Contra lo que dicen la mayoría de las autoridades, sobre
todo del Poder Ejecutivo, la sensación de la población es que la violencia, sobre
todo en forma de homicidios dolosos, no está disminuyendo. No faltan los chats
que se dedican a llevar la contabilidad, un tanto morbosa, de cuántos crímenes
se están cometiendo y haciendo la comparación con los cometidos en
administraciones anteriores, Lo cual es importante: la ciudadanía debe de tener
una idea clara de este problema para poder estar en condiciones de exigir a las
autoridades que se mejore la situación.
Esta administración ha creado un enfoque diferente. Se ha
militarizado el combate a la violencia mediante la creación de la Guardia Nacional,
cuya dirección se ha encomendado al ejército. Por otro lado, los conceptos de “abrazos,
no balazos”, y el de que “los criminales también son seres humanos”,
no han dejado de tener un impacto en la percepción de la población. Estamos
viviendo un desánimo generalizado.
Claramente hay un cambio. Algunos todavía recordamos al
gobernador de uno de los estados más poblados del país, diciendo públicamente
que “los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas”. En
lo cual incluía a una gran variedad de criminales. También ya estamos lejos de
aquel concepto de la “guerra contra la criminalidad”.
Es claro que no se puede hablar con precisión de este tema, Se
estima que un porcentaje muy elevado de los crímenes, según algunos en el orden
del 80 al 90%, no se denuncian. De modo que los números que se nos presentan
son difícilmente comparables o comprobables. Por un lado, puede ser que existan
muchos más homicidios dolosos que los que se dan a conocer, y por otro lado esas
cifras podrían estar influidas por el hecho de que haya más personas que
denuncian estos delitos. Curiosamente, cuando se tengan medidas más eficaces y
la población recupere la confianza en la efectividad del sistema penal, al
menos en alguna época tendremos un incremento importante de las denuncias por
delitos graves. Y eso podría dar la impresión de que hay mayor violencia, cuando
en realidad lo que tendríamos sería mayor publicación de hechos delictivos, que
hoy no entran en esta contabilidad macabra.
No falta quién propone como soluciones el armamento masivo
de la sociedad, la organización de autodefensas, y la justicia por mano propia.
Soluciones que hemos visto en la realidad de nuestros países vecinos que no dan
resultados de fondo. Tampoco faltan quienes piensan que la solución es el mejoramiento
masivo de los ingresos de la población, los cuales- dicen ellos- reduciría en
automático la violencia. Lo cual no se da en muchos de los países con alto
ingreso.
No cabe duda de que es un tema muy complejo. A mí, como ciudadano
de a pie, me parece que la solución no vendrá de las acusaciones mutuas
entre los diferentes partidos políticos, con el ataque a la administración
actual y el juicio a las administraciones anteriores. Creo que el tema rebasa
ampliamente a una clase política que se ha acostumbrado a convivir y de alguna
manera a negociar con una parte de los grupos criminales, buscando que ellos
hagan el trabajo sucio de eliminar a las personas más violentas. Otro
gobernador, el cual ha sido acusado de malos manejos, dijo públicamente que: “el
problema no es el crimen organizado, sino el crimen desorganizado”. Lo
cual, según algunos, querría decir que el crimen debería ser organizado por el
propio gobierno. como ocurría en los cuarenta y cincuenta del siglo pasado
donde los judiciales controlaban a los delincuentes buscando que no sobrepasaran
ciertos límites y que los mantuvieran informados de los grupos delincuenciales.
Claramente necesitamos un profundo examen de conciencia de
los Poderes de la Unión y el reconocimiento de que no están dando los
resultados necesarios. Creo que los sin poder, ustedes y yo, quisiéramos
ver una cruzada nacional, dedicada a encontrar soluciones que han sido
aplicadas en otros ambientes, que hagan una clara difusión de la actitud que se
requiere de la ciudadanía y que logren convencernos a todos de que las leyes
deben ser respetadas y que debemos de vivir en un verdadero estado de derecho. Y,
claramente, entender que la solución no será rápida y que probablemente
requiera de algunas décadas antes de ver resultados. Claro, dado los usos y costumbres
de nuestros grupos políticos, las soluciones que requieran más de un sexenio no
son interesantes para ellos.
También estamos acostumbrados, como población, a soluciones
rápidas como las que nos presentan las películas y los programas de televisión,
donde problemas complicadísimos se resuelven en un par de horas o cuando mucho
a lo largo de una miniserie. No es de esperarse que tengamos mucha paciencia. Parece
algo descorazonador: no podemos esperar soluciones rápidas y completas. Razón
de más para empezar lo más pronto posible.
Antonio Maza Pereda
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