¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

domingo, 29 de enero de 2023

Independencia de Poderes

El tema de fondo en la discusión sobre la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia no es o al menos no debería de ser solo la idoneidad de los candidatos. En la discusión por el presunto plagio  de la tesis de licenciatura de la candidata favorita del Presidente del Poder Ejecutivo para presidir la Suprema Corte, quedó en segundo lugar el tema de fondo. Estrictamente hablando, en pura teoría del sistema democrático, ni el Poder Legislativo ni el Poder Ejecutivo deberían de influir en el nombramiento del titular del Poder Judicial. Así mismo, el Poder Judicial no debería de influir en el nombramiento de los otros Poderes de la Unión. Una teoría que difícilmente se cumple, ni siquiera en los países con mayor desarrollo democrático. La realidad es que los poderes establecidos, así como los poderes fácticos, hacen todo lo posible por influir en esos tipos de nombramientos.

De hecho, en la mayoría de los países democráticos hay una división de poderes, independencia entre los mismos para asegurar que haya vigilancia de cada uno de ellos sobre los demás. Lo que se ha dado en llamar el concepto de balances y comprobaciones, qué evitaría que alguno de los poderes impusiera su criterio. Como ocurría en nuestro país durante la larga noche de la “dictadura perfecta”, los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana. En dónde el Presidente del Ejecutivo Federal ponía y quitaba a su libre albedrío gobernadores, presidentes municipales, así como diputados, senadores y miembros de la Suprema Corte de Justicia.

 Es interesante que este concepto de la división e independencia de poderes muchas veces es cuestionado por partidos con raíces democráticas, que buscan unificar el poder en nombre de la gobernabilidad. El argumento es que, si hay división de los poderes y que estos recaen en diferentes partidos, cómo sería el caso de los Poderes Ejecutivo y Legislativo o de un cuerpo independiente de los partidos, como sería el caso del Poder Judicial, sería difícil tener gobernabilidad -nos dicen- porque se perdería la agilidad del gobierno por tener que estar convenciendo a otros poderes para que estén de acuerdo con los criterios de todos y cada uno de ellos.

Es cierto. Cuando hay comprobaciones y balances es más difícil gobernar. Las decisiones pueden atrasarse mientras se cumplen los requisitos qué pide cada uno de los poderes. Claro: siempre será más difícil gobernar una sociedad democrática que una autocracia. Muchos de nuestros gobernantes siguen el criterio del rey de Francia Luis XIV, qué proclamaba: “El Estado soy yo”. Es el máximo de la gobernabilidad. De no ser así -dicen algunos- lo que seguiría sería la anarquía. Según ellos, esta sería aún peor que la dictadura. De manera que a la Sociedad se le presenta una falsa disyuntiva: aceptar en nombre de la gobernabilidad el dominio del Poder Ejecutivo, a cambio de evitar los males de la anarquía.

Lo que buscan muchas veces los Poderes, pero sobre todo el Ejecutivo qué es el que maneja el mayor presupuesto público,  es tener un Legislativo que gobierne para el partido al que pertenece el Presidente,  “sin cambiar ni una coma” a las propuestas del Ejecutivo. Al mismo tiempo se busca qué el Poder Judicial avale todas las propuestas presidenciales, y todas las propuestas de ley que procedan del Legislativo, aunque no tengan congruencia con los conceptos jurídicos, con las leyes vigentes ni con la Constitución. Hoy desgraciadamente,  y esto en parte por nuestra pésima educación en temas políticos y sociales,  una parte importante de la población cree de buena fe que la Presidencia tiene la facultad de darle órdenes al Congreso y al Poder Judicial. Y así vemos como, ante alguna falla de alguno de los Poderes, la población pide, es más: exige al Presidente de la República que intervenga y enderece el entuerto.

Por otro lado, encontramos con que los poderes fácticos emplean cantidades sustanciales de recursos en cabildear con los tres Poderes para que se den soluciones adecuadas a sus intereses. Y lo mismo ocurre con distintas sociedades intermedias: cámaras empresariales, ONGs, grupos de interés y religiones, todos ellos tratando de influir en la vida de la Nación por medios que no son los que prevé un sistema democrático.

