¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

martes, 30 de marzo de 2021

Para qué sirven las elecciones 2021

En nuestra cultura (o incultura) democrática, las elecciones intermedias, aquellas elecciones federales donde no se elige presidente de la República, son las menos concurridas. Abstencionismo de más de 50% es lo común. Lo cual indica que, para la mayoría de los votantes, esta es una elección poco importante. De nada sirve que la propaganda oficial nos diga que son las elecciones más importantes en la historia. Lo cual es cierto desde el punto de vista del número de ciudadanos que podrán votar. Pero la costumbre de abstenerse en estas elecciones nos demuestra que para la mayoría de los votantes no es una elección que importe.

Sí, hay excepciones. Se elige una gran cantidad de gobernadores, que a nivel local si tienen muchas más probabilidades de tener una asistencia copiosa en las urnas. Pero no será así en la mayoría de la población. Y no se les puede culpar del todo. Con nuestro limitado conocimiento de la democracia, para la mayoría no es claro cuál es el papel del poder legislativo, el cual forma la parte más importante de los cargos en juego en esta elección, sea en las federales o en las locales.

Tome usted un grupo al azar de ciudadanos y pregúnteles para qué sirven diputados y senadores. Lo normal será que la mayoría piensen que sólo sirven para validar y dar legalidad a las iniciativas del Poder Ejecutivo. Difícilmente se verá su lugar como el de un contrapeso efectivo que nos dé un balance de poderes, que sea una salvaguarda contra el autoritarismo y que permita escuchar todas las voces antes de tomar decisiones importantes.

Aún más: a ese mismo grupo de ciudadanos pregúnteles a ustedes cuáles son los nombres de su diputado y de su senador, y a qué partido representan. Poquísimos tendrán una respuesta clara. Y si, además, usted les pregunta cuál es su trayectoria lo más probable es que casi nadie la conozca. Todavía más, muéstreles sus fotografías entre las fotografías de otros ciudadanos y puede apostar casi con total seguridad que no lo reconocerán. Para la mayoría de nosotros pasa que a diputados y senadores sólo los conocemos en fotografía, en las pocas semanas que dura la campaña y veremos su imagen en todas las esquinas, en los famosos pasa calles, y a veces en los postes.

Hay, por cierto, un aspecto muy importante en estas elecciones, aspecto que casi no se ha mencionado. En estas elecciones, por primera vez en muchos años, se permitirá la reelección sucesiva de diputados y senadores. Lo cual va contra muchas décadas del famoso aforismo “Sufragio efectivo, no reelección.”. La teoría es que, al permitirse la reelección consecutiva de estos funcionarios, ellos se verán obligados a cumplir sus ofertas de campaña y cuidar su desempeño como legisladores ante aquellos que los eligieron. Algo muy importante: hoy por hoy, la mayoría de los políticos le deben su puesto a las buenas relaciones que tengan con la estructura partidista, no a los votantes. Si esta teoría es cierta, los miembros del Poder Legislativo tendrán mucho más interés en quedar bien con los electores. Habrá que ver sí la teoría se cumple. Porque, en realidad, un número sustantivo de legisladores han escogido hacer la prueba de la reelección.

Los medios y buena parte de los partidos de oposición están presentando estas elecciones intermedias como una especie de plebiscito sobre la administración de Andrés Manuel. De hecho, si uno ve las declaraciones de la oposición política, así como de la multitud de grupos ciudadanos que se están organizando para influir en las elecciones, es claro que la mayor parte de los argumentos para votar por partidos diferentes de la 4T, se basan en proclamar las insuficiencias de nuestro presidente y su administración. Prácticamente no se ven propuestas más allá del conocidísimo “quítate tú para poner a otro”. Con lo cual solamente estamos prolongando ese ayuno de ideas y de propuestas que ya se ha comentado ampliamente en esta columna.

