¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 31 de julio de 2023

¿Juventud criticada?

Es interesante ver cómo, simultáneamente, se critica a la juventud mientras que una gran mayoría de las personas tratan de parecer o aparecer más jóvenes de lo que realmente son. Cabría la duda de pensar que ese reproche procede de nuestra envidia: quisiéramos volver a ser jóvenes y que tuviéramos la experiencia y los conocimientos que nos dan la edad. A veces, por lo menos.

El hecho es que se critica a los jóvenes como grupo. Y generalmente ese tipo de crítica se centra en la falta de compromiso de los jóvenes en una serie de temas: la política, la sociedad, la religión o la cultura, por decir algunos asuntos. Se habla de que los jóvenes ya no se comprometen y muchas veces no analizamos a fondo estas críticas. Valdría la pena confrontar lo que valoran nuestros jóvenes comparado con lo que aplicamos en la práctica los que ahora criticamos.

Se dice que la mayor abstención electoral ocurre en el grupo de los jóvenes. Pero no analizamos si verdaderamente la oferta política que se les presenta es como para que realmente se entusiasmen. También deberíamos cuestionar si, efectivamente, cuando teníamos nuestros primeros años de ciudadanía, estábamos ansiosos por emitir nuestro voto de una manera sensata e informada.

Se dice también que a los jóvenes no les importan los temas sociales. Se habla de un egoísmo colectivo y se supone que este es más fuerte en los jóvenes. Les llamamos: “la generación de cristal, quejumbrosa y pasiva”. Recordando nuestros años juveniles, hay que reconocer que a la mayoría no nos preocupaban  los temas sociales y que solo a pocos verdaderamente les apasionaban.

En temas como el conocimiento, criticamos el hecho de que los jóvenes tienen mucho mayor interés por las redes sociales que por la cultura, misma que para algunos parecería estar en decadencia. Pero se nos olvida que, en nuestra generación que no tenía un acceso tan amplio a los temas culturales o informativos, no nos dedicábamos como jóvenes al leer a Aristóteles, a Kant, Dostoievski, a Octavio Paz o a Juan Rulfo, por ejemplo. Claro, siempre ha habido alguna minoría con intereses culturales, pero claramente en nuestra generación y sobre todo en las clases menos favorecidas, se leía el Libro Vaquero o se veían los programas de televisión,  qué era muy escasos.

Realmente, ¿es justa la crítica que le hacemos a nuestra juventud?  Hablamos de una cultura del entretenimiento, analizamos científicamente los efectos de la distracción prácticamente permanente. Algo hay de razón:  una pedagoga brillante, a quien conozco personalmente, habla de que  hoy en día el gran tema no es el síndrome de déficit de atención, y que este se confunde con la sobreestimulación que reciben los niños y jóvenes. Y que ellos no han creado. También es claro que ellos no han construido el entretenimiento adictivo. Es cierto que hace algunos años la calidad del entretenimiento era bastante inferior. Pensamos en las grandes ciudades y no recordamos que, cuando una proporción importante de la población era rural, las opciones de entretenimiento eran muy limitadas.  Todavía hace unas cuantas décadas, en muchos poblados pequeños el único medio de entretenimiento eran las cantinas y las pulquerías,  y estas últimas tenían su área para mujeres. Los juegos de cartas y otros similares era lo que daba el entretenimiento en esos establecimientos.

En los temas políticos y sociales valdría la pena cuestionar: ¿quién ha desanimado la participación ciudadana, no sólo la de los jóvenes sino de la población en general?  Somos los mayores quienes estamos permanentemente desprestigiando el quehacer político. Y luego nos extrañamos de que los jóvenes no quieran participar en las labores ciudadanas.  Cosa que tampoco es nueva: en la generación de los 60, el movimiento del 68 iniciado en Francia y replicado en muchos países, incluyendo el nuestro, se basaba en una muy justificada desconfianza hacia el sistema político.

Podría decirse que prácticamente en todas las edades, la participación en los temas mencionados siempre ha sido un tema de minorías. Esperamos tal vez demasiado de los jóvenes cuando nosotros mismos no tenemos la participación qué esperamos de ellos.  Y hay que reconocer que no hemos predicado con el ejemplo:  les pedimos lo que no dimos en nuestro momento.

