¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

martes, 29 de marzo de 2022

Con la guerra en los corazones

Otra vez la guerra en Europa, lo que no teníamos desde las guerras de los Balcanes en los noventa y que nos vuelve a recordar el horror que sufre, sobre todo, la población civil. Los ucranianos que huyen de su país con la gran incertidumbre: sí habrá acogida para ellos. Las familias divididas porque los varones deben quedarse para la guerra, mientras que mujeres, niños y ancianos buscan un refugio que no siempre se les da generosamente y se les tiene detenidos de manera indefinida en las fronteras de algunos países. Y no se trata únicamente de refugiados ucranianos; hay rusos que están buscando refugio en otros países. De ellos casi nadie habla e incluso se dice que entre ellos hay espías que están buscando una manera de entrar a los países de Occidente.

Y ante este recordatorio vivo de lo que es la guerra, volvemos meditar sobre si de veras puede haber guerras buenas. Y también hay que recordar que no todas las guerras ocurren de la misma manera. Porque hay guerras económicas, ideológicas, propagandísticas, defensivas y preventivas. Guerras de las que nadie habla o que encuentran una justificación. Como el caso de Ucrania donde los gobernantes rusos quieren presentar su “acción militar especial” como una guerra defensiva y preventiva, alegando que su seguridad interna está en peligro, así como la de los rusos étnicos que viven en ciertas zonas del este de Ucrania.

Pero las guerras se inician y terminan en los corazones. Vale la pena comentar la situación que está pasando en México y en algunos países latinoamericanos. Una guerra silenciosa de la que no se habla. Independientemente de las muertes de periodistas y civiles en guerras por los territorios dominados por los carteles, muertes que nos parecen escasas en número, pero que para los familiares de estas víctimas es un dolor muy real. Preguntémonos: ¿estamos en guerra en México? ¿Se está preparando, consciente o inconscientemente, una guerra?

El famoso lema de “abrazos, no balazos”, se está aplicando solamente para algunos. Pero para los conservadores, los fifís, los pirrurris, los neoliberales no hay tregua. La guerra se está sembrando en los corazones, y su consecuencia lógica sería una guerra física. Y del lado contrario está ocurriendo lo mismo: no hay abrazos para los liberales decimonónicos, los populistas, los chairos, los nacionalistas revolucionarios. Hemos dividido a la población en distintas categorías de enemigos de la sociedad. y seguimos sembrando el odio.

A veces nos miedo entrar al debate de las ideas, Cuando se ha ideologizado el debate, cuando se han creado dogmas ideológicos, se pierde el concepto del debate. El que no piensa como yo, se vuelve mi enemigo, por definición. Y a los enemigos hay que acallarlos. Con “plata o plomo”, como dicen algunos. Y tras de ello está la falta de análisis, la falta de una exploración de las razones. No estamos equipados para ello. Las escuelas no nos han preparado para el debate racional. Y ante esa carencia de reflexión, ante el miedo de no encontrar argumentos racionales, sustituimos las razones por el insulto, el sarcasmo, la descalificación. Creamos y alimentamos el odio en el corazón.

Sí, se está preparando una guerra, a sabiendas o no. ¿Habrá otro camino? ¿Será posible una verdadera democracia en medio del odio? La paz empieza con el cambio en los corazones, cuando dejamos de demonizar al que piensa distinto, cuando reconocemos sus logros, cuando hacemos el esfuerzo por ser objetivos. Porque la diplomacia, los buenos deseos, las sanciones, y hasta las oraciones sólo dan resultado cuando los corazones empiezan a cambiar.

Antonio Maza Pereda

miércoles, 23 de marzo de 2022

El derecho a la iniciativa

 

¿Existe tal cosa como un derecho a tomar la iniciativa? ¿Será que podríamos pensar que es una capacidad, una posibilidad de decisión? Muchas veces escuchamos la queja: “las personas no se comprometen, no toman la iniciativa, no promueven soluciones”. Y, sin duda, eso ocurre. Vale la pena cuestionarnos por qué existe esta situación. ¿Será que no somos capaces o será que se nos ha atrofiado esa capacidad de tomar la iniciativa, que parecería inherente al ser humano?

