¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

viernes, 16 de diciembre de 2022

“La magia de la Navidad”

 Probablemente la celebración más difundida en el mundo es la Navidad. No deja de ser algo singular: más de tres cuartas partes de la humanidad no creen en el nacimiento de Jesús de Nazaret y muchísimo menos en su divinidad. Sin embargo, en naciones donde no se tienen estas creencias y en sectores de países nominalmente cristianos, quienes no comparten dichos criterios, de todas maneras la celebran.

Es un fenómeno que se da de un modo parecido en otras creencias religiosas. Los budistas, por ejemplo, celebran el nacimiento de Buda. De hecho, a mí me tocó estar presente en Corea en el día en que se celebra su nacimiento. Pero, aún entre los creyentes de esa religión, el impacto de la celebración es mucho más moderado. Es un día de asueto, muchos visitan los templos de su religión, pero la celebración no tiene el impacto social que tiene la Navidad en muchos países. Y, por supuesto, no se celebra entre quienes no comparten esa religión. Y algo muy parecido ocurre con la conmemoración del nacimiento de Mahoma, que se celebra en los países islámicos, en algunos de los cuales se regalan dulces a los niños, pero que no tiene el mismo impacto.

Recientemente, con una poderosa campaña encabezada por una de las bebidas no alcohólicas más importantes a nivel mundial, se nos habla de la “magia de la Navidad”.  No es que sea algo nuevo: el estudio de cine Universal Studios de los Estados Unidos, hace ya algún tiempo que celebra la Navidad con películas donde se habla de la misma y su magia, con historias de tipo romántico, que se dan en épocas navideñas, con situaciones de familias incompletas o reconstruidas, presentando con frecuencia la situación de las fuerzas armadas de este país, cuyos miembros se ven separados de sus familias en estas épocas y otros temas parecidos. Y en donde para nada se menciona a Jesús.

Tal parece que el propósito de esta secularización de la Navidad tiene el objeto de hacer que todos, crean o no en Jesús, se sientan llamados a celebrar una serie de valores que no son objeto de discusión. Es particularmente interesante el enfoque que trata de presentar la Navidad como algo mágico. Si nos atenemos al significado que le da el diccionario a la palabra magia, veremos que no hay congruencia con el concepto original de la Navidad. Efectivamente, según él diccionario de la Real Academia Española, magia significa:

Arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales. Un concepto muy alejado del significado original que tiene la celebración navideña.

 

Es muy claro que estas fiestas tienen un fuerte componente comercial: regalos, celebraciones, felicitaciones y reuniones, significan un muy buen negocio para muchos. Por otro lado, uno podría argumentar que no tiene nada de malo el que se celebren reuniones de familiares y amigos, donde se recuerde el cariño mutuo, que se les hagan regalos de modo especial a los niños, se celebre La Paz y el Amor entre los seres humanos y otros muchos valores que de suyo son importantes. Pero no deja de ser una ocasión de desvirtuar el origen de esta celebración, cosa que nos atañe a quienes nos consideramos cristianos, pero que no tiene significado para aquellos que sin serlo celebran y adoptan valores que nosotros también compartimos.

Quienes creemos en Jesús de Nazaret, como el hijo del Dios vivo, no creemos que la Navidad se trate de magia. Creemos en la misericordia del Padre que nos ha dado en mayor de los regalos: su Hijo, el que nos ha dado el perdón de los pecados y la vida eterna. Y que también predicó entre nosotros el amor de unos a los otros, el cariño por los niños, parientes y amigos, el anhelo de Paz entre los humanos. La mejor manera de celebrar estas fechas es agradecer esos regalos de Jesús y compartir con quienes no tienen nuestras creencias, los valores universales que todos compartimos.

Antonio Maza Pereda

martes, 13 de diciembre de 2022

Violencia generalizada

 Ya muy cercanos a la época navideña, entre otros muchos villancicos de la época, se escucha con frecuencia y en varios idiomas la canción “Noche de Paz”. La frecuencia con que se repite el tema en esta época nos indica que hay un anhelo en todas las naciones y en todas las culturas porque la Paz sea una forma de vida. Aspiración que no siempre se cumple.

Un aspecto que, por otra parte, no siempre nos queda claro. Por ejemplo, cuando nuestras autoridades tratan de medir el progreso de sus esfuerzos por reducir la violencia, generalmente tratan de medirlos como la reducción en el número de homicidios dolosos. Un concepto muy importante pero que no necesariamente refleja todos los tipos de violencia que se generan en nuestra Sociedad. Ello sin tomar en cuenta que, el mero hecho de que se reduzcan las denuncias por homicidios dolosos, no quiere decir necesariamente que se está logrando un avance, dado el gran aumento en la impunidad.