 Tenemos que construir como Sociedad una cultura de los valores que necesitamos, pero hay que estar conscientes de que en la mayoría de los casos tendremos una respuesta minoritaria. La construcción de las sociedades es una labor dificultosa y lenta. Una labor que requiere formar minorías que, siguiendo la parábola evangélica, consisten en un poco de sal que hace agradables los alimentos, de una pequeña cantidad de levadura que fermenta toda la masa. Porque no podemos esperar una sociedad donde todos sean participativos, influyentes, cultos y sabios.  Pero sí tenemos la obligación de apoyar a esas minorías de jóvenes que están destacando en los campos que a la Sociedad le importan. Animarlos, asesorarlos, instruirlos y aceptar qué harán las cosas de maneras diferentes de como nosotros lo hubiéramos hecho.

Antonio Maza Pereda

lunes, 17 de julio de 2023

Escenarios 2024

 Claramente es muy pronto para empezar a hacer pronósticos sobre los resultados de las elecciones federales del 2024. Frente a una oposición que parecía pasmada, una 4T en plan francamente triunfalista, en los últimos días nos encontramos una situación diferente. Las “corcholatas” de la 4T en pie de guerra, con el resultado de aumentar el conocimiento  de una  precandidata que no había sonado en los medios y que era prácticamente desconocida para una gran parte del electorado.  Gracias al ataque de las “corcholatas” y el esfuerzo del señor Presidente por desprestigiar a la ingeniera Gálvez, ahora su nombre está en boca de muchos que francamente no la consideraban en el panorama.

 Pero es cierto, estos son sólo algunos datos. No hay información suficiente como para hacer algún pronóstico decente.  Sin embargo, el método de los escenarios sí se puede aplicar en este caso, debido a que los escenarios clásicos no pretenden medir probabilidades, no calculan márgenes de error y únicamente exponen las posibilidades.  Independientemente de que sean mucho o poco probables.

Una vez establecidos los escenarios se puede hacer el intento de establecer cuáles serían los impactos en caso de que se diera cada uno de ellos. Básicamente es un proceso de reflexión que pretende decir cuáles serían las consecuencias en el caso de que ocurriera alguno de dichos escenarios.  Obviamente, a estas alturas de la precampaña, podría haber una gran cantidad de escenarios posibles.  Pero para ir abriendo boca, podríamos pensar solamente en cuatro de ellos.

  • · La 4T gana la presidencia y el Congreso,  el escenario que algunos le llamarían “del carro completo”. Básicamente estaríamos regresando a la situación del 2018, con la diferencia de que la 4T estaría gobernando la mayor parte de los Estados. Como consecuencia, habría que anunciar nuevos proyectos sociales para complementar los ofrecimientos del 2018.  Se procedería a la demolición de los contrapesos al poder ejecutivo, con lo que se construiría una vez más un Maximato como el que tuvo el presidente Plutarco Elías Calles, en cuya época el pueblo decía: “Aquí vive el presidente y el que manda vive enfrente”.  Habría que actualizar la narrativa, pensando en que las culpas de las fallas ya no se podían asignar tan fácilmente a los anteriores gobernantes. La estabilidad y gobernabilidad estaría mucho en función de Andrés Manuel y su capacidad de intervenir con los nuevos gobernantes.
  • ·4T ganara la presidencia, pero perdiera el congreso. Tendríamos un escenario de presidencia acotada de la 4T.  La oposición insistiría en una revisión del gasto público en los años del 2018 al 2024, Se procedería a la reconstrucción de los contrapesos. Muy probablemente, dado que las campañas no se basarían en quitar los apoyos sociales, se fortalecerían esos apoyos.  Las elecciones intermedias se volverían muy importantes, sobre todo porque la 4T estaría buscando recuperar su posibilidad de tener una amplia gobernabilidad.
  • · La 4T pierde la presidencia, pero gana el Congreso.  En este caso, la oposición sería quien tendría una presidencia acotada.  La 4T buscaría la protección de los funcionarios de la anterior administración, el Congreso sería el principal contrapeso del ejecutivo y, por supuesto, se fortalecerían los apoyos sociales buscando revalidar el triunfo en las elecciones intermedias.
  • ·La oposición gana la presidencia y el Congreso.  Difícilmente se tendría un regreso a los años 2000 al 2018.  Podría haber la probabilidad de un modelo similar al de Donald Trump. El exilio, voluntario o no, de algunos dirigentes de la 4T a Cuba o Venezuela debido a un intento de la oposición por descabezar la 4T.  Además, la oposición podría estar muy confiada pensando en que Andrés Manuel ya no tendría capacidad de influir en la política nacional.