Atrofiada, ¿por quién? ¿Acaso por quienes han tomado el poder y no quieren compartirlo, como decían los anarquistas clásicos? ¿Será que, mientras algunos se benefician enormemente de tratar como niños a la mayoría de la población, otros han encontrado muy cómodo el papel de dejar las decisiones a algunos pocos?

En esta época con el mayor nivel de educación en toda la historia, nos encontramos con dificultades para que la gente decida.  O tal vez sí hay iniciativas, pero son ahogadas por quienes asumen la exclusividad de las decisiones: Gobiernos, algunas Empresas, algunos clérigos, Escuelas, Organizaciones privadas. ¿Porque no se da esta capacidad de tomar iniciativa? ¿Por qué no se le da este derecho a la sociedad? ¿Se trata de un problema de actitud de parte de quienes deberían tomar esa iniciativa? ¿O se trata de desconfianza, miedo al error, maltrato a los subordinados tratados como inferiores, a quienes no se tratan como adultos?

“Una iniciativa es buena si coincide con mis ideas”, piensan algunos: “Si no coincide con mi manera de pensar, entonces no se trata de una buena iniciativa”. Al poco tiempo de ser tratados de esta manera, la gente deja de proponer, sea porque se convence de que no tiene esa capacidad o porque tiene la certeza de que no se le dará la oportunidad.

Un gran problema para la democracia, pero también para muchas organizaciones del Estado y de la Sociedad. ¿Se trata acaso de un tema cultural? Posiblemente. Encontramos esta situación con mucha frecuencia en los países de cultura latina, que de alguna manera han asumido los modos de dirigir de los césares, quiénes eran en muchos aspectos verdaderos tiranos. Es un hecho que en otras culturas sí se dan mecanismos donde, no sólo se reconoce sino se premia la iniciativa. Un buen ejemplo es en los países orientales, sobre todo en Japón, donde se dan los famosos círculos de calidad o grupos de mejora continua, donde se consulta al obrero de línea cuáles son las mejoras para su proceso y donde se les anima a participar ampliamente.

Mientras en otras culturas se busca como empoderar a la sociedad, a los tradicionalmente marginados de las iniciativas como mujeres, pobres, personas de razas discriminadas y un largo etcétera, en nuestro país se busca dar la exclusividad de la iniciativa al Estado y dejar a la sociedad atenida a la buena voluntad de los gobernantes. Y no solo a la del Estado: también a quienes dirigen los diferentes grupos sociales. Esta situación nos exige un cambio de cultura, un cambio en el liderazgo. Nos pide ampliar la capacidad de delegación de los directivos en todos los niveles y también la construcción de confianza en la sociedad. Porque, finalmente, se trata de un tema de miedo. Miedo del que no toma decisiones por temor a fallar o a ganarse la mal voluntad de quien se considera el único apto para decidir. O temor de quien monopoliza las decisiones el cual teme que, si otros toman la iniciativa, será visible que ya no es necesario. 

Antonio Maza Pereda

miércoles, 16 de marzo de 2022

Revocación, sí o no

A tres domingos de la siguiente votación federal, ha dejado de estar en la agenda ese tema que pudiera ser relevante: la revocación del mandato de nuestro primer mandatario. Consulta pedida por el propio presidente del Poder Ejecutivo y que fue propuesta, siguiendo los mandatos de la ley, por adherentes al Movimiento de Regeneración Nacional MORENA.

No han faltado otros temas, no todos de la misma importancia, que nos han estado distrayendo de este asunto: la llamada “casa gris”, la guerra en Ucrania, los aumentos en la gasolina, la trifulca en el estadio La Corregidora en un partido entre los equipos Atlas y los gallos blancos de Querétaro, el encarcelamiento de un exgobernador... más lo que se acumule estas semanas. Sí, por distractores no ha parado y cabría preguntarse si los medios, al quitar importancia al tema de la votación mencionada, están contribuyendo a que nuestra participación sea escasa.

