¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

jueves, 30 de junio de 2022

Una lógica ilógica

 



Lógica: “Ciencia que expone las leyes, modos y formas de las proposiciones en relación con su verdad o falsedad”. Real Academia Española

Esta es la definición formal de la lógica, un instrumento que nos permite hacer un uso correcto en nuestra razón. Porque la razón es el medio que tenemos para poder encontrar la verdad. Pero no basta el discurrir, el imaginar o pensar para alcanzar de una manera directa la razón.

Esto, que parece natural, se ha ido deformando. Partiendo del concepto de que la realidad, si es que tal cosa existe, es muy difícil llegar a percibir. Y si no podemos percibir con claridad cuál es la realidad, malamente podremos pensar en un instrumento que nos permita validar la verdad o falsedad de nuestras ideas.

Todo esto que parece un tema para especialistas, un tema complejo de manejar, tiene consecuencias prácticas en la vida de la sociedad. Aún si no conocemos o intuimos los conceptos básicos de la lógica, el dudar de que se pueda conocer la realidad tiene consecuencias muy importantes en la vida diaria y, sobre todo, en el manejo de la sociedad.

Esto lo hemos estado viviendo más intensamente en los últimos años, cuando diversos gobernantes, en un principio encabezados por el señor Donald Trump, empezaron a crear el concepto de los “otros datos”, de las “realidades paralelas”. Una vez que se aceptan esas posibilidades, el debate, la discusión racional dejan de ser posibles. El muy discutido tema de los “otros datos”, inválida y hace imposible posible una discusión o un debate. Y, por supuesto, la lógica deja de ser relevante, o si usted lo prefiere, la lógica se vuelve ilógica.

Esto ya ha sido discutido por algunos especialistas en las ciencias del pensamiento. El fenómeno de las “burbujas de lógica”, explorado entre otros por Edward de Bono, explica que nuestras percepciones son modificadas por un concepto casi sociológico: Las personas se rodean de otras personas que siguen una percepción parecida de la realidad y de acuerdo con esa percepción construyen una lógica qué puede no ser válida para los demás, pero que es válida dentro de ese grupo. Dentro de esa burbuja los conceptos no se argumentan, no se cuestionan. Como en las ideologías, las verdades son empaquetadas en un tipo de explicación total. Su percepción no se cuestiona, se vuelve un dogma. Y por eso casi todas las ideologías terminan convirtiéndose en un dogmatismo.

Esto es lo que nos estamos encontrando en la discusión política y social de nuestro país y de muchos otros países. Una vez que alguien se declara de izquierda o de derecha, liberal o conservador, socialista o capitalista, deja de cuestionar una serie de categorías. Es inútil tratar de convencerlos apelando a las realidades. Como decía algún político, “si la realidad es diferente, peor para la realidad”. O como dijo algún gobernante mexicano: “Todo nuestro plan era excelente, sólo nos falló la realidad”.

No hace mucho, conversando con un taxista culto, tan culto que traía un libro de Nietzsche en su automóvil para poderlo leer en sus ratos libres, le cuestionaba yo si realmente, lo que le llamamos en México a la izquierda, era auténtica. Le di ejemplos donde en realidad no se cumple con los criterios de una izquierda, mucho menos de una izquierda democrática. Y su respuesta, muy iluminadora, fue: “Tiene usted razón, pero esa es la izquierda que hay. Y por lo tanto hay que seguirla”.

Y no es un tema exclusivamente de la izquierda: en todas las tendencias sociopolíticas nos encontramos ese mismo tema. Es perfectamente inútil tratar de convencer a un neoliberal de evitar los males de un capitalismo salvaje. Seguramente su respuesta sería muy parecida: “Ese es el capitalismo que hay y por lo tanto hay que seguirlo”. Y lo mismo ocurre con debates de tipo económico o social. Cada uno insertado en su burbuja de lógica, no alcanza a ver lo ilógico de su razonamiento.

Esto tiene un alcance muy importante. No se trata de un tema de teoría, se trata de un problema eminentemente práctico. Mientras sigamos en un relativismo, en un dogmatismo, metidos en nuestra burbuja de lógica ilógica, tendremos problemas graves de juicio, de toma de decisiones. Nos será muy difícil ver las consecuencias de los hechos y de las acciones, nos costará mucho trabajo establecer objetivos y metas de gobierno y de muchos otros ámbitos por la imposibilidad de medir si verdaderamente se está llegando a los fines que se han establecido.

Es importante que tratemos de evitar esas burbujas de lógica. Es importante cuestionar esos argumentos totalitarios, dogmáticos, que proponen partidos, gobernantes, dirigentes políticos sociales o económicos Ellos creen que no se equivocan nunca.