No tenemos claro lo que se considera violencia. Porque si sólo pensamos que los homicidios son la violencia, estamos dejando fuera toda clase de situaciones que afectan a nuestra sociedad y que también son particularmente violentas.

Hace ya algún tiempo, la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género, creó un instrumento llamado violentómetro, que señala hasta 27 tipos diferentes de violencia en las relaciones personales. Desde conceptos que muchos consideran cómo no violentos, por ejemplo, las bromas hirientes, la “ley del hielo”, los celos, o ridiculizar y ofender, llegando hasta las amenazas de muerte, la violación, la mutilación y el asesinato. Comportamientos violentos que además crecen de manera progresiva. Aunque claramente no todos los violentos pasan por estos niveles y llegan hasta los más agresivos, es un hecho que la mayoría comienza por conductas aparentemente poco violentas.

Esto que se da en las relaciones de género, claramente puede encontrar sus paralelos en relaciones de familia, laborales, escolares y de muchos otros tipos. Mientras sólo consideremos que los niveles más agresivos de este violentómetro son los que verdaderamente deberíamos de limitar, nuestra Sociedad seguirá siendo una sociedad violenta. Y hay que considerar que, en nuestro medio, una parte importante del entretenimiento tiene aspectos de violencia. No nos ponemos a considerar la enorme cantidad de furia que tenemos en nuestra cultura del entretenimiento, violencia que es actuada pero que es disfrutada por las mayorías. Eso sin considerar la violencia reglamentada en el box, el fútbol americano y hasta en las corridas de toros a la usanza española.

El tema es que nos estamos acostumbrando permanentemente a la violencia, ignoramos su existencia, la minimizamos y luego nos escandalizamos al ver que aumenta progresivamente. Las soluciones que nos proponen los gobernantes en los tres Poderes de la Unión buscan, en términos generales, imponer castigos cada vez más fuertes a algunos de los comportamientos considerados más violentos. Sin tomar en cuenta que el aumento de la penalidad nunca ha servido para reducir las conductas delictivas. Como claramente estamos viendo con las figuras de feminicidio, con penalidades cada vez más fuertes y que no han servido para reducir ni los propios feminicidios ni otros actos de violencia cómo son la intrafamiliar y las violaciones. Y es de esperarse porque las penalidades, por intensas que sean, tienen poco efecto cuando la impunidad es prácticamente absoluta en esos crímenes.

Claramente la solución pasa por un rechazo masivo de la sociedad a todos los grados de violencia, no únicamente a la violencia más extrema. Porque cuando una persona se acostumbra a ser violenta, muchas veces va aumentando su grado de violencia hasta que llega un momento que ya es imparable por él mismo agresor. Cuando la sociedad percibe un comportamiento como dañino y actúa en consecuencia, exige a las autoridades mayor rigor en el seguimiento de la impunidad y se preocupa por influir en la educación, así como en las costumbres, para lograr reducir ese nivel de violencia.

Posiblemente hay que empezar por las conductas menos agresivas, pero más extendidas, convenciendo a la mayoría de que son inaceptables y pasando de ahí a otros conceptos más dañinos. Hace ya más de 30 años en Colombia, que ha tenido un problema de violencia por décadas y han logrado reducirla de una manera significativa, hubo una campaña apoyada por la Sociedad, algunas organizaciones sociales e iglesias cuyo lema era: “Por la Paz yo conduzco sin odio”. Un pequeño paso, pero que muestra que, para empezar a reducir la violencia, hay que iniciar por las actitudes más extendidas en la sociedad, para ir progresando hacia los temas más dañinos.

En todo caso no podemos seguir ignorando el hecho de que estamos viviendo una situación cada día más violenta. No podemos seguir pensando que los violentos son otros, cuando todos tenemos un cierto grado mayor o menor de actitudes violentas. La Paz no debería de ser una utopía; debería ser un anhelo para toda la sociedad y una ocupación de todos, no sólo de los gobiernos ni de los tribunales.


Antonio Maza Pereda

 

domingo, 4 de diciembre de 2022

Guerra de números

En estas semanas pasadas hemos tenido marchas y contramarchas, unos a favor de que “el INE no se toca”, mientras otros que, inicialmente marcharían a favor de una reforma electoral, cambiaron después por una idea de apoyo al Presidente de la República y terminaron como una especie de “marcha de la felicidad”, donde asistirían para demostrar que están muy contentos con el desempeño de la 4T y deseosos de escuchar el informe del Presidente.

No faltaron las acusaciones mutuas: mientras unos acusaron a unos marchistas de ser clasistas, fifís y conservadores, sus contrarios acusaron a los participantes de la segunda marcha de ser acarreados. Y, por supuesto, hicieron las cuentas del costo de este evento de apoyo al Presidente de la República, del cual se dijo que tuvo un costo superior a los 500 millones de pesos. Cifra muy difícil de confirmar, porque en esos casos raramente se emiten facturas o recibos.