Claramente puede haber otras opciones y otras consecuencias.  Lo que presento a ustedes, mis estimados lectores, son algunos elementos para abrir una discusión.  No pretendo tener la verdad absoluta,  mi punto de vista no es el de un politólogo sino únicamente el de un ciudadano de a pie que trata de reflexionar y que pide a otros ciudadanos sin poder que lo enriquezcan con sus comentarios.

En general, en México pocas veces se ha dado el caso del voto dividido, qué es lo que se propone con este juego de escenarios. No es que nunca haya ocurrido.  Cuando el Partido Acción Nacional consiguió la gubernatura de Chihuahua, ocurrió que, en el siguiente proceso electoral, los votantes eligieron a la oposición.  La lógica de los ciudadanos que siguieron este método tanto en las elecciones estatales como en las municipales,  es que de esa manera los gobernantes se cuidarían mucho de hacer trapacerías, al saber que la ciudadanía escogería a sus opositores para la siguiente administración pública. ¿Será acaso este el método de los ciudadanos para ponerle obstáculos a los gobiernos autoritarios? Como dije al principio, todavía es muy pronto para pronosticar. 

Antonio Maza Pereda

jueves, 13 de julio de 2023

Ancianos discriminados

Entre las muchas celebraciones que han surgido últimamente, en estos días se estará celebrando el día de los abuelos y de las personas mayores. Es el tercer año que se va a festejar. Qué bueno que se haga esta celebración, pero esto no es más que una que se pierde entre lo que literalmente son centenares de celebraciones en el año, algunas de ellas repetidas.

 En términos generales, en las últimas décadas ha venido creciendo una discriminación hacia los adultos mayores.  Estoy consciente de que esto suena muy fuerte, pero también es claro que, en la mayoría de los temas sociales, los discriminadores no se dan cuenta con claridad del efecto que tienen sus acciones, mientras que los y las discriminados sí lo sienten con bastante claridad.

 La discriminación se expresa y se inicia mediante prejuicios. Se toman algunos aspectos que son ciertos y se generalizan a toda una categoría de la Sociedad. Les menciono algunos, pidiendo una disculpa a aquellos que padecen esa discriminación.  Se dice, por ejemplo, que los indios son sucios e ignorantes.  Sin tomar en cuenta que muchas veces no tienen acceso al agua corriente ni a escuelas de buen nivel.  Se dice que las rubias son tontas y, en general, que las mujeres difícilmente tienen la lógica de negocios que les permitiría triunfar en ese campo y que por ello no merecen un salario similar al que tienen los varones.  En esos casos es muy posible que sí se den algunas excepciones como las que se describen en estos prejuicios, pero se generaliza injustamente suponiendo que se aplican a todo un sector de la Sociedad.

Hablando de los adultos mayores, se ha generalizado la percepción de los efectos del Alzheimer, cómo si todos los adultos mayores lo padecieran, cuando la Organización Mundial de la Salud considera que un poco menos del 11% de los adultos mayores de 65 años, padecen esta enfermedad.  Lo cual quiere decir que casi el 90% no la padecen, pero se tiene el prejuicio de que todos los adultos mayores, en mayor o menor grado,  tienen dicho padecimiento.  En consecuencia, los consideran una carga para la Sociedad y para sus familias, según dicen.

 En el mejor de los casos, el trato que le da la Sociedad al adulto mayor se maneja como un tema asistencial. “Todos ellos, sin excepción, cada vez son menos útiles y lo mejor que se puede hacer por ellos es apoyarlos en sus deficiencias”, afirman.  “Con escasísimas excepciones, no son personas que podrían estar aportando a la Sociedad sus conocimientos y experiencia; ya están atrasados”, nos dicen. “Y no hay mucho que nos puedan aportar”, aseguran.

Mucho menos se toma en cuenta que hay una deuda social para estos adultos mayores.  El desarrollo económico y social de la humanidad no ocurrió por generación espontánea. Son el resultado de muchas generaciones anteriores a las nuestras que fueron incorporando soluciones creativas y novedosas que permitieron, por poner un ejemplo, qué la esperanza de vida de la humanidad, que hace un par de siglos era de 40 años,  ahora llega casi a lo doble. Por no hablar del desarrollo tecnológico, social y político qué hace de nuestra Sociedad algo muy diferente que lo que existía hace relativamente poco tiempo.

