¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 26 de febrero de 2024

Nosotros, que somos tanto como usted…

 En la Edad Media, antes de que las monarquías se volvieran hereditarias, en el reino de Aragón los nobles, así como el alto clero y las corporaciones, hacían un juramento al nuevo rey de la siguiente manera: “Nosotros, que somos y valemos tanto como usted, pero juntos más que usted, lo hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal de que guarde nuestros fueros y libertades…” Una anécdota interesante, de la cual se pueden obtener algunos criterios para nuestros tiempos democráticos.

 En la democracia, podemos decir que los ciudadanos valemos y somos tanto como los gobernantes y que juntos contamos más que ellos.  Porque en la democracia cada persona vale un voto. Y también podremos decir a la nueva gobernante que, de acuerdo con nuestras costumbres democráticas, la hacemos Presidenta, Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, así como Jefa de Estado y de Gobierno.  También le recordaremos que tenemos derecho a exigirle que defienda a nuestra Nación, nuestras libertades y nuestras leyes.

Efectivamente, nuestro voto no es un cheque en blanco. El hecho de que hayamos elegido a nuestra Presidenta significa una apuesta a que convencerá a la Sociedad. No es un apoyo irrestricto; está sujeto a que nuestra Primera Mandataria cumpla con defender a nuestra nación, así como nuestras libertades y nuestras leyes. Y que estemos convencidos de su desempeño.

Claramente, nos encontramos en nuestra Sociedad con un amplio segmento que no cree en el significado amplio de democracia. Incrédulos, les podríamos decir. Y aun entre quienes aceptan este tipo de gobierno, la mayoría ve la democracia únicamente como un mecanismo para decidir quiénes nos han de gobernar. Pero raramente vemos a la democracia como un modo de vida. En lo político y en lo social hay muchos que aceptan la elección, pero una vez habiendo votado, no están dispuestos a aceptar la decisión de la mayoría.  Se dedican a obstaculizar al gobierno elegido democráticamente y se niegan a aceptar sus decisiones.

Este problema fue expuesto magistralmente por un periodista mexicano que usa el nombre de Catón, mediante una pequeña parábola. “Tres personas van en automóvil por un camino vecinal y al llegar a lo alto de una loma, el auto se atasca y no puede seguir. Hay dos opciones: regresarse y hacer un amplio rodeo o bajar los tres, cargar el coche por algunos pasos para poder vencer el obstáculo, y continuar.  Uno de los pasajeros se niega a apoyar a los otros, y deciden poner el asunto a votación. Ganan los dos que sí están dispuestos a cargar el auto, pero el que pierde se niega a colaborar. Con lo cual le impone su voluntad a la mayoría”.

La parábola es magnífica: si realmente tuviéramos una mentalidad democrática, estaríamos dispuestos a colaborar con quien resulte elegido, a no ser que esa persona vaya contra nuestras libertades y nuestros derechos de un modo grave. Y no por acatar al triunfador, sino por respetar la voluntad de la mayoría. Para evitar este tipo de conflicto, existe un poder judicial y un poder legislativo que resolverían estas diferencias. Para estos temas, donde haya una diferencia importante, también estaría la figura de una consulta popular o referéndum, así como una auditoría social que vigilara que quien fuera elegido cumpla con la voluntad mayoritaria.

Tristemente, en nuestro país, vemos que los partidos políticos raramente tienen una verdadera vocación democrática.  Tanto es así que no se da el uso de la democracia en la vida interna de los partidos.  Solo recientemente se han estado usando encuestas para definir algunos niveles de candidatura.  Pero las ternas a ser votadas son propuestas por la dirección de los partidos.  Y cuando la selección, por ejemplo, de los candidatos a diputados y senadores, se hace por insaculación, los beneficiados en los sorteos, por mera casualidad, son parientes o amigos de los dirigentes de los partidos.

Desgraciadamente, todavía ocurre en nuestra naciente democracia la idea de que los presidentes, elegidos democráticamente, son emperadores sexenales.  No basta con que la elección haya sido democrática y limpia; también es fundamental que los elegidos se sujeten a la Ley y a la Sociedad.  Asimismo, es importante que comuniquen sus resultados a la ciudadanía, cómo ha sido la moda recientemente, pero esto no basta.  Está bien que comuniquen, pero es muy necesario que también escuchen a la Sociedad, reconozcan sus errores, se sujeten a la voluntad del electorado.

