¿Porqué Cuenta Larga?

¿Porqué cuenta Larga? Los mayas tuvieron dos maneras de llevar el calendario: la cuenta corta (el año o tun) y la cuenta larga, de 144,000 días, el baktun, equivalente a 395 años y medio, aproximadamente.

Las organizaciones deberían tomar en cuenta esta filosofía. Hay decisiones de corto plazo (Cuenta Corta) y de largo plazo (Cuenta Larga). Este blog está orientado a las situaciones de largo plazo y su influencia en las organizaciones

jueves, 8 de septiembre de 2011

El fin de las editoriales

Bueno, reconozco que estoy exagerando un poco. Pero no del todo. No, no estoy hablando del final de los libros, aunque hay muchos que ya lo pronostican.  Se dice,  cada vez más,  que la gente ya no lee. Se habla de la crisis de la industria editorial, de la crisis de las librerías pequeñas. Se impone la ley del precio único para los libros, con el objeto de proteger a las pequeñas librerías y, de fondo, también a las editoriales. Todo ello se supone que es para promover la lectura. Yo todavía no alcanzo a entender cómo es que nuestros legisladores piensan que al encarecer los libros la gente los va leer más, pero ese es uno de los misterios de nuestra legislación que posiblemente yo nunca entenderé.

Por otro lado, yo creo que la gente lee más que hace dos décadas, sólo que está leyendo de manera diferente. Es cierto que los libros se leen menos, pero también es cierto que se lee más de otras maneras: artículos, blogs, páginas en Internet, enciclopedias en línea, etc. El negocio de las enciclopedias en papel está en crisis, muchos de los grandes periódicos del mundo están en crisis, pero esto no quiere decir que la gente no esté leyendo, sólo que está leyendo de otras maneras.

La gran diferencia está en la libertad que tienen ahora muchos autores de publicar sin pasar por las editoriales. Se ha establecido un acceso directo entre el lector y el autor, quitando el papel de intermediario que hacían las casas editoriales. Esto, por supuesto, tiene sus ventajas. Muchos autores que no eran publicados porque las casas editoriales pensaban que no darían el volumen de libros suficientes para hacer rentable una edición, ahora pueden publicar una cantidad muy limitada de libros y entregarlos directamente a los usuarios. Un tema muy especializado, que sólo tuviera un público de 100 personas, nunca tendría una oportunidad de publicarse hace dos décadas. Hoy es perfectamente posible. Un escritor que no es famoso, difícilmente va a ser publicado en los periódicos;  en los medios modernos un escritor relativamente desconocido puede llegar directamente a un público que sí le interesa leerlo.

Hay, por supuesto, otros aspectos interesantes. La tecnología de  ”print on demand” permite que una librería pueda imprimir, a un costo razonable y con un margen decente, un solo libro. Esto, por supuesto, cambiaría completamente el concepto de la librería. En vez de ser un vasto depósito de libros, consistiría de computadoras en las cuales se pudieran leer resúmenes de los diferentes libros disponibles en sus bancos de información, y enviar la orden de impresión a una imprenta en la trastienda que, en pocos minutos, podría entregar el libro empastado al cliente. Uno de los enormes costos de la industria editorial, el costo de mantener en inventario a una enorme cantidad de libros por varios años, se evaporaría. Otros impactos no menores, por ejemplo el impacto ecológico se reduciría. Pero, con ese concepto de librería, ¿para qué querríamos tener editoriales? Por no hablar de los libros electrónicos que ya no necesitan librerías.

¿No perderíamos nada con la desaparición de las editoriales? Sí; algo se pierde. Las editoriales tienen un papel importante: se aseguran de que el material publicado es relevante. En el caso de las editoriales académicas y el de las revistas académicas, los comités editoriales y la revisión de pares, aseguran la calidad de lo publicado. Si ellos desaparecieran, dejaríamos de tener un elemento que nos garantizara la relevancia y, hasta cierto punto, la veracidad de lo que se publica. Similarmente, si desaparecieran los periódicos y revistas, cualquiera podría publicar cualquier tipo de falsedad sin que hubiera una compañía que se hiciera responsable, a través de sus comités editoriales, de la ética de lo que se está imprimiendo.

¿Cómo será la industria editorial a largo plazo? Hay muchas fuerzas en movimiento cambiando esta industria. Es muy probable que los autores ganen poder negociador frente a las editoriales. Es muy probable que se tenga una oferta mucho más diversificada de la que hoy tenemos. También es muy probable que el público lector se fragmente de una manera muy importante. No quiero decir que desaparezcan los  “best sellers” , vendiendo millones de libros; lo que seguramente ocurrirá es que tengamos miles de "small sellers” con tirajes sumamente pequeños.  Es muy probable, como consecuencia, que las culturas se fragmenten de manera importante: cuando la población no lea solo un número limitado de periódicos, sino un número muy  grande de publicaciones periódicas, no vea sólo unos cuantos canales de televisión, sino muchos centenares de ellos, no tenga a su disposición solo unos cuantos centenares de revistas, sino millones de artículos disponibles a través del Internet. Cada vez será más difícil tener uniformidad; la diversidad en el conocimiento y en las culturas  será muy amplia. Y, creo yo, para bien.


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