Se habla, en términos un tanto románticos, que los adultos mayores son los guardianes de las tradiciones y de la cultura.  Pero en la práctica poco se hace por aprovechar esas capacidades y mucho menos el desarrollar al adulto mayor para que pueda transmitir esos saberes de manera eficiente, para que lleguen a la mayor parte de la Sociedad. Por ejemplo, salvo muy contadas excepciones, las escuelas y universidades no tienen cursos diseñados para capacitar a los adultos mayores  para que puedan transmitir lo que saben a los demás.  Muchísimo menos se habla de becarlos para que puedan acceder a los conocimientos qué podrían beneficiar a otros. Sí el anciano quiere capacitarse, tendrá que hacerlo con recursos propios.

En principio lo que se ha llamado la cultura del descarte, consiste en tratar de invisibilizar al anciano.  No solo en aspectos menores, cómo podrían ser los tintes o maquillajes qué disfracen su condición de adulto mayor.  Incluso en las expresiones que usa la Sociedad,  se evita usar  la palabra anciano,  sustituyéndola  por expresiones como la de “jóvenes de corazón” o de “personas con experiencia acumulada”. Todo ello con tal de no decirles que son viejos, porque el discriminador lo considera denigrante. Otro modo de invisibilizarlos, es enviarlos a asilos o crear conjuntos habitacionales solamente para adultos mayores, Eso sí, con acceso a servicios médicos y asistenciales en el caso de aquellos con mayor costo. Que no estén visibles, para que no nos recuerden que la mayoría de nosotros llegaremos a esa situación.

Curiosamente, esto es algo relativamente reciente. En todas las civilizaciones exitosas, se han considerado a los ancianos como los cuerpos consultivos de la Sociedad. Como es el caso de los ancianos del pueblo de Israel, el senado de los romanos, palabra derivada del concepto de senectud, o las costumbres de los chinos, griegos,  japoneses y muchos otros más.

¿Es posible liquidar esta discriminación? La historia nos muestra que esto no es nada fácil. Todavía seguimos teniendo la discriminación racial, tenemos fuertemente la discriminación contra la mujer y muchos otros problemas similares. La solución comienza por reconocer que existe dicha discriminación.  Mientras se niegue, es imposible llegar a soluciones viables.  Es muy difícil tener una sociedad justa mientras mantengamos discriminaciones y prejuicios contra una parte importante de nuestros conciudadanos.

Antonio Maza Pereda

lunes, 10 de julio de 2023

Empiezan los ataques

 Hasta ahora, ciertamente de modo ilegal pero totalmente real, los ataques a las “corcholatas”, han sido fundamentalmente de fuego amigo. Es decir, la mayor parte han sido, como dice el pueblo, “patadas debajo de la mesa”. Pero ahora, con la posibilidad de una candidata a la presidencia por la oposición, qué parece haber ganado la agenda pública con la colaboración del señor Presidente, y que se ha vuelto “la nota” para los medios tradicionales, es de esperarse que empiecen los ataques entre los contrincantes. O, dicho de otra manera, veremos verdadero fuego enemigo.

Sin embargo, estos ataques han tenido una característica muy peculiar. Andrés Manuel ha logrado convencer al electorado, a los medios y a la propia oposición de que las elecciones del año 2024 son en realidad un plebiscito en cuanto a la administración del señor Presidente.  Es de esperarse que las llamadas “corcholatas” hayan comprado ese concepto. Lo curioso es que la oposición esté manejando el tema de la misma manera. Porque hasta ahora han manejado su narrativa bajo la idea de que pegarle a Andrés Manuel es lo mismo que pegarle a las “corcholatas”. Su narrativa sigue estancada en la demostración de que la presente administración no está haciendo las cosas bien, no está cumpliendo lo prometido, tratando de demostrar que son ineptos o peor.

Con ese mismo enfoque, las “corcholatas” parecen estar pasmadas. Están dedicadas a defender la administración actual y ha habido pocos ataques directos a los personeros de la oposición. No así el señor Presidente: su ataque ha tratado de basarse en acusar a la oposición y en particular a Xóchitl Gálvez de haber sido comprados por dedazo de los empresarios.

La oposición sigue mayormente con la seudológica que supone que, sí demuestran que Andrés Manuel está equivocado, quiere decir que ellos tienen la razón. Lo cual no necesariamente es cierto: ambos podrían estar equivocados en sus propuestas a la Nación y también todos podrían tener parte de razón en sus posiciones políticas. La oposición lleva cinco años atacando al señor Presidente y no han logrado disminuir su popularidad. Evidentemente están jugando al cansancio: por alguna rara razón piensan que los ataques que han sido infructuosos durante cinco años, de alguna manera se van a volver fructíferos al llegar el año número seis.