Y para nosotros, los ciudadanos de a pie, es muy importante que tengamos como uno de nuestros criterios para elegir, que haya pruebas fehacientes de que los candidatos son verdaderamente democráticos, no solo en el modo de elegir, sino, sobre todo, como un modo de vida.

Antonio Maza Pereda

 

 

 

 

 

 

domingo, 18 de febrero de 2024

¿La oposición que hay?

 Se dice que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Lo cual no deja de ser un poco injusto: si eso fuera cierto, tendríamos que concluir que la culpa de que un país tenga un mal gobierno es de su población.  La realidad nos dice que no siempre es así.  Y, por otro lado, también podríamos decir que el electorado tiene la oposición que se merece. Cuando en algún país la oposición no cumple las expectativas de los ciudadanos, podríamos estar concluyendo que la culpa la tienen los propios electores. O conformarnos con una oposición que no nos satisface diciendo: “Es la oposición que hay”. ¡Como si la Sociedad no tuviera derecho a algo mejor!

En nuestro caso, a punto de iniciar la campaña formal de elecciones en este año, podríamos cuestionarnos si verdaderamente tenemos la oposición que se requiere. Tenemos una alianza partidista que no está levantando gran entusiasmo entre los votantes indecisos. Entre el núcleo duro de los distintos partidos, tampoco se ve que estén muy alegres. Se puede echar la culpa a la falta de formación cívica de la población, a la pasividad del electorado. Pero es un hecho que la oposición no está dando motivos para entusiasmar a la población.

Los apasionados de la 4T lo explican con una frase de Benito Juárez que decía que la reacción estaba moralmente derrotada. Lo cual parece como un eslogan para animar a la grey Morenista. Pero hay algo raro en el modo como la oposición está tratando de convencer al votante. En la mayoría de los casos, atacan a las personas que están en el gobierno, pero no atacan el fondo de lo que están ofreciendo al electorado.

Veamos, por ejemplo, el ataque a la nueva refinería de Dos Bocas. Acusan a la señora Rocío Nahle de ser inepta. Al agrónomo que dirige a Pemex, por la misma razón. Las objeciones son muchas: que se escogió mal el sitio, que ha habido sobreprecios, que ocurrió corrupción y una larga lista de fallas. Sin embargo, no se cuestiona el fondo del asunto. Realmente, ¿se justifica una nueva refinería? ¿Es mejor crearla o modernizar las refinerías existentes? ¿Contribuirá a mejorar nuestra economía? A un plazo medio o largo, ¿conviene seguir produciendo gasolina, cuando se espera un gran desarrollo de los vehículos eléctricos? Yendo aún más a fondo: ¿no nos convendrá más seguir importando gasolina? ¿Debemos seguir teniendo un monopolio estatal o nos convendría más tener varias compañías estatales, a cargo de diferentes zonas del país y compitiendo las unas con las otras, con lo cual se verían obligadas a ser más eficientes? O, en el extremo, ¿no deberíamos de tener compañías públicas y privadas en este sector? 

Esa es una discusión que podríamos tener y que nos permitiría aclarar si la oposición realmente tiene otra propuesta. Actualmente, su único ofrecimiento es que se quiten los de la 4T para que entren otros. Se cuestionan a las personas, no los orígenes de los problemas que tenemos, ni los supuestos para las soluciones que se han dado.

Por supuesto, no es fácil. Los adeptos a la oposición nos dicen que aún no es el momento para hacer propuestas. Tenemos poco más de dos semanas para que empecemos a escuchar ideas que entusiasmen a la ciudadanía. Pero, en este momento, solo estamos recibiendo una narrativa centrada en las fallas de los miembros de la 4T, pero dejando la impresión de que no se ofrece nada diferente más allá de cambiar a las personas a cargo de los distintos temas.  El gobierno y su candidata no ofrecen nada radicalmente diferente.  Su narrativa consiste en señalar los errores de las pasadas administraciones, y negar sus propias fallas, presentándolas como ataques infundados de aquellos que se sienten lastimados en sus privilegios. No les entra en sus cabezas que pudiera haber críticas de buena fe; cualquiera que les ve errores es, por definición, un malvado. Los casos de ineptitud se seguirán resolviendo conforme ganen experiencia sus actuales cuadros, nos dicen.

