aplicó el señor Obama y que no ha resultado en una mejora sustancial de su economía, si bien ha logrado frenar la caída que era de esperarse después de la crisis del 2007 -2008. El Sr. Trump se presenta como un hombre de negocios, busca regresar al aislacionismo económico y militar del país. Propone reducir los impuestos (una propuesta que siempre tiene muchos adeptos) sin explicar de una manera clara como eso hará que haya más inversiones de las empresas grandes. Porque las grandes empresas en Estados Unidos tienen mucho dinero para invertir y han preferido tenerlo en el extranjero incluso sin invertirlo, como es el caso de Apple que tiene algo con 800,000 millones de dólares guardados en bonos y acciones en sus oficinas en Irlanda. Muchas veces el tema no es que las empresas tengan dinero, sino que tengan la confianza necesaria para invertirlo en negocios donde vean un riesgo razonable.

Tratando de aparecer como un hombre de negocios, las soluciones que propone el señor Trump son soluciones basadas en dinero. Cobrarle impuestos a México, crear un muro y que lo pague México, cobrar a sus socios de la OTAN por los servicios de seguridad que les dan con su capacidad militar y en particular pedirles que paguen por la defensa contra ataques nucleares, en particular Alemania, Japón y Corea. Una propuesta riesgosa y bastante cándida. Ante la necesidad de pagar por una seguridad basada en armas nucleares, pudiera ser que los japoneses, coreanos y sobre todo los alemanes consideraran mucho más beneficioso en el largo plazo tener propia producción de armas nucleares. Lo cual no es muy difícil: si un país de desarrollo medio como Siria e incluso uno pobre como Pakistán han podido desarrollar armas nucleares, eso no presentará ninguna dificultad para países como Alemania y Japón e incluso Corea. Lo que está proponiendo el señor Trump tendrá como un resultado rápido y extraordinariamente peligroso la proliferación de armas nucleares. Porque si Estados Unidos no cumple sus convenios de proteger a sus aliados, su credibilidad se mermara. Independientemente de que esa situación restaría fondos para las economías del mundo, para dedicarlos a una nueva escalada nuclear que requiere muchísimo dinero. A no ser que el señor Trump piense que las compañías americanas de armamento se pudieran beneficiar con esa carrera.

Ante todo eso, poniéndome en el lugar del ciudadano de los Estados Unidos que tiene que escoger entre dos opciones tan malas, me costaría mucho trabajo votar en conciencia por uno o la otra. Y claramente estaría en el bando de los indecisos o de los que no quieren votar.

Habrá que ver qué nos traen los siguientes debates. Como decían en mi pueblo: que Dios nos agarre confesados

lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Qué tan independientes somos?


Estamos entre la fecha del inicio de la revolución de independencia de nuestro país y la de su consumación el 27 septiembre de 1821, fecha que nuestro Gobierno no celebra. Sin que haya dado nunca una explicación lógica, no sectaria, del porqué de esta omisión. No, no voy a caer sobado tema de muchas izquierdas que, basándose en las teorías de la conspiración, dicen que nuestro país no es realmente independiente y que nuestra política interior y exterior se dicta en Washington. Mucho hubo de eso siglo XIX y buena parte del siglo XX, a veces de una manera discreta y otras de modo  muy evidente, como las intervenciones de los embajadores Poinsett y Morrow. En el siglo XXI ha habido más cuidado en guardar las formas. Pero cabe la duda: ¿tenemos plena independencia?

Es claro que un país que tiene severos problemas económicos no tiene una total independencia. Siempre estará sujeto a los dictados de grupos económicos, organismos internacionales, y otros diversos grupos de presión. Si además, este país no tiene grandes riquezas, claramente estará más sujeto a esas presiones. Y contra el mito de que México es "el cuerno de la abundancia" tenemos que ver nuestras realidades: nuestro país es árido; la mayoría de los estados tienen escasez de agua. Tenemos poca tierra de labranza, aproximadamente el 14% del territorio nacional, de lo cual la mitad está sujeta a los temporales. Es cierto que tenemos un gran litoral, pero no todos nuestros mares son ricos en pesca. Tenemos petróleo, pero no somos estrictamente un país petrolero como dice Macario Schettino, uno de nuestros grandes especialistas. Y cada vez tenemos menor producción del mismo.

Tenemos una gran riqueza en nuestra población, todavía joven y lejana al invierno demográfico. Pero la mala organización de nuestro sistema productivo hace que muchas de nuestras mejores personas, en todos los niveles sociales, emigren buscando mejores oportunidades. Los que nos quedamos, vemos a nuestra población perdiendo su nivel educativo real, aunque sume años de escolaridad. La ignorancia siempre generará dependencia. Y si a todo esto le agregamos la corrupción pública y privada, esa pobreza se agudiza.

Probablemente la peor de las dependencias es la dependencia cultural. La dependencia que tenemos en muchos aspectos de la cultura popular, muy influida por valores y costumbres que no son las nuestras. La peor de las dependencias es cuando perdemos los valores de nuestra cultura, porque nos son dictados por instancias y organismos internacionales. Esta dependencia significa que estamos en riesgo de perder nuestra esencia como nación.

Para ser plenamente independientes tenemos necesidad de un mejor desempeño económico. Ningún país pobre es totalmente independiente. Pero no basta con eso. Necesitamos tener educación de más alto nivel para ser  independientes en esta era. Necesitamos una ciudadanía bien formada y actuante. Necesitamos un sector privado valiente, emprendedor y muy capacitado. También un sector público eficiente y capaz. Necesitamos independencia tecnológica, sindicatos independientes, políticos independientes.