De fondo, la situación más importante en estas elecciones es la que tenemos frente a nosotros desde hace muchas décadas. La decisión entre continuar o profundizar el autoritarismo en nuestro sistema político o la de avanzar hacia una democracia plena, una democracia sin adjetivos, sin condiciones. Estaremos eligiendo una capacidad de contrapeso al Poder Ejecutivo, que limite los excesos del Poder y les dé voz a minorías sustanciales y que actualmente no están siendo tomadas en cuenta para la toma de decisiones. O, en el extremo contrario, la ciudadanía estará extendiendo un cheque en blanco a la administración actual, confiando en la sabiduría y la buena fe del titular del Ejecutivo Federal.

Al final de cuentas, no se trata de un tema de simpatías personales. Se trata de construir un sistema de balances y comprobaciones que impida la prostitución de un sistema que todavía no acaba de ser plenamente democrático y que necesita consolidarse. Esto, amigas y amigos, es lo que se está jugando en este 2021. Y no podemos estar ausentes en esta decisión, de la cual van a depender en mucho las situaciones que se nos presenten en los próximos años, situaciones que no se ven fáciles. 

Antonio Maza Pereda 

 

jueves, 25 de marzo de 2021

Para qué votar en 2021

A 100 días de las votaciones intermedias del año 2021, no es claro que toda la ciudadanía está decidida y muchas veces ni siquiera entusiasmada por votar. Más de uno cuestiona el para qué votar, y esto nos pone en una situación delicada. No siempre nos queda claro por qué votar. ¿Cuál es la razón de nuestra duda? Muchos tenemos claro que votar es una obligación ciudadana. Hay que votar porque lo manda la Ley. Porque, en algunos medios, no votar está mal visto. Todo eso es cierto. Todo eso es insuficiente.

Para nadie es un secreto que votar es una obligación ciudadana y, sin embargo, en nuestro país como en otros muchos, la abstención de los votantes es muy elevada. Lo que indica que conocemos esta obligación y este derecho, pero no estamos particularmente entusiasmados por el voto. “Es una lata”, dicen unos. “Pérdida de tiempo”, añaden otros. “Es inútil: de todos modos, hacen lo que se les da la gana” completan algunos más.

Sí, es un hecho que a una buena parte de la ciudadanía no le nace el fervor patrio por la democracia. Tal vez porque no nos han educado en el civismo, ni en la escuela ni en la familia; quizá porque las raíces indígenas y españolas, bases de nuestra cultura, no eran para nada democráticas, sino que venían de sistemas autoritarios y eso nos ha quedado en nuestras costumbres: en el campo de lo social, de lo económico, y hasta en lo eclesiástico.  Al punto de que estamos acostumbrados al cacique, al caudillo, al que no se le cuestiona y al que se le obedece al pie de la letra. Tal vez sea que la democracia fue trasplantada en nuestro país sin tomar en cuenta las raíces de nuestra cultura y de alguna manera fue impuesta a contrapelo de los “usos y costumbres”.

No cabe duda de que la democracia pone límites a la fuerza del gobernante, reverenciada por muchos.  Nos gusta que nos hagan favores y sentirnos influyentes gracias a nuestras relaciones. Nos encantan los privilegios, como una demostración de nuestra valía. Pero esto, que es totalmente cierto de una parte importante de la población, está cambiando sobre todo en las generaciones jóvenes. Tal vez por imitación de la cultura globalizada en los medios, la música, la televisión y una situación que facilita viajes y contactos multinacionales. Cualquiera que sea la causa, es un hecho que las generaciones jóvenes tienen otras ideas. Y una buena prueba de ello es que los jóvenes son el sector que menos votó por la 4T en el 2018.

¿Alcanzarán las dádivas a estas generaciones, a los “Jóvenes Sembrando el Futuro” y a los “Siervos de la Nación”, para cambiar las tendencias de la cultura de ellos? Es difícil pronosticarlo. Unos quisieran creer que las dádivas, la compra de voluntades y la venta del voto ya son cosa del pasado.  Pero puede ser que no sea así.  La cultura de los favores pedidos y ofrecidos está todavía muy arraigada. En el fondo, con excepciones, la democracia nos fue impuesta por una minoría. Misma que no creía de fondo en sus bondades y la utilizaron como un ariete contra los contrincantes políticos. Pero, quiero creer, los ideales democráticos van arraigando.