Ante el asunto, hay varias posturas por parte de la 4T:

·       Lucir los logros de esta administración, para demostrar que la mayoría hizo bien en elegir a AMLO

·       Infundir temor a qué, si AMLO se va de la Presidencia, se pierdan los apoyos sociales que hoy llegan a una cantidad importante de hogares y si tendremos de nuevo la corrupción de otras épocas y que, al menos en el discurso, ha sido atacada por Andrés Manuel.

En cuanto a la oposición también hay diferentes posturas

·       Aquellos que están apostando a una abstención que haría que el ejercicio no fuera vinculante. Con lo cual dan la impresión de que no hay modo de revocar el mandato de AMLO.

·       Otros que están buscando hacer visibles las fallas de la actual administración; los cuales parecen estar a la caza de diferentes errores de AMLO, pero que no han sido capaces de proponer soluciones diferentes.

Dada esta situación cabría preguntarse: ¿cuál sería la situación de la 4T después de este ejercicio de consulta ciudadana?

En un primer escenario, mismo al cual está apostando el señor presidente, esperarían que AMLO fuera confirmado en su mandato por un margen muy grande. Que es lo que están esperando, poniendo grandes esperanzas en los esfuerzos de sus operadores políticos y en particular en las visitas de los llamados servidores de la nación a los beneficiarios de los apoyos sociales, sobre todo a las personas de la tercera edad. En este escenario la situación del Ejecutivo no sufriría grandes cambios: seguiría su programa actual y se enfocaría con mayor intensidad en la sucesión del 2024.

En otro escenario, en el que AMLO gane, pero por un margen muy escaso. Habría un gran nerviosismo en la 4T y esto, sin duda, sería aprovechado por algunos de los contendientes a la sucesión de AMLO. Pero, finalmente, el programa seguiría siendo el mismo.

Un tercer escenario sería el que AMLO pierda por un margen escaso, en cuya situación el ataque contra el INE sería feroz, acusándolo de fraude electoral y dando mayor fuerza al ataque contra este organismo ciudadano.

Por último, si el escenario fuera el que López Obrador perdiera la consulta por un amplio margen, se vería obligado a cumplir su ofrecimiento de retirarse, sobre todo si la votación fuera la suficiente para hacer que la consulta fuera vinculante. Que tampoco es seguro que AMLO cumpla lo ofrecido. En cambio, si Andrés Manuel perdiera, pero con una participación que no fuera vinculante, es poco probable que dejara el puesto y lo que sí ocurriría sería que la lucha por la sucesión ya se daría sin un gran peso de la Presidencia y empezaría una arrebatiña de todos contra todos. Sin contar con que los ideólogos de la 4T verían necesario acelerar su agenda para poder blindar sus reformas y hacerlas de alguna manera irreversibles.

¿Que estoy especulando? Seguro. Nadie puede pronosticar, sobre todo el futuro. El propósito de estas observaciones ha sido demostrar que no es indiferente votar o no votar. La posición de decir que no hay que votar porque eso es hacer el juego al señor presidente, no se sostiene. No, no es indiferente. Las consecuencias pueden ser muy distintas.

Como ciudadanos nuestra obligación es dar a conocer nuestra opinión. En nada beneficiamos a ninguno que tenga nuestras preferencias políticas, dejando de participar. Si los partidos de oposición no han sido capaces de presentar una narrativa atractiva para el electorado, no es nuestro papel dejar de participar para demostrar que no le vamos a hacer el juego a nadie. Lo que nos conviene como país es que haya una votación copiosa y, sobre todo, bien informada.

De manera que nuestra tarea en las pocas semanas que nos quedan para este evento es tener una reflexión muy a fondo, una meditación sobre las consecuencias políticas y sociales de la consulta a la que se nos esté convocando. Finalmente, como en cualquier otra votación, siempre podrá ocurrir que la mayoría vote de una manera diferente a la que nosotros pensamos que debería de ser. Si creemos en la democracia, creeremos en que la mayoría debe ser respetada y que tendrá el derecho de poner sus condiciones. No es ser demócrata el sabotear las posibles consultas para hacer más difícil que la mayoría consiga su mandato. No caigamos en la situación que ya hemos visto en los últimos 20 años, cuando los contendientes le negaban validez a aquellas elecciones que no favorecieron a sus ideas. Necesitamos democracia sin adjetivos y necesitamos demócratas que, de veras, crean en la democracia. ¿Es esa su postura?