No es sencillo. Tenemos que partir de un principio ingrato: que con mucha facilidad podemos equivocarnos. Y nos duele. Todos queremos tener siempre la razón, lo mismo en temas menores como pudieran ser los gastronómicos, los deportivos o los de espectáculos como en los temas más importantes para la sociedad, como pudieran ser los del gobierno. Mientras no tengamos esa humildad para reconocer que podremos equivocarnos, el debate y la construcción de acuerdos serán extraordinariamente difíciles y se resolverán por la fuerza, sea por la fuerza de los números o por la fuerza de la violencia, legítima o no. No por la fuerza de la razón.

Antonio Maza Pereda

jueves, 16 de junio de 2022

Violencia que no cede

 



Contra lo que dicen la mayoría de las autoridades, sobre todo del Poder Ejecutivo, la sensación de la población es que la violencia, sobre todo en forma de homicidios dolosos, no está disminuyendo. No faltan los chats que se dedican a llevar la contabilidad, un tanto morbosa, de cuántos crímenes se están cometiendo y haciendo la comparación con los cometidos en administraciones anteriores, Lo cual es importante: la ciudadanía debe de tener una idea clara de este problema para poder estar en condiciones de exigir a las autoridades que se mejore la situación.

Esta administración ha creado un enfoque diferente. Se ha militarizado el combate a la violencia mediante la creación de la Guardia Nacional, cuya dirección se ha encomendado al ejército. Por otro lado, los conceptos de “abrazos, no balazos”, y el de que “los criminales también son seres humanos”, no han dejado de tener un impacto en la percepción de la población. Estamos viviendo un desánimo generalizado.

Claramente hay un cambio. Algunos todavía recordamos al gobernador de uno de los estados más poblados del país, diciendo públicamente que “los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas”. En lo cual incluía a una gran variedad de criminales. También ya estamos lejos de aquel concepto de la “guerra contra la criminalidad”.

Es claro que no se puede hablar con precisión de este tema, Se estima que un porcentaje muy elevado de los crímenes, según algunos en el orden del 80 al 90%, no se denuncian. De modo que los números que se nos presentan son difícilmente comparables o comprobables. Por un lado, puede ser que existan muchos más homicidios dolosos que los que se dan a conocer, y por otro lado esas cifras podrían estar influidas por el hecho de que haya más personas que denuncian estos delitos. Curiosamente, cuando se tengan medidas más eficaces y la población recupere la confianza en la efectividad del sistema penal, al menos en alguna época tendremos un incremento importante de las denuncias por delitos graves. Y eso podría dar la impresión de que hay mayor violencia, cuando en realidad lo que tendríamos sería mayor publicación de hechos delictivos, que hoy no entran en esta contabilidad macabra.

No falta quién propone como soluciones el armamento masivo de la sociedad, la organización de autodefensas, y la justicia por mano propia. Soluciones que hemos visto en la realidad de nuestros países vecinos que no dan resultados de fondo. Tampoco faltan quienes piensan que la solución es el mejoramiento masivo de los ingresos de la población, los cuales- dicen ellos- reduciría en automático la violencia. Lo cual no se da en muchos de los países con alto ingreso.

No cabe duda de que es un tema muy complejo. A mí, como ciudadano de a pie, me parece que la solución no vendrá de las acusaciones mutuas entre los diferentes partidos políticos, con el ataque a la administración actual y el juicio a las administraciones anteriores. Creo que el tema rebasa ampliamente a una clase política que se ha acostumbrado a convivir y de alguna manera a negociar con una parte de los grupos criminales, buscando que ellos hagan el trabajo sucio de eliminar a las personas más violentas. Otro gobernador, el cual ha sido acusado de malos manejos, dijo públicamente que: “el problema no es el crimen organizado, sino el crimen desorganizado”. Lo cual, según algunos, querría decir que el crimen debería ser organizado por el propio gobierno. como ocurría en los cuarenta y cincuenta del siglo pasado donde los judiciales controlaban a los delincuentes buscando que no sobrepasaran ciertos límites y que los mantuvieran informados de los grupos delincuenciales.

Claramente necesitamos un profundo examen de conciencia de los Poderes de la Unión y el reconocimiento de que no están dando los resultados necesarios. Creo que los sin poder, ustedes y yo, quisiéramos ver una cruzada nacional, dedicada a encontrar soluciones que han sido aplicadas en otros ambientes, que hagan una clara difusión de la actitud que se requiere de la ciudadanía y que logren convencernos a todos de que las leyes deben ser respetadas y que debemos de vivir en un verdadero estado de derecho. Y, claramente, entender que la solución no será rápida y que probablemente requiera de algunas décadas antes de ver resultados. Claro, dado los usos y costumbres de nuestros grupos políticos, las soluciones que requieran más de un sexenio no son interesantes para ellos.