Supongamos que la ingeniera Gálvez quedara como la candidata de la oposición.  Sus partidarios tienen que encontrar la manera de convencernos de que ella puede hacer las cosas mejor que las “corcholatas” e incluso mejor que el señor Presidente. Tienen que convencernos de que sus propuestas son las correctas y que le convienen a la Nación más que las propuestas de las “corcholatas”, que hasta ahora son las mismas que las de Andrés Manuel.

No es que no hayan atacado a la ingeniera. Pero hasta ahora los ataques han sido más bien débiles: que si no fue verdaderamente pobre, que no es tan india, que no vendía gelatinas y cosas por el estilo.  El tema es que ella debe demostrar que tiene ideas que nos permitan tener un gobierno mejor que el actual y sus contrincantes tendrían que demostrar que ella no tiene la capacidad de gobernarnos de mejor manera. Pero hasta ahora ninguno de los bandos ha encontrado nada para convencernos que ella lo hará mejor o en su caso peor que la actual administración. La narrativa de las “corcholatas” hasta ahora ha sido tratar de demostrarnos que ellos son los seguidores más fieles del señor Presidente y quiénes garantizan que tendremos un gobierno que no se desviará de la línea de nuestro presidente actual.  Pero no basta esto para convencer al electorado.  Hay pocas propuestas concretas: el libro de Marcelo Ebrard, algunos artículos periodísticos, algunos tweets y muy poco más.

Los medios tratan de simplificar las cosas, Más o menos ven la misma propuesta y no han podido diferenciar las distintas posiciones. Todos los precandidatos, “corcholatas” o como usted les quiera llamar, nos están proponiendo algo muy parecido: prosperidad, paz y tranquilidad, apoyo a los más necesitados y otras cosas más.  De fondo nadie está radicalmente en contra de esas propuestas.  Lo que nadie nos dice es el cómo. Se están centrando en la mercadotecnia política, están pensando en términos de imagen, pero no conocemos su lógica ni mucho menos su estrategia para poder alcanzar esas propuestas.  Que lo fácil es ofrecer, lo difícil es decir el modo cómo se va a lograr.

 Nosotros, los ciudadanos de a pie, los que tenemos que sostener a nuestro Gobierno, nos importa poco cuál sea su signo ideológico. Nos toca exigir a todos los bandos definiciones claras, tenemos que asegurarnos de que tengan una lógica que nos convenza. Porque ahora tanto los representantes de la 4T como los de la oposición sólo están predicando, tratando de convencer a los que ya están convencidos. Y esa es la parte fácil: de lo que se trata es de convencernos a los que no somos parte de su núcleo duro. Se trata de convencer al votante que tradicionalmente ha sido despreciado y se le ha tratado como si fuera alguien infantil a quien se puede  convencer a través de photoshops, slogans,  pasacalles y bardas pintadas. De no haber algún cambio fundamental, es muy difícil tratar de pronosticar cuál de los bandos triunfará. A nosotros, los ciudadanos, nos toca exigir más sustancia y más lógica en sus propuestas.

 

Antonio Maza Pereda

martes, 4 de julio de 2023

Abstencionismo

 



La semana pasada sufrí una leve contractura, qué un terapeuta trató y quien me prescribió pasar un par de días en total reposo.  Aproveché la situación para buscar la manera de escuchar a distintos comentaristas de radio y televisión, sobre todo a aquellos que tratan temas de política nacional.

A las pocas horas estaba yo verdaderamente fastidiado del contenido que tienen la inmensa mayoría de los programas de comentario político. A tal grado que, de pura desesperación, traté de ver brevemente algunos de los programas que mi madre y abuelas llamaban “telecomedias”. Pronto me di cuenta de que a esos programas más bien les deberían de llamar “teletragedias”.  Porque de comedias no tienen nada.  Pero eso mismo se podría aplicar a muchos programas noticiosos y de comentario político. Tal parece que la televisión y otros tipos de medios,  incluyendo las redes sociales,  se han dedicado a transmitir y magnificar diferentes tipos de tragedias.