Antonio Maza Pereda

 

jueves, 10 de marzo de 2022

Invasión de Ucrania



A poco más de una quincena de la iniciación formal del conflicto entre Ucrania y Rusia, hay aspectos que todavía están pendientes de aclarar. Sobre todo cuáles son los motivos de Rusia para tomar una decisión que no es menor. Porque el tema no es nada más invadir a Ucrania: una parte importante del asunto es enfrentarse a la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), países que están comprometidos en un tratado de asistencia militar con Ucrania.

Por supuesto, en el papel, Ucrania tiene pocas posibilidades de defensa contra quien tiene el segundo o tercer ejército mejor armado y más numeroso del mundo. Y, contra todas las expectativas, este país no se ha rendido inmediatamente en vista de tan aplastante diferencia de poder bélico. Tal vez porque confía en el apoyo de la OTAN, tal vez por razones históricas: una coexistencia compleja con el imperio ruso, desde el tiempo de los Zares, durante el tiempo de la URSS y desde hace 30 años, teniendo una vida independiente con el derrumbe del bloque soviético.

No siendo un experto en temas de geopolítica, me he nutrido de los comentaristas de diferentes nacionalidades sobre este conflicto. Y me he encontrado con una enorme variedad de opiniones. Desde quienes ubican el inicio del conflicto en el siglo XI, o en la caída del imperio romano de Oriente cuando los turcos tomaron Constantinopla en 1453. Otros le dan al conflicto un tinte religioso según el cual, con el cisma de Oriente, los ucranianos se mantuvieron aliados con el metropolitano de la iglesia ortodoxa griega, en Constantinopla mientras que los rusos crearon la Iglesia ortodoxa rusa, la preponderante en su país, también en el siglo XV.

Pero en términos más terrenales y actuales, hay quienes ponen la explicación de este conflicto en temas económicos: los rusos, que han pasado bastante mal la situación de la caída de los precios del petróleo, han encontrado con esta guerra que sus exportaciones son más redituables y, como un bono adicional, su presencia en Ucrania les permite controlar el flujo de gas natural y petróleo desde el Medio Oriente Hacia Europa, lo que les da una palanca para negociación muy importante. Cierto: las sanciones de occidente reducen este beneficio temporalmente, pero también ocurre que no hay capacidad para compensar la falta del petróleo ruso en la economía mundial, ni siquiera en el corto plazo.

No falta quien opina también lo contrario: con el dogma que ideó Marx de las crisis periódicas del capitalismo, ven a los países de Europa occidental y Estados Unidos influyendo para que se dé este conflicto y de esa manera poder evitar una caída del sistema así llamado neoliberal.Aún otros ponen el conflicto términos de la psicología del pueblo ruso, quien busca tener todas sus fronteras con países neutrales. Que fue el modelo de la Rusia de los zares y explica, por ejemplo, el intento de dominar Afganistán, que ya se había señalado durante el siglo XIX y que los llevó a una vergonzosa derrota a finales del siglo XX.

Todo lo dicho no deja de ser algo de interés un tanto superficial. El señor Putin ha dado explicaciones propagandísticas de estas acciones, como decir que su intención es desmilitarizar y desnazificar a Ucrania. A lo cual el actual presidente ucraniano ha contestado diciendo que él, siendo judío, es un candidato poco viable para ser pronazi.