 La oposición anuncia: “aún hay tiempo.  Si decimos desde antes lo que pensamos hacer, nos van a copiar nuestras buenas ideas”, dicen. “Como copiaron la visita al Papa de la candidata a presidenta por la oposición”, añaden. Ambos bandos nos están pidiendo actos de fe, nos piden que confiemos en su buena voluntad.  Nosotros, los ciudadanos de a pie, necesitamos más.  Aunque no pidamos más detalle, pero que al menos nos den los conceptos básicos que harán diferentes a ambos bandos.

Cosas como el papel del gobierno en temas como la economía, el papel de los contrapesos que permitan a la Sociedad tener un control sobre el ejecutivo, el modo como este rendirá cuentas de manera efectiva al pueblo a través de sus representantes y sometiendo a juicio la legalidad de sus actos, a través del Poder Judicial. Sin estos aspectos básicos, podríamos llegar a tener un remedo de democracia, una simulación que permitiría dar la impresión de que tenemos democracia, como lo logró la dictadura perfecta, en muchos ámbitos internacionales.  Estaríamos buscando que no nos puedan criticar. Tanto la oposición como el Movimiento en el poder tienen que buscar cuáles son las propuestas que podían entusiasmar al electorado.  Con toda probabilidad, no necesitamos que esas promesas sean muchas.  Necesitamos que estén bien fundadas, que sean pocas, pero que se cumplan.

Antonio Maza Pereda

 

 

 

jueves, 8 de febrero de 2024

¿Hay que temer a la Inteligencia Artificial?

Una discusión importante en este año 2024, a nivel mundial, con mucha probabilidad, será sobre la Inteligencia Artificial. Ya ha sido propuesta por el Papa Francisco como el tema de reflexión para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.  Sin duda, también habrá otros muchos que sigan este camino. En las discusiones del Foro Económico de Davos, a principios de este año, la mayor parte de los líderes estuvieron de acuerdo en que la Inteligencia Artificial es una gran oportunidad para el desarrollo económico…  Siempre y cuando pueda ser utilizada de una manera responsable.  Ellos hablaron de la necesidad de crear salvaguardas, para evitar que su uso dañe a algunos sectores de la población mundial.

Comentaba en estas páginas que algunas de las grandes firmas de consultoría mundiales consideran que, en los próximos años, la Inteligencia Artificial agregará valor a la economía mundial de una manera impresionante. No falta quien habla de que cada año se generará un valor económico como el que genera Estados Unidos en dos años. Lo cual es algo realmente enorme; difícilmente se puede hablar de alguna tecnología que haya producido tanto valor tan rápidamente.

Esto, sin embargo, tendría que balancearse, viendo cuál sería el efecto de la Inteligencia Artificial en el empleado y su remuneración. Esas mismas compañías de consultoría estiman que, cuando la Inteligencia Artificial esté plenamente aplicada, los trabajadores dedicados a labores repetitivas, y que no tienen que ver con tecnologías informáticas, dejarán de ser indispensables. Y calculan que, en algunos años, los ingresos de este tipo de personal habrán disminuido en un 30 %. Los entusiastas de la Inteligencia Artificial hacen las suposiciones de que ese personal podrá ocuparse en otros tipos de trabajo, que por definición serían aquellos que requieren de capacidades de manejo de las tecnologías informáticas en tareas que no sean repetitivas.

Guardando las distancias, eso fue lo que ocurrió durante la Revolución Industrial. Los artesanos, en términos generales, fueron sustituidos por maquinaria que generaba productos bastante aceptables, pero tal vez no tan buenos como los que generaban los artesanos.  En cambio, los obreros no requerían capacitación, porque el trabajador se volvía alguien que no requería de habilidades especiales y se ocupaba en actividades repetitivas, como la de alimentar a las máquinas con la materia prima que requerían. Y ese personal no necesitaba de un intenso entrenamiento, por lo que era fácil de sustituir y, en consecuencia, recibía una remuneración mucho menor. Es en esa época en la que se crea el proletariado y se empieza a hablar de la explotación del obrero por el capital.

