¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

sábado, 16 de julio de 2016

Derechos de los gorilas… y de las víctimas


Recientemente tuvimos dos hechos inéditos. La muerte de un gorila en el zoológico de la Ciudad de México que llevó a organizaciones humanitarias a pedir que intervenga alguna de las múltiples comisiones de Derechos Humanos. Rápidamente la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal anunció que investigará el caso. Unos cuantos días después, la COPARMEX (Confederación Patronal de la República Mexicana) pidió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que investigue las omisiones de los gobiernos estatales y federales por no proteger los derechos de la ciudadanía, vulnerados por los bloqueos en varios estados. A la fecha, no hay una respuesta.

El tema podría quedar en anécdota. Aparentemente, importan más los derechos humanos de un gorila que los de la ciudadanía, sobre todo si son comerciantes. Pero el tema tiene mucho más fondo. Estos eventos resaltan una impresión que la ciudadanía tiene: de que los derechos humanos son para los acusados de crímenes, no para las víctimas… a menos que usted sea gorila.

En estos aspectos se ha hablado de dos bandos: los “garantistas” y los “victimistas”. Los primeros, se concentran en defender el derecho de los acusados en juicio a tener un “debido proceso”, de tal manera que parecería no importarles los derechos de las víctimas. Los “victimistas”, sin negar el derecho a un proceso justo, dicen que no se hace suficiente por los derechos de las víctimas y que estos deberían ser prioritarios. Queda claro, creo yo, que es un tema pésimamente comunicado a la ciudadanía y que debe ser discutido a fondo, con razones y no con declaraciones.

Algo parecido ocurre con los diversos Centros de Derechos humanos que existen en el país, algunos tan famosos que hasta han sido llamados al “grupo de notables” que está creando la Constitución de la CDMX. Estos centros se preocupan de muchos casos de violaciones de los derechos humanos. Pero de un modo  que se percibe selectivo: si el ofendido es un “luchador social”, todos esos centros harán todo lo que está en sus manos para apoyar sus derechos. Pero si no es así, usted no merece su atención. Dos ejemplos: en el asesinato hace algunos días de un periodista por filmar bloqueos y vandalismo en el sur del país, esos Centros se quedaron mudos. Y hace un poco más, cuando un empleado de una gasolinera fue quemado vivo por el vandalismo de unos “luchadores sociales”, estos centros no dijeron ni una palabra. Su preocupación por la “justicia y paz” es claramente selectiva.

Parece que en este país, si usted desea que los distintos organismos de Derechos Humanos, oficiales y no gubernamentales, se ocupen de defenderlo, usted tiene que ser acusado de algún crimen. Y si además es luchador social, mejor. Y,  claro, si puede ser gorila mucho mejor.

Pero si usted es, por ejemplo, comerciante y el gobierno no defiende sus derechos, nadie le va a hacer  caso. En los últimos bloqueos que duraron por meses en el Monumento a la Revolución, los comerciantes pidieron al Gobierno que les compensaran sus pérdidas que, colectivamente, eran millonarias. Después de todo, el gobierno decidió mandar a los bloqueadores a ese lugar. La “solución” que dio el gobernador del entonces Distrito Federal a las víctimas fue de ofrecerles financiamientos baratos para que “repusieran” los daños. Evidentemente su doctorado en derecho no le sirvió para entender que los financiamientos, por baratos que sean, finalmente se tienen que pagar. O sea que de ninguna manera se ofreció una compensación de los daños sufridos.

Y no hablemos de los asaltados, secuestrados, violados, asesinados y otros muchos tipos de víctimas. No vaya usted a creer que las distintas instancias de derechos humanos lo van a apoyar o defender o a que se le compensen sus daños. Seguramente defenderán a sus presuntos agresores. A menos que usted sea un “luchador social”. O, en su caso, gorila.