A reserva de profundizar el tema y de observar cómo van evolucionando estas situaciones, es muy importante observar que no existe un mecanismo verdaderamente confiable para poder resolver conflictos bélicos, de una manera expedita y que cuente con la aceptación de todos los países. En algún momento, y únicamente en Europa, este papel lo tuvo el Papa y todavía ha habido algunos restos de esa mediación en algunos conflictos del siglo pasado, por ejemplo, entre Argentina y Chile. mediación que ayudó en muchos casos a que las hostilidades no escalaran. Ese mecanismo actualmente es impensable. Hubo algún intento en la segunda mitad del siglo XX de crear un organismo de mediación, esfuerzo encabezado por Edward de Bono, un especialista en sistemas de pensamiento. Pero no ha tenido la penetración suficiente.

Los intentos de la Sociedad de las Naciones a fines de la primera guerra mundial, y de la Organización de las Naciones Unidas, han tenido en el mejor de los casos un éxito parcial, enviando a los famosos “cascos azules” a limitar conflictos de distintos tipos. Una posibilidad que en este caso no se ha mencionado siquiera.

Claramente la humanidad necesita un mecanismo mucho mejor para poder evitar las guerras. Tristemente no hay nada viable en el panorama para los próximos años.  ¿Será que se requiere que la ciudadanía de todos los países exija a sus clases políticas y a sus gobiernos que generen un mecanismo mundial con las características necesarias para evitar estas tragedias? En lo personal yo no confío en las clases políticas de los diferentes países ni la Organización de las Naciones Unidas, por más qué hacen esfuerzos interesantes. Pero sin la presión de los ciudadanos de a pie, es poco probable que tengamos un buen remedio próximamente. Ahí está la solución a largo plazo.

 

Antonio Maza Pereda

martes, 8 de marzo de 2022

Violencia contra la mujer

Hace 2 años, al día siguiente celebración del Día Internacional de la mujer, se llevó a un cabo un paro nacional para protestar por la violencia contra la mujer. El paro ocupó la agenda nacional como probablemente pocos aspectos la han capturado en los últimos años. El concepto era muy sencillo: el 9 de marzo las mujeres no se presentarían al trabajo o a las escuelas; unas no trabajaron en sus casas. Algunas asociaciones hicieron además algunas manifestaciones públicas, pero la parte importante era demostrar con su ausencia la importancia que tiene la participación de la mujer en la vida de la sociedad.

Hubo de todo, pero en términos generales la 4T y su Gobierno reaccionaron con bastante agresividad. Esa izquierda tomó el tema como un ataque directo contra el primer mandatario y se pusieron a denostar a las organizadoras y a tratar de demostrar que era solamente una maniobra de los conservadores contra su Gobierno.

El disparador fueron dos feminicidios de alto impacto: los asesinatos de Ingrid y Fátima. Pero el tema iba mucho más de estos dos casos aislados: en ese momento se hablaba de más de 3 feminicidios al día. Reaccionaron de manera agresiva los grupos feministas que organizaron la marcha del Día Internacional de la mujer: según ellas, el hecho de que algunas de las organizadoras del paro también formaban parte de los grupos provida, las descalificaba para pedir que se acabará con el problema de los feminicidios. La mayoría de la izquierda se conformaban con decir que las organizadoras eran conservadoras y, para ellos, los conservadores aparentemente no tienen derecho a la protesta pública. Ellos creen tener una especie de patente, la exclusividad de esta clase de protestas.

Un grupo de funcionarias políticas hicieron una especie de acto desagravio para el presidente, con la intención de certificar que el primer mandatario, de deveras, muy en el fondo de su corazón es un gran feminista. No cabe duda de que para muchas izquierdas y en particular para las 4T, no se les da la empatía. Esa la reservan únicamente para banderas de la izquierda, no necesariamente para otros asuntos de la Sociedad.

Por otro lado, varios grupos sociales apoyaron el paro: universidades, obispos, cámaras empresariales y otros grupos de la sociedad se manifestaron de acuerdo. Como mínimo, dijeron que no harían descuentos a las mujeres que no se presentarán a trabajar por este motivo o que las estudiantes no recibirían una sanción académica si faltaban a clases.