Una de las preguntas importantes de estos casos es: ¿realmente influyen estas marchas?
 A nivel de los medios seguramente tienen una influencia, pero la pregunta importante es cuánto influyen a la hora de las elecciones.

 Los números de participantes son muy difíciles de comprobar. Mientras que el Gobierno Federal dicen que los que participaron en la “marcha de la felicidad” fueron alrededor de 1 millón 200 mil, los números de la primera marcha son mucho más variables. Desde la estimación que se hizo en la Ciudad de México de 10 mil a 20 mil participantes, número realmente ridículo, hasta los estimados de algunos organizadores, con hasta 800 mil participantes entre la Ciudad de México y las decenas de ciudades que participaron.

Pero estos números son mínimos en comparación con el número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral, revisado el noviembre pasado, que son 95 millones. De acuerdo con ello, en la marcha de la 4T estuvieron el 1.3% de los votantes registrados, mientras que la marcha en favor del INE obtuvo aproximadamente el 0.8% de los mismos. Cantidades muy escasas para modificar los resultados de las elecciones federales del año 2024.

En todo caso ambas manifestaciones tuvieron el resultado de convencer a los que ya están convencidos. Difícilmente se pueden encontrar en ninguna de las dos, argumentos que hagan que los que ya están decididos por la 4T o por la oposición, cambien de opinión en vista de lo expresado por estas marchas.

Justamente en la víspera de la marcha de la 4T me tocó estar junto a dos ciudadanos convencidos de los frutos de esta administración y de la gran felicidad que ha traído a la población. Estuve escuchando pacientemente sus argumentaciones, pero era bastante claro que el debate no estaba destinado a convencerme a mí. Estaban tratando de convencer el uno al otro de cuál era el que estaba más comprometido y quién podía decir más argumentos a favor de la 4T. Para todo efecto práctico, yo jugué el papel de un florero, de un objeto que no había que tomar en cuenta, que era innecesario convencerlo con sus argumentos. Porque claramente no estaban dispuestos a escuchar ninguna otra opinión.

De fondo, su gran argumento consistió en demostrar que las administraciones anteriores estaban peor que la actual. En términos muy básicos el razonamiento era que si los otros están mal quiere decir que su líder está bien. O sea que no podían admitir que haya más que la proverbial “no hay más que 2 sopas”. O en términos un poco coloquiales, “si tú estás mal quiere decir que yo estoy bien”.

Pero al final lo único que cuentan son los votos. Probablemente el mayor efecto está en el ánimo de los participantes, que realmente serán los que tratarán de convencer a la población de las bondades de sus propuestas. Ahí sí puede haber un resultado interesante. Ambos bandos quedaron en un nivel triunfalista y con esa actitud enfrentarán los próximos comicios.

A la oposición probablemente le haya beneficiado el hecho de que los partidarios de la 4T pudieron comprobar la capacidad de movilización, voluntaria o involuntaria, que tuvo la maquinaria de su Movimiento. Porque al final del sexenio lo que cuenta son los números de votantes a favor de una u otra fórmula, independientemente de si ocurrió porque hubo acarreo, amenazas o argumentos falsos. La oposición se beneficia con los resultados de la “marcha de la felicidad”: le queda una idea clara de lo que les espera en las elecciones del 2024 y probablemente será un incentivo para que redoblen sus esfuerzos, multipliquen su capacidad de movilización y, sobre todo, que cuiden más el desarrollo y la comunicación de sus argumentos. Un tema en que no han sido particularmente exitosos. Como ya se ha comentado en estas líneas, la oposición no ha podido tener argumentos convincentes: se han limitado a ser reactivos y muy poco propositivos. Es posible que el resultado de estas marchas los sacuda y los convenza de que tienen que hacer más para convencer al electorado. Por otro lado, el gran riesgo de la 4T es que, dado el resultado de los números en las marchas, se confíen pensando que ya todo está ganado.

¿Cuál es la reacción de la ciudadanía? Poco se habla de ello. En las encuestas valdría la pena preguntar a los consultados cuántos cambiaron de opinión como resultado de estas marchas. En mi humilde opinión me parece detectar un hartazgo de la ciudadanía, que ya no cree en nadie. Por otro lado, podría haber una reacción mucho más saludable. El convencimiento de que los ciudadanos tenemos que participar más activamente en cuestiones de política y la convicción de que hay que tratar de entender más a fondo las posiciones que están en juego para el 2024. Ojalá que tenga razón.

 

Antonio Maza Pereda