En este tema se ha perdido el equilibrio. Qué bueno que se defienda el debido proceso. Qué bueno que se evite la fabricación de culpables, como a veces sigue ocurriendo. Pero no se trata de escoger. Defender a los acusados no debe ocurrir en detrimento de las víctimas. Y todas las victimas deberían tener la misma atención, no solo los que concuerdan con ciertas tendencias ideológicas.

domingo, 10 de julio de 2016

Sucesión 2018: dos escenarios malos, uno difícil


Dado el deterioro político de la Presidencia de México, se están activando desde hace tiempo diversos escenarios para la sucesión en el 2018. Escenarios que apuestan a la alternancia desde diferentes modelos. Es pronto para decir si estos escenarios pueden funcionar, pero es un hecho que son posibles y que se están instrumentando.

Escenario 1968: Un conflicto que escala entre gobierno y activistas, una crisis sin solución posible, donde se habla de diálogo pero no se acepta más solución que la de los activistas. El conflicto actual, que nace por la apresurada e incompleta Reforma Educativa, ya ha hecho que se produzcan enfrentamientos que cuestan sangre y vidas. La izquierda habla de provocadores, pagados por el Gobierno y que llevan a cabo los actos vandálicos y la violencia. Muchos comunicadores, sobre todo los que siguen la línea del Gobierno, pero no únicamente estos, hablan de una coalición CENTE-Guerrillas, siendo estas últimas quienes forman la “vanguardia del proletariado” violenta. En todo caso, el mecanismo es parecido al de  1968: lograr que el Gobierno sea visto como represor, para  debilitarlo  y hacerle imposible lograr una sucesión a su gusto.

Escenario 1998: Ante un gobierno desprestigiado y débil después de las elecciones federales y locales  de la segunda mitad de su mandato, un gobernador panista crea un mecanismo propio para la operación de las elecciones (los amigos de Fox), y se impone a un PAN que no tiene una idea clara de cómo aprovechar la coyuntura, además de que insiste en respetar los tiempos electorales. Esto es lo que está haciendo el gobernador Moreno Valle, ex priista  impulsado por el PAN para gobernar su Estado, y que está desarrollando su estructura propia para operar las elecciones del 2018 con un equipo de ex priistas. O que al menos se dicen ex priistas. La idea es aprovechar las contradicciones internas de un PAN que no acaba de entender por qué tuvo sus triunfos recientes y están disputándose desde ahora un poder que todavía no ganan.

Aquellos escenarios tuvieron éxito en lograr una alternancia. En 1970, la alternancia se da dentro del PRI: el ala del “capitalismo de cuates”, denominada “desarrollo estabilizador” que va desde el sexenio de Miguel Alemán hasta el de Diaz Ordaz (24 años) es sustituida por el ala del “nacionalismo revolucionario” que dirige la economía desde los Pinos. En el 2000, la alternancia se da fuera del partido, con un gobierno nominalmente panista pero que incluye pocos panistas en la cúpula del poder, seguido por un sexenio con  mayor raigambre panista.

Por desgracia, estos dos nuevos escenarios conducen por diferentes vías a un resultado parecido: llevar a ex priistas a regir el país con un modo de gobernar que varía solo en el énfasis de sus postulados pero no en su estilo, muy lejano a la democracia.

¿Hay otro escenario? Es posible. Decía algún autor que no hay nada más difícil de pronosticar que el futuro. Y un gran mexicano, Benito Bucay, decía que los primeros pronosticadores de la historia fueron los profetas del pueblo de Israel… y que todos murieron apedreados. De modo que no intentaré pronosticar.

