¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

jueves, 29 de abril de 2021

El voto del Odio

 

Esta columna ha estado insistiendo en la necesidad de qué nos informemos para poder tener un voto inteligente, debido a que es un voto informado. Vale la pena comentar otro aspecto: su voto no sólo debe ser informado; también debe ser un voto razonado. Desgraciadamente, y no es culpa de la población, en nuestro país se ha abandonado mucho la educación, sobre todo en los aspectos del razonamiento. Por razones muy amplias de exponer, se confunde el meramente discurrir y las ocurrencias, con el razonar.

No es que sea un problema puramente mexicano o latinoamericano. Muchos autores han estado analizando el tema de que la razón se ha vuelto extremadamente rara en nuestra cultura occidental y probablemente estos conceptos han contaminado la cultura de otras regiones. Hay quienes hablan del “ocaso de la razón”, como dice Paul Feyerabend, famoso filósofo de la ciencia.

Esto es particularmente importante en este tiempo de elecciones federales y locales. En términos generales, nos encontramos frente a la situación de tener que tomar decisiones que nos afectarán para varios años. El problema consiste en que se nos está induciendo a votar por odio. Y esto ocurre, desgraciadamente, en todos los bandos. Ninguna formación política puede decir con veracidad que no han hecho uso de la siembra del odio. Desde muy diversas tribunas, en muy diversos niveles, los ataques personales y a diversos grupos políticos se han vuelto el pan nuestro de cada día. No se razona: se acusa, muchas veces sin pruebas, no con una intención de denuncia sino para crear odio contra los acusados. Y, esto ha ocurrido en todos los grupos políticos.

Normalmente, la acusación no va acompañada de un razonamiento ni de la posibilidad de dar opciones diferentes a las que llevando a cabo o que aplicó en el pasado el acusado. Se apela a la emoción, se busca construir científicamente esta molestia, y convertirla en odio y resentimiento. Una vez creado esto, es relativamente fácil conducirlo con propósitos electorales: “Esta es tu oportunidad, este es el modo de castigarlos, como ellos no nos hicieron caso cuando los necesitábamos, como nos trataron mal,  ahora es nuestro turno”, nos dicen.                                                                                                                                   

Nuestra naturaleza humana tiene diversas funciones, que algunos llaman potencias: emoción, memoria, razón. Y cada uno de ellos tiene una función diferente. La razón, particularmente, es lo que nos sirve para tomar decisiones. La clase política nos está manipulando en estas elecciones, para que decidamos mediante las emociones, primordialmente el odio y el resentimiento. Y nos cuesta mucho trabajo entender que el hígado no sirve para tomar decisiones.

He estado tratando de animarlo a usted, amiga y amigo, para que vote en estas elecciones. Que venza el desagrado que nos provocan muchos en la clase política, que venzamos el desánimo, la desesperanza. Todas muy naturales, pero que son mayormente emociones o que fácilmente se pueden conducir hacia ello. Lo animo a que piense y vote con la cabeza. A que utilice la información, más o menos disponible, que analice las relaciones entre las distintas informaciones que pueda recabar y busque hacer un juicio sobre el desempeño de nuestra clase política y, en particular, de aquellos que se están proponiendo para los puestos legislativos y ejecutivos en distintos niveles. Y vote de acuerdo con el resultado de esos razonamientos. Tratando de hacer a un lado, si es posible, el desagrado, la molestia, el enojo, En resumen, el odio que nos ha venido inoculando la clase política desde hace ya bastantes años. ¿Que es difícil? Seguro. No estamos acostumbrados a esto. ¿Que posiblemente no dé resultado? Bien puede ser. Está en nosotros la decisión de dejarnos manipular o la de tratar de votar con razones, no como fruto de una maniobra científica. Ellos tratan de cambiar nuestra decisión de voto para poder conservar o acceder a los puestos de poder . No podemos dejar que nos influyan tramposamente.

Aún si no tenemos los mejores resultados, habremos estado haciendo un ejercicio profundamente ciudadano: el ejercicio de tratar de votar en conciencia y usando nuestra razón. El ejercicio de no permitir que nos manipulen con facilidad. Y, si quiere, vayamos un poco más allá de los mínimos que se les piden a los ciudadanos, es decir, presentarse el día de las elecciones y emitir el voto, qué es lo menos que podemos hacer. Si quiere ir más allá,  difunda estas ideas, póngalas a debate, discútalas y vaya sembrando en otros ciudadanos la semilla del voto responsable y razonado

Nosotros, ciudadanos comunes, los sin poder, no tenemos los recursos enormes que se están empleando para convencer a la ciudadanía en el sentido que le conviene a las distintas fuerzas políticas. Independientemente de sus preferencias personales, de su tendencia política, de su historial de apoyo a diferentes fuerzas políticas, haga el esfuerzo de ir más allá de repetir mecánicamente los slogans, los lemas electorales y los no razonamientos que nos están recetando cada día estos candidatos y candidatas. Y después, vote. Pero con el convencimiento de que su voto no está manipulado, sino que ha sido razonado. Ya nos quedan menos de 40 días: vale la pena aplicarnos para emitir un voto como el que se merece México. 