 Es difícil escuchar un programa noticioso sin que haya una proporción importante de noticias dedicadas a la violencia y a diferentes tipos de males, cómo catástrofes naturales y temas parecidos. Es tan fuerte la inclinación a los contenidos trágicos, que incluso en épocas cómo los fines de semana, donde normalmente hay pocas noticias, algunos noticieros transmiten noticias de tragedias relativamente menores, solamente por llenar la “nota roja”.

 A las pocas horas de este régimen de tragedias, claramente empecé a sentir que me estaba deprimiendo.  Ya no quería oír nada más, dejé de escuchar la radio y la TV, cerré el Twitter y el Facebook y me puse a buscar temas con mejor contenido.  No cabe duda de que, después de un tiempo, quien lleva semanas o meses sometido a esta situación empieza a sentir una angustia provocada, inspirada y de alguna manera programada por la información. Una suerte de parálisis emocional, que genera temor y que tiene como fruto una indiferencia social.

Si yo aceptara las teorías de la conspiración, yo estaría creyendo en la idea de que hay una especie de “gobierno profundo”, que trata de manipular a la población para poderla dominar. Porque este temor provocado nos puede ir llevando a pensar que no tiene caso tratar de participar en temas sociales y políticos.  La situación puede convertirse fácilmente en desesperanza.  Desesperanza que también nos lleva a no tener paz, a vivir un constante temor de toda la cantidad de cosas malas que nos pueden ocurrir.  Una depresión colectiva, que parecería ser provocada a propósito.

Esto me recuerda una situación qué ocurrió cuando se estaban dando en México los primeros pasos del cambio democrático. Una señora sencilla, del pueblo, se dirigió al entonces presidente Vicente Fox a decirle lo mal que se sentía al escuchar tantas malas noticias en los medios. Y el señor presidente le recomendó qué mejor ya no escuchara las noticias. Con lo cual todos los medios se dedicaron a criticarlo y acusarlo de que quería mantener a la población en la ignorancia. En lo cual tenían buena parte de razón.  Mantener a la Sociedad en la ignorancia es una manera muy socorrida de conservarla sometida. Pero es cierto también que un exceso de información contradictoria, llena de embustes y falsedades tiene un efecto muy parecido. Estamos mucho más informados de lo que hemos estado en toda la historia de la humanidad y probablemente estamos también intoxicados por ese exceso de información, poco creíble y mal validada.

En esa situación no resulta raro que una buena parte del electorado ya no sepa por quién votar y no tenga ni siquiera la inclinación por hacerlo.  Criticamos duramente a quienes se abstienen de votar y de participar en las cosas políticas, pero no nos ponemos en el papel del ciudadano que ya no sabe a quién creer y que está dominado por un temor que le impide tomar decisiones con lógica. Y esto no se resuelve regañando a quienes se abstienen de participar en política. Porque muchas veces los partidos, los medios y las redes sociales se centran más en lo negativo, en la crítica o la  diatriba y no transmiten noticias que pudieran entusiasmar al electorado para que participe con mayor frecuencia.

¿Es criticable el abstencionismo? Por supuesto, pero también es muy explicable. Sometidos a un régimen de información negativa, con cierta facilidad podemos caer en esa situación. ¿Cuál es la solución? ¿Cerrar los ojos? ¿Responder a los ataques viciosos y negativos con mayor negatividad? ¿Contestar a las mentiras y embustes con nuestra propia cosecha de “fake news”? Porque eso es lo que estamos viendo tanto en el partido en el poder como en la oposición. Y ahora que muchos, de un modo u otro, somos comunicadores, tenemos también la responsabilidad de transmitir mensajes positivos, que den ánimo y que inspiren a la participación. La solución, claramente, no es dejar de pensar.  Tampoco es responder a lo negativo con mayor negatividad, a la mentira con nuevas mentiras, al intento de crear indignación cada vez mayor en el electorado con otros motivos para hacer crecer la indignación.

 Si un candidato, frente a esta situación que  vivimos,  quisiera empezar a recuperar la credibilidad del electorado, tendría que empezar por decir: “Nos han contado tantas mentiras, por tanto tiempo, que sólo puedo proponer algunas soluciones basándome en una percepción de la verdad de nuestra situación. Pero mi primer grupo de acciones, una vez electo como presidente de la república, es hacer un esfuerzo nacional por encontrar cuál es nuestra verdad y proponer planes con una lógica basada en ese conocimiento.  Y, además, aceptar que muchas de nuestras propuestas serán provisionales, en la medida de que podamos ir descubriendo la verdad que nos ha sido negada por tanto tiempo”. 

Antonio Maza Pereda