Pero sí creo que hay por lo menos otro escenario. No, no me refiero a los candidatos independientes que, aprovechando el hartazgo de la ciudadanía, accedan al poder. No es imposible: recuerden a Collor de Mello en Brasil y a Fujimori en Perú. Ambos independientes y ambos, en opinión de muchos, malos gobernantes. Me refiero a otro escenario. Uno donde grupos intermedios de ciudadanos propongan y de alguna manera impongan propuestas para sacar al país de su estancamiento político. El ejemplo más actual es el de la iniciativa ciudadana “3 de 3”, que logra ser aprobada y, cuando se distorsiona, hace que sea enmendada al menos parcialmente. Grupos de intelectuales, universidades, gremios empresariales y otros cuerpos intermedios se organizan, comunican y logran obtener iniciativas de fondo. Y ponen al Congreso en la situación de tener que demostrar que escuchan a la Ciudadanía. Pero hay otros campos donde iniciativas ciudadanas pueden lograr mejoras sustanciales. Una, en mi opinión, sería lograr la segunda vuelta electoral, para evitar los desgastantes conflictos post electorales y lograr mejor gobernabilidad.

¿Cuál escenario ocurrirá? No lo sé. Por el bien de México me gustaría el tercero, el más difícil. Difícil porque requiere que la ciudadanía pase de una actitud quejosa a la actitud pro activa de tomar su papel y recuperar el poder que, según la Constitución, reside en el pueblo.


sábado, 2 de julio de 2016

Educación: ¿Estamos haciendo todo lo posible?


A una semana de los hechos de Nochixtlán, a muchos días de bloqueos en varios estados y de las detenciones de dirigentes de la CENTE, aunque hay un diálogo, el tema de la oposición a la Reforma Educativa aparenta estar en un punto muerto. El diálogo ocurre "en lo oscurito”, que se sepa no hay avance y de lo único que se escucha es de  medidas emergentes, como el puente aéreo para subsanar la escasez que se empieza a presentar en varias poblaciones. Y qué bueno que sea así: hay una urgencia y hay que atenderla.

Pero el tema de fondo sigue ahí. Porque el asunto no es la evaluación de los maestros, ni siquiera la Reforma Educativa. El tema de fondo es la muy deficiente capacitación que tenemos muchos de los mexicanos. Los niños, sobre todo. Pero también una parte muy importante de la población tiene conocimientos muy deficientes. Porque por muchas décadas nuestra educación no ha estado a la altura de nuestras necesidades.

Si mañana se resolvieran las diferencias con los maestros, si dentro de un año (cosa extraordinariamente difícil) se lograra capacitar y poner en un alto nivel todos los profesores, todavía estaríamos a más de nueve años de tener egresados con los niveles que debe tener la secundaria y a doce años de tener egresados con el nivel adecuado para la preparatoria.

Pero, ¿qué pasa con toda la gente que ya fue mal capacitada y que no está a la altura de los requerimientos de una sociedad moderna? ¿Qué hacer con los millones de personas que hoy tienen por todo bagaje educativo una preparación deficiente? Para este enorme déficit de capacidades, no hay soluciones en la Reforma Educativa ni en la discusión pública que se tiene en este momento en medios sociales, medios tradicionales y entre la población en general. No estamos viendo el impacto a mediano y largo plazo de este déficit que podemos arrastrar todavía por décadas. Al no estar viendo el problema, malamente se podrán estar proponiendo soluciones.

En mi opinión, parte del asunto es que, como sociedad, hemos dejado en manos del gobierno todo el tema de la educación. Sí, podemos denunciar, y de hecho lo hacemos. Podemos quejarnos, y de hecho lo hacemos. Pero nuestra actitud es muy parecida a la siguiente: "Yo ya pago mis impuestos, de modo que yo ya no tengo más responsabilidad que exigirle al gobierno que dé la educación que se requiere".  Y la verdad, es que el gobierno no tiene la capacidad para resolver por sí solo este asunto.

Es importante que los padres de familia nos hagamos responsables por apoyar la instrucción, complementar y si hace falta suplementar los conocimientos que se imparten en los niños en las escuelas. Y agregar otros que en las escuelas nunca se les van a dar: buenos hábitos, valores, sentido de responsabilidad, y otros muchos más. También es importante que las empresas, de todos los tamaños, apoyen a sus empleados en todos los niveles, pero sobre todo en los niveles más básicos, para que actualicen sus capacidades. No basta con quejarse de lo mal preparados que llegan a las empresas. 