 Tuvieron que pasar decenas de años para que, en los países desarrollados, se recuperara el salario de los obreros, en buena parte gracias a la especialización de los mismos.  Y todavía quedan grandes cantidades de personal muy mal pagado en los países con escaso desarrollo. Un tema tan importante que dio lugar a documentos papales como la encíclica Rerum Novarum, que se ocupó entonces de un asunto que anteriormente no significaba un problema agudo.

La cuestión de la Inteligencia Artificial ya ha sido tratada anteriormente, aunque de una manera sensacionalista. Como en la película “2001, Odisea del Espacio”, donde una computadora inteligente trata de acabar con un ser humano y solo en el último momento este se salva. O más recientemente, las películas con los argumentos del “Terminator”, donde las máquinas inteligentes se escapan del control y amenazan a la humanidad.

 Probablemente, estamos muy lejos de llegar a una amenaza tan exagerada.  Pero ya están ocurriendo algunos conflictos que preocupan. El año pasado, entre las huelgas que hubo en la industria cinematográfica, un tema relacionado directamente con la Inteligencia Artificial fue la huelga de los así llamados “extras”, actores poco sofisticados cuyo papel es completar escenas donde aparecen cantidades importantes de personas. Usando la Inteligencia Artificial, empezó a ocurrir que se captaban las imágenes de esos extras, se les hacía alguna ligera modificación a sus imágenes y se aprovechaba en otras películas haciendo el papel de los “extras” originales, a los cuales ya no había que pagarles.  Y esto provocó una parálisis en esa industria de la cual todavía no se terminan de reponer.

Los entusiastas de la Inteligencia Artificial dicen que esos trabajadores desplazados podrán encontrar trabajo en las nuevas tareas que genere la Inteligencia Artificial. Pero aquí hay la situación de que esos actores, poco especializados y que solo saben hacer trabajos repetitivos, no podrán adquirir rápidamente las destrezas necesarias para convertirse en un trabajador que haga labores no repetitivas y que estén relacionadas con el manejo de la informática. No queda claro cómo se sostendrán las familias de esos trabajadores durante el período que necesiten para adquirir las habilidades necesarias para volver a ser empleables.

Probablemente, la Inteligencia Artificial tiene mucho sentido en los países que, por un lado, tienen una natalidad muy baja y un invierno demográfico, donde una parte importante de la población está jubilada y deberá ser sostenida por un número cada vez menor de trabajadores en edad laboral.  En los países en desarrollo, en los países pobres, no solamente no hay esos problemas, sino que, además, no existen los recursos necesarios para tener el reentrenamiento masivo del personal que la Inteligencia Artificial desempleará, y el impacto puede ser severo.

¿Qué podemos esperar?  Es pronto para pronosticar.  Pero no cabe duda de que, si los líderes empresariales están hablando de la necesidad de controlar y hacer un uso responsable de la Inteligencia Artificial y, por otro lado, el pontífice de la religión más extendida del mundo dice algo parecido, cada uno desde su particular punto de vista, es que están viendo la necesidad de estudiar el asunto más a fondo.  Y procurar que la Inteligencia Artificial también tenga corazón, como dice el Papa Francisco. Hay que revisar esta cuestión intensamente. Ciertamente, es el corazón quien tiene la capacidad de entender que no se trata nada más de generar mayor competitividad, a base de tecnologías que contribuyan a dar salarios cada vez más escasos a la gente que no tiene posibilidades de una educación avanzada.

Antonio Maza Pereda

lunes, 5 de febrero de 2024

Inteligencia artificial: ¿qué significa?

 La inteligencia artificial se ha vuelto el tema de moda, no únicamente en términos empresariales, económicos y tecnológicos, sino también en aspectos sociales.  Podría verse la inteligencia artificial como una reacción ante lo que muchos llaman la era de la confusión, causada porque la creación de información se ha acelerado de tal manera que mucha no llega a ser aplicada y ni siquiera es reconocida como útil, ya que su absorción y utilización no sigue el ritmo de la innovación.