Necesitamos entender a fondo la democracia, comprender sus fundamentos y desear ávidamente su implantación, lo cual no es ni será rápido ni fácil. Y tal vez, además de cuestionarnos los porqués de la democracia, deberíamos preguntarnos el para qué.  En los poco más de 70 días que nos quedan para las elecciones, lo invito a visitar esta columna y reflexionar juntos sobre esos temas vitales.

Antonio Maza Pereda

viernes, 19 de marzo de 2021

8 de marzo

Hace un año, ocurrieron dos eventos interesantes. La marcha conmemorando el día 8 de marzo y al día siguiente, el paro de una gran cantidad de mujeres en sus actividades diarias, fueran laborales o las hogareñas.  Yo dije, en aquella ocasión, que fue un resultado muy bueno.  Se demostró gran capacidad de organización, conciencia de las dificultades que esto implicaba, y se tuvo un resultado que verdaderamente fue impactante. Después, vino el recrudecimiento de la pandemia, el confinamiento por la misma, el cierre de escuelas y templos, así como de los negocios no indispensables.  Rápidamente se olvidó el tema.

Tristemente, porque un impulso importante que ya se había logrado, se perdió. Algunos piensan que la famosa frase de que “la pandemia nos vino como anillo al dedo”, tuvo que ver con que hubo un nuevo motivo mediático y se pudo, impunemente, dejar las cosas como estaban. A un año, nada importante ha cambiado. No han disminuido las violaciones, secuestros, feminicidios ni trata de personas. La impunidad, sigue igual. O peor.

Bueno, hay algo que sí ha cambiado. Ahora, frente a la marcha, se reaccionó con el uso de gases de guerra, francotiradores para abatir los drones que podían documentar la magnitud de los eventos y lo que algunas llaman “el muro de la infamia”, con el que se pretendía evitar daños a los edificios del Palacio Nacional y resguardar a sus ocupantes.

Como dije en aquella ocasión, me cuesta trabajo opinar sobre el tema. Yo no puedo imaginarme la angustia, el miedo, la desazón que padecen las mujeres día con día. Intento ponerme en su lugar, pero soy consciente de que no soy capaz de ello, al menos en plenitud. Puedo razonar sobre el tema, pero no puedo sentir lo que ellas sienten. Un ejemplo me ocurrió durante las conmemoraciones de este año. Una de mis alumnas, profesional, directiva en una empresa transnacional, me mostró algo que yo no tenía presente. Yo, tratando de ser incluyente, la felicité por el día internacional de la mujer. Ella, comedidamente, me hizo ver que no hay razón para felicitarlas. No hay nada que celebrar. No se trata de un día para felicitaciones. Es, me dijo, una conmemoración. Se trata de que no se nos olvide que, hasta donde alcanza la memoria de la humanidad, la mujer, la mitad de la sociedad, ha sido discriminada, vejada y humillada por el hecho de ser mujeres. El 8 de marzo debería ser para que ese hecho vergonzoso no se siga olvidando.

Sí, las cosas han cambiado. Pero no suficientemente: todavía la violencia intrafamiliar es mayormente dirigida a las mujeres; las violaciones, la trata de personas, siguen siendo mayoritariamente enfocadas a la mujer.  Continúa la discriminación laboral, con salarios menores que los de sus pares masculinos, y falta de oportunidades de ascenso para las mujeres, sobre todo en los niveles de mayor nivel.

En este 8 de marzo, se comentaron los temas de los excesos. Y a los pocos días, todo vuelve a la normalidad. Las mujeres siguen siendo vejadas, la impunidad sigue vigente, y muchos grupos políticos ya están en con el conocido y mexicanísimo “ya chole”, ya basta del tema. Como si eso fuera una solución.

Vergüenza para nosotros los hombres, vergüenza para la humanidad. En tantos milenios, no hemos podido resolver este penoso asunto.  Seguimos culpando a las mujeres de estos problemas. ¿Qué hacer? Por lo pronto, como inicio, que no se olvide. Que no dejemos de tener vergüenza de que no hemos podido cambiar. Que las mujeres no necesiten de la protección y apoyo de los hombres porque nadie sea un peligro para ellas. Que tengan la certeza de que no habrá impunidad.  