Lo cual es un problema mayúsculo. Pero claramente, si toda la sociedad desde la familia, cuerpos intermedios, organizaciones religiosas y sociales, grupos gremiales y asociaciones de apoyo a la población no empezamos a trabajar activamente en estos temas, nuestro atraso educativo seguirá creciendo y, como se ha demostrado de innumerables maneras, el atraso educativo va de la mano del estancamiento o deterioro económico de toda la sociedad. Excepto, claro está, una minoría muy pequeña que sí tiene acceso a una educación de muy alta calidad. Es curioso ver cómo los grupos que se quejan, y con justa razón, de la mala distribución de la riqueza, no ven en el deterioro creciente del sistema educativo una de las causas fundamentales de esa mala distribución. Es más: resulta bastante claro, que los grupos que pretenden defender la educación mediante paros y suspensión de actividades educativas, consideran esta pérdida de conocimientos como un mal menor en comparación con sus otras reivindicaciones.

El tema tiene un claro ingrediente político. Pero no es el único. La solución tiene que venir de la sociedad. Por varias vías: exigiendo a los gobiernos en todos los niveles, a los organismos gremiales y al propio profesorado que desarrollen mecanismos que mejoren sustancialmente la calidad de la educación. Pero la otra vía es la participación ciudadana.

Hay propuestas para esto. Por ejemplo, la escuela hogareña (home schooling en inglés). Escuelas parroquiales. Instituciones dedicadas a la regularización de los estudios las cuales, a propósito, están creciendo exponencialmente en muchos Estados, precisamente para subsanar la deficiente capacitación que reciben los alumnos de las escuelas, públicas y privadas. Pero el tema va más allá de sustituir a la escuela pública. El tema fundamental es como hacer que a toda la población, de edad escolar y de otras edades se les apoye de una manera efectiva para mejorar los resultados que obtienen u obtuvieron en su tiempo en la escuela.

Una tarea enorme. Porque la mayoría de los padres fueron formados también en un sistema escolar deficiente, y seguramente recibieron menos años de estudio que sus hijos. De manera que malamente podrán apoyar a sus hijos en sus estudios. Así que había que empezar precisamente por capacitar a los padres de familia. Y en las empresas, donde muchos de los empleados tienen una capacidad insuficiente para el trabajo que desempeñan, habría que formar también asesores que ayuden a los empleados para alcanzar los niveles que requieren.

Hay que estar conscientes de que éste no es un problema exclusivamente mexicano. En un estudio reciente (2015) desarrollado por la Organización para la Cooperación y  Desarrollo Económico  (OCDE)  se encontró que mientras el 74% de las instituciones educativas consideran que sus egresados salen preparados adecuadamente, el 42% de los empleadores consideran que esos egresados no cuentan con las capacidades necesarias. Y eso es el promedio que incluye a los países más desarrollados y a otros de desarrollo intermedio, como México.

Pero esto no debería ser de ningún modo un consuelo. El que otros países tengan este mismo problema no nos absuelve de la necesidad de encontrar una solución. Y la solución debe ser masiva, porque masivo es el daño que está resintiendo toda nuestra población, empezando por los niños. Y si no hay un esfuerzo de toda la sociedad para que cada quien haga su parte para ayudar a otros a tener las capacidades necesarias y también para mantenerse cada uno de nosotros actualizándose a sí mismo, la solución tardará tanto tiempo, que no podremos evitar sufrir daños muy importantes. La solución está en las manos de la sociedad.

El primer paso es reconocer que tenemos un problema. Y actuar en consecuencia. No es fácil, no será barato. Pero la alternativa, la de seguir como estamos, tendrá un costo mucho mayor.