Claramente, estamos hablando de un gran negocio, con un fuerte impacto: el McKinsey Global Institute calcula que para el año 2030 la inteligencia artificial agregará a la economía mundial 13 billones (millones de millones) de dólares. Para ponerlo en perspectiva, eso equivale a que cada 2 años se agregue a la economía mundial el equivalente a un país como Estados Unidos. O el equivalente de 10 economías como la de México cada año. Un asunto enorme.

Tan importante que hasta el Papa Francisco hecho una profunda reflexión sobre el tema. En su mensaje anual para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, habla de las luces y sombras de este desarrollo, reconociendo que pueden esperarse grandes beneficios, pero también el riesgo de llegar a una sociedad rica en tecnología y pobre en humanidad.  Para lo cual, el Papa afirma que es necesario recuperar la sabiduría del corazón, que de alguna manera se pone en riesgo.

Claro, habría que empezar por aclarar de qué tipo de inteligencia estamos hablando.  Y es que, de acuerdo con algunos especialistas, existen varios tipos de inteligencia: lógico-matemática, lingüística, espacial, musical, kinestésico-corporal, intrapersonal, interpersonal y naturalista. De las cuales, al parecer, la llamada inteligencia artificial es mayormente de tipo lógico-matemático. Tampoco se habla mucho de que la inteligencia artificial se aplique a los conceptos de inteligencia emocional.

El tema de crear una inteligencia basada en computación no es algo nuevo: ya IBM en el año 2006 generó una computadora llamada Watson que es capaz de jugar al ajedrez y que en algún momento derrotó a algunos de los maestros mundiales en este deporte-ciencia. Pero claramente tenía una aplicación sumamente limitada. Más recientemente se le han encontrado algunos usos  en temas como la abogacía y la medicina. En general, se le conoció como un sistema de toma de decisiones apoyado en computadora. También existe desde 1970 el concepto de inteligencia de negocios (business intelligence), muy publicitado. Pero que tiene una falla fundamental: supone que, para tener una toma de decisiones correcta, solamente basta tener capturada y sistematizada la información interna de la empresa, sin considerar información de los competidores, los proveedores y la tecnología.   Con lo cual no se logra lo que se prometía.

Habría también que estar de acuerdo en qué entendemos por inteligencia.  Para algunos estudiosos, podemos hablar de diferentes modos de agregarle valor a la información.  Partimos de datos, muchos en cantidad, pero de poco valor. Cuando se les agrega un sistema, podemos recuperarlos a voluntad y se les llama información. Una vez validados y analizados, se les llama conocimiento. Con proyección de su impacto y sus tendencias, se les llama inteligencia.  Todavía hay otro nivel: el de la sabiduría, que pocos realmente alcanzan. Hay pocos sistemas de computo que llegan a un nivel realmente inteligente. Y, por supuesto, es muy posible que tengamos información antigua, poco conocida y que no se ha considerado digna de ser digitalizada. Y también se dan retrasos: en algunas aplicaciones populares de Inteligencia artificial, hay preguntas que te responden diciendo: “Solo tenemos datos hasta el 2021”.

Hay otro tema: nos hablan de algoritmos que analizan la información, la agrupan de manera lógica, ven las frecuencias, las correlaciones y generan conclusiones.  Pero nadie nos habla de algoritmos que tengan la capacidad de tener curiosidad. Y la ciencia avanza precisamente saliendo de lo conocido, encontrando campos donde las correlaciones no explican los fenómenos, encontrando discontinuidades en el razonamiento y en los datos.

 Posiblemente, el gran riesgo de la inteligencia artificial es que lleve a un crecimiento del conocimiento, pero al mismo tiempo de una homogeneización del mismo, donde solo se opine sobre los aspectos en donde hay una gran cantidad de datos.   Con lo cual, después de ese crecimiento del conocimiento, vendría un estancamiento. Claramente, hay muchos más impactos y vale la pena analizarlos con más detalle.  Por lo cual habrá que tratarlo en otra ocasión.

Antonio Maza Pereda