¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

viernes, 22 de enero de 2021

Biden: mal comienzo

 Puede cuestionarse por qué esta columna se ocupando de la toma de posesión del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Finalmente es un tema interno de ese país y, estrictamente, no es algo que nos debería interesar más allá de lo noticioso. Sin embargo, es un hecho muy relevante para nosotros. En Estados Unidos se está cambiando de un sistema qué, a falta de mejor nombre, se le ha llamado populismo. Un tema que está presente en varios países latinoamericanos, en donde ha habido oposición y, en algunos más y en otros menos, hay la posibilidad que un cambio de Gobierno similar al que está teniendo Estados Unidos en este momento, de manera que vale la pena analizar el hecho y obtener las lecciones que esto nos deja.

El discurso de toma de posesión es un documento largo, de manera que no trataré de hacer una relatoría completa. Hay dos temas que sobresalen en este discurso: que se trata de un triunfo de la democracia y se hace un llamado a la unidad del pueblo de los Estados Unidos.

Hablar de que su toma de posesión es un triunfo de la democracia, es algo muy influido por los eventos del pasado 6 de enero. Sin embargo, es importante reconocer que esos eventos sólo representaron a una minoría del partido republicano, su opositor en las elecciones. Y, por supuesto, la mayor parte de los millones de estadounidenses que votaron en contra de él, son y se sienten demócratas, no porque pertenezcan a un partido, sino porque creen en la democracia como método de Gobierno. De manera que no se trata de que él derrotó a un grupo de personas que no creían en la democracia. Sí, se puede argumentar que el señor Trump no cree en la democracia. Su enfoque, que siempre ha sido el que tiene el sector empresarial, es un método autocrático. Como ocurre en las empresas, en donde las decisiones más fundamentales no se toman mediante un método democrático. Pero es claro que el votante promedio de los 74 millones que votaron en contra de Biden, se creen y actúan de manera democrática. Mal comienzo: acusar de falta de democracia a una parte importante del electorado.

Después, como su primer acto de Gobierno, Biden emite una gran cantidad decretos, sin incluir a sus opositores, sin pedir opinión, con un enfoque totalmente congruente con la plataforma del Partido Demócrata, pero sin considerar qué otros podrían tener algo que decir sobre esos temas y que merecían haber sido escuchados. Un modo muy raro de promover la unidad en ese país. Una parte importante del electorado consideraría, no sin razón, qué él está imponiendo su plataforma de partido. Y ello, en nombre de la unidad, pero sin pedirles opinión. Mucho más congruente hubiera sido anunciar la necesidad de emitir esos decretos y hacer una consulta urgente e importante a quienes pudieran tener algo que decir. Posiblemente el resultado no hubiera sido diferente, pero el electorado hubiera sentido que de veras se está haciendo un esfuerzo por lograr unidad. Tal como se hicieron las cosas, da la impresión de que el vencedor está imponiendo sus puntos de vista a los derrotados. Mala manera de lograr unidad.

No es fácil lograr unidad en nuestros países. Precisamente por eso, como dice el propio Biden, la democracia es el derecho a disentir. Derecho que el propio presidente de los Estados Unidos no está poniendo en práctica en estos primeros pasos. De modo que no es de extrañar que este discurso, muy cuidadosamente planeado, no haya ganado el corazón del electorado que votó por el señor Trump. Y esto no es cosa menor: hablo de decenas de millones de votantes.

No es algo fácil. El cambio viene después de una larguísima temporada, de varios años, de estar sembrando división y odio en la sociedad. Y de esto, nadie puede decirse ajeno. Si bien es cierto que en torno al señor Trump había extremistas de extrema derecha y antirracistas, también es cierto que el Partido Demócrata ha hecho la vida gorda ante los llamados Antifas, extremistas bastante violentos que estuvieron actuando durante el año 2020 y bastante tiempo antes sin qué el Partido Demócrata se opusiera.

El odio es una enfermedad del alma y no se cura con facilidad. El concepto de amistad social que está proponiendo el Papa Francisco en su último documento Fratelli Tuti, es la solución de fondo, pero una solución que no es sencilla de aplicar. Tristemente, habrá que pasar un tiempo bastante largo para que ese ideal de que la democracia sea verdaderamente el derecho a disentir, se vuelva una realidad. Sí, probablemente ocurra lo mismo para lograr una buena medida de unidad en lo esencial en la sociedad de los Estados Unidos y, me da pena decirlo, en las sociedades de nuestros países latinoamericanos donde el odio también se ha venido sembrando sistemáticamente por varios años. Es importante que haya algunos que den el primer paso para sembrar esa amistad social, a enterrar odios y agravios. ¿Se anima a ser de los primeros?

