¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

lunes, 13 de mayo de 2024

Lo que se juega

 Las próximas elecciones federales en México son complicadas para el votante por muchas razones. Nos han mentido mucho y cuesta trabajo tener una imagen clara de lo que está en juego con los distintos candidatos.  Los conocemos a través de la imagen de marca que les han creado los especialistas en mercadotecnia electoral.  En el caso particular de la 4T la imagen está también influida fuertemente por la del actual presidente, Andrés Manuel. Una imagen que no nos consta que efectivamente será la que tendrá la candidata de MORENA en el caso de que sea la triunfadora.

En términos generales podemos hablar de que lo que se arriesga es la democracia. Lo cual para una gran parte del electorado dice muy poco. Tenemos una imagen un tanto etérea de lo que es la democracia. Si no me creen, pregunten a personas de nivel medio educativo y se darán cuenta de que la mayoría no tienen ideas claras de lo que esto significa. Independientemente de que, en nuestro país, la democracia es relativamente joven y los resultados de la transición democrática no han sido esplendorosos.

¿Qué se arriesga? No es fácil establecer, para cada candidatura, unos resultados precisos: muy probablemente hay una mezcla de resultados según los candidatos. En términos generales, está en juego una reducción sustancial de la violencia. Una reducción auténtica, no una basada en decir que hay menos violencia, aunque hay más homicidios dolosos. Los cuales, por otro lado, no son el único modo de violencia.  De estas elecciones podría depender que sane la división entre los mexicanos o que se aumente el odio en la sociedad.

Está en juego la división de poderes. El sistema de balances y contrapesos que son fundamentales en cualquier democracia y que se han venido demoliendo sistemáticamente.  Están en riesgo las finanzas públicas.  En parte, porque todos los candidatos siguen ofreciendo mayor cantidad de beneficios sociales e inversión pública, sin que nadie se atreva a decir, de un modo claro, si esto significará una reforma fiscal.  La cual, dicha en términos sencillos, significa un aumento de impuestos.  Que no tienen como origen exclusivamente los beneficios sociales, sino también el haber agotado los ingresos por la recuperación de la evasión fiscal, los esquemas de facturación falsa y otros similares.  Incrementos que, una vez realizados, no se van a repetir indefinidamente.

El riesgo de que siga deteriorándose el sistema de salud, que está empeorando desde hace años y que no se resolverá rápidamente.  También están por verse la terminación de las obras principales del sexenio que termina. Obras que han costado mucho más de lo presupuestado y que están aún lejos de generar ingresos suficientes para pagar los recursos que se les asignaron.

 Está por verse resolver y lograr el apoyo privado, nacional e internacional, que parece necesario para evitar el abandono de las obras iniciadas.  Falta encontrar una solución contundente para el tema de la corrupción, bandera de todos los partidos, pero a la cual no se le ven respuestas precisas.  Y es que el mero hecho de sistematizar los trámites y crear penalidades cada vez más contundentes, han sido insuficientes.

 Probablemente, lo más inquietante es el desánimo de la ciudadanía.  Nos han ofrecido tanto, les hemos dado nuestra confianza tantas veces y seguimos sin ver resultados. Al final del día, lo único que puede realmente mover la situación del país es la actuación del ciudadano común.  El que ha sido engañado una y otra vez. El que ha confiado en que, ahora sí, tendremos estas situaciones resueltas de manera definitiva.  Una ciudadanía que está volviendo a caer en el desinterés, que provocó el que tuviéramos décadas de una dictadura perfecta. Años en los que el ciudadano se sabía engañado, pero ya no le importaba, porque no veía una solución viable.

Lo que está verdaderamente en juego es que perdamos a una ciudadanía más fuerte, más vigilante, más instruida en los temas de los asuntos públicos. Un electorado participativo que no se contenta con participar en las elecciones, sino que se entienda cómo el actor más importante en el gobierno. Las tragedias de la pandemia, de los múltiples desastres naturales, las carencias educativas, de salud, de un buen gobierno, han despertado al ciudadano. Se discute, se alega, se debate con mucha más intensidad y precisión que en los debates formales de la clase política. Y esto es un gran logro, esta es la solución de fondo a los problemas de nuestro país.

No podemos seguir esperando al gobernante providencial, que nos traiga los remedios que a nadie se le hubieran ocurrido anteriormente. Soluciones que no requieran dolor ni trabajo.  Los verdaderos arreglos los tenemos que crear entre todos y van a nacer de nuestra discusión profunda y nuestra atención permanente a los asuntos del Estado. Esta actitud es la que tenemos que desarrollar, que cuidar y que nutrir, porque en ella están las verdaderas soluciones que el país requiere. Significará, claro está, más trabajo, más atención, más dificultades.  Pero solamente ahí estarán las verdaderas respuestas.

Antonio Maza Pereda

No hay comentarios:

Publicar un comentario