Hubo de todo en las reacciones del Gobierno. Muy destacadamente, el fiscal general de la nación tuvo la ocurrencia de pedir que se eliminara el delito de feminicidio diciendo que era algo “muy difícil de probar”. No faltaron los que usaron un argumento matemático: el hecho de que hay más asesinatos de hombres que de mujeres. Como si eso justificara la matanza por razones de género, que muy rara vez se da en los asesinatos de hombres. El punto es que el tema capturó la agenda pública. Ha sido una de las escasas ocasiones en que la cuatro T no impuso los temas a discusión. El paro fue un éxito, no sólo por el número de participantes, si no, sobre todo, porque puso a debate un tema que no se estaba tomando en cuenta.

En pocos días, sin embargo, el COVID 19 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud. empezaron las restricciones, se cerraron las escuelas aprovechando el puente de marzo, la Semana Santa y las vacaciones de primavera y, poco después, se decretó la reclusión en todos los Estados de la República. La agenda cambió por completo: el número de muertos se debatía, se hablaba de la escasez de tanques de oxígeno, de camas para terapia intensiva, de respiradores y del saqueo que recibieron los supermercados que se quedaron sin algunos artículos, señaladamente el papel sanitario. Vinieron las presentaciones diarias del avance de la pandemia y el tema del paro entró en el olvido.

En el olvido para los medios tradicionales y para el Gobierno. no para las víctimas y sus familias. Por un lado, nos dan estadísticas festivas diciendo que han disminuido los feminicidios. Presentando datos parciales, se habla de una reducción del 6% de enero a enero en los años 2021 a 2022. Pero hay dos asuntos importantes que considerar: los números que se nos presentan depende de que existan denuncias, que muchos casos no se dan y, por otro lado, depende de que los jueces de control clasifiquen el asesinato como un feminicidio. Lo cual se da a juicio del juez , decisión que muchas veces ha sido impugnada por las víctimas. Pero hay otro tema mayor. cuando hablamos de violencia contra la mujer no hablamos sólo del feminicidio. Se ha denunciado, y es muy probable, que la reclusión ha incrementado la violencia intrafamiliar, violencia que mayormente se da contra la mujer. No se reporta que se hayan disminuido los casos de violaciones, porque dependen en buena parte de la voluntad de denunciar y de la resistencia de las mujeres a ser revictimizadas en el proceso de la denuncia. Por no hablar de que la falta de confianza en que su denuncia tendrá algún resultado, dado la bajísima tasa de condenaciones que tienen en las denuncias penales del país. Y habrá que considerar que las injusticias económicas y laborales son otro modo de violencia, aunque no haya sangre de por medio.

¿Hasta cuándo permitiremos en la sociedad, que nuestras madres, esposas, hijas, compañeras de trabajo, amigas y no amigas vivan con el permanente temor de convertirse en víctimas?   ¿Seguiremos permitiendo que cuando una mujer transite en una zona poco concurrida, le invada el temor cuando se cruce o sea seguida por un hombre, pensando en la posibilidad de un ataque contra su persona? ¿Encontraremos pronto un remedio a este mal tan extendido o deberíamos de esperar décadas o siglos para que se resuelva?

hace 2 años, escribía yo lo siguiente: “La gran pregunta, creo yo, es si los demás, la sociedad en su conjunto, mujeres y hombres entenderemos el mensaje y dejamos claro que en una sociedad civilizada no podemos aceptar el horror de la violencia contra las mujeres, de todos niveles de gravedad, todos los niveles socioeconómicos y en todos los culturales. Que no quede en anécdota. Que no quede como materia prima para chistes y memes. Que lo tomemos en serio y actuemos en consecuencia”. Dos años después, yo sigo pensando igual.

Me queda claro que no podemos permitir que la mayoría de nuestra sociedad viva en esta situación. Gobiernos e instituciones están demostrando claramente que este tema no ha estado entre sus prioridades. ¿Dejaremos a las mujeres que den solas esta batalla? ¿Será posible que toda la sociedad en su conjunto considere como su obligación exigir resultados a nuestros mandatarios? No es un asunto menor. Hemos perdido mucho tiempo sin tomar decisiones importantes en este tema. Que no se nos siga yendo el tiempo.

Antonio Maza Pereda