 

viernes, 15 de enero de 2021

Libertad de expresión y el caso Trump

 

El gran tema noticioso de principio de año, a nivel mundial, fue el asalto al Capitolio, el hogar del poder legislativo de los Estados Unidos. Por varias horas, la atención de la población de los Estados Unidos y la de los medios informativos estuvo centrada en esos acontecimientos, que causaron cinco muertos, algunas docenas de heridos y de arrestados.

No faltó quién dijo que Estados Unidos se está convirtiendo en una “república bananera” hecho que preocupó al ciudadano promedio los Estados Unidos, acostumbrados a considerarse el paradigma de democracia y de respeto a la ley, una situación excepcional a nivel mundial según ellos.

El evento del pasado 6 de enero ha traído una gran cantidad de consecuencias. Sigue siendo posible la destitución del señor Trump, antes de que deje oficialmente su cargo.  Lo cual, si ocurriera, le quitaría todas las prerrogativas y privilegios que tiene un ex presidente de los Estados Unidos, incluyendo una cantidad bastante importante de dinero libre de impuestos y la protección del Servicio Secreto de esa nación.

Un tema importante es el papel que jugaron las redes sociales en este asunto. La convocatoria de Trump a una marcha llamada “Salvar Estados Unidos” (Save America), ocurrió por medio de las redes sociales a las que Trump es tan afecto. La exhortación para marchar hacia el Capitolio fue hecha en directo por el presidente Trump y   replicada en las redes sociales.  En un momento se pensó que el asunto iba a repetirse en los congresos estatales. Al ver Trump que el asunto se salía de las manos, emitió un llamado en Twitter exhortando a sus partidarios a que regresaran todos a sus hogares, en paz. Cosa que no ocurrió hasta que se impuso un toque de queda y empezaron los arrestos.

A continuación   las redes sociales, primeramente Twitter y después otras más, cancelaron su cuenta al presidente de los Estados Unidos, primero por unas horas y después hasta pasado el 20 de enero. Posteriormente Twitter anunció el cierre de 70,000 cuentas de partidarios de Donald Trump. Los mercados de valores tuvieron una reacción fuerte ante estas medidas: el precio de las acciones de Twitter cayó y se habló de la pérdida de valor por cientos o miles de millones de dólares

El tema provocó en la clase política mexicana una reacción contra las empresas que bloquearon al presidente de los Estados Unidos, acusándoles de ir en contra de la libertad de expresión y llamando a boicotearlas. Cosa extraña en nuestro país, que prohíbe a las iglesias tener propiedad de los medios de comunicación, prohibición que está en la Constitución y que no molesta a los liberales tan afectos a la libertad de expresión.

Creo que hay un punto a debatir. Y conste que no soy afecto ni al señor Trump ni a nuestra clase política. La respuesta de Twitter, Facebook y otros se basa en que los contratos que todos aceptamos al entrar a esas redes, les permiten a las compañías expulsar a sus usuarios si no cumplen con sus criterios. Por un lado, un contrato que va contra los derechos humanos, de origen es invalido. Pero, aún más, estas empresas asumen el papel de juez, papel que está poco claro en las leyes qué les permiten operar. Dado su inmenso tamaño, el poder que asumen es impresionante, tanto como el que mostraron en el caso de Donald Trump, por lo que no es poca cosa dejarles aún más poder.

Pero esto es solo el ejemplo más notable. Los que seguimos estas redes vemos con alguna frecuencia las quejas de quienes han sido bloqueados por esas empresas, sin que haya un juicio y con pocas posibilidades de apelación. ¿Debemos dejar tanto poder a estas redes? Probablemente no es tampoco práctico quitarles la posibilidad de bloquear cuentas en casos muy definidos. Por ejemplo, como la apología del delito, incitación a la insurrección o a la violencia. Pero aún en esos casos, las causales deben ser muy claras y los mecanismos de apelación deben ser muy precisos. Ninguno de los dos extremos es deseable: ni hacer que estas compañías de redes se vuelvan él “Hermano Mayor” qué defina cuando tenemos derecho de opinar ni, en el otro extremo, que no haya límites a los temas realmente delictivos, como la calumnia, la propaganda al delito, y otros similares.

Habría que desarrollar una legislación adecuada, tener jueces especializados en estos temas, pero sobre todo la figura de un ombudsperson, un procurador del usuario, elegido independientemente de la empresa, elegido por quienes utilizan esta red. Si no se ponen límites claros a estas empresas, dada su enorme penetración (miles de millones usuarios, en algunos casos) terminarán siendo organizaciones con el poder de poner o quitar gobiernos, estorbar la actuación de diversas instituciones y, probablemente más importante, actuando en contra del mejor interés de sus usuarios. Por otro lado, tampoco es deseable dejar al poder ejecutivo de los países, la potestad de decidir qué es libertad de opinión, por el riesgo de que ocurra lo que pasa en los países con gobiernos autoritarios. Y mucho menos, dejar el tema del procurador del usuario a los partidos políticos. Tema difícil, espinoso, que no se resolverá con boicots como algunos piden. Las próximas semanas y meses nos dirán cuál es el resultado.