También estamos acostumbrados, como población, a soluciones rápidas como las que nos presentan las películas y los programas de televisión, donde problemas complicadísimos se resuelven en un par de horas o cuando mucho a lo largo de una miniserie. No es de esperarse que tengamos mucha paciencia. Parece algo descorazonador: no podemos esperar soluciones rápidas y completas. Razón de más para empezar lo más pronto posible.

Antonio Maza Pereda

jueves, 9 de junio de 2022

El abstencionismo

El 5 de junio pasado tuvimos las elecciones en 6 Estados, donde se eligieron a gobernadores de estos. Después del típico ciclo de triunfalismo de las fuerzas políticas, todas las cuales se declararon ganadores al lunes siguiente, viene el típico período de los comentaristas políticos, que tratan de hacer sentido de los resultados de estos comicios en los días siguientes.

Para muchos estas elecciones fueron una especie de “ensayo con vestuario”, de lo que ocurrirá en las elecciones generales del año 2024. De ahí los análisis que se hacen de la correlación de fuerzas y de los resultados de los diferentes partidos. Algunos detalles de este análisis resultan interesantes.

El aspecto de la abstención electoral es importante. El promedio ponderado de la participación de los ciudadanos en los 6 Estados fue de 46%. O sea, que el 54% de los ciudadanos se abstuvieron de votar. La mayor abstención ocurrió en Oaxaca, donde dejaron de votar aproximadamente el 62%  de los empadronados y la menor fue en Tamaulipas con una abstención del 47%, menor de la que se había supuesto por el efecto de los grupos del narcotráfico.

Por otro lado, haciendo el promedio ponderado de la votación a favor de MORENA y sus aliados, ellos obtuvieron una votación del 52%, no muy diferente de la que obtuvieron en las votaciones presidenciales del 2018. Sin embargo, si se hace una regla de tres simple, el porcentaje de votación a favor de MORENA, proyectado al padrón total, sería de poco más de 22 millones de votos, menos de los 30 millones que obtuvieron en el 2018. Pero, por supuesto, estas cuentas no son totalmente confiables. Pero sí resultan indicativas de la fortaleza del voto duro de MORENA, y de la capacidad de sus operadores políticos.

Aparte estos juegos de números, hay un punto fundamental. La decisión electoral el próximo 2024 dependerá en muy buena medida de la participación ciudadana. Si solamente votan los que forman el voto duro de los partidos, es muy probable que los resultados no sean muy diferentes de los del año 2018. Sí, ya sé que me ganado algunas enemistades por decir cosas como estas. Pero creo que es importante tener una visión precisa de lo que está ocurriendo en la política nacional y seguir el prudente consejo de Manuel Gómez Morín, fundador del PAN: “Que no haya ilusos para que no haya desilusionados”.

Es claro el concepto de que todos los votos son importantes y válidos. En particular vale la pena analizar el caso de la abstención del voto. Quién vota en blanco o por un candidato no registrado, está diciendo: “no voto por ninguno de los postulados”. De hecho, hay quien dice que la democracia no será completa mientras no se incluya la posibilidad de votar por el concepto de: “ninguno de los postulados”. Y, de aceptarse esta posibilidad, si el voto por “ninguno de los postulados” tuviera mayoría, las autoridades electorales convocarían a nuevas elecciones. Pero es diferente el caso de quien se abstiene de votar. Lo que está diciendo el ciudadano que no vota es que le da lo mismo cualquiera de los candidatos. Dicho de otra manera, aceptaría de buen grado a cualquiera que salga elegido por aquellos que sí se decidieron a votar. De alguna manera estaría diciendo que cree que la mayoría de los que verdaderamente tienen el interés de votar, tendrán razón no importa a quién hayan elegido. Lo cual es importante: no es solamente decir que no quiere votar, sino que le parecerá bien cualquiera de los resultados. Claro, la situación no es así de sencilla. Muchos se abstienen por pereza, por falta de interés, de formación cívica, o por otras razones similares.

El gran reto es la formación cívica masiva a la población, de manera que se logre en este plazo tan corto, que el ciudadano tenga conciencia del significado y la importancia de su voto. Y es muy probable que no alcance el tiempo en los 2 años que quedan para las elecciones generales del 2024. De ser así, seguiremos en manos de la clase política y de su voto duro con sus operadores electorales; seguiremos siendo cautivos de las clientelas de los diversos partidos y será bastante dudoso que los resultados electorales, aun siendo formalmente legales, verdaderamente reflejen el sentir de la población. Y ese es, posiblemente, el peor de los escenarios para este país.

Antonio Maza Pereda