 

Antonio Maza Pereda

viernes, 23 de abril de 2021

¡De veras que quiero votar!

 



Hace precisamente seis años, estaba yo escribiendo varios artículos sobre los candidatos y candidatas que eran en ese momento quienes se presentaban ante la ciudadanía para los puestos de gobernadores, congresistas, presidentes municipales, y otros más. Revisando lo que escribí en aquel momento me llama mucho la atención ver que la situación no ha cambiado demasiado. Prácticamente lo que dije en aquel momento seguiría siendo válido ahora.  Permítame compartir con usted lo que reflexionaba hace un sexenio, en una carta abierta a candidatos y candidatas, en aquellas elecciones intermedias:

Estimad@ candidat@

Sé muy poco de Usted. Solo sé lo que la mercadotecnia electoral me dice. Por supuesto, esos especialistas muy bien pagados me van a decir que Usted tiene todas las bondades y toda la simpatía que un ser humano puede tener.

 

Ya nos analizaron científicamente al votante promedio y ahora nos dicen que Usted es como nosotros, que piensa igual y que desea para este país lo mismo que desea la mayoría de la población. Por eso todos nos dan la misma oferta y nos hacen tan difícil elegir entre Ustedes. ¿Cómo saber quiénes son en realidad?

 

¿Qué resultados dieron cuando gobernaron o legislaron? ¿Cuál era y es su equipo de trabajo? ¿Cuáles fueron y son sus padrinos políticos? ¿Quiénes lo patrocinan? ¿A qué asociaciones pertenece? En pocas palabras, díganme con quién andan para que yo sepa quien son… En este momento no lo sé. Su poderosa promoción y la maquinaria electoral no me lo permiten.

 

¡De veras quiero votar! Ayúdenme dándome razones para apoyarlo: no propaganda, lemas, frases hechas, discursos rancios, manipulación emocional, imagen fotogénica.  ¡Razones, denme razones, aunque sea más difícil!

A seis años de distancia mi situación no ha mejorado. Sigo exactamente en la misma situación de confusión. No hemos ganado en claridad de las ofertas, seguimos sin saber con precisión qué es lo que verdaderamente ellos piensan hacer en el puesto para el que nos piden nuestro voto. Sí, ahora sé que muchos de ellos saben bailar. Algún mercadólogo ha dicho que demostrar en YouTube o en Tik Tok sus habilidades para el baile, les va a permitir ganar el voto joven, sobre todo el de aquellos que votarán por primera vez. Yo no sé si en sus sesudos análisis han encontrado si el resto de los votantes, aquellos que ya han votado varias veces, consideran sus habilidades para el baile como una buena razón para votar por ellos. A lo mejor creen que a mejor baile, mejor habilidad política o capacidad tendrá el candidato.

Todos, por supuesto, nos están diciendo que son igualitos a nosotros. Y no es que las situaciones sean las mismas de hace un sexenio,  que las preocupaciones de la población no hayan cambiado. Pero ellos nos siguen diciendo que tenemos muchas razones para identificarnos con ellos. En pocas palabras, nos están diciendo que, si se parecen a nosotros, con toda seguridad también votarán en el mismo sentido que nosotros lo haríamos si tuviéramos que tomar la gravísima responsabilidad de crear leyes o de aplicarlas. Yo, en lo personal, preferiría votar con alguien que no sea como yo: alguien que sea mucho mejor, que tenga más preparación, mejor conocimiento, alguien que me sorprenda con propuestas que a mí no se me hubieran ocurrido y que me suenen no sólo novedosas sino también originales y viables

Como ya se ha comentado en esta columna, tenemos una pesada tarea por delante. La tarea de seleccionar con la mayor sabiduría posible quién va a participar en la conducción de este país, en estos momentos de crisis sanitaria, la consecuente crisis económica que se avizora, y la gravísima división que estamos viendo en la sociedad. La verdad es que resulta difícil votar en estas condiciones. Muchos están tomando la decisión de no votar porque no es fácil pensar en una decisión que no ponga en riesgo al país.

¿Será mucho pedirles a los candidatos que nos ayuden dándonos respuestas claras para orientar nuestro voto? Decirnos los equipos a los que pertenecen y, si no es demasiado pedir, cuáles son sus intenciones de llegar a ser electo diputado local o federal, gobernador o presidente municipal, o cualquier otro puesto para el cual están compitiendo.

De veras, de veritas que queremos votar. Hágannos fácil la tarea. A no ser que, como ya algunos maliciosos están diciendo, lo que los candidatos quieren hacer es que solo su voto duro sea el que decida estas elecciones. El voto de los que ya están decididos, de los que van a votar por consigna o por afinidad ideológica y no por razones que pudiéramos poner a debate. Porque, tristemente, esa es la impresión que muchos de ellos nos están dando.  