Antonio Maza Pereda

 

jueves, 7 de enero de 2021

2021: un año político

 Estrictamente, todos los años son años políticos porque en todos hay actividad política, si entendemos por política el arte de regir los asuntos públicos. De la larga noche de la dictadura perfecta nos quedan resabios, cómo que sólo existe la política como actividad electoral, lo que es una visión muy reducida de lo que verdaderamente es lo político. Con esa concepción, un año político es un año en que hay muchas elecciones. Y solo con en ese concepto limitado, sí se puede decir que este será un año político.

Se renueva la Cámara de Diputados federal, 30 congresos estatales, 15 gubernaturas, 1900 ayuntamientos ... Sí, por elecciones no paramos. Con un aspecto adicional del cual se habla poco: en casi 100 años, se regresa a la reelección consecutiva, al menos de los diputados federales. Lo que no se sabe con certeza es cuál será la reacción del electorado. Los autores de la reforma política de 2014, la vendieron como un medio de hacer que los políticos estén más preocupados por quedar bien con su electorado quien, si no los consideran eficaces, no los reelegirán. Pero eso, finalmente, es teoría. Habrá que ver si esta previsión se cumple. Por lo pronto, no se habla del asunto y no ha salido en las encuestas.

 Lo que sí se está comentando es que esta elección es una especie de referéndum de la 4T y de Andrés Manuel en particular. Eso ha llevado a los restos que aún quedan de la oposición partidaria a buscar alianzas para tener la capacidad de ser un contrapeso efectivo a MORENA en el Congreso.

Por lo pronto, varias empresas encuestadoras ya están pronosticando el triunfo de MORENA. Un poco pronto, dado que aún no hay candidatos, pero hay un punto que podría darles la razón. Es un hecho que la oposición partidaria aún no encuentra el camino para entusiasmar a la ciudadanía. No han podido crear una narrativa propia. La comprensión que tienen del ciudadano común, que somos mayoría, es que estamos atrapados en la narrativa de AMLO. La oposición se limita al ataque, sin proponer nada nuevo. Los temas que presentan a los medios, a la ciudadanía, son los mismos que presenta MORENA, que ha tenido el monopolio de las propuestas. Los otros partidos no han sido capaces de presentar otros temas y no digamos de ser capaces de convencer al electorado de que esos temas son los importantes.

No es que sea fácil. Un tema, por ejemplo, es cómo se deben reparar los daños económicos de la pandemia. La 4T está actuando como si al vacunar a la población, en automático, todos los problemas económicos se resolverán. Lo cual es muy dudoso. Más de 2 años de reducción de la actividad económica, considerando los 18 meses que nos dicen que todavía faltan para vacunar a toda la población, no se resuelven rápido ni espontáneamente. Se requiere un plan de recuperación que ni MORENA ni los otros partidos han planteado.

 Y no es el único tema.  ¿Cómo recuperaremos dos o más años de educación, que ya de por sí era mala, tras un largo periodo de enseñanza virtual, con todas sus limitaciones? ¿Cómo se recuperarán las cadenas productivas que están sufriendo con el cierre de las pequeñas empresas?  ¿Cómo se recuperará la actividad económica del desempleo que sigue aumentando? ¿Cómo atender los problemas de actividades como la hotelería, que podría no recuperar la caída de los viajes de negocio? ¿Qué hacer para volver a impulsar la construcción de instalaciones comerciales y turísticas? Se requieren propuestas en el campo económico, pero también en los temas sociales, por ejemplo el tema de la violencia contra la mujer, la desigualdad en el trato laboral a ellas y otros muchos, que van a requerir de propuestas con gran visión. Y, usted perdone, no se ve esa visión en la clase política y menos en los partidos de oposición. Su paradigma es que basta con resolver la vacuna con que todo mejore y eso no se sostiene.  Por eso no tendría nada de raro que el electorado haga que estas próximas elecciones sean poco concurridas. Claro, bien puede ser que me equivoque y que los partidos de oposición reaccionen con propuestas novedosas y creativas, con una gran visión de futuro. Y creo que a todos, Incluyendo los partidarios de la 4T, nos convendrán discusiones más a fondo, mejor fundamentadas y más sólidas de otras propuestas qué atienden asuntos que no se están tratando. 

Antonio Maza Pereda