Ante esta situación, ¿cuáles son las opciones para el ciudadano? En algunos países, en ciertas épocas se han decidido por el voto diferenciado: votar por partidos diferentes en las elecciones presidenciales y en las dos cámaras del Congreso, de manera que no se puedan poner de acuerdo fácilmente y deban de negociar y convencer mediante sus argumentos y no meramente por la fuerza de los partidos políticos. Otros han optado por votar en cada elección por partidos diferentes, con la idea de que si es seguro que el siguiente gobernante procederá de un partido diferente del que ahora gobierna, el gobierno actual será muy cuidadoso de no cometer errores o corruptelas porque sabe que, en el siguiente periodo de gobierno, otro partido diferente tendrá el poder y revisará con lupa la administración anterior. Estas soluciones no son perfectas y claramente hay que buscar otras posibilidades diferentes de las que hoy tenemos en el panorama.

Aquí el tema de fondo es: ¿A quién representan estos Poderes? Hoy representan a las distintas clases sociales, a las etnias, a las sociedades intermedias, a los grupos con diferentes niveles de conocimientos y estudios. O peor aún: no representan a ninguna de esas áreas de la Sociedad y sólo representan a las facciones de la casta política. ¿Quién nos asegura que se pueda lograr concordia entre los que somos tan diferentes? En buena parte el mito a vencer es el temor a la falta de gobernabilidad. Y eso requiere que todos tengamos un conocimiento suficiente sobre los temas importantes de la Sociedad y las peculiaridades del sistema de gobierno qué, para muchos, es el preferente: la democracia. Un método de gobierno muy malo - decía Winston Churchill- pero que es el menos malo de todos los sistemas existentes hasta ahora.

Antonio Maza Pereda

viernes, 20 de enero de 2023

Hace 29 años

Hace poco más de 29 años, el inicio del 1994 se vio sacudido por un evento poco usual. Muchos de los ciudadanos de nuestro país, los llamados Millenials y Centennials no vivieron esta época y sólo la conocen por referencias de sus familiares y amigos. En una ciudad mediana, San Cristóbal de las Casas, se dio un levantamiento. Grupos de indígenas, algunos de ellos bien armados pero la mayoría con armas de madera, tomaron una parte importante de esa ciudad y atacaron al ejército mexicano en un cuartel ubicado en los altos de Chiapas, en el Campo Militar 31 llamado Rancho Nuevo.

Vale la pena comentar la situación actual de esta población. Ahora, 29 años después, se trata de una ciudad con poco más de 215, 000 habitantes. Una localidad que era y sigue siendo muy culta, que tiene una proporción de museos muy elevada, mayor de la cantidad de museos por mil habitantes que tienen otras ciudades mayores de México. También tiene centros de investigación, una proporción importante de investigadores nacionales y vive mayormente del turismo. Su población flotante está formada por turistas con un enfoque cultural y también lo que podría llamarse el turismo ideológico, generalmente de izquierda. Y una parte importante de sus habitantes no nacieron en la ciudad.

En 1994 se destapa un ambiente desconocido por la mayor parte de los habitantes de nuestro país: una situación ancestral y fundamentalmente injusta, donde la discriminación racial que tenemos en nuestra patria se exagera ampliamente. Intentos por civilizar a las distintas etnias indígenas de esta parte de Chiapas, tenían un enfoque de hacer que los indígenas perdieran sus costumbres, buscando sustituir sus distintas culturas por una cultura única, la cultura de los mestizos que hablan en castellano.

Se presenta el así llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), con una minoría de mestizos, con una visión de izquierda, que logran ganarse la confianza de los pueblos que habitan esa región. Tras el levantamiento sigue una larga temporada de negociaciones donde se trata de llegar a convenios, los así llamados acuerdos de San Andrés Larráinzar, y que años después llegan, en un sexenio de transición democrática, a la capital del país, donde finalmente no se obtiene ningún resultado.