 

Antonio Maza Pereda

 

viernes, 16 de abril de 2021

Votar en contra…


Sigue acortándose el tiempo para las próximas elecciones.  Increíblemente, solo nos quedan siete semanas para las votaciones. El tiempo se nos va como agua entre los dedos.  Le pregunto y me pregunto: ¿estamos listos para votar? Yo, confieso, no estoy listo. Y entre mi circulo de parientes, amigos y conocidos la situación no es mejor.

Puede ser que la pandemia, que nos ha mantenido aislados, haga que no se haya discutido suficientemente sobre los candidatos y partidos.  En esta era de la comunicación, es notable lo poco que sabemos sobre las opciones que tiene la ciudadanía. Empezando por los partidos. Alguna idea, buena o mala, tenemos de los partidos que ya han participado en otras elecciones. Cuáles son sus plataformas, como son sus dirigentes, eso no lo sabemos con precisión. Y no digamos de los nuevos partidos; con frecuencia ni siquiera conocemos sus nombres. El tema no es noticioso: la prensa tradicional no se ha enfocado en esos asuntos. Como de costumbre, lo que aumenta el rating, la circulación, depende de lo sensacionalista del tema y no se ve un gran entusiasmo por saber de la oferta política, sobre todo, al nivel de las elecciones federales. Por lo tanto, los medios tradicionales no están tratando el tema a profundidad.

Para muchos el asunto es votar en contra de... Votar en contra de Andrés Manuel, amarrarle las manos para que no nos imponga su agenda real o la que les atribuyen muchos. Votar para que sea muy claro que muchos, la mayoría según sus opositores, no están de acuerdo con la administración de la 4T. Votar por miedo porque esta, dicen en la oposición, es la última oportunidad de salvar a la democracia.

Y del otro lado, la cosa no es diferente. Votarán en contra de los demás partidos, porque nos hicieron muchas malas pasadas. Para que no regresen los que abusaron de la confianza que se les depositó. Los que no fueron de capaces de resolver los grandes problemas de fondo: la violencia, el machismo, la corrupción, la pobreza y una larga lista de temas.   Si se le ponen límites a la 4T, se teme, ya no habrá pensiones para los adultos mayores, se perderán las subvenciones a los jóvenes, y otras conquistas. Nada nuevo: la izquierda en todo el mundo ha manejado el voto de los jubilados con la amenaza de que la oposición cancelará los apoyos sociales y esto les ha funcionado para evitar cambios de Gobierno, en muchos países.

Y poco importa, para muchos, que se demuestren estos dichos. Lo importante es comunicarlos fuertemente, con un gran impacto emocional. La veracidad, la razón, es para muchos lo de menos.  Otra variante del voto en contra es el llamado voto útil. Agrupar el voto en contra de la 4T. Emitir los votos a favor de las alianzas de partidos, de manera que sí puedan ganar el mínimo de curules y puedan hacer un contrapeso efectivo contra MORENA. Esto, por supuesto, es debido a que ninguna fuerza política tiene la capacidad suficiente para ganar por separado un mínimo suficiente de congresistas

En este ambiente, la abstención puede proliferar. El voto a la ofensiva en contra de la 4T, y el voto defensivo, a favor de la 4T, no están despertando grandes entusiasmos. Se votará, me temo mucho, a desgana en el mejor de los casos, o tapándose la nariz para no percibir la podredumbre de la clase política, en el peor de los casos.  Pero finalmente lo mejor es votar. Aunque creamos que nuestro voto no tiene muchas posibilidades de ser efectivo.

A los ancianos esta situación nos recuerda las votaciones de 1976.  La oposición real, la que no era parte de los partidos satélites del Partidazo, decidió no presentarse a las elecciones, por las situaciones que se preveían de que no se respetaría el voto. Muchos no votaron. El entonces candidato López Portillo utilizó como lema de campaña: “Hay que derrotar al abstencionismo”. Algunos decidimos votar, a conciencia de que nuestro voto sería inútil. En esos momentos de la dictadura perfecta, no podía esperarse otra cosa y sabíamos que los resultados que se publicarían estarían fuertemente maquillados. Pero, como decíamos algunos, lo importante era que mandaríamos un mensaje al sistema, el mensaje de que no todos estábamos de acuerdo con el ogro filantrópico, como le decía Octavio Paz al sistema. Hoy, esto sigue siendo válido y se requiere nuestro voto. Pero sería muy triste que votemos por miedo, que votemos en contra. Estoy seguro de que no será fácil. Pero debemos encontrar motivos positivos para votar. Motivos que nos entusiasmen, que nos llenen, que nos hagan esperar un país mejor.

 Antonio Maza Pereda