 

Antonio Maza Pereda

jueves, 4 de marzo de 2021

Un largo ayuno... de ideas y de propuestas

 Ya iniciamos la Cuaresma, un periodo que, hace una centuria, paralizaba la vida social. Tiempo donde no oía música, había largos ayunos y cambiaba la alimentación, y hasta había quién, como penitencia, no se bañaba en toda la Cuaresma. Hasta el llamado “sábado de gloria” donde los muchachos traviesos bañaban a los transeúntes, generalmente contra su voluntad. Largas oraciones, se posponían los matrimonios y no había fiestas. Ahora, en este 2021, la Cuaresma ha dejado de tener ese impacto; en todo caso es un período de preparación para las vacaciones de Semana Santa y ahora, con esto de la pandemia, ni eso.

Lo que sí tenemos es un largo ayuno de ideas y de propuestas políticas. No es que haya empezado ahora, pero en estos momentos de precampañas y precandidaturas, presentación de algunos nuevos partidos... caramba, ya deberíamos de haber recibido algunas propuestas. Y nada. Sí, algunos de los habituales escándalos políticos. Por ejemplo, el de un precandidato acusado de violador, los testigos protegidos enlodando a algunos partidos y respetando escrupulosamente a otros. Nada diferente.

Tal parece que la clase política ha abandonado el campo de las propuestas. Hoy es difícil saber qué nos proponen para ganar el voto de la ciudadanía. Su propuesta se ha centrado en la popularidad de los candidatos: algunos proponen artistas, deportistas, influencers, todos indudablemente populares. Pero lo que la historia nos demuestra es que estos personajes rara vez hacen algo más qué cobrar sus jugosas remuneraciones. Al final, parece una carrera por ganar un concurso de popularidad.

Y no es que no haya materia para hacer propuestas atractivas para el electorado. ¿O será que no se les ocurre nada nuevo? La fracción dominante en el poder legislativo ha dejado la iniciativa al Ejecutivo, entendiendo aquello de “iniciativa preferente” como “monopolio de la iniciativa” para el Ejecutivo.

La oposición, que aún no se repone del batacazo del 2018, solo se le ocurre atacar al Ejecutivo. No es que esto esté mal. Ciertamente es su papel. Pero el ataque debería incluir una propuesta. Por ejemplo, decir: “el Ejecutivo está mal en esto o en lo otro; nuestra propuesta es que, en vez de esa mala idea, adoptemos estas opciones. Vamos a debatirlas y adoptarlas. Porque lo que proponemos es mucho mejor”. Pero no: solo escuchamos el ataque y su propuesta parece ser dejar las cosas como estaban antes. Como si no fuera claro qué, si la ciudadanía estuviera conforme con la situación de los gobiernos anteriores, no hubiera votado como lo hizo en el 2018.

Hoy vemos abundancia de ataques personales al primer mandatario y algunos de sus subalternos. Que si está viejo, que sí tardó mucho en graduarse, que habla lento, que no ha cumplido lo que ofreció, que eligió mal a sus colaboradores. Que no sirve, en resumen. Pero no queda claro qué piensan hacer si la 4 T deja de controlar a los gobiernos estatales y municipales, a los congresos federal y estatales que debemos elegir en el julio próximo. Tal vez por eso yo, como ciudadano “sin poder”, me explico cómo los ataques a AMLO no han reducido su popularidad. ¿Será que la oposición no quiere “mostrar sus cartas” para evitar que les roben sus estupendas ideas? Puede ser, pero yo como ciudadano lo dudo mucho.

Es claro quesí la sociedad, la ciudadanía, los “sin poder” no exigimos propuestas efectivas, no será la casta política quien nos las den. De la sociedad tendrán que venir las propuestas: unas buenas, otras malas:  importa poco. Habrá que debatir, reflexionar, entender a fondo los temas y llegar a conclusiones. Que esto es lo que nos hace falta.

 Antonio Maza Pereda