Los indígenas, creando un modelo propio de gobierno, se niegan muchos de ellos a recibir apoyos del gobierno federal y se mantienen hasta la fecha en un estado de rebeldía relativamente pacífica. El gobierno federal renuncia a tratar de incorporarlos y, en el sexenio actual, con un gobierno de izquierda, ellos siguen estando en su estado de rebeldía, rechazando algunas de las propuestas mayores de este gobierno, sobre todo lo referente al llamado Tren Maya, percibido por ellos como dañino para bosques y selvas en los que habitan.

Parece claro que los modelos totalitarios no han logrado capturar las ideas de estos pueblos. Curiosamente, en uno de los eventos más conocidos del EZLN, se crea una frase muy interesante: “Un mundo dónde quepan todos los mundos”. Una idea atrayente, al menos como lema. Parecería que este grupo reconoce que la sociedad no puede ser de un solo color. Que dentro de la misma puede haber diferentes modos de pensar y que el modelo de sociedad que nos conviene es uno que reconozca los derechos de las minorías y que evite, en nombre de la democracia, lo que algunos llamaron la dictadura de las mayorías, de la que hablaba Alexis de Tocqueville.

La realidad es que en nuestro país el cambio de gobierno hacia la izquierda ha traído nuevas marginaciones: los progres contra los fifís, la cuarta transformación contra los conservadores, y otros modos de marginar a quienes piensan diferente.

Hay que reconocer que los así llamados modelos sociales tienen sus límites. Sus proponentes piensan que su modo de analizar la realidad es el único posible. Y de esa manera nos encontramos, no sólo en nuestro país sino a nivel mundial, con diferentes tipos y conceptos de gobierno: desde las llamadas democracias populares, mismas que desaparecieron en su mayoría a finales del siglo XX, los modelos neoliberales, la socialdemocracia y hasta aquellos que proponen como modelo la anarquía clásica.

El gran tema de los próximos años debería ser el tomar una clara conciencia de que no es posible, ni siquiera deseable, que todo el mundo piense igual. Que no se puede tener homogeneidad a nivel global, a nivel país y ni siquiera en las comunidades pequeñas. Necesitamos un cambio mental: dejar de pensar en términos de dominación ideológica y tratar de construir mecanismos en los cuales podamos tener modelos de negociación que reconozcan los derechos de todos y que deje claro que ningún modelo social es inherentemente mejor a los demás, de tal manera que tenga el derecho de imponerse a todos los que no opinan de la misma manera. ¿Tendremos la capacidad y la sabiduría para poder gobernarnos de esa manera?

 

Antonio Maza Pereda

lunes, 16 de enero de 2023

  Salario mínimo 2023

En medio de los múltiples acontecimientos políticos del final del 2022 y principios del 2023, una decisión de la mayor importancia ha pasado prácticamente desapercibida: el aumento del salario mínimo general para el año 2023. Un tema importante para la economía del país y también un asunto que causa fricciones en el tratado TEMEC, donde empresas de Canadá y Estados Unidos, así como los sindicatos de esos países, han acusado a nuestro país de hacer una competencia desleal en base a una mano de obra exageradamente barata.

Es importante revisar el historial del salario mínimo general. Al principio del año 2018 el salario era de 88.40 Pesos por día. A partir del año 2023, este salario se fijó en 207 pesos por día, un aumento de 134 %, muy superior al crecimiento de la economía en esos 5 años y por supuesto mucho mayor que el incremento de la inflación en el mismo periodo. Por otro lado, el salario mínimo en la zona fronteriza, que también era de 88.40 pesos por día pasó a 312.40 pesos, 253% en ese mismo periodo. Un aumento mucho mayor, que toma en cuenta la diferencia entre ambos lados de nuestras fronteras.

Es un hecho muy conocido que nuestro país ha tenido, por demasiado tiempo, salarios bajos sobre todo en lo que toca a los trabajadores poco calificados. Esa diferencia se ha vuelto verdaderamente insostenible. No hay una razón lógica para que los salarios mínimos en nuestro país sean inferiores a los que se perciben en Guatemala, Belice, Costa Rica e incluso en Ecuador, uno de los países sudamericanos de bajos ingresos. Países todos que tienen un ingreso del PIB per cápita menor que el que tenemos en nuestro país.

