¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Seguiremos como siempre, "resolviendo" las inconformidades?



Hay quien dice que están iniciando los jaloneos en vistas a las próximas elecciones federales. Se señala la inconformidad en el Instituto Politécnico Instituto Nacional, que no ha sido resuelta a pesar de los esfuerzos del gobierno Federal y que, coincidentemente, se inicia a unos cuantos días de las celebraciones del 2 octubre. Además están los hechos de  Iguala, el nuevo interés periodístico por los asuntos de Tlatlalpa. No es difícil ver detrás de esto una "conspiración" destinada a crearle problemas al gobierno federal ante las próximas elecciones donde, posiblemente, pudiera cambiar el balance de poder en el Congreso y hacer difícil a la actual administración seguir gobernando como lo han hecho hasta ahora.
Por principio, no me gusta razonar en términos de "conspiraciones". Las teorías del "complot" siempre me han parecido con un escaso sustento. Pero en fin, puede ser que algunos analistas políticos tengan razón o al menos parte de razón. El guion parece similar al de 1968: manifestaciones estudiantiles, seguidas por un abuso de fuerza de características criminales para "apaciguar" a los disidentes. En una versión sintética, por supuesto.
Creo, sin embargo, que vale la pena analizar otros aspectos. La inconformidad de los alumnos y profesores del Politécnico, tiene bases reales. Hay muchos puntos por resolver en nuestra educación, en la educación superior y el Politécnico no es la excepción. A esto agréguele el autoritarismo con el que se manejó el asunto y el resultado es el de esperarse: en una era de comunicación prácticamente constante, no se puede contar con que la gente de acepte dócilmente lo que le impone la autoridad, y menos diciéndole que el argumento a favor de sus reformas es que… las acepto la Junta de Gobierno.
Por otro lado seguimos atorados en un paradigma curioso. Para muchos, la solución a los problemas se da mediante manifestaciones. Y esto tiene varias aristas. La gente se manifiesta porque funciona. Porque la autoridad no hace caso de otra manera. Puede que no nos guste, pero así es. El premio por manifestarse, es que la autoridad les hace caso a los manifestantes. O pagan a los líderes, que para el caso es casi lo mismo. No hay consecuencias malas para los manifestantes; para la ciudadanía a la que se le provoca toda clase de malestares, las consecuencias son de una gran molestia, pero finalmente no hay un daño permanente. O no es visible. En realidad es de esperarse que sigamos teniendo gran cantidad de manifestaciones dado que no hay mecanismos confiables, respetados, aceptables para todas las partes, que permitan hacer una mediación en conflictos que tienen los ciudadanos. De modo que, cada vez más, veremos grupos de 20 o 25 ciudadanos alterando la vida de las mayorías, buscando que quiten a una profesora del kínder o que devuelva las entradas de un evento de entretenimiento. Si no hay mecanismo para conciliación, seguiremos resolviendo los problemas a través de manifestaciones y a través de demostrar que podemos reunir más personas a favor de nuestra idea que los que se oponen a esa idea.
Detrás de este curioso paradigma está una gran desconfianza en el poder y la imparcialidad de sus instituciones. Desconfianza en nuestros gobernantes, en nuestros partidos políticos, en los que se supone que nos representan, en los funcionarios de todo tipo de instituciones. Claramente estamos hablando de que nuestra democracia es mucho menos que perfecta. Muchos dirían que es inviable.
Claro, debemos resolver los problemas inmediatos. Debemos darle una solución adecuada a los estudiantes de todo México, en todos los niveles, no sólo a los del Politécnico. Debemos, por supuesto, investigar y llevar ante los tribunales a quienes cometieron atrocidades en las manifestaciones de Iguala y en otras ocasiones. Ésas son las soluciones de corto plazo. Pero, claramente, no podemos seguir así. Esta manera de resolver problemas, de atender inconformidades, cada vez resulta menos funcional. ¿Y qué solución da usted, me dirán? La verdad, yo creo que debemos reunir las mejores mentes y los mejores expertos de este país, a la gente pensante, para encontrar una solución a este modo de actuar de la ciudadanía. Y más vale que nos demos prisa, porque no será sencillo encontrar la solución e implementarla.

(Publicado originalmente el 14 de Octubre de 2014)

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