Pero la independencia no es el único modelo. Puede ser que estemos cayendo en casos de codependencia. Una relación tóxica que hace daño muchas veces a ambas partes de la relación, aunque posiblemente a una más que a la otra. Como la codependencia que ocurre a veces en las relaciones familiares. O, como la que podría darse entre nuestro país y nuestros socios comerciales. Ellos, dependiendo nuestra mano de obra barata; nosotros dependiendo de su fortaleza económica, de sus sistemas de comercialización, de sus mercados y de su desarrollo tecnológico.

Tal vez el modelo del futuro, al que deberíamos de aspirar, es el de la interdependencia. Poder tener relaciones mutuamente beneficiosas con otros países, relaciones donde todos ganaran. Eso ha sido el ideal, tal vez no realizado plenamente, de la Comunidad Económica Europea. Esa interdependencia sólo puede funcionar si nuestra nación se fortalece. No se trata de pedir dádivas, sino de ofrecer nuestras fortalezas a cambio de una retribución justa.

En resumen, ser plenamente independientes es una tarea ardua, un camino difícil. Puede significar sacrificios para esta generación, que posiblemente no vea los resultados pero que estará construyendo para sus hijos y sus nietos. Ahí es donde debemos aplicar y aprovechar nuestro fervor patrio. Ahí es donde debemos encontrar un terreno común para conciliar hasta donde sea posible nuestras divergencias. Porque es muy difícil que una nación amargamente dividida, pueda evitar ser juguete de las fuerzas que quieren arrebatarnos nuestra independencia.





domingo, 11 de septiembre de 2016

A mayor opacidad, más teorías de la conspiración


Desconfíen siempre de las teorías de la conspiración. Son una renuncia a pensar. Enrique Krauze[1]

Por supuesto, estoy plenamente de acuerdo con la frase de Enrique Krauze, uno de los mayores pensadores de nuestra época. Sin embargo, para poder pensar se requiere tener conocimiento o, como un mínimo, información. Por esta razón, en un sistema político con  un alto nivel de opacidad las teorías de la conspiración florecen y se extienden.

 En el sistema soviético y en particular durante los tiempos de Stalin, proliferaron analistas que se autonombraron "sovietólogos”. Éstos personajes trataban de entender un sistema extraordinariamente opaco y muchas veces, para hacer sentido de la gran escasez de datos que les llegaban, hacían análisis por ejemplo del lugar ocupaban los diferentes funcionarios en el presídium de distintos eventos y median a cuantos lugares de Stalin quedaban sentados. Al analizar varios eventos, suponían que quienes se iban alejando de los lugares centrales es porque iban cayendo de la gracia del dirigente máximo y los que se iban acercando es porque iban ganando favores. De la misma manera, analizaban  como llegaban juntos y cómo permanecían juntos durante los eventos lo cual  les permitía suponer alianzas y pleitos.

En la renuncia del secretario de hacienda de México, la semana pasada, hubo una amplia semejanza con este tipo de análisis. Que si el secretario Osorio estaba del mismo lado del secretario Videgaray, que si los nuevos secretarios estaban juntos del otro lado, que si alguno de ellos se veía sombrío o distraído, a cual grupo pertenecían cada uno de ellos así como los que los sustituían en sus anteriores cargos, todo eso se prestó a amplias especulaciones. Todo ello, por la percepción de opacidad en esta decisión.

Obviamente, las teorías de la conspiración abundan en estas circunstancias. Un analista a quien respeto mucho, opina que el partido en el poder ya ve perdidas las elecciones nacionales del 2018 y que el secretario Videgaray está renunciando a su puesto para ser candidato a gobernador del Estado de México. Un escenario interesante. Otros dicen que en vista de errores muy graves, tanto los recientes como a lo largo de su desempeño en su secretaria de Estado, era ya inevitable un cambio. No falta el que especula que este cambio es el precio que el sector privado pidió para deponer su actitud de enojo contra el gobierno federal y aún otros piensan que este cambio es para dar confianza a las agencias internacionales que miden el riesgo del país.

Otras teorías tienen más que ver con el manejo de grupos en la clase política. Una conspiración que algunos imaginan es que el grupo del Estado de México estuvo apoyando de manera sigilosa la rebelión de los maestros, con el propósito de desprestigiar al secretario de Gobernación, y hacer que bajara su calificación en las encuestas de popularidad de cara a las elecciones presidenciales de 2018. Y ahora pagan las consecuencias.

Otras teorías de la conspiración son de mayor alcance. Hay quienes ven la mano de expresidentes, dirigiendo los movimientos y los ataques a la administración actual.  O los que ven a la extrema izquierda coludida con uno de los grupos priistas, con el propósito de desprestigiar a su posible contrincante.

En fin, que por teorías de la conspiración no paramos. Lo cual es fruto natural de secretismo que maneja la clase política. Por ello hablamos de los diferentes círculos del conocimiento, como el llamado "círculo rojo" que son los enterados, el círculo íntimo del presidente, o los diversos círculos existen o se imaginan los diferentes analistas.

¿Habrá remedio contra las teorías de la conspiración? Probablemente sí, pero no en el corto plazo. Václav Havel, el intelectual checo que pesó fuertemente en la caída del comunismo en su país, hablaba en su influyente ensayo "El poder de los que no tienen poder" de que un sistema basado en la mentira omnipresente, es un sistema moralmente en bancarrota. Pero una bancarrota moral no se resuelve rápidamente. No es cuestión de un cambio de personas, ni siquiera de estructuras. Es un cambio que ocurre en las mentes y en los corazones de la ciudadanía. Las grandes preguntas son: ¿estamos dispuestos los ciudadanos a pagar el costo de dejar de vivir en la mentira? ¿Tendremos la paciencia y la constancia para un  cambio que puede llevar décadas?




[1] Tweet del autor, 24 de julio de 2013, @EnriqueKrauze