 Como era de esperarse, hubo algunas protestas por parte del sector privado: en particular la COPARMEX, (Confederación Patronal de la República Mexicana), quien se quejó de que es un aumento demasiado rápido en los salarios mínimos y propuso que en lugar de un aumento del 20% para el 2023, el aumento quedara en 15%. Finalmente, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos acordó aceptar la propuesta presidencial.

El argumento más importante en contra del aumento demasiado rápido del salario mínimo es el impacto que éste puede tener en la inflación. Un tema que es atendible. Sin embargo, en los aumentos de los años pasados, que fueron ligeramente superiores al 95% entre el año 2019 y el año 2022, no tuvieron dicho impacto. De hecho, el aumento de la inflación de julio de 2018 a diciembre de 2022 fue poco más del 26.5%, mientras que el aumento, ya mencionado, del salario mínimo, fue muy superior en esos mismos años. Dicho de otro modo, el aumento en el salario mínimo no tuvo un impacto fuerte en el índice inflacionario.

Por supuesto, estos incrementos tienen un impacto importante desde un punto de vista clientelar, pero también lo tienen en un cierto impulso para la economía del país. Cierto: si la población o una parte importante de ella tiene mayor ingreso, puede ocurrir que la demanda crezca con mayor rapidez que lo que crezca la oferta. Lo cual en principio provocaría inflación, siempre y cuando las empresas no estuvieran en posibilidad de aumentar rápidamente su capacidad productiva. Lo cual en un país donde la inmensa mayoría de las empresas trabajan solamente uno o dos turnos, el límite no estaría en la capacidad productiva sino posiblemente en el crecimiento de la población debidamente preparada para aumentar la producción en condiciones competitivas.

Otro tema de fondo es el hecho de que no podemos seguir manejando nuestra economía en base a pagar salarios bajos como una ventaja competitiva. Claramente en esto hay un tema de ética. Es cierto que la inmensa mayoría de la población no gana el salario mínimo, pero también es cierto que los demás aumentos salariales generalmente tienen como tope el asignado para dicho salario. Cuando percibimos un malestar social, qué hace que una parte importante de la población busque soluciones populistas, y otra parte importante esté buscando emigrar a Estados Unidos o Canadá, esta diferencia tan importante en los salarios es buena parte de la explicación.

En conjunto, el aumento del salario mínimo con todos sus posibles efectos es una medida que beneficia a una parte importante de la población. Y si esto está beneficiando a la administración actual, es porque la oposición no ha tomado una postura política adecuada en este aspecto.

Una historia, ya antigua, en este aspecto de los aumentos de los salarios, ocurrió en 1914. Henry Ford, el fundador de la empresa automotriz que lleva su nombre, decidió aumentar el salario mínimo en su empresa, de 2.50 a 5 USD por día, dólares de hace más de 100 años. Su argumento tuvo algo de sentimental: el señor Ford dijo que le parecía injusto que sus obreros no pudieran pagar el costo de los autos más baratos que producían, y el quería que cada obrero tuviera un auto FORD. El tema causó un gran revuelo: en Wall Street acusaron al señor Ford de ser un comunista.  Pero dado el liderazgo de este empresario, el hecho de que era admirado por el sector empresarial y se le consideraba un icono de la industria de los Estados Unidos, hubo otras empresas que empezaron a seguir su ejemplo y la economía de los Estados Unidos tuvo un impulso importante en base a esta decisión.

¿Ocurrirá algo así en México? Lo dudo. Si la propuesta del aumento salarial hubiera procedido del sector privado, posiblemente hubiéramos tenido un efecto parecido. No ha ocurrido así y en todo caso el beneficio político lo tendrá la 4T. Pero es un tema importante. No podemos seguir posponiendo indefinidamente la mejora del poder adquisitivo de la población. Como no podemos mantener por más tiempo el bajo nivel educativo de la población obrera y campesina. No debemos seguir teniendo salarios mínimos inferiores a los que se ganan en Norteamérica e incluso en Centroamérica. Por razones económicas, pero sobre todo por motivos de ética empresarial.

 

Antonio Maza Pereda